miércoles, septiembre 16, 2020

Nada, a pesar de todo

 Ella no sabe nada aún. 

No sabe nada ya.

ella

no

sabe

nada

ni supo, ni sabrá;

nada

-.-


Con este poema se presentó Jasinto  Padentro, bajo el alias El Lagartijo, al Certamen Anual de Poesía Rápida Valtimore Xpressa. Jasinto acompañaba  su poema con la preceptiva plica donde, además de los datos requeridos, incluía una nota manuscrita:

Señore:

haganme el favor de dejarme recitar el poema presencialmente.

Porque la gracia está en mi acento sevillano

jasinto

Naturalmente, no le dejaron. Con buen criterio, los miembros del jurado dedujeron que Jasinto era bobo, o algo parecido. Además, usaron ese mismo buen juicio para que su poema no pasara la primera criba y fue eliminado sin miramientos y su obra magna "Ella, nada" tirada a la basura  como las obras de los otros 56 aspirantes eliminados en primera ronda.

No ocurrió lo mismo con "Sinsabores", original de Linda Yobtusa, que curraba en el Simply y que fue contactada por el concejal de cultura  de Valtimore, Señor Soso,  para comunicarle que su poema "Sinsabores" había obtenido el máximo galardón (uno de los menos importantes de la sierra madrileña). Según le daban la noticia, a Lindas se le escapó una ligera ventosidad mientras reía histéricamente por la alegría, todo ello sin soltar el teléfono; se encontraba en ese momento en el comedor del restaurante El Zurullo, comiendo el menú del día con uno de sus amigos más antiguos y pesados, Jasinto Padentro, y otros dos indianos de la localidad serrana sin relevancia para esta historia. Al sr. Padentro le molestó estar fuera del chiste. Era ese tipo de persona, le molestaba ver reír a alguien y no ser él la causa, por sus ocurrencias de sevillano de pura cepa. No sabía que cuando Linda le explicará el motivo de su alegría (y de su cuesco ligero), se iba a molestar más aún pues, en su fuero interno, el galardón solo podía ser suyo. Al fin y al cabo, había escrito un poema definitivo, eso tenía que apreciarlo el jurado, y en cuanto le dejaran recitarlo con su gracia sevillana, les dejaría con la boca abierta.

El destino quiso que el concejal Soso, a la sazón presidente del jurado de Valtimore Xpressa, se encontrara tomando unas cañas en la barra de El Zurullo, confraternizando con el resto de los miembros del jurado; Olegario, dueño de la tienda de fotocopias y el primo del cura, Germán El Espabilao, que había estado una vez en Lisboa, miembros con los que había compartido una dura jornada de deliberación.

Las cañas dieron paso a una comida un par de mesas más allá de la que compartían Jasinto y Linda (y los otros 2 tristes) donde se vivía un drama a pequeña/mediana escala. Linda pedía a su amigo que se alegrara por su éxito porque ella, como buena amiga que era, se hubiera alegrado en el caso de que él hubiera ganado. Era mentira, claramente, Linda era una mujer egoísta, simplona y con poco control de la válvula pedística, lo que le granjeaba algunos problemas de socialización, como cualquiera puede entender. Jasinto era un capullo, pero no era hipócrita

- ¿Cómo voy a alegrarme de que tu poema, que era una mierda, una puta mierda, haya ganado al mío? - dijo dando un puñetazo sobre la mesa y accionando el tenedor, cuyo mango descansaba fuera del plato de macarrones con chorizo y tomate, y poniendo perdidos a los dos invitados de piedra sin relevancia que les acompañaban. Seguían sin tener relevancia, pero ahora tenían unos bonitos lamparones rojos y grasientos que les salvaban de la grisura absoluta. No revelaré sus nombres, por si alguien esperaba reirse de Manolo y Yoli

- ¡este pueblo da asco! Aquí no hay cultura ni nada, es un pueblo de catetos...

Señor Soso, como responsable de cultura (y festejos) no podía dejar pasar esta afrenta al pueblo y, fiel a su estilo, se levantó, aclaró la garganta, como si fuera a soltar una de sus plúmbeas peroratas.

- Perdone, caballero, pero no puedo dejar pasar esta afrenta...

- ¡Cállate! - le cortó Jasinto

- ¿Cómo se atrev...?

- ¡Que te calles, gilipollas...! - dijo Jasinto levantándose de manera truculenta


y entonces fue

cuando

todo

se

fue

a la mierda

mira a los dos comparsas de nombre finalmente conocido, sin relevancia y con lamparones, poniendo cara de susto y teniendo miedo mientras en los altavoces suena shallow heart, shallow water y Manolo se hace pis y Yoli se hace mayor, al fin a los 47 años, y ambos quieren matar a Jasinto, pero no tienen lo que hay tener y tienen muchas cosas que no hay que tener, como por ejemplo, miedo. Se  meten bajo la mesa y se duermen y se pierden el resto de la noche por cagones (Manolo también meón) y por otras cosas que se verán a continuación.

¿De qué tenían miedo? Pues de Jasinto, joder, que se quita el kimono de imbécil con el que iba a todas partes y bajo esa obra de orfebrería textil del peor gusto imaginable, había un traje cutre de espíderman y tiraba telarañas y se subía por las paredes y era bastante fuerte y daba miedo a todos menos a Señor Soso, que es uno de los Brave Ones, presidente del jurado, concejal y un señor soso de cojones y de rodillas y de omóplatos. Jasinto Padentro y Señor Soso se poenen chulitos en plan plasta

qué pasa...

no, qué te pasa a ti

no a ti

a ti, pringao

pringao tú

tú mas, bacalao

A la galardonada, que se siente traicionada porque le están robando el protagonismo, le entra una risa nerviosa y se le escapa una bufa (no suena, pero de aroma letal) bajo la mesa, lo que hace despertar de su sueño seguro a Manolo y Yoli, para morir casi nimediatamente de Peste Insoportable sin que nadie se estremezca uh mm mm, uhmmm... yeah ee, yeah ee, yeah!(1), en estrofa libre:

Linda tan traicionada,

sita Yobtusa atolondrada,

levántase airada

y con voz aflautada

de alondra en apuros 

grita como una pava

(aunque fue galardonada)

y no le importa nada

porque no verá un duro

Linda fallece de un ataque de cuernos porque ha gando un premio y a nadie parece importarle una mierda, y hay que reconocer que, aunque su poema era malísimo (aunque no tanto como el de Jasinto Padentro) en su último aliento fue una gran víctima y se murió estupendamente (alabanzas) y con un galardón en la buchaca. Honor y caspa.

Olegario y Germán El Espabilao bailan una polka agarraditos los dos, con los nardos apoyaos en la cadera, sin más ceremonia que el amor que ha surgido entre los dos, sin más horizonte que el último baile (que se reservan mutuamente) y quién llevará a casa a quién cuando la orquesta deje de tocar. Por un momento, cuando ven lo bien que se ha muerto la galardonada, separan sus mofletillos (estaban tan a gustito, dancing cheek to cheek, como Fred y Ginger) en un gesto de admirado homenaje que, seamos sinceros, es un poco fingido, de cara a la galería, porque en realidad, a lo que ambos están atentos, es a sus respectivas cebolletas que se frotan con ardor guerrero y amatorio mientras bailan en la oscuridad al ritmo del jefe. Pero la fatalidad se hace presente en el Zurullo de Valtimore y ambos amantes mueren antes de que su amor culmine en un pinchacito, o una chupadilla, al menos, y mueren porque de pura ansia viva, empezaron a besarse, morreo letal, y se les olvidó respirar y ahora el pueblo entero en vilo por saber quién heredará la tienda de fotocopias (que Olegario gestionó con tanto acierto y simpatía) y quién ocuparía ahora el puesto de primo del cura, que no es que German fuera primo del cura, es una especie de concesión municipal, que te dejan vivir en la casa del párroco, comes como un cura y tienes que ayudar, haciendo de monaguillo y otras cosas que tampoco vamos a contar aquí. Total, que nadie piensa que qué pena y eso, sino en a quien le tocan ahora dos de los chollos del pueblo, la tienda de fotocopias y ser primo del cura. Para que te fíes tú de los pueblos...

Mientras Jasinto y Señor Soso siguen con su enfrentamiento de posturitas y frases

te vas a cagar

no, te vas a cagar tú

no, tú mas, chavalote

chavalote tu puta madre

a mi madre ni la mientes...

i mi midri ni li miintis, i mi midri ni li miintis... 

pero sin tocarse un pelo, vaya cagaos, sigue falleciendo gente en el Zurullo, que parece haber sido visitado por un Ángel Exterminador de pacotilla; Aramis, el camarero-mosquetero, fallece de asco y Hortensia, la del guardarropa, de aburrimiento, y Paco, el abuelo rockero, también fallece pero de muerte artificial, porque el Yoni, que es el macarra del pueblo, le atraca, pero como el Paco es un abuelo grandote, al morir del pinchazo que le da el Yoni, cae encima de su agresor, que es un tirillas y fallece también bajo el peso del abuelo. Otros comensales, menos importantes aún que Yoli y Manolo nueren de morirse, que tampoco vamos aquí a dar detalles de todo

Jasinto y Señor Soso se miran, retadores, mientras miran a su alrededor y empiezan a aburrirse de ver palmar gente

joder, qué escasbechina

tremendo

y si nos vamos

si tú no dices nada, yo tampoco

decir qué

qué de qué

ja ja ja

jo jo jo

Y se fueron a tomar unas cañas a otro sitio con menos cadáveres. 





(1) Bibliografía; ver Elvis Presley's 'All shook up'

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Fan de los nombres de la historia. Lagartijo, jajajajajaja

Carmina dijo...

Me apasiona la historia. Surrealismo puro.

Wolffo dijo...

El truco está en fiarse de la realidad, Anonymous!

Wolffo dijo...

Gracias, Carmina. La pasión es un elemento indispensable para... ¡¡¡para casi todo!!!

Anónimo dijo...

Ay, por favor, me ha dado un parraque de reirme que casi me ahogo. Genial, bitxo

Wolffo dijo...

Me he ceñido a los hechos, eso es todo...
Aunque lo hago de una manera genial, eso es verdad. ;)