The blindman
Estábamos en el jardín. Debíamos ser cuatro o cinco, no más gente. Subimos a casa de Carlos, porque tenía que coger algo. Estaba Willie, seguro, y Gabino. Y Carlos y Gabino cantaron esta canción. No la había oído en la vida. Me fastidiaba que Carlos y Gabino se supieran una canción tan chula y que yo no la hubiera oído en la vida. La cantaron genial y cuando me preguntaron que si la conocía, yo les dije que claro, hombre... Naturalmente, al llegar a casa, le pregunté a mi hermano que de quién era una canción que se llamaba Show me the way. De Peter Framptom, me dijo y me la puso. Le dije que esa no era la canción que yo quería escuchar. Entonces se la canté. Y buscó una cinta (BASF C-60) que tenía grabada con canciones sueltas y me la puso y me dijo todo lo que sé de ella hoy mismo. Es de finales de los 60, de un grupo que se llama Big Brother and the Holding Company, ¿no te suena la voz alta, la de la chica? me preguntó. Porque en ese grupo, la chica que hacía los coros, sin más protagonismo, se llamaba, nada más y nada menos, que Janis Joplin. He grabado la canción con la pandereta de la batería de Wilco (el batería de The Perros), mi inseparable guitarrita acústica, la eléctrica, el bajo de mi hermano Mariano y mi propia garganta por triplicado. El original es solo a dos voces, pero claro, una de ellas era de Janis Joplin y así cualquiera. Este tema me encanta y agradezco, 25 años después, a Carlos Espinosa y Gabino Diego que me la cantaran aquella mañana. Si se enteraran, a lo mejor les hace ilusión que hoy, pasado el ataque de rabia por mi ignorancia, les dedique esta canción por habérmela descubierto.
Como siempre, si te hace, bájatela aquí:
He escrito 3 novelas. Un libro de viajes, una guía de Toledo sin visitarla, un manual de usuario de un sistema de bases de datos sin saber lo que es una base de datos ni haber trabajado nunca con ellas; he escrito un libro de cocina, el guión de un cómic (malísimo), un cuento regularcillo y los guiones de unos 10 videos corporativos; he grabado dos álbumes magníficos llenos de magníficas canciones; he escrito el guión de una serie de dibujos animados para niños y he fundado y colaborado en dos revistas humorísticas; he debido crear unos 30 comerciales de TV (algunos, creedme, para matarme) y unas 200 cuñas de radio; además, infinidad de anuncios de prensa, revistas, folletos de todos los tamaños y colores... Me han pedido que escribiera lemas para gritar en las manifestaciones, cartas para convencer a unos cientos de trabajadores que echaban de una fábrica de que quedarse sin trabajo era lo mejor que podía pasarles; escribo infomerciales (anuncios de televenta) a patadas; he escrito, grabado e interpretado música para cinco anuncios de televisión; he escrito “discursos” (guiones para que hablaran en videos electorales) para Aznar, Álvarez del Manzano, Mayor Oreja, Javier Arenas... en fin, toda la panda, y a más de uno de ellos, tuve que corregirles ciertos defectillos de lenguaje... En fin que he escrito unas cuantas cosas. De todas ellas, desde luego, la que más me gusta, es el guión de una serie americana de ficción para adultos. Digo americana porque tiene varios personajes; si fuera una serie española serían solo tres personajes, el facha, el pusilánime y el guay, disfrazados de muchos personajes de ambos sexos.
En cuanto a leer, no creas, no es que sea un campeón, ni que presuma de leer más que nadie, porque no es verdad, pero nunca meha faltado, desde hace unos 35 años, un librito en la mesilla de noche. Ni en la estantería del cuarto de baño. Soy de esos, sí, pero en mi descargo diré que sólo obro en casa (bueno y en cierta oficina...) y que siempre enciendo una vela a san Odorono para purificar el ambiente.
Mi cerebro, si descontamos los olvidos (frecuentes y, a veces, catastróficos, es cierto, joder, hoy mismo se me ha quemado el cocido), no funciona del todo mal porque es inquieto e inseguro y siempre se pregunta. Aunque no se me daban demasiado bien las matemáticas, nunca tuve problemas para comprender los rudimentos básicos de ciencia alguna. Bueno, siendo sinceros, los límites fueron el límite de mi competencia en matemáticas. Y sin embargo, la música, que es pura matemática, se me da medianamente.
Pero soy desatroso, un inútil total, un recordman de la estupidez, cuando se trata de orientarse. Sí, he leído y escrito un huevo, pero soy incapaz de leer un mapa. Suéltame en medio de cualquier sitio y me verás con cara de terror mirando a todos lados sin saber a dónde dar un paso.
Te llevo a tu casa, en mi coche, y tú me vas diciendo por aquí, por aquí, veechándote a la derecha, que es la próxima... pero como voy pensando en quitarte el sujetador, en pedirte dinero, o en comerme todo lo que tengas en la nevera, cuando llegue la hora de volver, me meteré la perdida padre. Puede que no te lo cuente, pero si el trayecto es de
Subo a casa satisfecho, intentando convencer a Mericolasín (era el amigo imaginario de mi hermano Mariano, pero se cansó de él –demasiado perfecto, mi hermano- y ahora él y yo somos colegas, dos desastres unidos por la imperfección), y a mí mismo, de que ha sido un viajecito encantador y necesario para nuestra formación como personas integrales y futuras.
- Al hilo de eso, una vez Julio Salinas, al acabar un partido del Barça, que perdió, dijo que el árbitro no había visto un “futuro penalty”, fue super gracioso – me dice Mericolasín, y yo no entiendo porqué los amigos imaginarios, aunque no sean los propios, no pueden encontrar graciosas las cosas normales, como caerse de culo, o una tarta en tu cara, o un chiste contado con acento andaluz de palo que empiece : “ese pedasso de maricón...”, en vez de encontrar “super gracioso” que Julio Salinas se equivocara.
Has de saber, oh, lector, que Julio Salinas no fue un gran jugador. Pero era mucho mejor como jugador que como comentarista deportivo, de eso puedes estar seguro.
Mericolasín se está preparando un colacao (se los prepara con poquísimo colacao) y me ofrece, pero él no sabe nada de mí, porque yo lo que quiero, lo único que quiero, pedazo de bruto ignorante que toma colacaos nada apetitosos, es tenerla entre mis brazos, quiero apretujarla y besar las comisuras de sus labios, porque sé que le gusta el juego, y ella entreabre los labios y cierra los ojos (aprovecho para sacarle la lengua) y beso el límite de su boca eterna y la estrecho más y entonces, lo que me gustaría es hacer algún chiste subido de tono, pero ingenioso (lo del móvil o te alegras de verme no, claro) sobre eso que ella siente en su vientre cuando mi abrazo se hace posesión, y cuando su carcajada estalle, morder sus labios y hacerle el amor antes de que se dé cuenta de que soy gracioso, vale, pero soy muy poco atractivo, en realidad... Entonces, miro alrededor y me doy cuenta de que esta cocina es rarísima y de que yo nunca tengo colacao, ni siquiera nevera, ni nada.
- Oye, Mericolasín – le digo al chavalote del colacao- te vas a reír, pero resulta que me he perdido, porque esta no es mi casa, ¿no?
Y el tío ni se ríe ni nada. Ni para eso sirve, el gilipollas. Ya me ves, perdido. Sí, vale, he escrito muchas cosas, pero se me olvidó escribirme en la mano cómo coño se vuelve a casa.
Muéstrame el camino, anda.
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Listening to: Billy Ray Cyrus - Achy Breaky Heart
via FoxyTunes