Al despertarse, el Argonauta estaba soñando con ella. Había soñado con
ella, estando despierto millones de veces, pero no recordaba haber soñado con
ella de ese modo: un sueño verdadero, mientras dormía a pierna suelta, un sueño
muy explícito, muy vívido.
En el sueño, estaba en su casa, pero no su casa "de verdad",
que conocía bien, sino una casa que, en el contexto de ese sueño, era la casa
de Lorna Cor, luminosa, amplia, con poca densidad de muebles, muchos cuadros,
suelos ajedrezados con baldosas de colores vivos sueltas aquí y acullá.
No para de hablar, el Argonauta, y nadie le escucha, pero él continúa
con su cháchara, desembuchando ideas y ocurrencias según ella iba y venía,
sirviendo un café, descalzándose, como quien llega de trabajar y acostumbra a
caminar con los pies desnudos por el suelo-tablero de su casa. El Argonauta se
sientes lejano, pequeño, inservible; insignificante, casi invisible. Pero no se
rinde y está dispuesto a lo que sea, si ella se lo pide.
Imagina que ella le mira y le dice adelante, prende fuego al mundo y
que no se apague tu brasa vital; no te pares, ni alteres tu rumbo, Argus (ella
le llama así) porque ni puedes, ni debes cambiar.
Está preciosa. Se ha cortado el pelo. Su mítica melena es ahora un
peinado casi a lo garçon, pero rubio oscuro, y lleva una ligera y vaporosa -muy
grande- camisa como hawaiana; se nota a la legua que es una prenda que usa para
andar por casa, y que no se la pondría jamás, puro demodé, para salir a la
calle.
El Argonauta se cuadra ante su reflejo en el gran ventanal y que salga
el sol por donde yo diga: si puedo imaginarlo, nadie va a impedirlo. Todos
llevan siglos despreciándome, ahora tendrán que callar. Todas las cigarras,
todas las hormigas, toda la gran turba está ahora callada.
Es un mirlo que siempre se ha sabido ignorado, abandonado como una
pelota pinchada en un solar ¿qué le vas a contar?
Ella le está contando cómo le ha ido, con una cerveza de Mercadona en
la mano pero, al pasar por su lado, él la coge por la cintura, como si estuvieran
bailando y se embarca: acerca sus labios a su cuello y aspira su aroma con un
ansia y una seguridad desconocidas. Ella le corresponde y se pega absolutamente
a él. Con la cercanía, advierte que ella no lleva nada
ropa debajo del blusón hawaiano y explora con su mano la espalda bajo
la blusa. No hay nadie y la besa, con mucho miedo. Miedo al rechazo, A no estar
a la altura, a un desempeño mediocre, a que le huela el aliento, a lo que sea…
Pero no ocurre nada. Ocurre todo, en realidad. Se besan con enorme
dulzura, con firmeza y ansia y luego… lo demás. ¡Ella se ha depilado! Este
detalle le alegra, hemos de significar.
Cuando está buceando entre sus piernas, zas, despierta. Tarda en ubicarse,
pero la familiar oscuridad de su habitación, le ayuda a poner los pies en el suelo y a tomar
conciencia de su alma inmortal. Según su
experiencia, todos mienten, todos quieren su pizca de sal, así que disimula
porque sabe que aunque nadie esté, oficialmente, mirando, todos le ven. Todo
está al revés
Tal vez algún día, nuestro insensato argonauta obtenga un poco de
atención verdadera y cobre así sentido su atroz singladura. Le llueven las canciones,
pero se va a quedar calvo si espera a
que suene la flauta y le cuesta mucho, muchísimo despertar; no quiere hacerlo, porque
sabe que en la vida real, jamás podrá besar y hacer el amor con ella como ha
sucedido en el sueño, en su vida inconsciente y abandonada entre vigilias
penosas.
Qué poca vergüenza, qué cara más dura, ¿y si nunca vuelve a aparecer?
Así que sigue andando, de esa forma lenta en que sólo él anda, dejando atrás
todo lo que ve. El sueño ha terminado y el Argonauta no sale de su ensoñación;
sigue oliendo el sexo de Lorna y sientiendo su calor en las caderas. De
repente, al final de su sueño, ahí estaba ella, sorprendente, rendida en sus
brazos, real como un pensamiento imaginado.
No despiertes, no dejes de ser, de soñar y de viajar, acaso sólo en
sueños, ángel de bien, alma discreta y viva, pez espalda, delfín principiante. Si
prisa, sin pauta, haz las maletas. Piensa, imagina que hoy empieza tu viaje.
Siempre, todo, todo… está al revés
(Líricas)
No paras de hablar, y nadie te escucha
Que siga tu cháchara, desembucha
te sientes lejano, pequeño, inservible
insignificante, casi invisible
no te rindas, prende fuego al mundo
no apagues tu brasa vital
no te pares, no alteres tu rumbo
ni puedes, ni debes cambiar
que salga el sol por donde tú digas
si puedes pensarlo, nadie va a impedirlo
todas las cigarras, todas las hormigas
siempre despreciaban el canto del mirlo
es duro saberse ignorado,
¿qué me vas a contar?
No hay gente jugando a tu lado
No hay nadie, eres un solar
Desde siempre, nada muere en tu alma inmortal
Todos mienten, todos quieren su pizca de sal
Disimula, nadie mira, todos te ven
Pura gula, nadie te quiere, todo está al revés
Tal vez algún día, insensato argonauta
cobre sentido tu atroz singladura
que lluevan canciones, que suene la flauta
qué poca vergüenza, qué cara más dura
despierta, aunque sueñes con ella
y si nunca vuelve a aparecer,
Sigue andando, de esa forma lenta
Deja atrás todo lo que ves
De repente, al final de tu sueño, ahí está,
Sorprendente, en tus brazos, nada más real
Disimula, no despiertes, no dejes de ser
Al fin, tuya, y si despiertas, todo irá al revés
Todo está al revés
Sin prisa, sin pauta, haz tu equipaje
pequeño argonauta hoy empieza tu viaje
1 comentario:
Ahí está Lorna Cor, como en los viejos tiempos. Me alegro y me encelo a partes iguales. Si no hay más remedio...., la soportaré.
Yo también sueño así a veces. Siendo consciente de que estoy soñando, puedo dirigir el sueño para que transcurra como yo quiera. Creo que se llaman sueños vívidos, o algo así.
Me gusta lo de Argonauta, ¿Cuál de los 50 eres? Puestos a elegir, pongamos Jasón, que para eso era el boss. Puedes llamarme Medea, encantada. Ea, ya estamos presentados. No hagas caso si te dicen que soy una bruja. Además, sé que te gustan las mujeres peligrosas. Eso sí, puedo ser una enemiga formidable para Lorna. Que tenga cuidado conmigo.
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