lunes, mayo 15, 2006

Sólo estoy solo (La historia de Olegario Sencillo)

Sólo una líneas para explicarlo. A veces, sin que te guste, pero teniendo que asumirlo, uno está solo. Sólo no es lo mismo que abandonado, pero es estar solo. Hay trances que uno tiene que pasar en solitario. Pruebas que exigen lo mejor de uno, pero sólo de ese uno, sin ayudas. Soy de los que prefiero la compañía de otros, de algunos. Pero este abismo, me temo, he de cruzarlo solo. Como esta canción, que se canta sin compañeros, en terrible y hermosa soledad, de una vez y sin pedirle ayuda a nadie. Así debe ser.

BLACKBIRD

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Al fin me he atrevido con una de Paul McCartney. Pero es que le respeto tanto que casi me da miedo hacer una canción suya. Esta preciosidad que Paul dedicó a las entonces famosas runaways, las chicas, niñas, que se iban de casa siguiendo como bobas a bobos con el pelo largo y furgonetas Volkswagen ha sido versioneada por millones antes de que llegara yo para destrozarla. Saber tocarla bien (lo mío es una burda aproximación) es señal de que se sabe tocar la guitarra, entre entendidos, pero esas cosas, con el respeto que me merecen los entendidos y los que saben tocar bien la guitarra, me la sudan. Ahí me tienes, solo con mi guitarra azul y descalzo dando golpecitos con el pie a una lata de PepsiMax, cantando esta obra maestra que ilustra como pocas la soledad que siento a veces. Por esos días de soledad. Qué duros y qué hermosos son.

La historia de Olegario Sencillo

Olegario Sencillo es miembro de la orden de sí mismo. Trabaja como guardia de seguridad en el aparcamiento de una enorme empresa. Horas y horas en soledad en esa mísera y solitaria garita, moviendo los labios como si dijera buenos días mientras levanta una mano amistosa y la barrera para franquear el paso a los trabajadores y visitantes, cientos todos los días, de la empresa. Olegario trabaja solo, come un solitario sandwich con su latita de Aquarius, vuelve a casa solo en su vespa 75, tiene sexo a solas frente a la tele y acaba durmiendo solo: Olegario está solo.

Olegario sale hoy de trabajar un ratito más tarde. Ha llegado a las siete y cuarto, 45 minutos antes de que se vaya a casa, una señora elegantísima en un coche precioso, preguntando por uno de los directores; y es de esas veces que alguien le obliga a sacar la cabeza por la ventanilla del zulo a dar una explicación:

- Rodee el almacén, que es ese edificio grande, blanco, y detrás verá una especie de casita de madera pintada de gris: ésa es la oficina del señor Huevos. ¿Debo anunciar a alguien? – ha preguntado Olegario mostrando el interfono.

- Creo que no – ha dicho la señora -, creo que no debe anunciarme – y ha pisado el acelerador de su coche y se ha perdido por detrás del edificio del almacén con una sonrisa preciosa y cargada de intención.

Y Olegario, que ha visto cómo le sonreía una mujer importante, se ha quedado embobado el resto de la tarde, levantando la barrera a todo dios y la mano izquierda como si fuera la reina de dinamarca, saludadando sin saber a quién pero pensando que, así, todo el mundo se daría por saludado. Olegario ha salido un poco tarde, digo, porque fruto del embobamiento, no se ha dado cuenta de que eran las ocho y veinte. De todas formas no podría haber salido antes porque, una vez más, Memo López, el segurata que sustituye en la garita, se ha retrasado.

Cuando sale del zulo empieza a llover. Mierda. Se sube a su vespa 75 y el botoncito de arranque no va. Intenta arrancarla con el pedal pero nada, no hay manera. Pone el caballete y se agacha a mirar el motor en un gesto, él lo sabe bien, absolutamente inútil, pues nada sabe de ese enigma que es para él la automoción. El gesto sólo sirve si Memo le está mirando y con ese fin lo ejecuta. Después de lo que Olegario considera un tiempo prudencial, hace un gesto negativo con la cabeza y aparca la vespa en un rincón más o menos resguardado y se dispone a caminar hasta la parada del autobús. Es una caminata de un par de kilómetros y, de noche y bajo la lluvia, no es un paseo agradable, precisamente.

Camina por la carretera que lleva a la autovía y en su camino reconoce los coches de muchos trabajadores de la fábrica, pero ninguno hace ademán de detenerse. Olegario, además, sabe que sería un rato embarazoso. La lluvia arrecia y Olegario se ve obligado a caminar por el arcén, porque el borde de la carretera se está enfangando. Lo malo de caminar por el arcén es que estás más cerca de los coches, que zumban a tu lado y te salpican con ese agüilla grasienta de la carretera.

Se detiene el coche precioso de la presciosa mujer.

- ¿Va a la ciudad? – pregunta mientras la ventanilla baja.

- No, voy a Valdemorillo… - dice Olegario sabiendo que hay un ciento por ciento de posibilidades de quedarse ahí con cara de tonto.

- ¡Vamos, suba!

Y Olegario sube. La señorale sonríe. Es guapa, piensa Olegario. No de caerse de culo, pero es guapa, la tía. Muy elegante. La ropa que lleva puesta, calcula Olegario, debe costar lo mismo que su salario de un mes (falla, por supuesto). La falda que lleva, que es larga, se la ha acomodado para conducir y la rodilla derecha está al aire.

- ¿Vive usted en Valdemorillo, o por la zona? – pregunta Olegario

- Háblame de tú, por favor… No, no vivo por ahí, vivo en Madrid – mira a Olegario sonriendo - ¿de verdad te llamas Olegario?

- ¿Cómo lo sabe…?

- El señor Huevos amenazó con matarte por dejarme pasar…

Hablaron. La fábrica estaba situada, exactamente, a tomar por culillo de Valdemorillo, en la carretera de Valencia, en el otro extremo de la provincia de Madrid, así que, a esas horas, el paseo era de más de un par de horas. Hablaron, pues, y hablaron mucho. A veces, ella, que se llamaba Ápice de Soltura, apoyaba esa mano blanca y preciosa en su rodilla y Olegario miraba esos dedos largos y bonitos, con bonitos anillos, uñas pintadas de bonito granate y se imaginaba cosas cochinas, cosas que veía en la tele cuando por la noche tenía sexo consigo mismo.

Él se sentía increíblemente a gusto con esa señora que, seamos francos, era de esa clase de señora que normalmente, no reparaba en su presencia a no ser que tuviesen que llevar algo pesado al coche. Entonces, le sonreían… oiga, joven, usted que parece tan fuerte… ese tipo de cosas. El coche era caro, en eso no se equivocaba. Ni con su sueldo íntegro de 3 años lo pagaba.

Cuando llegaron a Valdemorillo, Olegario la invitó a una copa y ella accedió. Entró en su casa. Le dijo que tenía una casa muy acogedora y a los diez minutos estaban rodando en el sorprendido sofá, que no estaba acostumbrado a tener encima sexo con dos personas. Ápice le hizo muchas de las cosas que Olegario veía en la tele y que daban mucho más gustito que cuando él se lo hacía a sí mismo. Olegario, cuya cultura no era descollante, asumió el tópico con extrema facilidad:

- A la marquesa le gusta ser un zorrón en la cama ¿eh, guarra…?

- Como digas otra ordinariez así te quedas sin postre – dijo Ápice metiéndose un segundo después eso en ese sitio.

-.-

A la mañana siguiente, Olegario preparó lo que él consideraba un delicioso desayuno: huevos con tocino, pan frito, zumo de naranjas y melón y natillas caseras. Cuando volvía a la habitación con la bandeja, vió a Ápice vistiéndose. Se acercó a ella para besarla, pero ella rechazó todo acercamiento.

- Eh… tranquilo, ya me voy, no desayunaría eso ni después de pasarme un mes sin comer… ¡qué ordinariez, qué mal gusto, a estas horas, por favor…!

- ¿Te vas?

- Zumbando

- ¿Así…? ¿Lo de anoche… lo he soñado?

- Tú me hiciste un favor. Yo te hecho otro. Hasta aquí llega nuestra historia.

-.-

Olegario Sencillo es miembro de la orden de sí mismo. Trabaja como guardia de seguridad en… etc, etc.

17 comentarios:

Morgana dijo...

Seguramente, alguna vez en la vida (ó más de dos) nos habremos sentido "Olegario's"... Al final, lo que tenia que ser..

bravo, me encanta escucharte!
Por esos días de soledad "compartidos" con muchos

Smuacks wolffo

Anónimo dijo...

Solitario, pero que le quiten lo bailao!

Muy bueno, me ha gustado mucho.

Ah, el castpost para variar, fatal, luego lo intentaré de nuevo.

Besos

Anónimo dijo...

Vaya, bellísima historia, aunque tenga su toque triste, no me costó trabajo imaginarme la historia conmigo como protagonista en una adaptación cinematográfica.(Sugiero a The Smiths y The Cure para la banda sonora)


Siempre me han encantado esas historias que no te dejan todo claro, que no te explican todo exactamente como fue, como eso de la amenaza de muerte que apenas y se menciona, eso me fascinó.




Creo que ya te he comentado mis problemas para escuchar tus canciones, es una lástima que nos las pueda escuchar, pero no dudo ni un oinstante que tus interpretaciones son maravillosas.


Blackbird, seguramente una de las 10 o 15 mejores canciones acústicas de la historia.

Wolffo dijo...

Morgana
gracias bonita... Es verdad que hay pocas más hermosas que compartir las soledades. UN beso muy gordo.

Binche
también ese punto de vista está bien, sí señora. Y lo del castpost, casi que mejor que ayer fuera mal. He cambiado la grabación (había grabado la voz y la guitarra por separado) por otra absolutamente en directo (verás que se escuchan los dedos deslizándose por las cuerdas haciendo unos horrísonos ñññuuuiiikkk!! chuwick!). UN beso gordo

jopageri
buena idea... pero le faltaría algo de acción, ¿no? Desarrollemos una trama más elaborada y nos haremos ricos, tú como actor y yo como guionista (un momento: los actores ganan más que los guionistas, ¿no?) Bueno, yo podría redondear mis emolumentos grabando la banda sonora y trabajando de cocinero durante el rodaje.
Jo, me duele lo del castpost; sé que a través el iPod se bueden bajar, pero no sé muy bien cómo. En fin... Un abrazo, amigo.

Mons dijo...

Bueno, solitario tal vez, pero tonto no, desde luego! ;-)

Besitos amigo, me ha gustado mucho este relato, cuantas veces hemos estado solos rodeados de cientos de personas, y nosotros en nuestro mundo particular, en nuestro "Zulo".
Siempre hay alguien que nos abre la ventanita y deja pasar aire fresco.
Muassssssssssss

Anónimo dijo...

Sé qeu no te molan este tipo de comentarios, porque hay que currárselo y tal y cual. Pero esta vez macho, te jodes, solo te diré una cosa: Es tan bueno que me cabrea un poco. Lo que he dicho nada más leerlo, con cierta indignación ha sido: Qué bueno es esto, coño.

Wolffo dijo...

mons
tres hurras por los que abren la ventana, hombre. Un beso enorme, monsita.

Lostie
¿yo te doy miedo? siempre he pensado de mí que era inofensivo... Bueno, te asustaré la próxima vez que nos veamos, querida Lostie. UN beso con buenas intenciones.

iBuch
lo que me da rabia es no poder comentar tus últimos escritos, macho, lo de ya.com clama al cielo, no deja comentar en ninguno. Un abrazo hasta entonces...

Anónimo dijo...

A mí no me gusta estar sola, será porque no tengo más remedio. Recuerda en cualquier caso que no puedes cruzar un abismo a pasitos pequeños.

Ápice de soltura es un nombre perfecto, divertidísimo relato y preciosa la canción para acompañar la lectura.
Un beso wapo wolffo, yo sí que seguía leyéndote... en silencio.

Wolffo dijo...

MariLostie's
exacto, los lamparones eran subtexto, como si dijéramos. Latente, no patente. Eres un cañón, MariLostie's. Un carro e besos.

Tautina
A mí no me gusta ni un pelo, Tau, pero es verdad que, a veces, no te queda más remedio. A mí también me gusta Ápice de Soltura. Es más, de mayor quiero ser como ella. Un beso a ti, pesiosa, me gusta imaginarte leyendo de forma casi clandestina. Y otro beso.

LuNegra dijo...

Tampoco tiene un final tan triste ¿no?, era el único posible, a veces tener alguna historia inconclusa viene bien, lo malo es cuando uno está solo sin quererlo. Todo tiene su parte buena y mala. Me gusta, sí que me gusta la soledad, aunque no siempre pueda disfrutarla.

Me gusta tu interpretación y se oye muy buen sonido, limpio. Un besote "wolfferas" ande más te guste. ;-P

Anónimo dijo...

Bueno, no a este nivel de Olegario, es claro, pero yo disfruto mucho de esas parcelitas de soledad, obviamente por puro capricho y no impuestas, y de las que puedes salir cuando lo desees nada más chasquear los dedos.
Las otras soledades me aterran... Y en esas otras lo cierto en que tampoco te veo a ti, Wolffo. Llámame, que tengo cubo y pala nuevecitos...
Bisous.

Anónimo dijo...

Pues a mí me parece que la "Koplovich" buscaba más que le hicieran un favor que el que lo hiciera ella. Hay que reconocer que
el moteroportero (a ratos libres re-portero) está de ¡toma pan y moja!.

Besos con cero calorías y bajos en colesterol.

Anónimo dijo...

Mire, vea, ando con poco tiempo (ni escribo ni leo blogs en estos días)
Pero leí una cosita y me dije: mínimo dejarle beso y abrazote, que en algunos momentos viene muy bien...
(me vacío de cosas viejas, para llenarme de cosas buenas, a veces se siente pelín feo pero el resultado es muy bueno)
=D
Sos un gran tipo, Wolffo, no lo olvides.

Wolffo dijo...

LunaNegra
yo creo que es que ni siquiera es final, por eso es inconclusa. A mí, Lunilla, te aseguro que la soledad no me gusta en absoluto. Pero a veces, eso: hay que pasarla, hay que sufrirla, como los resfriados. La canción de hoy no tiene trampa ni cartón: así como salió se ha quedado. Y si me das a elegrir el sitio que recibe el beso, te diría que me lo dieras... xxx(no publicable)xxx... justo ahí, sí, creo que es una buena elección. Un beso for you, Lunera.

Cris
UNa cosa es el espacio ese que reclamamos, a veces, de forma un poco de forma papanatas, y otra es la soledad. A mí me aterra como a ti, no me gusta nada. Y me estoy pensando lo del cubo y la pala... Muchos besos, Cris, wapa.

Wollie
es posible que el favor fuera mutuo, no lo discuto, pero créeme que el más necesitado era Olegario. Si tus besos son como los describes, voy a encargarte unas docenas, si no te importa. Y, de paso, te mando unas cajas de besos míos surtidos, para que hagas con ellos lo que estimes más oportuno.

Mari--
Sí, demasiado grande, por eso estoy a régimen: ya he perdido 9 kilos y voy camino del décimo kilo sin pestañear. A ver qué pasa...

Anónimo dijo...

Hoy toca ponerme medio fastidiosa: hay muchos momentos importantes en los que estamos solos. Podrá alguien darnos la mano mientras pasamos el rato, pero el trabajo lo hacemos solos. Morir, parir, nacer, se hacen así: en soledad. El que nace hace su trabajo de nacer, el que pare el suyo. Son dos trabajos distintos.
A mi me parece que el cuerpo nos separa de los demás y entonces nos sentimos solos. Aunque no estemos solos porque el amor nos comunica, nos une.
Bueno, son mis ideas. =D
Besos, señor grande. (Pasará que tendrás tu peso preciso, el que te viene bien. Tenés agallas suficientes para adelgazar, que es un tema fiero, lo sé)

Guiss dijo...

Viendo el desayuno que Olegario creía necesitar al día siguiente, hay que concluir que fue una noche memorable, de esas que tienes que interrumpirte varias veces porque te dan tirones en sitios que ni recordabas que tenías :P No sé a ella, pero seguro que a Olegario el favor le durará mucho tiempo, entre lo que pasó y lo que va a recordar, no necesitará la ayuda de la tele en mucho tiempo...

Wolffo dijo...

Mari--
es interesante esa teoría tuya de lo que nos separa y une... Y puede que tengas razón, seguramente. (con respecto a lo otro, este fin de semana de tregua en mi régimen me ha regalado un retroceso de un kilo en mi guerra contra mi contorno, tendré que descontarlo esta semana con mayor sacrificio... ¡jodidos kilos!). Besotes.

Guisantéesse
Olegario cumplió, Guiss, y sin tirones (jajajajajajaaaaa, eso ha estado genial!), porque es un segurata que está en forma. Olegario es un buen tipo, de verdad, sólo está solo... Y la tele le ayuda, dejémosle. UN beso enorme, Guiss.