jueves, julio 12, 2018

Yéndome

Primero, por favor, escuchen:


Digamos que la cosa está fea.
Tengo que irme, eso está claro, cambiar, dar un giro absoluto, pero algo, no sé muy bien qué, me impide irme. Vamos me impide hacer las cosas que tendría que hacer para irme.
Puede que sea miedo. O vértigo.
O sea, ahora, mal que bien, tengo un apaño. Pero, ¿qué pasará luego?
Estoy bien jodido.
Estoy gordo como un búfalo, el curro como el mismo culo, el corazón medio roto, la boca destrozada... normalmente, escapo de estas situaciones desastrosas con la música y la literatura. Ya sé que no soy ni músico, ni literato, no lo soy profesionalmente, pero siempre me he sentido un poco así y refugiarme en estas cosas, mis canciones y mis escritos, siempre me había funcionado.
Escribir... ya véis, este blog, en otro tiempo de asuntos sobra, de relatos exuberante, de anécdotas hipertrufado, de lectores lleno, hoy medio abandonado, como yo mismo. Pero es que aquí me gusta escribir cosas de verdad, no ese tipo de mierdas SEOptimizadas que tanto se llevan ahora y que parece que el que las escribe, piensa más en Google que en los lectores. Un desastre.
Y en cuanto a la música: cada vez escribo menos canciones (aunque las últimas me han molado
mucho) y pensando en dejar el grupo, porque tocar en directo no está mal, pero se ha convertido en una rutina y hasta los ensayos, que antes me molaban tanto, han dejado de divertirme. Siempre me ha gustado juntarme con la banda y montar un tema nuevo y ahora... es como un dolor de muelas, una especie de competición absurda de egos, de a ver quién tiene razón, cuando todos sabemos que YO siempre la tengo, no comprendo porqué le cuesta tanto a la gente entenderlo.
En fin, que debería hacer algo más que quejarme. El caso es que estoy haciendo algo, pero no lo suficiente. O a lo mejor es que no sólo está en mi mano y que las cosas a veces, este tipo de cosas, al menos, no responden al principio de acción-reacción, o no automáticamente.
Nada, y no se me ocurre una buena historia, o una medio decente, ni para fardar. Bueno, exactamente no es que no seme ocurran, es que no me apetece ponerme a escribir. Eso es. Y así está la cosa, mal vamos...
Joder...

3 comentarios:

Carmina dijo...

Bueno, hoy por lo menos te explicas mejor, especificas qué te pasa, Otras veces sólo te pones en plan tremendista y claro, me quedo preocupada después de leerte. Hoy te comprendo, veo que son cosas que te agobian mucho, y amontonadas todavía más. Pero en realidad no es el fin del mundo, sólo el fin del mundo que conocías hasta ahora. Todos pasamos en la vida por varias crisis así, como cuando estás hecho a estar todo el día de la mano de mamá, y de pronto te arrojan al ambiente hostil de un patio de colegio. O cuando pasas de pasear despreocupadamente una carpeta a buscar trabajo como desesperado, con la duda de si elegiste mal el camino en la última bifurcación. La vida son etapas (que me lo digan a mí), hay que dejarlas ir sin pena. Nos adaptamos y sobrevivimos. Por eso estamos aquí, dando golpes a un teclado y los tigres dientes de sable ya no existen.

Piensa un poquito (si te lo propones, puedes incluso escribir una canción sobre ello) y no te agobies. Una persona como tú está programada para ser feliz. Cumple tu destino y, de paso, haznos felices a los demás.

Última cosa: es cierto que muchos lectores te han abandonado. No los abandones tú. Verdad que en tu trabajo anterior te ocurrían muchas anécdotas que contar y ahora no las vives. Escribe sobre cosas aunque sean intrascendentes. En cuanto termine contigo voy a escribir una cosa titulada "La segunda vida de las cajas de lata" Figúrate que memez. Pero a lo mejor lo lee algún despistado y me gano a algún lector para siempre. Besos mil y ya me voy, hermoso



Wolffo dijo...

Son varias cosas, las que se me ocurren al hilo de tu comentario.
La primera es que uno ve los problemas en cabeza ajena con más claridad de lo que lo hace que en la propia. Yo mismo lo hago constantemente y no creas, agradezco, de corazón, el cariño y la amistad que hay detrás de cada una de tus palabras. Y creo que me decepcionaría no leer palabras así, pero... caray, ojalá tuviera la capacidad de salir de mí y ver la situación tan claramente como la ves tú... pero no tengo esa capacidad.
Otra cosa que se me ocurre es que las cosas, cuando se escriben, parecen convertirse en rocas inamovibles e inmoldeables. En este caso, yo tengo una sensación que no es más que eso... una sensación. Es verdad que mi situación podría ser mejor, y que yo pienso que debería serlo, pero, ¿quién no piensa que merece mejor suerte? Por eso, Carmina, te agradezco tanto tus cariñosas palabras.
En cuanto al abandono de los lectores, ahí te doy la razón del todo. Si ahora tengo menos lectores (debo haber perdido el 99,99% de los que tuve)se debe sobre todo a que yo,por la razón que sea,los abandoné primero a ellos. Es verdad que la aparición de las redes sociales ha arrasado con los blogs que escribíamos antes, simplemente por que es más divertido ver facebook o twitter durante 15 minutos que ponerse aleerlo que se le ocurra al personal.
Yo mismo, Carmina, hago eso. Ya no "entro en internet" como hacíamos hace 15 años, y buscaba cosas que leer. Ahora estoy conectado, como todo el mundo, 24 horas al día y reviso mis redes y veo el panorama no buscando algo interesante, sino esperando encontrarlo en algún post gracioso de twitter o o uno sentimentaloide de facebook.
Ahora sé que a la gente no le importa si escribes o no.
Si cantas o si te tocas los pies.
A nadie le importa, ni siquiera, pensar.
A veces, tampoco a mí.

Un beso y gracias por el comentario tan genial.

Carmina dijo...

Tienes razón en casi todo, querido amigo. Normal, porque eres un tío listo, muy listo, y no un descerebrado de los que abundan ahora. Y siempre he pensado que mereces muchísimo más más. En fin, el mundo se lo pierde (a ti). Eres una persona con mala suerte. Pero es que yo me niego a creer en la suerte porque mi mente tiende a lo hiper-racional y rechaza lo supersticioso, así que no pienso admitir la existencia de la mala suerte. La única mala suerte que admito es el hecho de que no vivamos en la misma ciudad.

Sobre internet tienes razón, pero me niego a ese consumo para bobos que nos quieren imponer. No soporto Fb ni Twitter. y no me da la gana de entrar por el aro. La consecuencia es que tengo menos contacto contigo. Pero soy de las personas que están dispuestas a pagar el precio de sus decisiones. La época de nuestros blogs fue magnífica, pero ya no existe. Al menos, llegamos a disfrutarla, como yo disfruté de mi época viajera y tu tendrás alguna de buenos recuerdos.

Lo único que puedo hacer en mandarte unos besos de los buenos, a la espera de poder dártelos en persona.