jueves, mayo 19, 2016

Auge, caida y blanqueamiento de Anno

Anna era negra, en un principio, y se llamaba Annogo Briel, así que más que negra, era negro, pero el dios de las pequeñas cosas (1), no. Quiero decir que ese deiosecillo ni era negro ni se llamaba Annogo. Este hecho sin precedentes pero con gran repercusión en el reyno, fue vital a la hora de tomar decisiones, pero no lo fue a la hora del té, puesto que los negros,en aquel tiempo, no tomaban té. Tomaban colacao.

Desde pequeño, desde muy, muy pequeño, cuando, recuerden, aún era negro, Annogo fue  adulto, pero un niño adulto absolutamente inmaduro y de ese mal ya no se curaría jamás. Crecería en tamaño y en estupidez, mas no en saber y gobierno y pronto, bueno, no demasiado pronto, no te quiero engañar, se hartó del colacao.
- Hace grumitos - decía, con cara de bobo (era su cara)

En su cabaña del África Tropical, Annogo aprendió a vestirse como Brad Pitt, a elaborar una variedad africana y tropical de la butifarra con monchetas, llamada butifarra con monchetas africana y tropical, y se hizo del Sevilla, porque en el Sevilla jugaba Biri Biri y él era, de toda la vida, del Sevilla.
Annogo y Biri Biri, dos bobos en acción
Así que photoshopeó una foto del astro sevillista, añadió su propia imagen disfrazado de payés del pirineo bético, lo imprimió en tamaño póster y lo colgó junto a su cama, en lugar de una norteamericana que era modelo de alta costura y que era, ya sabes, un punto horterilla.

Creció, pues, Annogo con una inquetud que a los estudiosos nos costó identificar, pero que finalmente coincidimos en llamar lesbiana, pues como dice la coplilla: 
lesbiana era su alma,
lesbiano era su ardor,
y más lesbianos que las hijas
de la madre que las parió.
Lesbias, lesbianatis, todo es lesbianidad, por decirlo en sencillas, pero emotivas palabras.

Lesbiano y negro, el destino de Annogo parecía escrito en caracteres torcidos y con faltas de ortografía, sintaxis y de humanidad, así que, ni corto, ni perezoso, sino alargado y lleno de brío, y negro como un tizón, emprendió el camino de los suprasaharianos, que es como los negros llaman, eufemísticamente, a los blancos que vivimos en Uropa. Es un tema de corrección política: decir "blancos", "blanquitos" o "blankatas", al parecer, está mal visto por la negritud, del mismo modo que a nosotros nos cuesta, por ejemplo, llamar meapilas a los meapilas, y les llamamos socialdemócratas. Pasó por Dortmund, Londres, Calahorra y Logroño, lugares todos ellos en los que le trataron bien y no se sintió discriminado ni por su negritud, ni por su lesbianismo lo cual, y en eso coincidimos todos los estudiosos, es aburridísimo, centroeuropeo y democristiano. Así que viajó hasta Mollerusa, donde le dijeron que hallaría su sitio. En Mollerusa, al fin, le esperaba una nueva vida.

2. LA NUEVA VIDA EN MOLLERUSA
Mollerusa es una población que ni fu ni fa, pero que tiene alcalde y todo. En la provincia de Lérida es famosa por sus camellos, pero los mollerusos de toda la vida dicen que de camellos, nada, en todo caso, dromedarios, si es que hay que ser algo de eso. Mollerusa recibió a Annogo con los bares abiertos, porque eran las 14:07 cuando el negro entró en la localidá o, para que este asunto tenga mayor color local, localidat y a esa hora, a ver quién es el guapo que cierra su bar. Aunque vengan negros.
En Mollerusa, y esto es algo que cualquier analista sabe, una persona estúpida como Annogo Briel tiene las mismas pocas oportunidades que una persona estúpida que no sea como Annogo Briel, hay igualdad, la misma escasez de oportunidades para todos, siempre que seas estúpido. Pero hemos dicho que en Mollerusa le esperaba a Annogo una nueva vida y así fue.
La nueva vida, decíamos, esperaba a Annogo en una clínica pirata en la que había un bonito cartel:


No le costó demasiado tiempo ver que ahí estaba su sitio, un lugar donde imprimían un cartel así... prometía. Entró a solicitar el curro y obtuvo el trabajo sin problemas, porque dijo que sí a todo. Y así, para poder firmar su anhelado contrato, tuvo que hacerse del barça, someterse a una operación de cambio de sexo, un blanqueamiento epidérmico integral, y a otra de secado de cerebro, intervenciones todas ellas que afrontó con el entusiasmo del que afronta un nuevo reto profesional y se sabe al fin en su lugar en el mundo. Annogo Briel pasó a ser Anna Gabriel, fue al peluquero moderno del pueblo (llamada su atención por el texto del anuncio: "cambia de imagen en un solo clic") y salió con la imagen cambiada... por la de un click de Famóbil. Miradla caminar orgullosa con su corte de pelo sexy y rotundo, blanca, culé, mujer... y, merced a la operación de secado de cerebro, nacionalista catalana. Ya era una más. Ya era una de las mejores.

Mollerusa y Anna congeniaron rápido. Su trabajo como blanqueadora de anos (Oficial de Primera) llenaba su espíritu de una mórbida y maloliente alegría, y era tal el aprecio que tenían por Anna en la clínica, que le adjudicaban sin debate posible el trabajo más difícil, los casos más complicados de gestionar.
Así que su labor diaria consistía en blanquear  los anos más negros y repulsivos, tarea a la que ella, como buena independentista, se entregaba con indisimulado brío y sin una pizca de razonamiento y de sentido común.
El punto álgido de su carrera llegó en mayo de 2016, cuando en plena yincana independentista, Arnaldo Otegi se le puso a cuatro patas para que le blanquearan la imagen y ella se presentó voluntaria para tan ciclópea tarea.
Sin demora, procedió con placer desmedido a darle un masajito rectal y lamer su orificio anal pero... el auge de su meteórico ascenso, su cénit, fue también el inicio de su defenestración o, como le llamaban en Mollerusa, El Épico Hostión, pues, por mucho que lo intentó, el ano de Otegi era imposible de blanquear. Era su negro culo un agujero negro y fétido que todo lo traga y lo pudre, una zona cero del mal (olor), una creciente y tragona nada que todo lo quiere devorar. Después de varias sesiones infructuosas, en una de ellas, los manejos turbios y templaditos de Anna obraron milagros en el tracto anal de Arnaldo que, entre otras lindezas, sufría de gases.
Una serie sincopada de movimientos telúricos en el intestino del etarra tuvieron efecto de un modo imprevisto y fatal. La letal tormenta gaseosa desatada se verificó de forma tremendamente eficaz, con metralla de mochetas incluidas, y Anna tuvo que interpretar,muy apesar, el toque de rendición.
- Lo dejo - dijo
- Lo dije - dejó en el aire su reflexión el etarra - tú no tienes cara de blanqueadora anal.
- Ya... ¿y qué voy a hacer? No sé hacer nada...
- Mira pues... yo con esa cara que tienes, tan poco afortunada...
- Mira quién habló...
- Por eso, por eso te digo... con esa cara, con esa falta de cerebro y de escrúpulos (yo no me limpio el culo por no tocarme, y tú llevas días hurgando...), yo en tu lugar hacía lo que yo: dedicarme a la política.

Y así fue como Anna Gabriel pasó de blanquear anos a dar por culo a toda la sociedad. Gracias al consejo de un experto en la materia.
Pa que luego digas.




























(1) Si no has leído este libro, ¡¡léelo ya, por Dios!!

3 comentarios:

Carmina dijo...

Me he reído muchísimo, y bien sabe Dios que hoy lo necesitaba, UN MILLÓN DE GRACIAS

Wolffo dijo...

Gracias, Carmina, guapa.
Menos mal que queda alguien con ganas de leer este blog.
Así que el millón de gracias, y un millón de besos adosaditos, son de mí, para ti.

Mal dijo...

A ésto se le llama desbarre totá.
Muy divertido, te lo has tenido que pasar pipa escribiéndolo..

Un millón de besos también.