domingo, octubre 11, 2015

Una y Dos. Cuento nocturno.


Debes estar durmiendo.  Y el cuento que te conté anoche antes de dormir está durmiendo también, claro, porque nadie le dijo que debía madrugar hoy domingo. ¿Quién madruga un domingo lluvioso, aparte de mí?
Los cuentos nunca madrugan, desde luego, y ni siquiera en el improbable caso de que me dejaras despertarte con un cuento de madrugada (sí hija... algunos te llevan un café o un zumo... puede que un croissant o unos castizos churros; yo llevo cuentos), el cuento llegaría  a su fin.
Te pediría que me hicieras un hueco bajo las sábanas, me pegaría a tu espalda, haciendo el 44, y me pasaría eso que me pasa siempre: las frases se quedan colgadas de los labios, sujetas al cerebro por los alfileres de los dudas y tú acabarías por pensar que vaya mierda de cuento.
Porque... ¿quién puede pensar en el avance de los avatares y aventuras cuando todo huele a ti? El 4 decena trataría  de fundirse con el 4 unidad y mis brazos serían paréntesis inclusivo y en vez de un 44 trataría de llegar al 4 Extra Bold y el cuento se olvidaría en los obvios recovecos del deseo.
Así que te lo cuento aquí, por si al despertar, te apetece leer un poco. Leerme y,en cierto modo, leerte un poco a ti.
Dice así :

LA MAGIA Y LA INQUIETUD

El hombre en cuyas manos estaba el destino del mundo, o al menos de su mundo, consultó con su bruja favorita acerca de su destino propio, pues aunque se suponía que controlaba el mundo... lo cierto es que no se controlaba ni a sí mismo. Su nombre, 2nd2none era un nombre tan ridículo que todo el mundo le llamaba Dos.

Su bruja, de nombre Lorna Cor, era una bruja sencillamente única. Por eso tanta gente la llamaba Una. No era joven, era una mujer con todas las de la ley, con las marcas y la sabiduría que dan la vida y el contacto constante con la creatividad y la imaginación. Era hermosa como un estribillo y tenía esa cualidad de estrofa recurrente: aunque la vieras por primera vez, te era íntimamente familiar. Su pelo, melenudamente alegre y rebelde, tendía a la insumisión y si no lo vigilaba estrechamente, si lo mirabas a contraluz, parecía más un aura que una melena. El conjunto era mágico, pero imaginaos un hada un puntito  rockera, no un hada de Disney.

Bien, pues siendo consultada la bruja Lorna Cor  acerca de las inquietudes de Dos, sucedió que la hechicera  le advirtió al respecto de ciertas convenciones sociales   que debía respetar, por muy tentador que fuera echarse a volar libremente. Nada del otro jueves.
- Pero... Yo no quiero volar libre - dijo un poco en plan niño pequeño, y miró a la bruja de frente - yo quiero ser parte de ti. Quiero orbitarte, Una. Ser tu satélite -le dijo Dos, y a Lorna no le sorprendió que él la quisiera rondar, porque ella siempre iba un paso por delante- . Y si no puedo ser tu satélite, ¿me dejarás, aunque sea a ratos sueltos, andar a tu lado?
Lorna Miró a Dos y casi le derritió. Porque nadie debe olvidar que Una, o Lorna Cor, está de buena que se rompe. En realidad, Lorna ya tenía, por así decirlo, pareja de andares, alguien incondicional a su lado que siempre la acompañaba. Pero al igual que le pasaba a Dos, a Lorna le faltaba alguien que estuviese por encima del día a día, se las cosas normales, y también alguien que entendiese su lado oscuro, subterráneo y profundo. Alguien con quien poder compartir el lado mágico de la vida.
Lorna dijo entonces que, ya puestos, le prefería flotando alrededor antes que caminando a su lado. Y que necesitaba que él pudiese entender que ella habla con las piedras, que a veces se es agua y que el fuego no siempre quema... sino que a veces, purifica, añadió.
Necesito que tengas luz, pero que no me deslumbres. Que me influyas, pero que no dependa todo de ti. Necesito saber que estarás siempre ahí, aunque agradeceré que de vez en cuando desaparezcas. Necesito elevar la mirada y poder contar con verte ahí, como colgado del cielo particular de mis pesquisas.
Y 2nd2none, Dos para los amigos, quiso dejar de ser dos y ser un poco Una, pero por fuera, así que se colgó una ele (L) como los automovilistas noveles, y fue Luna. Y Una, que se sabía terrenal y mística, fue diosa y fue Tierra.

Y desde entonces la Luna gira alrededor de la diosa Tierra.
Y desde entonces siempre te miro. Y tú siempre me ves.
¿Ves?

Fin.

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