domingo, agosto 23, 2015

Dejarlo

Mucha, mucha gente habla de lo difícil que es dar con el momento justo de dejarlo. Algunos sostienen que es mejor dejarlo cuando estás en lo más alto, en el punto álgido de tu productividad, en el esplendor de tu creatividad. Otros, más prácticos, aconsejan que se exprima la teta hasta la última gota, sin importar lo patético que resulte tu desesperado agarre al ardiente clavo, y fijándose únicamente en el clin-clin de la caja registradora.
Ojalá pudiera decirnos que en semejante encrucijada me hallo, pero lamentablemente no es así. Desde hace tiempo peleo a ciegas por recuperar un lugar en mi profesión, en mi mundo laboral y hoy es el momento en el que me doy cuenta de que ya está todo intentando.
Definitivamente, mi profesión no es ya mi profesión sino un sueño inalcanzable de futuro, un presente escurridizo y sólo un pasado cargado de buenos y malos recuerdos, de logros que hoy aparecen ridículos, pero de los que entonces, en su momento, tan orgulloso me sentí.

La publicidad ya no me quiere. El mundo de la empresa me ve un señor gordo, viejo, anticuado y poco glamouroso que no tiene gran cosa que ofrecer.

Estoy cansado. Muy cansado. Yo tampoco veo en el mundo de la empresa referentes a los que aspirar, salvo un poco más ďe pasta y un estilo de vida un poco menos rudo que el mío de hoy.

He acabado hasta las narices el mundo ee la empresa.

Sencillamente... buscaré otro camino.