miércoles, abril 08, 2015

Cuando me veas



Espero que, cuando al fin me veas, sepas mirar más allá del planeta que aparento ser. Que no entres en mi atmósfera sin traje de cosmonauta, porque podrías orbitarme por toda la eternidad, ser mi luna inalcanzable, objeto de mis cantos y poemas, razón de mis altibajos ciclotímicos, imán de mis mareas, reloj de todas mis vidas.


Confío en que, cuando al fin me veas, no fijes tus ojos biempensantes en mi torpe y ajado aliño indumentario, porque los paños vulgares que, a la vez, me esconden y delatan, no son parte de mí ni de ti, no son yo ni son nosotros, son sólo un afán de otro tiempo y de otro cuerpo, un rato desafortunado de hechizo en los pasillos nada glamourosos del hipermercado, una inútil pretensión de normalidad huída hace mucho tiempo de mí. De mi planeta, si vamos a eso.
Espero que, cuando me veas, corras como una loca, desaforada, infantil, apasionadamente hasta el final del pasillo que es mi mirada esquiva. Y que en tu carrera hacia el centro del planeta, te dejes llevar por tu instinto, sin que las luces te deslumbren, sin que las sombras te atemoricen. Tu vestido blanco de vuelo y tirantes, tus pies desnudos acortando las distancias siderales, propulsados por tu sonrisa, por mis ganas de entenderlo, por el frío que derrite los polos de este planeta anhelante de vida.


Creo que cuando me veas me vas a contagiar la alegría, me transmitirás los microbios traviesos de las chispas de tus ojos, sucumbiré al virus de tu talento y se me pegarán los humores de tu simpatía desbordante.


Esto es lo que yo creo. Y yo, atento, discreto, soberanamente aburrido, sin saber nunca qué vino pedir, ni qué cantidad de comida es la correcta, ni... a dónde dirigir mis ojos hambrientos, si a los tuyos y ruborizarnos, si a tus labios y hartarme de sonrisa o a la parcela dorada de piel que baja desde el hombro, por la zona de la axila, hasta el pecho.


Cuando me veas, supongo, no serán decisivos las grandes palabras ni los gestos grandilocuentes, sino esa forma de ponerte la servilleta, o de juguetear tus pies por debajo de la mesa mientras te acabas el postre.


Después de tanto tiempo, cuando me veas, el cielo en ciernes podría reinar.



















2 comentarios:

Mal dijo...

Yo había dejado un comentarillo en este post, lo juro.
Básicamente decía que me había gustado muchísimos, pero lo decía de un modo tan ingenioso que te partías de risa.
Lo juro.

Wolffo dijo...

Hm... podrías intentar reescribirlo, en especial la parte esa de que te gusta muchísimo. ¿Lo harías por mí?