jueves, abril 16, 2015

7 citas

Lo bueno de ella es que no espera las cosas que espera el resto de la gente. Llega, te saca la lengua, le da una vuelta a la manzana y empieza a sonreír. Y ya no para.

En nuestro primer encuentro, caminamos juntos, hablamos de esto y de aquello, y poco a poco, me voy olvidando de lo penoso que me parezco el resto del tiempo, y empiezo a pensar que a veces merecen la pena cosas como hablar, no tener prisa, la risa inofensiva, escuchar y -sencillamente- estar al lado de alguien.

Estar a su lado, ¡qué poco parece... y cuán grande es! Sentirse a la misma altura, mirar el mismo horizonte, aunque veamos confines distintos, rozar su codo o su cadera según andamos, fijarme en cómo exploran el mundo sus pestañas cuando la miro desde un lado.

Como conductora es correcta, tirando a buena. No sé porqué se ha hecho a la idea de que soy mal conductor (no lo soy, en absoluto), de que no me gusta conducir, o de que me agobio en la ciudad, nada de eso es cierto,pero prefiero que permanezca en su error, porque así conduce ella y yo puedo mirarla a gusto sin poner en peligro nuestras vidas,como sucedería, sin ninguna duda, si ella,con toda su figura y toda su sonrisa y todo su fatal atractivo, ocupara el asiento del copiloto y yo mirara su cuello y me imaginara besándolo, me asomara a su escote y me imaginara asomándome a su escote, si yo trazara visualmente una linea golfilla por sus muslos y me imaginara trazando esa misma línea, pero con mi dedo índice.

Hablamos muchísimo durante nuestra primera cita, y hablar era mejor que chatear, porque cuando hablas no se cruzan los mensajes ni, sobre todo, hay emoticonos, cosa que detesto con toda mi alma, y en fin, hablar con ella es, en esas circunstancias, ponerse delante de una mujer que, por decirlo en pocas palabra, es mundial.

A ella le chocaba un poco eso de "mundial" y no se lo reprocho, pero, ¿se puede decir algo mejor de una mujer que hacerle ver lo mundial que es? Porque es bastante mundial, por no decir absolutamente mundial, que es más lo que a mí me parece.

Nuestra segunda cita fue bien también. Ella es buena bailarina, pero yo no.De modo que la parte del baile fue un poco penosa para mí, aunque ella insistía en que "no bailaba tan mal". Tan es importante en este contexto. Yo no dije que bailara tan mal. Ni siquiera muy mal. Yo sólo dije que no bailaba demasiado bien, lo cual es diferente.
- Bueno, yo es que no bailo demasiado bien - dije, y empezamos a bailar con ella quitando importancia al asunto.
Luego al salir de la discoteca, me sentía fatal, se notaba cantidad que ella se sentía un poco avergonzada, o decepcionada por mi torpeza bailística, así que estaba como obligado a disculparme:
- Lo siento, te advertí...
- Tampoco bailas tan mal - me interrumpió ella.
¿Veis lo que quiero decir?
Por eso no la besé al dejarla en su casa. No le di una patada de milagro.

La tercera cita me dio la oportunidad de mostrarme simpático y expansivo y a ella le dio la oportunidad de negarme el sexo por tercera vez. Quise seducirla y me mostré encantador, la llevé a comer al Quinto Vino y al estudio de un pintor en El Escorial, pero ni aun así me abrió las piernas.


La cuarta vez que me me dio calabazas fue en nuestra cuarta cita. Lo cual no es una curiosa coincidencia. Es un patrón.

La quinta vez, pensé por primera vez en matarla y lo pensé en cinco ocasiones, de modo que la sexta vez que pensé en matarla, fue en nuestra sexta cita.

La séptima cita, esta misma noche, justo cundo iba a matarla, ella se desnudó y me ofreció su cuello, sus labios, todos ellos, sus pechitos descarados, su cuerpo entero. Me desconcertó bastante. Tanto fue así, que me ha matado a polvos.

Me muero de gusto.





2 comentarios:

Mal dijo...

Buena muerte, si señor.
¿Odias los emoticonos??? Y no me digas ahora que no me confunda, que es ficción...

Wolffo dijo...

Los odio, sí. Con toda mi alma. Pero no te diré nada de eso de la ficción.
Seamos obstinadamente libres.