jueves, marzo 19, 2015

Papá

Papá  sepia en un marco ovalado de pan de oro, vestido como de niña, incoloro, y creo que es él porque alguien me lo dijo, porque no parece un héroe, no parece un padre.
Papá juvenil y delgadito, sol del Pirineo catalán en su piel, dicen que con ropa de esquiar, pero parece más un pastor, o un payés en un día de fiesta, que un esquiador. Nada gay, como hoy. De fiesta con su primo, quizás un amigo, tal vez un quintacolumnista despistado.

Retrato casi de Hollywood, busto arrogante de militar amable, sonriendo para impresionar a Milagros, por fin con bigote, caminito de Canarias, la cabeza sutilmente inclinada, el alma del todo entregada.
Papá casándose -la espalda aún recta- con un pimpollo reventón, a la sazón mi madre, sables y tartas, bailes y viandas, presente y futuro hace un montón de años.

Papá inclinando su espalda por el peso de mis hermanos mayores, aun ignorando que el sexto será Su Gran Obra (el sexto soy yo), pero con una gran esperanza pintada en su rostro.

Papá en la terraza de Agustín de Foxá, sosteniendo un tomate de casi cinco kilos (yo, recién nacido), con brazos y piernas, mantita y pañales, bebé rollizo, sonriendo de medio lado, pipa apagada en sus labios.

En algún lugar en Barcelona, papá me pasea a hombros, me cuenta historias que no recuerdo. Miramos hacia arriba y yo le pellizco instintivamente el lóbulo de la oreja, pensando que algunos niños van en coche, otros van en camión, unos pocos van en avión, en helicóptero o en yate... pero el más suertudo de todos soy yo, porque yo voy en papá. Papá es el papá más cómodo del mundo para ir en él, lo saben todos mis hermanos, porque la chepilla que tiene le dota al asiento del llevado a hombros de una superficie amplia como el sillín de una vespa.

Papá preparando café de puchero, y desayunos de sentarse en el ofis con un chupito de tinto de bodega, no de bodega como las de ahora, de la bodega de La Ventilla, adonde llevaba yo con mis hermanos la garrafa y mirábamos hechizados cómo el bodeguero la limpiaba poniéndola boca abajo en un grifo mágico que había sobre el mostrador metálico tan irregular.

Papá siendo divertido de vez en cuando en la playa, corriendo de forma censurable, jugando fatal al fútbol, nadando a su manera, sin sumergir la cabeza, pero con un elegante meneo torsal.

Papá haciendo gachas los domingos, haciendo salsa de tomate, bizcochos de limón y chocolate cócteles de martini con azúcar en el borde de la copa. Ronda de babas con papá.
Papá y yo yendo a Jumbo, el sábado a las nueve y media, un carrito cada uno, sincronizamos los relojes y cada uno por su lado a hacer media compra, veloz y práctica, sin chuminadas, pero con dispensa para que me compre una napolitana o una caracola recién horneada en la panadería.



Papá llorando a mamá y a Montse, tratando de continuar, siendo práctico y, curiosamente, más cercano de lo que estuvo jamás.
Papá en lo más alto, general, ministro, magistrado, supremo y todos, pero más que ninguno, él, extrañando a mamá: si pudieras verlo...
Papá en mi boda, de blanco radiante, deseando que no meta la pata yo, volviendo a casa a esa casa en la que ya sólo quedan Flips y Shakes.
Me llaman por teléfono porque un tipo ha atropellado a Papá. Meses en la UVI, meses en la policlínica, de lenta y estrecha recuperación. Unas semanas en casa con un enorme polaco, una señora de la que no me acuerdo que iba a limpiar y una llamada de Shakes: Papá se ha caído.
Y rápido y sin dudar, papá se marcha de este mundo porque se ha cansado de echar de menos a mamá.
Hoy, aún es el día del padre. Yo soy padre, pero aun cuando pienso en lo que debe ser un padre, no pienso nunca en mí.
Pienso en ti, papá.
Feliz día del padre. Papá.









4 comentarios:

Carmina dijo...

Me encanta esa foto tuya en los hombros de tu padre. Yo tengo una equivalente, un bebe gordito, con chupete colgando, en brazos de mi padre. Estamos en la playa, metidos en el mar, y yo no muestro ningum miedo aunque el agua le llega a mi padre casi por el cuello. Ni que decir tiene que el precioso bebe es como para um anuncio, Esta claro que los seres bellos estamos destinados a encontrarnos, BESOS

Wolffo dijo...

No hay nada como viajar en papá.
Un besote, Carmina

Mal dijo...

qué maravilla, se le debe estar cayendo la baba contigo.


Besísimos

Wolffo dijo...

Mientras estabas comentando, Mal, estaba yo escribiendo la siguiente entrada.
Y bueno, besos pa ti.