sábado, enero 03, 2015

Hablo con ella

Caminando a su lado, el cielo y la tierra se despejan. Incluso mi cielo y mi tierra, sórdido entorno desde hace nisesabe cuánto tiempo, se despeja y uno puede empezar  pensar con claridad.

-.-

Soy, en sus manos, en sus ojos y en sus oídos, más bien, un hombre drogado con el suero de la verdad, libre de artificio, ajeno a la opinión ajena, sincero y sencillo. Un hombre más. Un hombre mejor.

Ella es el espejo, mi espejo, y al ponerme frente a ella, la imagen de mí que me devuelve su superficie limpia y clara, es la de un hombre sin rumbo, con historias menos relevantes que su propia historia, con mejores amigos que amantes, con menos gracias que gracia.

Soy, al hablar con ella, consciente de mi aspecto y de su verdadera importancia, pero también soy consciente de mi espíritu y de su verdadera importancia. Lo soy.

Ella y su eterno rostro de porcelana, uno de los más hermosos que vi jamás, nombre de mandarina,  espíritu de ángel y vida de mujer.

Ella camina a mi lado. Hablamos.

¡Mandarina!