jueves, diciembre 17, 2015

Linked felony (Felonía desencadenada) - Un Cuento un poco Laico de Navidad

Sin comerlo ni beberlo, porque estaba más tieso que la mojama, Hassan Hossué se había convertido en el personaje prescindible de todo drama. Y de toda comedia. Pensaba, para sí mismo, que esa circunstancia era una suerte de denigración, de negación de su calidad artística e interpretativa y realmente no era así. Su prescindibilidad era, en realidad, su mejor seguro laboral, lo más parecido a ser imprescindible. Toda compañía, toda obra, todo montajillo necesita un don nadie, alguien de quien se pueda prescindir, precisamente, para poder prescindir de alguien.

No se me amontonen. Al fondo hay sitio.
Ciertamente no era un prodigio de versatilidad. Como actor, era más bien mediocre, y además no era cuidadoso con su físico, su herramienta de trabajo, y solía aparecer en los castings con exceso de peso, un desaliño indumetario notable y una actitud nada constructiva que no solía jugar, lógicamente, a su favor.

Además, algo en su actitud hacía sentirse incómodo a los directores de casting. Era como si su sola presencia, con su actitud rogatoria, imputase su mala fortuna a su interlocutor, sobre todo si éste se encontraba en situación de ofrecerle trabajo.

En esta ocasión, el casting era para el reparto de un Belén Laico Viviente patrocinado por la caja de ahorros de un pueblecito de las estribaciones de la sierra de Madrid. Un ayuntamiento de esos del cambio, no sé si me explico.
Para el asunto se buscaba transmitir una imagen de progresismo, multiculturalidad, igualdad de género, pacifismo, ecología (¡sostenibilidad, cojones!, según dijo el irritado concejal del ramo) y buen rollo en general, sobre todo entre los miembros del ayuntamiento y sus paniaguados.

Algunas voces trataron de explicar a la joven, inexperta y tozuda alcaldesa, que el portal de Belén era, esencialmente, un hecho clave, casi fundacional, acaso metafóricamente, del cristianismo, pero ella, revestida de buenas intenciones, progresismo e impermeabilidad absoluta hacia todo lo que no fueran nuevas ideas de nueva política, siguió adelante con su disparatada idea del Portal Laico de Belén, introduciendo sutiles pero reveladores cambios en la historia.
Los padres, por citar el que quizá fuera el segundo cambio más espectacular, eran Mario y Hassan, una alegre pareja gay árabe cuyo bebé era, obviamente, adoptado, y había dado en llamarse Maria Jesús. Y era bastante negra. Y bastante mayor: la YennyLuz, hija de Isaías y la Reme, una tardoadolescente obesa y negra, era la escogida para hacer de la Marijésu, y por mucha buena voluntad que uno pusiera, era difícil que inspirara la ternura del niño Jesús, aunque atesoraba otras ventajas.
El casting da para una historia en sí mismo, pero permitidme una elipsis radical y referirme a la historia del infeliz y hierático Hassan Hossué en la Navidad aciaga de 2015. 2015... y cualquiera diría que ya ha pasado un siglo.

Hassan fue contratado debido a que era el único con pinta arabesca porque Evelio, el secretario
interino del ayuntamiento tenía notables virtudes, pero no sabía demasiado de interpretación ni de teatro. No obstante, con Hassan acertó de pleno, si bien no cabe apuntárselo en su haber. Es sólo que fue el primer hombre de aspecto ligeramente árabe que se presentó al casting. Y, como buen funcionario, Evelio era infalible en el cálculo de la rentabilidad/tiempo invertido en cualquier labor, especialmente las que le resultaban desagradables. Y seleccionar a los "intérpretes" del Belén Laico Viviente no era de las labores favoritas de Evelio. Pero con Hassan,  dio en el clavo, porque la especialidad de Hassan era el posado rígido para escenas fotografiadas. Tenía una especial habilidad para, posando rígido como una piedra, que la imagen resultante pareciera un prodigio de dinamismo y naturalidad.

Hassan volvió a casa con la buena nueva: "tengo trabajo" pero a su mujer, Regina, le puso morritos.
- O sea, por resumir... -dijo con su tono más agrio cuando Hassan le explicó las generales de su trabajo- que no vas a venir a cenar a  casa de mi madre en Nochebuena
Hassan estaba triste. Derpimido, casi. O sea, que cuando llega al fin su primera oportunidad en mucho tiempo de "volver a los escenarios" como, asaz optimísticamente lo veía él, ella sólo veía que no iba a ir a casa de su madre. Ingrata mujer. ¿Es eso apoyo?
- No me líes, muchachito - dijo Regina bajando a la arena de los crudos hechos- ¿Vas a venir... o no?
- No
-Pûes no me cuentes cuentos. ¡Capullo! - remató.Y salió de la habitación en un mutis efectista y cruel.
Hassan estaba dolido. Mancillado  su honor, herido su orgullo y además tenía hambre. Y cuando Regina se enfadaba no le daba de cenar. Y él, que se consideraba a sí mismo un inútil total en la cocina, incluso presumía de ello, lo pasaba fatal porque, aunque a él se le escapara este aspecto de la cuestión, además de un inútil en la cocina, era un calzonazos de tomo y lomo.

A la mañana siguiente, Hassan se lanzó a la calle sin desayunar, y sin que su querida Regina le besara, así que tenía un agujero del mismo tamaño y profundidad en el estómago y el corazón.  Hassan fue al ayuntamiento donde le esperaba, tanto a él como al resto del reparto del LaicoBelén  y un sastre que les tomaría medidas para confeccionar el vestuario de la farsa navideña.

El modisto, clarísimamente, además de tomarle las medidas para el vestuario, le sonrió y le regaló una participación de la lotería de navidad (Hassan hubiera preferido un bocadillo, pero se echó al bolsillo el décimo), le palpó repetida y explícitamente, sus partes. Hassan le miró con ojos asombrados pero compalacido por el tratamiento inesperado
-Estoy tomando medidas... - le dijo el trabajador de la moda (y el amor casual) con una sonrisa extraña - ¿te apetece algo?
- Si me das algo de comer... - Hassan estaba hambriento y desonocía las sutilezas del doble lenguaje,del doble sentido. No es que no conociera la lengua (Hassan era nacido en Lavapiés, aunque de padres maeroquíes), es que era bastante bobo y era incapaz de discernir qué cosas podían decirse y cuáles otras no dependiendo del contexto. Por ejemplo, era completamente inconsciente de que acababa de incitar al modisto tocón a practicarle una felación, quediosmeperdone por hablar de estos temas en un cuento navideño.
-¿Quieres que te dé biberón....?- dijo malévolo el costurero feliz
- Preferiría un par de huevos,la verdad... - respondió estúpidamente - anoche no me dieron nada...
- Y un hombretón... un morenazo como tú - el tipo se emocionaba por momentos- necesita su ración diaria, ¿no? Que te den lo tuyo, vamos...
-Si... ¡jaja...! - rióse estúpidamente Hassan-  si no me dan lo mío... no soy persona - dijo Hassan divertido,pensando en un plato con dos grasientos huevos fritos y su poquito de bacon. El sastre seguía sobándole descaradamente, pero parecía un hombre cariñoso y buena persona, y, lo más importante, parecía capaz de invitarle a un desayuno principesco, así que le dejó obrar. Craso error: el sastre se estaba poniendo tan nervioso que perdió un poco el pie y al intentar agarrarse para no caer clavó las afiladas tijeras en la cara interna del muslo de Hassan que empezó a chorrear sangre como un torero cogido en tarde de gloria.
El despacho del concejal de festejos, cultura y juventud era un cubículo preparado para echarse unos porrillos y tumbarse la mona después,m pero no para  atender a un aspirante a actor hierático que sangra como si un Miura le hubiese cogido por arrimarse demasiado. El confundido sastre apenas balbuceaba una petición de ayuda, mas cuando traspasó el umbral de la puerta empapado en la sangre mora de Hassan, Virtudes, la secretaria, reprimió un grito y llamó enseguida a seguridad y a una ambulancia. En mi pueblo no hay ambulancia, pero Virtudes llamó de todos modos.

Hassan, trasladado en volandas por el Cirilo y el Pérdidas (la pareja de municipales que estaba de guardia en ese momento) ingresó bastante disminuido de vitalidad en el puesto de la Cruz Roja del pueblo donde no parecía haber nadie. El Cirilo (llamado así porque sus padres eran unos cabrones) y el Pérdidas (llamado así porque heredó el mote de su abuelo, pastor ovejero, que volvía de su pastoreo siempre indicando a quien quisiera escucharlo, las pérdidas de la jornada: "hoy tuvimos dos pérdidas") entraron dando voces en el ambulatorio y nerviosos porque el muslo de Hassan era un incansabe surtidor sanguinoláceo
- ¡Azzidentao, azziidentao...! - iban gritando de forma melancólica, pues no parecía haber nadie dispuesto a socorrer al azzidentao.Como quiera que nadie les indicó nada fueron siguiendo las indicaciones de "URGENCIAS" y entraron en la sala de curas como una exhalación.

La escena que encontraron una vez dentro, fue realmente sorprendente. Allí estaba el Doctor Simplex Simplicissimus, examinando a fondo a Regina, la mujer de Hassan, que se encontraba, abierta de piernas en la camilla gineclógica. "Examinando" es un eufemismo. En el lenguaje del sastre que atijeró en el muslo a Hassan,

le estaba dando lo suyo. Y Regina parecía complacida, ciertamente.
Hassan perdió el conocimiento. Se desmayó, se le cerraron los ojos, pero no perdió la consciencia. O quizá fuera un sueño. Porque lo que veía no tenía demasiado sentido. En su sueño, o lo que fuera, se acercaba, con bata de médico, pero con su hieratismo habitual, a la vagina de su mujer, expuesta en la camilla ginecológica, abierta como una rosa (abierta) con un batidor de huevos en la mano y una espatulilla de tocólogo, de la marca Finney's. Al acercarse al potorrillo, este se abría, como en un videoclip y entraba en una especie de cueva marina en la que, al fondo, había una estancia iluminada. En ella, cuando la alcanzó, se encontraba la madre de su mujer presidiendo una mesa, supuestamente navideña, en la que,¡albricias! en lugar del esperado cochinillo (que cocinaban siempre para joderle) estaba él mismo, asado y con bastante buena pinta (le habían depilado y rociado con una mezcla de manteca, ajo, perejil y brandy antes de meterlo al horno), con la preceptiva manzana en la boca. A los lados de la mesa, estaba el doctor SS (Simplex Simplicissimus,no lo vuelvo a repetir) y sentado sobre él,a horcajadas, su mujer. Al otro lado, con instrumentos de trinchar, estaba el sastre que le atijeró, y se disponía a trincharle el pene (erecto) al grito de "la salchicha para mí".  Juanto a él, visiblemente molesta por la evidencia homosexual del modisto, la alcaldesa, en actitud oratoria,se disponía a tomar media docena de hostias, Laicas Formas, Obleas Democráticas, con ketchup y CocaCola Zero y repetía un matra progre ininteligible antes de comulgar con ruedas de cretino. La YeniLuz esperaba con un babero a que le sirvieran su ración de Hassán al hormo y Evelio, el funcionario encargado del casting del Belen Laico, se hurgaba la nariz con eficacia funcionarial.

Entonces, cuando ya se veía devorado Hassan, entró en la estancia el calvo de la lotería, ataviado con su capa, o lo que fuera y de un capotazo magistral, trasladó a Hassan a la administración de Lotería de doña Manolita, donde pudo mangar con soltura y lucidez, un décimo cuyo número os diré, si me acuerdo, al final del cuento. Guardó el décimo en el bolsillo y se disponía a eructar, justo en el momento en que alguien le pinchó en el muslo y despertó.

Le estaban curando. El doctor SS parecía más suelto en las artes curatorias que en las amatorias, pero a veces cometía errores de juicio. No estrictamente médicos, eso es verdad, pero errores al fin. Como entonces. Juzgó que no era necesaria la anestesia local para coser a Hassan porque, caramba, el tío estaba grogui, frito del todo, y se equivocó. Hassan despertó y al verse a sí mismo en la camilla ginecológica (otra idea brillante de doc) abierto de piernas y al doctor SS acercándose a él como si sus partes bajas fueran un cochinillo para trinchar, reaccion´mal, o bien, quién se atreve a juzgarle, y cerró las dos rodillas sobre las sienes de SS y éste cayó, noqueado, sobre el paquete de Hassan, aplastándole con el prominente mentón, el testículo derecho y produciéndole al morito un dolor de grado 12 en la escala de Grovsson-Marinner (actualizada).

Al grito de Hassan se unió la histeria de Regina, que por allí seguía,más preocupada por la pérdida de sentido de doc que de la de su marido, al que no solo despreciaba en casa y gustaba de hacerlo en sociedad. Hassan se miró la herida,casi totalmente cosida y se hizo una faena de apaño (un nudo doble Windsor,inexplicablemente),se puso los pantalones se palpó los doloridos cojones y se marchó de aquel ingrato y poco saludable lugar.

Se fue a casa. Miró en la nevera y no vio gran cosa. Comió algo de fruta y jugó con el gato.hasta que se dio cuenta de que, coño, ellos no tenían gato y que ese bicho era bastante feúcho. Se hizo una manolilla bastante ceremoniosa (luz de velas frente al espejo del baño y aceites y tal) y esperó a su antaño querida Regina viendo Los Soprano. Su plan era cantarle las 40. Pero... se quedó dormido escuchando una preciosa canción en la que decía que ella quería nuevos hombros sobre los que llorar, nuevos asientos traseros que  probar, que quiere ver a otros chicos... la canción,a veces parece del Dylan de los mejores tiempos, pero Hassan no se deja engañar y zzzzzzzzz...





¿No es bonita?

-.-

El día 26 de diciembre, a las 12 de la mañana, Hassan está con YennyLuz y los demás componentes del Belén Laico Viviente en la plaza del Ayuntamiento, viviendo la experiencia de ser otros en un drama que es un verdadero drama por el poquísimo interés que está despertando, después del primer día de curiosidad, entre los vecinos del pueblo. A la gente le importa un pimiento la vida de estos fantoches porque, entre otras cosas, nopasa nada. En un Belén normal, nace un crío, tiene frío y la mula y el buey le calientan y luego esta la parte epopéyica del viaje de los Magos de Oriente que se acercan y le dan regalos al bebé. Pero en este, en fin, la YennyLuz tiene -literalmente- pelos en los sobacos, dos tetas de 10 kilos cada una y un culo como la sala de plenos del ayuntamiento. La virgen María, bueno, es milagroso verla, porque ha parido un niño, sin dolor, e inmaculadamente, y del joven Mario solo se sabe que es gay, pero no tiene ninguna historia milagrosa su recuperación, porque de un proceso de adopción... en fin, uno no tiene que coserse luego. Y nadie pensó en una historia lo suficientemente socialdemócrata como para sustituir a la de los Reyes Magos. Podían ser unos mensajeros,o unos funcionarios de Correos... pero no es lo mismo, ¿eh?

Regina intentó reconducir las cosas,tratando de quitar importancia a su infidelidad y cuando Hassan no tragó le insultó y le golpeó y le echó de casa.

Y Hassan Josué, en el papel del carpintero gay padre de la negra Maria Jesús, magistralmente interpretada porYennyLuz, a quien se le había caído su matrimonio y su cutre representación,pues la falta del interés del pueblo hizo reconsiderar a la entusiasta alcaldesa su idea de prolongar durante todo el mes la representación... Hassan Josué, sonreía.  ¿Y eso?

Porque,en sus ropas de trabajo,doblado 4 veces, tenía un décimo premiado de la Lotería. Y en contra de la idea publicitaria de que lo mejor es compartirlo... Hassan se estaba deseando a sí mismo una feliz Navidad y un muy próspero año nuevo.

Ahí lo tienes.

-.-

¡FELIZ NAVIDAD!





sábado, diciembre 12, 2015

La historia de la boda de la hermana de Vinnie LaPlanne



Conocía, de toda la vida, a Vincent LaPlanne y su familia. Los LaPlanne vivían en el número 11 de la calle Serafín de Sofá, la calle donde vivíamos nosotros también, en el número 13. Compartíamos patio interior y nuestros portales daban al mismo jardín. Vinnie era dos años menor que yo, pero fuimos amigos casi desde siempre, porque era como si entre él y yo esas cosas no contaran. Vinnie estaba enfermo, o eso decía él, tenía algo en los pulmones, enfisema atópico, le decían, y por lo visto era muy raro. Un día, al levantarme, ¡zas! La palmaré, me decía y yo pensaba que era idiota. Pero solo cuando hablaba de eso. Vinnie no jugaba al fútbol, ni al baloncesto ni a polis y cacos ni a nada en lo que hubiera que correr y cosas de esas… pero a mí me encantaba estar con él. No era raro ni nada. Sólo… un hombre tranquilo-
Mucho antes de que todo fuera distinto, las cosas eran de otra manera. Vinnie era el pequeño de 5 hermanos, los 4 mayores mucho mayores que él. Él era el clásico descuido; el que nació cuando sus padres ya ni podían imaginar que podían quedarse embarazados, y sus padres eran, comparados con los padres de los demás, muy mayores. Su hermano Juan era ya entonces un señor, no parecía un hermano, sino un tío, o un compañero de trabajo de tu padre o el practicante, algo así, no un hermano. Era medio calvo, cosa que me causaba un enorme respeto, llevaba gafas de alambre y cogía el 27 todos los días con muchísima soltura. No era demasiado simpático, aunque a mí me caía bien, y supongo que era un buen tipo. Las tres hermanas mayores de Vinnie eran… ¡ay! otra historia. No podían estar más buenas, entre otras cosas.
Elena, María y Olga. Elena era la más guapa, oficialmente. Era alta, delgada y realmente guapa, distinguida, con una melena castaña como de buena familia; tenía novio, claro, José Demetrio, conocido como Jodé, venezolano, un tío con megapasta, y se iban a esquiar y a montar a caballo y bueno, hacían cosas de ricos como bucear y comer langosta y pan bimbo. María era mi favorita. Estaba muy rellenita,  por eso tenía menos éxito, pero era super, super guapa, con el pelo rubio oscuro y los ojos verdes oscuros y profundos, muy simpática y para mí era lo más hermoso que había visto en la Tierra. Olga era como una traca, siempre a punto de estallar, siempre estallando. Llevaba el pelo negro y cortito, a lo chico, decían entonces, tenía un novio, el Jimmy, que era un poco macarra y muy simpático, motero y con coleta y siempre estaba peleándose con su hermana mayor  y con sus padres. A mí me encantaban las tres, pero Elena, conmigo, era como estiradilla, como si no le importara nada (¿y por qué tendría yo que importar a una chica como ella?). Olga me toleraba, salvo cuando nos poníamos demasiado pegajosos con Jimmy, su novio, entonces le daba una patada a Vinnie y éste me hacía ver que estábamos sobrando.
Pero María… María era muy cariñosa con Vinnie, quien no toleraba sus besos y achuchones, y cuando venía a achuchar a Vinnie, yo no entendía cómo a mi amigo no le apetecía que su hermana le estrechara contra sus pechos y le llenara de besos y yo ponía cara y actitud de “házmelo a mí”, por ver si podía ser yo el centro de sus expansiones cariñosas. Pero como cuando me cogía yo me agarraba a ella con desesperación de huérfano, aprendió a guardar las distancias conmigo por regla general, aunque a veces… a veces ella me besaba y abrazaba. Hasta que con 13 años y una pelusilla ingrata sobre mi labio superior, dejó de dedicarme muestras físicas de cariño. Vamos, que me tenía calado.
Recuerdo que fui a la boda de Elena. Me invitaron para no tener que aguantar a Vinnie diciendo “me aburro” cada 15 minutos. Vinnie podía ser realmente pesado con los mayores, lo recuerdo muy
bien.Ver a María probándose un vesrtido azul... fue el punto álgido de aquellos años.
La boda fue un auténtico bodorrio. Aquello era fantástico. Estuvimos todo el día de juerga, en algún lugar con mucho césped, mucho mantel blanco, mucha comida y mucha bebida. No recuerdo la ceremonia, igual nos la ahorraron a Vinnie y a mí, un gesto muy considerado, desde luego, pero no recuerdo ver todo aquello de juras amarla y todo ese rollo. Odio las bodas desde que tengo memoria. Y llevo muy mal que la gente aplauda cuando los novios se besan. Como cuando pasa un féretro con un cadáver. ¿Cómo se os ocurre aplaudir? Uno debe ser un poco más comedido en eso de hacer ruido en público.
No recuerdo la ceremonia, pero sí todo lo demás. Jimmy nos dio a probar nuestros primeros pitillos. Era un tío guay. Y Olga nos explicó cómo tragar el humo. Yo no quería fumar, quería tarta de chocolate, que estaba buenísima, y estar con María que estaba igual o más buena que la tarta de chocolate, pero Olga y Jimmy sólo hacían acopio de champán y cigarrillos y Olga y Jimmy eran los únicos que parecían soportarnos, así que probamos el champán y los Winston y nos cogimos un mareo tremendo.
Vinnie tenía primos y tíos muy simpáticos y los familiares de Jodé eran muy cantarines y algunas señoras venezolanas tenían las tetas enormes y no las escondían… las llevaban a la vista, como si les gustara que yo las mirara, con sus vestidos rojos y naranjas y amarillos muy vistosos, como si las expusieran, como si estuvieran sopesándolas constantemente. Yo me quedaba embobado mirando aquellas tetas gigantes en vestidos de colores. Ojalá María se pusiera un vestido de esos y bailara para mí.
Había un señor, muy viejo y elegante, que tenía monóculo y todo, que nos daba 25 pesetas si le llevábamos zapatos de mujer y le decíamos de quién eran. El rollo era que había enormes mesas redondas repartidas por el césped, con radiantes manteles blancos hasta el suelo y el viejo, que se llamaba Juez, y que era muy listo, nos decía que nos metiéramos debajo de las mesas y que localizáramos a las mujeres que se quitaban los zapatos disimulando, bajo el mantel, les robáramos los zapatos y se los lleváramos a él, mostrándole a la mujer a quien habíamos descalzado. Él nos daba 25 pesetas y no sé qué hacía con tanto zapato, aunque supongo que los devolvería.
Volvimos a Madrid por la noche, tarde, en el coche de Pierre, un Volvo gris oscuro de cuando nadie tenía Volvos en España, una exótica rareza; Pierre era canadiense, y era una especie de tío de Vinnie, un vividor muy simpático, que siempre contaba unas historias cojonudas, y que hizo todo el camino sentándonos a Vinnie y a mí en sus rodillas y permitiéndonos conducir (tomar el volante) alternativamente. Me lo pasé bomba. Ahora es inimaginable, claro, pero entonces las cosas eran así.
Me quedé a dormir en casa de Vinnie y sólo esperaba que llegara el día siguiente, a ver si veía a María en camisón, que era uno de mis sueños recurrentes. María en camisón, con la melena rubia despeinada, haciéndome el desayuno, dándome galletas y besos. María dándome un Colacao y yo como un idiota en pijama. María mirando la cartelera en el ABC y yo deseando que buscara una peli divertida para llevarnos a Vinnie y a mí.
Pero me desperté yo solo. Vinnie tenía una cama grande, así que dormíamos juntos cuando me quedaba en su casa. Como parecía super dormido, me tiré mi pedo mañanero al desprecio, levantando ambas piernas y agarrándome las rodillas para conferir una mayor potencia de salida al gas. Sonó a telón rasgado en el fin del mundo, y me extrañó no recibir una colleja de Vinnie.
Me quedé mirando al techo. Ojalá entrara María con un Colacao, desnuda y con galletas. Incluso Olga, que había estado simpatiquísima en la boda con un poquito más de champán y Winstons, para no perder la costumbre. Le di un codazo a Vinnie para que despertara. Ni caso, Una patada. Nada. Ni mu. El tío duerme como un pedrusco. Me acordé de que, por la noche, sudaba tanto, hacía tanto ruido (una especie de ronquido dulce y agudo) y despedía tanto calor que casi me fui de la cama. Y algo me extrañó. El caso es que ahora no sonaba nada. Ni mu. Ni despedía nada de calor. Rodé sobre mí mismo y fui a despertarle con un agradable y cariñoso alarido al oído, un hipogrito huracanado (como Maguila el gorila) pero me di repelús. Estaba frío. Y no respiraba.
Me levanté.
María estaba encantadoramente acurrucada en un sofá, con el café en las manos y un adorable pijama de tirantes y cebras, y un pantaloncito corto de color azul.
-          ¡Hola Wolfillo…! ¿Qué te pasa? – me dijo preocupada – Vaya cara que tienes…
-          Hola María… es Vinnie. Está frío. Y callado…
María demudó su hermosísimo rostro y pasó a mi lado como una exhalación, dejando tras de sí un rastro de miedo y hogareño deseo que aún hoy pervive en mí. No volví a hablar con María jamás. Todo el mundo se volvió loco y yo… en fin, sencillamente me fui de allí, de aquella casa tan conocida para mí y ahora tan extraña.
Vinnie había muerto esa noche. Habiéndose divertido el día anterior, fumando Winstons de Jimmy, bebiendo champanes de Olga y conduciendo el Volvo del beodo Pierre. Oliendo mis pedos antes de dormir (¿quizá la verdadera causa de su muerte…?) y contándome historias malísimas. Nunca volví a ver ni a hablar a nadie de su familia, excepto a Olga, que vino a verme al día siguiente, con Jimmy, y me llevaron a tomar un Helado a Oliveri (pequeña decepción, le había tomado gusto al champán) y no me dieron de fumar, cosa que no me importó. Fueron muy cariñosos conmigo.
El otro día María vino a la gasolinera donde trabajo. Iba con su marido, supongo, y sus nietos, me da la sensación. Subían a la nieve en plan familia feliz. Tanto ella como su marido eran dos abueletes marchosos, embutidos en modernos chandalillos de licra y sus nietos eran dos odiosos niños mocosos, gritones y caprichosos. Compraron Aquarius, Donuts y M&M’s y ella no me reconoció, estoy seguro. Pero yo a ella sí y me hizo gracia verla. Seguía siendo preciosa. Mayor. Pero guapísima, como siempre había sido.
Y al verla, como un miedo extraño y regurgitado, me ha venido a la cabeza la voz gritona de Vinnie, el olor dulce de su sudor al dormir, su extraña forma de mirarte cuando le explicabas algo y su siempre cariñoso sentido del humor. Vinnie, un nombre sin historia, un hombre de leyenda

martes, diciembre 08, 2015

Dos gatos (intentando pasar página)



Ya me ves. Lo intento.
Escúchame, si tienes un ratito, con orejas amables y abierta la mente.
Esto es lo que me sale cuando intento pasar página.
Hay cosas que uno no puede jamás olvidar. Como escribir. Como hacer música. Como tú. Y aunque intente pasar página, siempre acabo volviendo con cualquier excusa.
Tolérame.
Y yo te seguiré escribiendo canciones, por mucho que ahora no tengamos más vida que sobrevivir y apenas podemos cruzarnos un rato.
Escucha el tema. Escúchame cantarte. Desecha los lugares comunes y haz que te llegue al alma todo lo demás. La voz desgarrada, los lamentos de guitarra. El empuje del bajo. Y el ritmo que te haga mover los pies y bailar como sólo tú sabes hacerlo.
Dos gatos. Eso es todo.
Espero que te guste.

2 GATOS
Gata que no sabe lo que mata sin querer
marca territorio y nunca deja de aprender
mira las estrellas y se siente renacer
esquivando amores que no puede devlver

gato callejero condenado a rebuscar
cariño entre las sobras de todoslos demás
simpática figura, antipático animal
grita y su maullido nadie lo quiere escuchar

Así que mienten
se piensan diferentes
y niegan lo que sienten
siguen la corriente
con miedo...pero de frente
a no ser que se encuentren
a solas y asustaos...

Hay un arco iris enun charco del callejón
suena la sirena y la noche es un hampón
Gata satisfecha se relame en el balcón
gato callejero, Gata escapa a tu razón

Así que mienten
se piensan diferentes
y niegan lo que sienten
siguen la corriente
con miedo...pero de frente
a no ser que se encuentren
a solas y asustaos..

La noche le larga de las calles de Madrid
Gato en una caja, Gata en un cojín
raspas en los cubos, leche y pienso gris
Gato escorpionero, Gata de Agua, al fin

Así que mienten
se piensan diferentes
y niegan lo que sienten
siguen la corriente
con miedo...pero de frente
a no ser que se encuentren
a solas y asustaos..

lunes, noviembre 02, 2015

La nueva vida

Ayer cumplí 51 años. Y el jueves, 5 de noviembre, empieza para mí (para mi familia, en realidad) una nueva vida.
Como muchos de los que me conocéis ya sabéis, hace 5 años que entré a trabajar en una gasolinera de CEPSA. El plan era, sobre todo, accedera una nómina salvadora, pues llevaba muchos años siendo autónomo, trabajando por mi cuenta, y el último año había sido devastador. Sin trabajo, sin ingresos, sin proyectos...
Gracias a mi amigo Javier, que trabaja en CEPSA de toda la vida, entré a trabajar en una gasolinera. El plan era, al principio, aguantar unos meses, acceder al programa de formación de jefes de estación y pasar a ser jefe de estación... en fin, lo típico.
El caso es que tuve la mala suerte de topar con una persona realmente odiosa que hizo que mi trabajo se convirtiera en una tortura que llegó hasta los tribunales. Gané, por cierto, pero fue una victoria pírrica. Aunque me dieran la razón... mi autoestima estaba destrozada por completo y estos cinco años además, me han arrasado física y mentalmente. No soy ni sombra de lo que era...

-.-

Este verano, en el mes de agosto, la cosa cambió, de repente. El encargado de la estación donde trabajo (en Navacerrada) me comunicó que la estación iba a pasar a ser un COFO y si no me interesaría dirigirlo.
COFO es el acrónimo de Company Owned, Family Operated (Propiedad de la Compañía,Gestionado por una familia) que es un modelo de negocio que se está imponiendo en CEPSA, básicamente porque para una gran compañía es un chollo.
En un COFO, el cofista (yo, en este caso) actúa como gestor de la Estación de Servicio, agente comercial de la corporación y ha de encargarse de los gastos de personal. Así que el asunto está en echar muchas horas dentro de la unidad familiar (Susana está en esta historia a medias y Borja apoyará los fines de semana), y externalizar lo menos posible,para que los ingresos vayan todos al mismo cesto. Mejora la situación financiera... a costa de cierto sacrificio en la calidad de vida, vista ésta como tiempo libre ajeno al trabajo.

Cuando me lo propusieron,lo consulté con Susana y decidimos meternos en ello, no sin darle muchas vueltas, por supuesto y sopesando muchos pros y contras. Por un lado... aunque gran parte de mi trabajo sea exactamente el mismo que hago hasta ahora, yo dejaré de trabajar  como si fuera a trabajos forzados, aunque trabajaré más. Por otro lado... aunque no me siento integrado en las filas de los tan en boga emprendedores, reconozco un cierto espíritu empresarial en mi cabeza últimamente.

Voy a trabajar para mí. Vamos a trabajar para nosotros. Abandono la comodidad de la nómina y el contrato indefinido a tiempo completo (aunque mal pagado) y voy a un modelo de ganas tanto como vendes y trabajas. Da un poco de vértigo.

Pero es como las primeras lluvias de otoño cuando paseaspor el campo: vivificante.

Y así amanece allí.

jueves, octubre 29, 2015

Me alegro

Somos como dos gatos buscando nada.

Tú un poco río, sumergida en ti misma y sin dejar de fluir. Incesante.

Yo un poco rastrero, como un escorpión, negro y brillante, con el aguijón preparado para clavárterlo en cuanto te descuides.

Te canto una canción.
Te escribo un mundo.
Te adoro sin disimulos.

Eres la diosa protagonista de todas mis poluciones (aunque eso no te lo había contado hasta ahora).
Estoy atento a tus cosas.
Leo lo que me recomiendas.

Lo encuentro interesante, a mi pesar.
Lo releo, por si se me ha escapado algo.
Lo comento contigo abiertamente, sin complejos.


Y todo lo que se te ocurre decir es "me alegro"

Me alegro.

Lacónico. Insincero. Hiriente.

Me alegro.

Desenfocado. Rácano. Obtuso.

Me alegro.

Si tan sólo fuera verdad...



Ay...

¿Sabes? si no me das pie, si no hay nuevas páginas... no podré pasarlas jamás.


domingo, octubre 11, 2015

Una y Dos. Cuento nocturno.


Debes estar durmiendo.  Y el cuento que te conté anoche antes de dormir está durmiendo también, claro, porque nadie le dijo que debía madrugar hoy domingo. ¿Quién madruga un domingo lluvioso, aparte de mí?
Los cuentos nunca madrugan, desde luego, y ni siquiera en el improbable caso de que me dejaras despertarte con un cuento de madrugada (sí hija... algunos te llevan un café o un zumo... puede que un croissant o unos castizos churros; yo llevo cuentos), el cuento llegaría  a su fin.
Te pediría que me hicieras un hueco bajo las sábanas, me pegaría a tu espalda, haciendo el 44, y me pasaría eso que me pasa siempre: las frases se quedan colgadas de los labios, sujetas al cerebro por los alfileres de los dudas y tú acabarías por pensar que vaya mierda de cuento.
Porque... ¿quién puede pensar en el avance de los avatares y aventuras cuando todo huele a ti? El 4 decena trataría  de fundirse con el 4 unidad y mis brazos serían paréntesis inclusivo y en vez de un 44 trataría de llegar al 4 Extra Bold y el cuento se olvidaría en los obvios recovecos del deseo.
Así que te lo cuento aquí, por si al despertar, te apetece leer un poco. Leerme y,en cierto modo, leerte un poco a ti.
Dice así :

LA MAGIA Y LA INQUIETUD

El hombre en cuyas manos estaba el destino del mundo, o al menos de su mundo, consultó con su bruja favorita acerca de su destino propio, pues aunque se suponía que controlaba el mundo... lo cierto es que no se controlaba ni a sí mismo. Su nombre, 2nd2none era un nombre tan ridículo que todo el mundo le llamaba Dos.

Su bruja, de nombre Lorna Cor, era una bruja sencillamente única. Por eso tanta gente la llamaba Una. No era joven, era una mujer con todas las de la ley, con las marcas y la sabiduría que dan la vida y el contacto constante con la creatividad y la imaginación. Era hermosa como un estribillo y tenía esa cualidad de estrofa recurrente: aunque la vieras por primera vez, te era íntimamente familiar. Su pelo, melenudamente alegre y rebelde, tendía a la insumisión y si no lo vigilaba estrechamente, si lo mirabas a contraluz, parecía más un aura que una melena. El conjunto era mágico, pero imaginaos un hada un puntito  rockera, no un hada de Disney.

Bien, pues siendo consultada la bruja Lorna Cor  acerca de las inquietudes de Dos, sucedió que la hechicera  le advirtió al respecto de ciertas convenciones sociales   que debía respetar, por muy tentador que fuera echarse a volar libremente. Nada del otro jueves.
- Pero... Yo no quiero volar libre - dijo un poco en plan niño pequeño, y miró a la bruja de frente - yo quiero ser parte de ti. Quiero orbitarte, Una. Ser tu satélite -le dijo Dos, y a Lorna no le sorprendió que él la quisiera rondar, porque ella siempre iba un paso por delante- . Y si no puedo ser tu satélite, ¿me dejarás, aunque sea a ratos sueltos, andar a tu lado?
Lorna Miró a Dos y casi le derritió. Porque nadie debe olvidar que Una, o Lorna Cor, está de buena que se rompe. En realidad, Lorna ya tenía, por así decirlo, pareja de andares, alguien incondicional a su lado que siempre la acompañaba. Pero al igual que le pasaba a Dos, a Lorna le faltaba alguien que estuviese por encima del día a día, se las cosas normales, y también alguien que entendiese su lado oscuro, subterráneo y profundo. Alguien con quien poder compartir el lado mágico de la vida.
Lorna dijo entonces que, ya puestos, le prefería flotando alrededor antes que caminando a su lado. Y que necesitaba que él pudiese entender que ella habla con las piedras, que a veces se es agua y que el fuego no siempre quema... sino que a veces, purifica, añadió.
Necesito que tengas luz, pero que no me deslumbres. Que me influyas, pero que no dependa todo de ti. Necesito saber que estarás siempre ahí, aunque agradeceré que de vez en cuando desaparezcas. Necesito elevar la mirada y poder contar con verte ahí, como colgado del cielo particular de mis pesquisas.
Y 2nd2none, Dos para los amigos, quiso dejar de ser dos y ser un poco Una, pero por fuera, así que se colgó una ele (L) como los automovilistas noveles, y fue Luna. Y Una, que se sabía terrenal y mística, fue diosa y fue Tierra.

Y desde entonces la Luna gira alrededor de la diosa Tierra.
Y desde entonces siempre te miro. Y tú siempre me ves.
¿Ves?

Fin.

domingo, octubre 04, 2015

Me escribe Silvestre

(hoy, nuestra invitada es nuestra buena amiga Selena, que quiere consultar algo muy, pero que muy enrevesado. Adelante, Selena)


Recibo esta carta:
La verdad desnuda, sin adornos, sin ambages, es que estoy enamorado de ti. Hasta los huesos. Desde hace mucho... desde siempre, o al menos, desde que te conozco, me obsesionan tu sonrisa, tu espíritu, la perfecta armonía de tus movimientos  y -no lo voy a ocultar- todos los rincones de tu cuerpo: la catarata de tu melena, tus manos inquietas, la tozuda redondez de tus pechos, la cálida bienvenida que sugieren tus muslos y la irresistible lujuria de tus benditos pies.En un altar se hallan estos últimos porque tú, fingiendo abandono en brazos de Morfeo, jugaste conmigo y mi victoria en un día sureño y ese día fue el último día en que me dejaste ver que tú y yo no éramos una entelequia, que tú y yo éramos posibles.
Y ahora tú, cruel ironía, me paras los pies.  Guardas las distancias. Me mantienes a raya.
Y lo cierto es que te amo, sencillamente,  porque te conozco. De alguna manera, veo detrás, veo dentro de ti. Veo a la mujer que casi nadie puede ver. Una mujer a la que es imposible no amar hasta el fondo, firme y eternamente, aunque a veces se desaten tormentas.
No quiero nada de ti... porque si me dejaras, lo querría todo. Pero me refiero a que no requiero nada de ti, no Te pido nada. Te amo así, tan desesperanzadamente, y tan absoluta y llanamente que con amarte yo, ya tengo bastante. Me conformo con soñar en cómo sería la vida, el mundo, si además de quererte yo, me quisieras tú a mí  y compartiéramos la vida diaria.
Y hacerte café y tostadas y zumos. Y escucharte hablar de arte y verte trabajar en silencio. Y masajear tus hombros, tu cuello y tus pies cansados. Y reírnos juntos de las bobadas sociales. Y darte un beso de buenos días. Y dejar de ser. Y hacerte el amor sin tregua. Y asistir juntos a los cumpleaños. Y quedarme absorto cuando, al planchar tu ropa, el calor levante hasta mi nariz  tu particularísimo y delicioso aroma. Amarte.
Esto es todo. Tú en tu vida y yo en la mía. Sabes que no soy, en absoluto,infeliz. Amo mucho, muchísimo a quien está a mi lado y no pretendo hacerle daño alguno... ni hacerme daño a mí.  Es sólo que... no puedo evitar verte y que mi alma enloquezca y que mi cuerpo añore el tuyo como si hubiésemos nacido predestinados a fundirnos.

Sé, de sobra, y muy bien, que tú no sientes por mí nada parecido. Que no puedo esperar nada de ti en ese sentido. Me conozco y sé -supongo- que como hombre te resulto  bastante repulsivo y que ninguna comparación me es favorable. Y, créeme, no quiero que te sientas incómoda por conocer mis sentimientos más profundos.
En realidad... es bueno, es bonito todo lo que tú me haces sentir. Das luz a mi vida. Alguna vez hemos hablado de asuntos trascendentales y tú, un poco incomprendiendo mi total agnosticismo, me preguntas... "si no crees en la vida después de la vida...¿qué sentido tiene esto?" Pues, mi precioso ángel del destino, el sentido de mi vida, mi sentido... eres tú. No sólo tú pero sí que estás ahí en el primer nivel, con mis hijos, con mi pareja, con mi música, con escribir.
Te quiero y no quiero herirte. Te amo. Te deseo. Te añoro.
Perdóname, porque no lo puedo remediar.
                                                      Silvestre 

Bien. Quiero aclarar un par de cosas: cuando este tipo habla,  eufemísticamente, de "quien está a mi lado.." se refiere a su mujer, su esposa y madre de sus hijos. Su familia. Supongo que decir "quien está a mi lado" le causa menos problemas de conciencia.

Yo misma he intentado hacer ese ejercicio y puedo corroborar que, en efecto, en este mismo caso, decir "quien está a su lado" me hace sentir menos culpa que decir "mi mejor amiga", porque es lo que es: su mujer, la madre de sus hijos, es mi mejor amiga, mi amiga mas íntima  desde que  éramos muy, muy pequeñas.

La referencia semivelada que hace de mis pies y su victoria es cierta: no me preguntéis porqué, pero en cierta ocasión tuve la nefasta idea de permitirle que aliviara su viril quemazón... que se  masturbara, vamos, con mis pies. Mea culpa. Y es igualmente cierto que me revienta que me recuerde ese pasaje. ¿Qué pasa con los hombres? ¿Es que nunca se equivocan?

Silvestre y yo tenemos una relación complicada. Muy complicada. Él y mi amiga Sixta empezaron a salir cuando yo estaba recién casada... y embarazada, por lo que cimentaron su relación en unas semanas en las que yo necesitaba mi intimidad y estuve  menos atenta a las cosas. Les dejé a su aire, podríamos decir.

Pasaron unos años en los que, a base de discutir, fuimos tomando confianza y empezamos a conocernos. Somos los dos muy tozudos y a él  (tengo esa sensación), además, le encanta discutir.

Un día. Madre mía, no sé muy bien porqué, noté su mano en mi espalda, en plan un poco demasiado "sensible". Como cuando te acuestas con un hombre que no anda muy sobrado de seguridad y dedica tanto tiempo a los preliminares que éstos dejan de serlo... y la chicha se convierte en un epílogo o un final feliz. En fin... Él estaba detrás de mí y yo había notado, con el paso del tiempo, que era un poco tocón.  No sabía bien si su toqueteo era inocente, como el de algunos gays, ya sabéis lo que quiero decir, o era un genuino sobeteo hétero de carácter calentorro.  O sea... Yo sabía que no era gay, pero su forma de hablar conmigo... a ver, no me refiero a que fuera amanerado, sino a las cosas de las que hablaba conmigo, a su punto de vista tan poco habitual entre los tíos. Eso me despistaba un poco. De modo que, al sentir su mano en mi espalda haciendo el recorrido número nisesabe... me cansé de tanto circumloquio. Con mi mano agarré la suya y sin volverme, sin siquiera mirarle, le puse la mano en mi trasero.  En mi culo.  Y me lo sobó a modo, masculina y determinadamente, intentando acceder, incluso al espacio entre mis piernas, cosa imposible porque además de que llevaba vaqueros, no estábamos solos... estábamos en casa de alguien... con mucha más
 gente alrededor, mi hermanamiga Sixta, entre otras.

Bien. Hemos tenido otros episodios de este tipo, llegando a veces a algo más, como lo de los pies... y otras cosillas. En una ocasión llegamos a acostarnos desnudos en la cama... pero sólo eso. No consumamos por decirlo así, nos limitamos a tendernos juntos sin ropa y él insistía  (pelín pelma) en "sentirme",  "quiero sentirte" me decía y se pegaba a mí  (y me pegaba su cosa dura en plan ¿de verdad que no...?) y bueno, tengo que reconocer que esa vez (al "sentirle" yo a él la cebolleta, que era más una zanahoria medianita) estuve a punto de ceder a la excitación del momento. No soy de piedra.

O sea... Yo reconozco que en momentos concretos (si escribo "puntuales" Silvestre me mata) he dado alas al permanente estado de celo de Silvestre, pero reivindico mi derecho a decir "desde aquí" y "hasta aquí".

Y para mí Sixta, es un irrenunciable "hasta aquí " constante. Y no quiero que Silvestre se enamore de mí. Quiero que quiera a "quien está a su lado" y ya no tengo ganas de jugar con él.

¿Soy malvada, caprichosa o algo así?
Ahora, no hace más que mirarme...




domingo, septiembre 13, 2015

Ámbitos caprichosos

A veces, en medio de la multitud, hablamos. Entendemos que la gente, las muchedumbres o los grupos de personas, al menos, son lugares seguros y damos una oportuindad al flujo. Y nada fluye. Soy un fantasma solitario, impermeable al escudo social que pareces buscar tú siempre.
Hoy vino una mujer hermosa a comer a mi restaurante.
La serví y ella pensó que sólo soy el camarero. Sus sandalias amarillas y ese vestidito vaporoso le sentaban de maravilla y fue simpática conmigo. También un poco condescendiente. Condescendencia que yo perdono porque en mi fuero interno quiero ignorarla.
Vino también un hombre idiota. El restaurante estaba lleno y le dejé su cerveza y la jarra helada en la mesa, sin servirle, porque la cosa estaba que ardía (no ardió,no obstante) y tenía un montón de gente impaciente esperando. Cuando, unos minutos después, pasé junto a la mesa del hombre idiota,éste me hizo una seña que yo no supe interpretar.
- ¿Perdone... ? - le dije acercándome, solícito, grandioso como soy
- Que si me la puedes servir -  dijo el idiota señalando la cerveza.
 Algunas veces soy un poco violento si me ampara la multitud. Cogí la cerveza, un tercio de Mahou, la agité tapando la boca con el pulgar y le rocié sin ceremonias. Luego le golpeé con la botella en la cabeza y salí corriendo del restaurante.
En la calle, abordé a un caballero de bigote y esperanzas, con abrigo de espiguilla gris, y pasé a cuchillo al capitán y los tripulantes más relevantes, salvando a la marinería y liberando a los esclavos. Soy el héroe magnánimo que nunca empequeñecerá
Tú estabas con tu novio, haciendo el chorra con el teléfono móvil. Os tomábais selfies y os reíais.
Ella estaba al otro lado de la calle. Bebiendo,como de costumbre. Sus ojos, como si los hubieran golpeado hacía días y estuvieran saliendo de su contusión. Pero es alcohol, es tristeza, no es violencia. Esa mujer se ha echado a perder. Está horriblemente delgada. Enfermiza. Y su conversación... esa sí que ha degenerado.Es espantosdo hablar con ella ahora. Quise comentarlo contigo, pero te habías ido con el hombre gris de los selfies, seguramente porque a ti no te parece gris.

(Yo sólo te digo una cosa.
Yo soporto que no me quieras. De verdad.
Lo que no soportaría
es que pensaras que ese hombre gris no es gris
solo porque está a tu lado.)

Estaba dándole vueltas a eso, cuando el hombre idiota del restaurante me encontró y me dio un puñetazo en la boca del estómago. No podía respirar.
Menos mal, porque seguro que ese trozo de acera sobre el que yo, doblado, había caído de rodillas, seguro, seguro que todavía olía a ti.
Y eso no puedo soportarlo. Tampoco eso. 

viernes, septiembre 11, 2015

¿Y si fuera sin hacerlo?




Estoy valorando seriamente la posibilidad de olvidarte.  Si fuera algo que dependiera de mí, ya lo habría hecho porque, a veces, me irritas, y no sabes de qué modo.
Estaba decidido, no obstante,  a forzar a mi corazón ansioso, a mi cabeza despiadada, a olvidarte y a hacer que vieras que ya no te anhelo, cuando sucedió lo de esta noche. No sé muy bien si esto, en tu fuero interno, te halaga o te incomoda, pero lo normal es que sueñe contigo (más despierto que dormido) y que mis ensoñaciones acaben en sexo de diverso pelaje. Hacemos el amor, o follamos, o te como (casi siempre) o me comes o muchas veces me pasa como a un crío al que llevan por primera vez al parque de atracciones: te veo desnuda y disponible y no sé dónde montar. Todas tus atracciones, todos tus rincones son apetecibles, quiero montarme en todo, quiero subirme, meterme en todos tus sitios. Aunque reconozco que mi atención suele centrarse en tus pechos, tus pies y tus labios mayores. Y ante semejante oferta suele suceder que me bloqueo y acabo masturbándome a solas y con fervor y frialdad gimnástica. Y me siento culpable, no sé, acaso porque pienso que tú no has disfrutado de verdad, aunque en mi ensoñación te encanta cualquier cosita que te haga. Hasta mi mirada ansiosa te da escalofríos. Pero, al fin lobo solitario, al desahogo le sucede la decepción y correrme es tan poco divertido...

Por eso, lo de anoche fue tan llamativo.

Estabas cerca de mí y algún lance afortunado te situó en mis brazos; te abracé hasta el fondo del mundo, aspirando tu olor y pegando mis antebrazos a tu espalda. Sentí estremecerse tu ser y como si tu pecho con sus gloriosas prendas me invitarán a apretarte, a pegarte a mí. Entonces me separo un poco, sólo la cabeza y el pecho, juntas y empujantes nuestras caderas, y nos miramos sólo un par de segundos casi eternos. Inclinamos nuestras cabezas a nuestra izquierda y atrapo  tus labios con los míos.
Sólo te beso. Sólo me besas. Todo el rato. Sólo nos besamos.
No sé si lo entiendes.  No te toco la tetas. No empujo tu culo con las manos para restregarme contigo. No intento hacerte sentir mi erección.
Sólo besos. Muchos besos. Todos los besos.
¿Te das cuenta? Es mi sueño, podría hacer que te corrieras diez veces con un empujoncito, que te emocionaras y lloraras al ver mi bate del amor ardiente y enhiesto... pero no.
Sólo besos. Largos y profundos, rápidos e intensos.
Te lo digo porque, si tú quisieras, si es por eso, no me importaría que nuestra primera vez fuera así. 
Tú verás. 

domingo, agosto 23, 2015

Dejarlo

Mucha, mucha gente habla de lo difícil que es dar con el momento justo de dejarlo. Algunos sostienen que es mejor dejarlo cuando estás en lo más alto, en el punto álgido de tu productividad, en el esplendor de tu creatividad. Otros, más prácticos, aconsejan que se exprima la teta hasta la última gota, sin importar lo patético que resulte tu desesperado agarre al ardiente clavo, y fijándose únicamente en el clin-clin de la caja registradora.
Ojalá pudiera decirnos que en semejante encrucijada me hallo, pero lamentablemente no es así. Desde hace tiempo peleo a ciegas por recuperar un lugar en mi profesión, en mi mundo laboral y hoy es el momento en el que me doy cuenta de que ya está todo intentando.
Definitivamente, mi profesión no es ya mi profesión sino un sueño inalcanzable de futuro, un presente escurridizo y sólo un pasado cargado de buenos y malos recuerdos, de logros que hoy aparecen ridículos, pero de los que entonces, en su momento, tan orgulloso me sentí.

La publicidad ya no me quiere. El mundo de la empresa me ve un señor gordo, viejo, anticuado y poco glamouroso que no tiene gran cosa que ofrecer.

Estoy cansado. Muy cansado. Yo tampoco veo en el mundo de la empresa referentes a los que aspirar, salvo un poco más ďe pasta y un estilo de vida un poco menos rudo que el mío de hoy.

He acabado hasta las narices el mundo ee la empresa.

Sencillamente... buscaré otro camino.





martes, julio 21, 2015

Los bailes de Caronte


Y te presentaste en mi casa vestida de Luna. De luna lejana de planeta más lejano aún. Luna que baila saltándose su órbita a la torera, dando vueltas diferentes e imprevistas y reclamando su cuota parte de cariño, atención y palabras  eufemisticas.
Te abrí la puerta y te saludé con una teatral reverencia y me dijeron que según pasabas a mi lado, agachado como estaba con la excusa de la reverencia, pero fijándome en tus pies en realidad, dejaste caer -indolente- en mi espalda la ceniza de tu cigarrillo.
El baile empezaba a animarse y tu presencia, rotunda, suave y morada,  sólo podría mejorar las cosas. Y así sucedió.

Y tanto fue así que aquél, que en realidad era mi baile, se recordaría ya siempre como el primero de tus bailes, el primero de Los Bailes de Caronte.

Bailes de voz grave, Regius y tiranosáuricos, y no divinos, futuros o radiados, no os confundais. Empezabas a moverte y tus brazos al aire eran como esos gigantes-globo, esos larguiruchos que se mueven a merced del viento, pero exactamente al revés: porque cuando tú te mueves, cuando tú bailas, el aire nace en ti, tú haces que el viento sople y y nosotros te respiramos con avidez, bebiéndonos el aire como el cazador de ostras después de 5 minutos de inmersión.

Y fue que se invirtió de tal modo el orden natural, fuiste una Luna tan magnética y talentosa, que yo, Plutonio Didio Falco, un verdadero héroe de la república, rehusé a mis privilegios -poca cosa, no creáis- por tener la oportunidad de interpretar contigo el dúo lúbrico del toma  y daca. No es un alto ideal, soy consciente, mas donde hay cabeza no manda cerebro y en mi caso este axioma es tristemente verdadero entre mis piernas.

Lo reconozco. Te deseaba tanto que perdí la perspectiva y el mechero y pensé que tal vez el mundo me premiara por invitarte a aquel primer baile, fantaseé con que quizá  tú misma me premiaras (dejándome escribirte un poema lírico, componer una canción o tocarte una teta, soy facilón) pero fui un iluso. El mundo siguió, obviamente, su camino y tú, si alguna vez pensaste en mí, cosa que dudo, fue en los términos en que un conductor piensa en un mosquito  en el parabrisas.


En esas, te secuestré. Serías mi, bom, bom, bom, satélite del amor, o no serías.  Nada. Y me fui lejos, colega, tan  lejos que daba frío sólo pensárselo. Estuvimos gran temporada
 desaparecidos, hasta que un día alguien  descubrió nuestra órbita incierta, nuestro desconcertante baile y nos dio el noveno lugar, me lo dio a mí en realidad, supongo que porque ese tío tan listo que nos descubrió, lo hizo en un lance de esos  en los que tú me orbitabas y yo fui planeta y tú mi Luna.


Más tarde, alguien más listo todavía, supongo que porque nos pilló en algún movimiento sexual envidiable, dijo que yo la tenía tan pequeña que no podía ser planeta y me llamó planeunuco, planeta enano con la picha corta, y ya no fui el noveno nunca más.

Con los tiempos de la igualdad dejamos de ser un planetucho y su Luna, para ser un planeta binario, que es como una unidad de destino en lo universal pero pasado por el tamiz progre de los tiempos.  Éramos iguales, ya, aunque tú y yo lo fuimos siempre, pero ahora una ley nos lo confirmaba. Y ahora... ahora que han llegado a nosotros y nos hacen fotos,empiezan a pensar si no fueron demasiado duros con nosotros.

Bien, pues que se jodan. Seré noveno y tú, luna mía,  serás lo que quieras ser. Sigamos bailando juntos porque, aunque sepan dónde estamos, estamos demasiado lejos, demasiado arriba para el 99% de la gente. Sigamos bailando, Caronte y hagamos el amor. Venga.