sábado, noviembre 15, 2014

Extraña fruta

Sally mira arriba con ojos asombrosos, testa penduleante, el alma que no entiende, la luz que se ha apagado. Su cabeza trata de ordenar los acontecimientos, pero las sensaciones son tan fuertes que no es capaz discriminar los hechos.
El horror, que huele a fruta podrida, reverbera en su memoria como el estribillo de la canción que Tommy, con humor subsahariano, con tétrica razón (ahora lo veía), le cantaba:
She knew from the start,
deep down in her heart,
she and Tommy were worlds apart...
Y cuán distintos. Qué lejanos los juegos, las bromas, los besos que saben a culpa traviesa. Qué extraño el afrutado aroma de la fatalidad.
-.-
Sally sale con Tommy, su galgo favorito, a buscar pedos de lobo. Para su familia, para todos en el pueblo, Sally tiene un amigo imaginario y una desbocada fantasía y sonríen cuando Sally les cuenta sus charlas con Tommy.
Porque claro, Sally no le dice a nadie que Tommy, su amigo de correrías por el monte, su compañero de charla, su confidente cantor, es un perro. Sally sabe que la llamarían loca. Como mínimo.

En realidad, Sally no ve nada extraño en Tommy: es su amigo y basta. Ni siquiera ve nada canino en él. Es su amigo y basta. Por eso no le dice a nadie que es un perro, porque para ella... es su amigo y basta.

Sally, de hecho, oye a Tommy contestar su incesante verborrea. Sally, sin duda oye los estribillos de las canciones que Tommy le canta. Sally realmente escucha a Tommy contarle sus agotadoras jornadas de caza con, entre otros, su padre.

Todos piensan que Sally es fantasiosa y alegre. Una chica sin problemas que, como muchas otras niñas, tiene un amigo imaginario que completa su red social.

Pero Sally no es fantasiosa.Sally no es una chica feliz.

Cuando ayer volvió del cole y entró en casa a merendar y vio a la cuadrilla de su padre, pensó que esa tarde se quedaba sin buscar pedos de lobo, porque Tommy se iba a cazar. Cogió el bocadillo y salió corriendo por la puerta de atrás, pensando en que pedos de lobo no, pero talvez un par de carreritas le podía echar a Tommy, a ver si alguna vez le podía ganar.

Mira a Sally bocadillo en mano, buscando al perro, buscando a Tommy, buscando al amigo. Mira su pantaloncito de chándal de felpa, barato, recio, honrado, clareando en las rodillas, deshilachándose en los bajos, pisado por los talones.Mira su melenita castaña sin nada de particular, con toda la belleza de los años venideros. Sally corriendo por el campo, Sally queriendo escapar de la soledad.

-.-

Tic-tac, tic-tac... Sally de pie, vista de espaldas las piernas entreabiertas, tiesa como una estatua.
Tic-tac, tic-tac.. su cabecita se mueve al son de la extraña fruta que cuelga del manzano.
Tic-tac, tic-tac... y el galgo, demasiado viejo para cazar, cuelga del árbol como un mal presagio



Sally, al ver a su amigo ahorcado, se da cuenta -por vez primera- de que Tommy era un perro. Un galgo. Y llora sin consuelo. Llora sin medida. Llora sin amigo. Llora sin nada dentro de ella.

Sabía desde el principio,
desde lo más profundo de su ser,
que el suyo y el de Tommy eran mundos diferentes