viernes, octubre 03, 2014

Ella dijo: ¡Gracias!


La veo en blanco y negro, una foto elegante en la que enseña una mano, como los escritores, y sonríe como sólo ella sabe sonreír. Desde luego, sabe sonreír, ya lo creo.
Me meto en su muro de Facebook y cotilleo sus cosas y sus fotos y veo que tiene el buen gusto de no hacer ni caso a estas cosas, lo cual me gusta, porque revela inteligencia, y me fastidia, porque no hay nada que cotillear.
Me llama mala persona. Bueno, ni siquiera eso, porque en el último año, ha tenido el buen criterio de no dirigirme la palabra. Pero lo piensa. O, al menos, lo ha pensado, eso seguro. Y todo porque casi rompo su matrimonio, la relación con sus hijos, hice que se cabreara con sus hermanos, destrocé el corazón de su mejor amiga, provoqué que la investigara la policía y que Hacienda le amargara el verano a su maridito y cerrara su empresa. Y por eso ella piensa (aunque no lo diga, yo lo sé) que soy una mala persona.



La conocí en una página de contactos. Su nick era Selena65 y en la foto de su perfil podías ver sus orejitas preciosas. Y ella dijo: "conóceme".
Fui, en mi labor de acoso y derribo del muro de su indiferencia, por este orden, osado, encantador, chisposo, impaciente, vulnerable, un poco vulgar y apasionado. Y ella dijo, "adelante".
Es verdad que decía que sólo buscaba conocer gente, amigos, y bla-bla, pero yo la acosé buscando una aventura. Y ella dijo, "vale".
Escribí como un idiota, en mi blog, a su correo, en su whatsapp... Abrí un blog sólo para ella, donde sólo ella podía entrar, donde sólo yo podía escribir . Y ella dijo: "sigue".
Y seguí. La llamaba y le susurraba frases tiernas y procaces, románticas barbaridades y vaguedades amorosas y singulares y ella me escuchaba, podéis creerme, totalmente abierta de orejas. Yo percibía su total disponibilidad, su húmeda disposición a la aventura, lo mucho que le divertían mis frases, lo mucho que parecía apetecerle que pasara del dicho al hecho. Y entonces, ella dijo: "¡Gracias!"
Le gustaba, como nos gusta a todos, traerme loco y desbocado, dando tumbos por la calle de la amargura, y se divertía, lo digo en serio, con mi desesperado enamoramiento.
-.-
Me las apañé, un día, de pronto, y sin que ella lo supiera, para contactar con su marido, que se dedicaba a la contabilidad, trabajando por su cuenta, y presentarme un día en su casa y reunirme con él.
Ella sólo conocía mi voz y mi nombre de pila, así que cuando su marido me presentó como Fulanito de Tal, y yo dije lo encantado que estaba de conocerla, casi se muere. Ella dijo: "¡Oh!"
En nuestras conversaciones, habíamos quedado, osadamente, en que la primera vez que nos viéramos ella me permitiría besar la orejita que aparece en su perfil y yo la avisé de que le tocaría el culo. Lo hice, a escondidas, pero delante de su marido.
-.-
Ella desapareció. Aunque le gustó, sé que le gustó que le tocara el culo junto a su marido, se enfadó de veras. Y me escribió esa misma noche diciéndome que no tenía derecho a hacerle lo que le estaba haciendo y que desde ese momento, me olvidara de ella.

No la olvidé.

De hecho, enloquecí. Me acosté con su mejor amiga, denuncié oscuros tejemanejes contables (totalmente inventados) de su marido. Me hice colega de sus hijos en Facebook y les malmetí contra su madre...

Y ella dijo: "Gracias", aunque creo que de manera irónica.

Eso fue hace un año. Desde entonces, la escribo de vez en cuando, coincido con ella y tal, pero ahora ella sabe que soy tan fanfarrón como inofensivo y, simplemente, me ignora.

Yo no sé si ella lo sabe, supongo que sí, pero su indiferencia es un puñal terrible clavado entre mis ojos. Cada saludo que me niega, cada mensaje que no contesta, agranda inmensamente el mar de mi pena y ahonda en su dolor abisal.

Por eso, ayer, que fue su cumple, después de un año desterrado del país en el que ella reina, el país de los sentimientos y la sensualidad, al felicitarla yo con un pomposo mensaje en su whatsapp, al exponerme una vez más a la bofetada de su desdén, el cielo se abrió de nuevo.

Porque ella dijo: "¡Gracias!"

Vivo otra vez.

 

2 comentarios:

Mal dijo...

...que ya es mucho decir.

Besote grande y no desistas nunca ;-)

Wolffo dijo...

Bueno, no sé si es mucho, pero al menos es decir algo.
Y, aunque sean bobadas, siempre tenemos algo que decir, ¿no?
Un besote, Mal.