lunes, agosto 11, 2014

Hay tardes

Hay tardes, como esta, en las que no sé muy bien a qué está jugando el mundo conmigo. No sé si me pone a prueba o me castiga con raciones intragables de vulgaridad, extensas y anchas como Castilla, aburridas y despobladas.
Hay tardes, como esta, en las que dudo hasta de mi misma existencia, tal es mi irrelevancia, y no es que me pregunte, como George Bailey, que cómo sería la vida de mi entorno de no existir la mía, no, porque sería exactamente igual para todo el mundo, salvo por la inexistencia de esa espadita de Damocles (nada afilada ni peligrosa) que pende sobre las cabezas de mis conocidos y que es la posibilidad de que aparezca yo con mis historias o, lo que es peor, yo pidiendo una ayuda imposible.
 Hay tardes, como esta, en las que me pregunto por el amor , al parecer, indubitado, que me rodea y que, ojo, también yo exhalo, y no sólo por su existencia o su origen, sino por la razón y la osamenta que lo sustenta. ¿Qué tengo yo, ay, que mi amistad procuras? ¿Cuáles son tus gracias, que tu atención necesito como el aire?
 Hay tardes, como esta, en las que me arrepiento de abandonar mis quehaceres escribidores, mi terapéutica cháchara escrita, estas benditas Peroratas en las que ni yo sé lo que escribo, ni tú sabes lo que lees. Escribo a borbotones, sin tema, ni asunto, ni objeto, de acuerdo, pero se me cura un poco el alma y a ti, a veces, te hago sonreír. No precisamente hoy, me temo.



Hay tardes, como esta en las que aunque estoy, fijate, trabajando, lazing on a Sunday afternoon... in summertime, estoy dándole vueltas al mismo molino. Cómo será este trabajo que puedo escribir sin dejar de hacerlo. Cómo será este trabajo que empiezo a preferir caerme en una piscina de mierda. Me lavo las manos veinte veces, pero el hedor del gas-oil es invencible. Elaboro astutas estadísticas sobre el color de los coches, la idiocia de los hombres o el tamaño de las tetas de las mujeres, pero el aburrimiento y la nadería son más poderosos que mis audaces y vacías, pero televisivas, invenciones para vencerlos.

Hay tardes, como esta en las que además... terminas por darte cuenta del asunto primordial: lo más duro de todo es lo que queda. El poso esencial: lo poco que importo. Lo poco que te importo. Lo poco que soy.
Esta canción, nueva, tiene que ver con eso.

4 comentarios:

Mal dijo...

Pues menos mal que también hay tardes de las otras...

Muchísimos besos

SAL dijo...

Tú no te preocupes, que una mala tarde la tiene cualquiera, so no que se lo pregunten a Curro Romero! Guapo! y la cancioncita... a ver! dónde está la Gillette???

Wolffo dijo...

Tengo esto abandonado.
Bueno, un día de estos resucito.

Mal, Sal, muchas gracias por pasaros. Moláis las dos, además de estar super buenas. Lo digo por si no lo sabíais.

Clementine dijo...

Tú sigue escribiendo, Wolffo, anda... Me gusta la canción, y la foto.
Nuevo (y buen) día.
Y besos.