miércoles, junio 25, 2014

Te busco, te busco, te busco... (poema prosaico, ferroviario, sostenible)

Te busco sin descanso desde hace tres trenes; te busco sin tregua ni esperanza, ya; te busco enfermo de pesquisa y de lascivia y te busco sin dejar de buscarte jamás. En los trenes no apareces y me pregunto, sin esperar contestación, de dónde saqué la estúpida idea de buscarte renferiosamente, copón. Si tú nunca has viajado en tren, si no eres expresa, ni ave, ni bala, ni ná, si tus cercanías son ahora inaccesibles, si tu desdén es de largo recorrido, además.

Pero siempre pensé al verte, ángel de son, que si un día, en ti montado, me asomaba al
exterior, sería peligrosa costumbre, serías tachá.-tachan, serías chu-cu-chú
Por eso te busco estacionada, te busco en vías de extinción, te busco en postes, apostada, y paro, para comer un poco de melón. Tiro la cáscara al campo en movimiento, me voy al furgón de cola a ver fugar, y en el punto de fuga, sonriendo y riéndote, se aleja tu carita -traviesa- del mar.

Tu amor es, en orden de marcha, un mercancías difícil de parar; el mío, sin otra tracción que mis huevos, una vagoneta de tracción manual. Aún así te persigo por las españas, sin descanso en mi avatar pasional,  de mi corazón a tus anhelos, desde Cáceres a Portugal. Me critican por vagoneta, por mi ansia exagerar, y yo solo digo a los listillos, que prueben, a ver si ellos corren más. Más lejos o más rápido, más amorosamente o quizá, más tecnológicamente avanzados, pero más sostenibles... ¡qué va!

Le doy a la palanca y mi sombrero, de ala ancha y sin engrasar, es un avispero de sudores, de mosquitos y de pesar. Así que te llamo a gritos, y tú no vas a contestar, no es que no quieras verme, es que -mierda- no estás.

Así te persigo, profesora, tachún-tachún, tachán-tachán, preguntándome si alguna historia parecida, te habrá ocurrido jamás. Soy lento, pero paciente, soy el que te va a levantar, si te dejas de tu asiento de tercera, y te voy a subir al mar. El mar será nuestra cumbre y cuando mi vagoneta llegue allá, sabrás cómo salvarme, para que no me ahogue en la sal.

Serás tú mi sirena, mi poema final, el verso inacabable, el pecado mortal.

No te vayas, Lorna Cor, deja de irte ya, que de tanto irte, preciosa, no vas a saber regresar. No te vayas ya más veces, descansa en vía muerta y sal, y sin raíles ni agujas, podría quererte... quizá.






Nada, nada...

2 comentarios:

Mal dijo...

No me extraña que nadie comente, nos enmudeces ante tal alarde talentoso.
(Sueno muy pelota, pero es lo que hay.)

Beesos

Wolffo dijo...

Jooo.. ojala en el mundo hubiera tres o cuatro que pensaran como tú. Muchas gracias, Mal, te quiero mucho