domingo, mayo 11, 2014

Añoranzas, bosquejos y cunnilingus

Añoro, -¡oh, sí...!- tu incomprable presencia. Sin tu voz, faltando tus rarezas, ausente tu cariño inesperado, sin la ocasión de cruzarme con tu hermosísima mirada, o tu casi eterna sonrisa, la vida es menos vida y es más penoso pasar. Te añoro, ángel del sur, no sabes cuánto.

Con estas palabras, yo, el lobobrero senil, verde que me quiero, traté de recuperar a Lorna Cor, profesora inesperada de Física Cuántica, pintora de naturalezas vivas y masajista tórrida con los pies. Fracasé, ¿holgaba decirlo?

Fui a su casa. Paso mucho bajo su ventana y la veo mirar, mientras pinta, mientras cocina o mientras realiza, a mi pesar, tareas vulgares como ver concursos en la tele, o tragarse sin masticar las series españolas. Seguro que tiene whatsapp, la muy...

Me disfracé de chiste y me colé en su casa. Me metí en la radio y salí por allí. Lorna se reía mucho, incluso estando sola. Era un buen chiste: dos amigos. Uno le dice al otro. Hombre, ¡cuánto tiempo...! ¿Dónde has estado? Bueno, es que estado en un tratamiento para quitarme las ganas de fumar, de seis semanas. ¡Pero tío... si estás fumando! dice el primero, ¡ya... pero sin ganas! remata el cabronazo.

Lorna se reía y como estaba sola en casa su risa era un poco porno, no sé si
me explico. Risa adulta, pero sin pintarse ni nada, sin maquillaje, con un vestido de verano, de punto, azul marino, bueno, no, azul ala de mosca, como desgastado, con sus divinos pechos libres de marca, moviéndose libremente de allá para acá, volviéndome loco. Es una mujer tremendamente sexual, cargada de magia y arte manual, una fimo-girl auténtica y enloquecedoramente sensual, moldeada por los dioses libidinosos,  sí, pero también por el diablo pilluelo, tentación con rizos dorados en estado puro, inspiración y arte en movimiento. Soy chiste, pero no de piedra.

Harto de la insustancialidad del chiste, resolví convertirme en canción y quise ponerte tierna, hermana, porque si de rutina eres el blanco de mis deseos, cuando te pones tierna eres óptima, mujer; quise enternecerte, pues, cantándote un clásico de esos que te pegan, que te van como un guante:


Bailabas tú y canción que era yo, así que me bailabas, pues, con tu sonrisa de bailar, con tu cuello de bailar, con tu sexo de bailar. Y yo te había visto bailar mil veces, pero resultó esa la primera vez que era yo lo que tú bailabas, y me pegué como una lapa a tu cintura, a la curva de tus muslos, al sudor de tu cuello, a tu espalda prometida. Enredado en tu melena, cuando terminé, ya no tenía sentido seguir siendo canción, así que me hice Lienzo en el Suelo (LeeS).

Ser LeeS no es fácil, amor. Requiere de una firmeza y una paciencia que mi formación poco estructurada y reglada no me han proporcionado. Mas por ti, hice el esfuerzo y fui un Lienzo bueno. Sentada en el sofá jugaron tus piececitos con el pincel del color, el amor y el calor y sacaron de él el blanco en crema ese que parecen mil colores cuando el artista sabe cómo hacerlo.

Tus pies llenos de pintura y yo, LeeS ansioso, convergimos al fin. Bosquejaste sobre mí, en sensual danza iniciática, un paisaje de piedras vívidas, de tierras de raíces profundas, de mar y sol. Al fin, sobre la tierra y las piedras dibujaste una greca, una enredadera carnívora, cuyos tallos te subieron los tobillos, te abrazaron las rodillas, te comprimieron los muslos y los abrieron, dejando a la cabeza carnívora y vegetal frente a la fuente de tu vida abierta sólo para mí.

Curioso incurable, pero más juguetón que tragaldabas, jugué largo rato en tus contornos, ora en rápidas acometidas, ora en lentas y recreadas incursiones y al fin atrapé el diamante que guardabas para mí sin saberlo. Temblando de arriba a abajo, fuiste, al fin, mujer. La más dichosa mujer del planeta en ese insóltio punto, en ese preciso momento.

Lienzo en el suelo.¡A quién se le ocurre...!


4 comentarios:

sabelilla dijo...

Hacía tiempo que no te leía así... Me has puesto la piel de gallina (o carne de pollo, como dice una amiga mía, también muy sensual, pero en plan rústico y eso)
Me ha encantado

Wolffo dijo...

Alegría me das, sabelilla, maestra escribidora sensual, ¡qué gustito volver a verte por aquí!
A mí me encantas tú, ya lo sabes, bonica. Un beso de tres minutillos.

Mal dijo...

Guauuu, qué subidón!! Sí que hacía tiempo, sí.


Besos:
Mal

Wolffo dijo...

Si yo te contara el tiempo que hace, Mal...

Un besote, cielo.