domingo, marzo 30, 2014

Recursos (poco) humanos, o cómo conseguir un ambiente de trabajo verdaderamente repugnante sin esfuerzo.

Dicen algunos grandes y respetados cabezas de huevo del mundo de la empresa y todo eso, que en una compañía no hay recurso más valioso que los recursos humanos. Una correcta gestión de éstos, eso es evidente, sean o no los recursos más valiosos, es un factor decisivo para el éxito.
Es frecuente contar Casos de Éxito, y a mí me gustaría aportar al género de la Cháchara Empresarial un nuevo género, el "Caso de Fracaso"; contaré un caso de evidente estulticia, de mala fe y de cabezonería empresarial. Se trata de que, por no complicarse la vida, por no pasar un rato desagradable, una gran empresa, una con más de mil empleados, es capaz de mantener un jefe de equipo evidentemente incapaz, sin preparación y con una extraña habilidad para fastidiarlo todo a su alrededor, creando una especie de nube tóxica de inutilidad que la acompaña como una atmósfera, a donde quiera que va.
Es un caso real, por supuesto, nada especulativo.
Pongamos que hablamos de una gran empresa que dispone de cientos (más de mil) de puntos de venta al público. Estos puntos de venta son diferentes entre sí en tamaño, capacidad de negocio, ubicación, pero básicamente, son el mismo concepto: la venta de una categoría de productos que da sentido al negocio y aprovechamiento del espacio disponible para ofrecer al público cientos de productos de conveniencia. Centrémonos en uno de esos puntos de venta.
Hay 5 trabajadores rasos y un encargao, o jefe de equipo. Y os relato 3 anécdotas que si bien, no son categoría, sí te hacen ver, de forma clara, cómo funcionan las cosas.

1. ¿Motivar a tu equipo? Tonterías, ¡amenázales!
¡Oh, Dios mío... se ha roto el mando a distancia que sube y baja el cierre de la tienda!
Porque, por cuestiones de seguridad, aunque el negocio está abierto 24/7/365, por la noche "se echa" el cierre y se despacha por un ventanuco. De modo que he aquí una magnífica oportunidad para demostrar a tu equipo que eres un jefe duro e inflexible y dejas una nota amenazante que deja bien claritas las cosas: conmigo no se juega, destrozadores de cosas. Mejor amenazar con robarles el dinero a los empleados, animarles a practicar la delación y sembrar el mal rollo, sin duda.
La encargada tiene un mando de repuesto, un mando que ella no va a usar jamás, pero lo tiene escondido porque así es mucho mejor, claro. Y en lugar de solicitar un mando nuevo, o mandar a reparar el estropeado (que aún funciona, a duras penas), eliges escribir (aunque apenas conoces el arte de juntar letras) esta preciosa nota de la que los estudiosos de la gestión de equipos deberían tener enmarcada en su mesa.

2.- ¿Mejorar las condiciones de trabajo? ¡Ni lo sueñes, haz que sufran un poco que no se van a morir!
En este mismo punto de venta, hay un aparato de aire acondicionado y
calefacción que, aunque viejo, sigue funcionando. El caso es que sólo funcionaba a una temperatura (18º) y ya antes de empezar el verano, es necesario ponerlo en marcha porque la tienda de la que hablamos posee un horno de pan y bollos, y numerosas cámaras de frío que mantienen frío lo que exponen, pero por detrás despiden un calor muy desagradable.
El caso es que ya desde el mes de mayo hay que tener puesto el aparato de aire acondicionado, pero por la noche, sin el horno funcionando, y con las puertas cerradas a cal y canto, el aire gélido que despide la máquina es letal. De modo que los que trabajan en el turno de noche, lo apagan y a veces, es cierto, olvidan encenderlo cuando se van, a las 7 de la mañana. Pero vamos, es sólo cuestión de darle al botón de encendido y el aparato vuelve a enfriar.
La encargá, podría elegir un montón de estrategias para tratar este asunto absolutamente banal, pero le ha cogido gusto al lápiz y sin rubor alguno de su estilo zoquete, deja esta otra perla a sus empleados. "Si tienes frío, limpia una estantería" es también una frase que los estudiosos deben tener en cuenta.

3.- Jamás admitas un error y mucho menos, pidas disculpas: mejor culpa a los idiotas que trabajan para ti

Carlos, un trabajador de esta tienda, reclama que no le han pagado un festivo. Como la responsable de esas cosas es la encargá, se pone nerviosa y piensa, "mierda, si ese día era festivo, no se lo he pagado a nadie", y  escribe sobre el cuadrante de turnos, para que todo el mundo lo lea, esa cariñosa y sintácticamente imperfecta nota que podéis leer aquí, en color rojo. Mola, porque en vez de disculparse por SU fallo, pues es ella quien comunica a RRHH los festivos que trabaja cada trabajador, tacha a los demás de despreocupados y gente poco seria.
Uno de los trabajadores, alma generosa, contesta al entrañable mensaje con el Smiley que se aprecia bajo la nota. Pero hete aquí que de personal, le dicen que está todo correcto, que no se deben días a nadie, así que tiene que envainársela y tachar lo anterior y escribir una nota adicional, lo que hace de forma sencilla y eficaz, sin duda, pero perdiendo una magnífica ocasión, la segunda en el mismo tema, de hacer eso tan humano, pero tan poco de jefe, de pedir disculpas, esta vez por tratar a su equipo de inútiles y despreocupados injustamente, puesto que no se les debía nada y nada tenían que reclamar.
Todo esto sin mencionar la letruja, las faltas de ortografía y sintaxis, lo burdo de su forma de comunicarse, el cuasianalfabetismo que destilan sus notas, y el inexplicable resentimiento que parece sentir hacia sus subalternos.

Ahí tienen, señores, un Caso de Fracaso. Ya dirán ustedes...
 





miércoles, marzo 26, 2014

Un desahogo

Cuando se trata de ti, pies ligeros, todo tiende a ser leve, inane, casi, imperceptible, no balanceado y muy bien perfumado.
Cuando se trata de mí... las cosas son un mero recuerdo, es como una vieja gloria estropeada, de la que percibes lo que fue, incluso lo que pudo haber sido, pero lo que hay ante tus ojos es sólo declive y deterioro.

Fui testigo de tus llantos infinitos y los soporté estoicamente; no te maté, ni entonces ni ahora, por si no te has dado cuenta. Sigues viva, ¿no? pues eso es parte de lo que me debes. Siempre, de siempre, nena, me gustaron tus pechos redondos y tu sonrisa de repente y la forma en que escuchábamos las no-ticias, ¿te acuerdas? Llamábamos no-ticias a esas noticias que no eran ticias, que era como llamábamos a los sucedidos menores, no necesariamente lujuriosos, pero vamos, casi siempre eran así, de lujuriosa nadería. Hoy he escuchado una no-ticia buenísima. Decía la locutora que los estudiantes habían montado una protesta espectacular, "con barricadas improvisadas y contenedores ardiendo" y yo me he imaginado a los manifestantes detrás de sus improvisadas  barricadas con tenedores ardiendo, blandiéndolos como si fueran las desdichadas y metálicas antorchas de poco fuste que su mema protesta merecían. Y bueno un tenedor que arde acaba quemado, ¿no?

Sé que te hubiera gustado esa no-ticia, que hubiéramos sacado punta a esa confusión de contenedores y con tenedores. Hubiéramos pasado un rato divertido exprimiendo eso y luego... otro silencio incómodo hasta que me dejases hacerte el amor de ese modo torpe en que yo lo hago, apasionado, sí, pero atropellado y vergonzoso, porque a ti no te gusta el sexo o quizá es que no te gusta el sexo conmigo.

Si me llamas, voy. Primero me sorprendo, puede que me caiga de culo, pero luego, de verdad, voy; si me miras te aguantaré la mirada y si te duermes, no despertarás sola nunca más. Soy un tenedor, con cuatro falos y todos inútiles, con un mango confortable y con pocas ganas de pinchar. Si pincho es porque eso es lo que se espera de mí.

Puedo ser tu desahogo, tu no-ticia, si quieres, tu des-ahogo. Cuando te ahogue la vulgaridad de la vida, el muermo que va contigo a todos lados, el aburrimiento que dice amarte, el pesado que se parece a Gregorio el Pecas, o la vida vacía que te llena de esa manera tan extraña... cuando la vida, esa mierda de vida, que todos tenemos a veces, que tú tienes casi todo el tiempo, te ahogue, llámame... y nos aburrimos juntos.

Porque tengo una noticia, nena. Yo no soy muy divertido, vale, pero tú... tú, querida, tú, nena, tú eres el maldito aburrimiento en persona. Y no te ahogues al leer esto, por favor.
Sería una tontería.

viernes, marzo 21, 2014

Carrefour como síntoma


Tiene mi trabajo pocas cosas buenas, y aún menos cosas interesantes, pero a veces te da esa posición, ese punto de vista, desde el que observar una serie de comportamientos humanos, humanísimos, en los que, desde otra situación laboral cualquiera, no repararías.
Tenía ganas de contaros lo de Carrefour, que no es sólo "lo de Carrefour" sino también la forma en que la gente percibe ciertos comportamientos comerciales de las empresas.
Desde hace meses ya, 7 u 8, al menos, Cepsa, la empresa donde yo laboro, ha firmado una acción comercial con Carrefour en virtud de la cual el 4% del importe de tus repostajes (con ciertos límites que no viene al caso ahora detallar) se guarda en el denominado "cheque ahorro" que Carrefour reparte trimestralmente entre los socios de su Club de fidelización. Objetivamente, es una buena promoción para el consumidor: alguien que reposte 50€ semanales (y mucha gente lo hace, si no más...) reunirá cerca de 30€ para gastar en Carrefour. No está mal.
Lo que me llama la atención no es la acción promocional, sino la reacción de algunas personas. Nosotros, los expendedores rasos, tenemos la obligación de preguntar, si el cliente no nos la presenta motu proprio en el momento del pago, si tiene la tarjeta de Carrefour, pues hay que presentarla en cada acto de compra si quiere uno beneficiarse de la promo. Cuando lo preguntamos los que la tienen, nos la dan y punto. Algunos te agradecen que se lo hayas recordado. Otros, es lo curioso, se enfadan, y te la dan como quien tiene que pagar un impuesto o una tasa y, normalmente, comentan algo del tipo "con tanta tarjeta uno no se aclara" o "pásala, aunque no sirve de nada". Reconozco que los recalcitrantes son minoría entre los que tienen la tarjeta, pero lo que es de verdad curioso es que no tener la tarjeta de Carrefour es una especie de bandera, una causa. La gente que NO tiene la tarjeta, no se limita a no tenerla, sino que hace gala de ello, te demuestran el disgusto que para ellos supone el que puedas creer que ellos fueran tan... tan... tan flojos como para dejarse tentar por la dstribuidora gala. Los que no tienen la tarjeta te lo dicen con firmeza, casi con desprecio y muchos de ellos te hacen ver que no es que no la tengan, es que no piensan tenerla y mentarles Carrefour es como mentarles La Bicha.
Si como me ha pasado hoy, tienes tiempo, y humor, para discutir el asunto con alguno especialmente chinchoso y "le picas" un poco, para tirarle de la lengua y que te entretenga un rato con una discusión absurda, entonces sale a relucir ese odio casi ancestral que, es cierto, despierta Carrefour en muchas personas. Verbi gratia:
- Hombre, con el respostaje que has hecho hoy, tienes tres euros... te da para comprar un pack de leche, de seis litros, o dos docenas de huevos, o una botella de aceite de oliva...
- Ya... -dice el tío mosqueado- pero hay que ir... - como si ir a Carrefour a llevarse productos gratis, fuera el infierno, o el corredor de la muerte, o una fábrica de quesos, por poner 3 ejemplos letales.
- Hombre, claro que hay que ir... pero, vamos, que es para recoger productos gratis... - y entonces, él, resumiendo en un gesto el miiiilenarisbo atávico y cruel, me ha mirado y me ha dicho la frase definitiva.
- ... que no, que no... que nadie da duros a pesetas, ¡que lo quieren es hacer clientes!
Ante eso, uno no puede más que callarse. Y compende que este es un país raro, lleno de complejos. Un país en el que tener éxito en los negocios, en el que ganar dinero, es el epítome de la mezquindad. Un país en el que ya no se puede decir "empresario" porque los empresarios ganan dinero (se supone) y hemos inventado "emprendedor". Un país que odia a los ricos, a los curas y a la gente culta, y ese odio es irracional, porque en realidad  no es odio, es anhelo cabreado de lo que no se tiene. Porque en lo que de verdad somos buenos es en ser envidiosos
¡Qué barbaridad, qué atrocidad, una empresa que lo que quiere es hacer clientes! ¿Cómo se atreven?

jueves, marzo 13, 2014

Cormoranes, por si miraras hacia arriba.

Levanto la mirada, con cautela, y veo el camino lleno de maleza. Y tú estás a un lado y sigues enfadada, y ni siquiera me miras, y sólo si nuestras miradas se cruzan, me demuestras tu desdén. Tu infinito y cordial desdén.

Avanzo, un poco penosamente, a machetazos, y voy descubriendo apostados tras los árboles, tras las piedras grandes, a los matarifes que esperan a que abandone el camino, afilando sus cuchillos, segregando jugos homicidas, vendiendo, tal vez, la piel del lobo antes de cobrarse esta pieza. ¡Qué cabrones!

Tú tampoco estás. Y sin embargo tu ausencia, el hueco que dejas, el vacío con el que tu no estar me envasa el alma, es la evidencia de lo mucho que me importas... y de lo poco que significo. Y, desolado, sigo sin ti.

Y tú nadas, en tu océano de tristeza, contra corriente y yo lo sé, pero también sé algo que tú nunca sabrás, porque eres obcecada como una tortuga,  y es que si bien a veces has sabido identificar a tus enemigos, siempre yerras con tus amigos: yo soy el más fiel de ellos, y nado por encima de ti, no por quedar por encima, como te gusta pensar a ti, sino porque tú jamás miras hacia arriba y no ves los a los elegantes cormoranes, elegantes de lejos, despiadados de cerca, cuando se lanzan al mar en busca de delicados bocados como tú. Crees, pobre boba, que tienes que defenderte de mí... y yo te comería, sí, pero sólo para hacerte vivir.

La noticia, lo que ha cambiado, es que al fin, estoy caminando. Es que voy dando pasos, puede que algunos de ellos equivocados, pero voy tomando velocidad de crucero, y el aire echa hacia atrás mi flequillo autónomo y el mirador de mi antigua faz, de mi rostro envejecido, se encuentra despejado por primera vez en muchos meses y puedo, al fin, mirar hacia delante.

Sigo, eso sí, sin poder escribir. Con miedo a que me leas. Con vergüenza de vida, sin sal, con grasas polisaturadas, con paseos, sin vivir, contigo rondando mis pensamientos pero, al parecer, ya irremediablemente sin ti.

Abriré el melón de mis penas mundanas, me engañaré con su aroma fresco, cortaré en rodajas las amargas desdichas y trataré de ignorar el daño inmisericorde que me causas, endulzándolas con edulcorantes artificiales, como el pensamiento positivo, las amistades cibernéticas, el sexo a solas, el consenso estéril, el diálogo hueco y la sonrisa de smiley en el lugar que debían ocupar tus labios verticales, benditos por la gracia de mi deseo, malditos por tu desdén.

Daría cualquier cosa porque comprendieras que, vida mía, no estoy intentando ganar nada. Sólo intento no perderlo todo.

Trato de sobrevivir.

miércoles, marzo 05, 2014

El blues, tooooodo el blues y nada más que blues

¡Atención!
El viernes 14 de marzo, a las 23:30H. aprox.
en Marula Café
(c/Caños Viejos, 3 - esquina Bailén-)
tienes que asistir, por lo civil o lo criminal, a la
gran noche de blues
en la que podrás disfrutar de la banda del momento
Movin'On Blues
¡¡EN CONCIERTO!!
Entrada 5 lereles, ojo, con Consumición

Póster del acontecimiento, diseñado por alguien con muuucho gusto, ¿no?

Movin'On Blues es la banda de blues en la que estoy metido ahora. Aquí me limito a cantar y a soplar la armónica; mientras, Guillermo le da a la batería, como si tuviera con ella alguna cuenta pendiente; Juanma toca el bajo el bajo con la seguridad de quien conoce el camino y te enseña por dónde se llega mejor; y Alberto a la guitarra, convirtiendo cada compás, con sus dedos de kriptonita, en una agradabilísima sorpresa.
Si vienes podrás disfrutar de buen blues en toda la amplitud del término: blues, R&B, funk, rock, pinceladas rumberas y el shuffle más clásico. Bailoteos, piececillos marcando el ritmo, cabeceos sincopados e incluso algún que otro arrime de cebolleta están garantizados.
Ven a pasar un buen rato y luego... nos tomamos una copichuela.
Besos y abrazos