En el centro de la escena, como si fuera idiota, pero con su cara normal de zoquete, Fernando Javier proclama al cielo su desdicha vital:
Fernando Javier: ¡Oh, tus pezones... recurso inagotable en mis escritos! ¿Cuáles son tus razones, mi gordita deseable, para rechazar a este proscrito?
Entra Marta Rosa, sientiendo una gran realidad sobre su pecho, y sin poder disimular que sin gafas es como Rompetechos; responde a FJ, pero como si clamara en el desierto:
sin que nadie lo impidiera,
se enfadó primero un rato,
para acabar hecho una fiera
Y así termina esta vieja
historia sin laca ni gomina
así que, moraleja:
la vida, casi nunca rima
Marta Rosa: ¡Ay, tu pesadez sempiterna! tu salidez sin tregua, tu incansable instinto bajoFJ se rasca los huevos mientras acentúa la idiocia de su semblante
Fernando Javier: ¿Es eso lo que te amuerma? porque te amo a destajo...
Marta Rosa: y tu higiene siempre en huelga: hueles, pero bastante, a ajo
Fernando Javier: ¿Y qué si como especiado, y al gusto mediterráneo? Tengo entendido que sin esta dieta, para vivir, vas de cráneoY entonces él, insensato,
Marta Rosa: tus versos son horribles, casi tanto como tu aliento; tu aspecto es discutible, tu coco no vale un pimiento, y no tienes posibles... ¡te mando a tomar viento!
sin que nadie lo impidiera,
se enfadó primero un rato,
para acabar hecho una fiera
Y así termina esta vieja
historia sin laca ni gomina
así que, moraleja:
la vida, casi nunca rima