lunes, noviembre 11, 2013

Un señor bastante importante

He visto que hoy ponen en la tele El inolvidable Simon Birch, una peli del todo encantadora, como muchas de las películas basadas en novelas de John Irving, de quien yo me atrevería a decir, sin miedo a equivocarme, que se trata de un señor bastante importante.
La película tiene esa cosa tan fantástica del cine americano que te hace meterte en la historia nada más empezar, atrapando tu alma con un par de notas musicales, la nostalgia y el discurso evocador de una voz en off que repite, casi literalmente las primeras líneas del gran libro de Irving:

"Estoy destinado a recordar a un chico de voz estridente..."
Ver que ponían esta peli me ha recordado lo mucho que disfruté leyendo la novela en que la peli está basada, Oración por Owen, y lo que, en general me ha hecho disfrutar John Irving con sus fantásticas novelas.
Irving es un autor muy peliculizado y estoy seguro de que mi amiga Clementine, una de las pocas lectoras habituales de este blog, y autora de varios blogs sobre cine, escribiría un brillante y bien documentado artículo sobre las pelis que Hollywood, o la industria del cine en general, ha hecho sobre la base de las historias de John Irving, Aquí le dejo la idea y la sugerencia, a ver si ella toma mi guante.

Pero quería escribir sobre John Irving, bueno, no sobre él, sino lo que me ha pasado a mí con John Irving. Yo creo que de los autores contemporáneos de éxito, no hay ninguno como John Irving. Puede que sea escritor de best sellers, y que esto sea malo para alguien, pero para mí es un escritor de  los pies a la cabeza, y no un escritor cualquiera, sino un gran escritor, que tiene la fortuna, por la cual le envidiamos en todo el mundo, de que su talento sea además reconocido y aplaudido por millones de lectores.

Para mí, leer a John Irving es un placer. Me encantan sus diálogos y sus personajes, su sentido del humor y su inteligencia preclara, aunque a veces me fastidie un poco su militancia (ligera, no es un tío demasiado sermones) en la superioridad moral de lo políticamente correcto que sobrevuela en ocasiones sobre su discurso, algo que ocurre, también, por ejemplo, con otro grande, aunque en mayor medida, como Paul Auster.

Me sucede, a menudo, leyendo a Irving que al leer un párrafo levanto la vista, cierro a medias el libro (sin perder la marca, eso sí) y me cago en su santa calavera, de pura envidia, y vuelvo a leer ese mismo párrafo, preguntándome y buscando qué es lo que ha hecho genial ese párrafo; y lo leo y releo, y me pregnto mil veces dónde está; y nunca lo encuentro, no hay un chispazo poético, un destello de ingenio, ni una elección afortunada de adjetivos o circumloquios; pero subyace en las palabras escogidas, y su significado, un orden rítmico inexplicable, una musicalidad latente que, como agua subterránea, riega el texto de vida, como un jardín tropical, de esos tan frondosos que casi cansa mirarlos.

No lo encuentro, decía, quizá tú sí. Quizá si lees Libertad para los osos, puedas explicar de dónde sale el genio, cuándo nació esa luz. John Irving es parte de mí, aunque él no lo sepa, y así debería seguir siendo. Si te lo encuentras un día, quizá comprando calabacines, tal vez en un ferry a una isla aburrida. no le digas nada sobre mí. Hablad de béisbol, de gambas o de Etta James o Muddy Waters, con eso le mantendrás tranquilo y circunspecto, que es el modo en el que, según la Enciclopedia Obtusa de Exploradores, debe mantenerse a los escritores. Porque, querida, te diré algo que quizá te salve la vida un día: si dejas que un escritor empiece a hablar de su obra, sus historias o personajes, estás perdida.

No y no. No hay nada tan pelmazo como un escritor hablando de su cosa, explayándose pedante y pomposamente sobre toda esa basurilla que tanto gusta a los periodistas, tipo si su historia es autobiográfica, o si el personaje del gato está inspirado en su tía Angustias. Incluso si es a Irving, no soporto las entrevistas a escritores. O a actores. Mejor la muerte.

Sé que John Irving no es el mejor, pero es, sin ninguna duda, el que a mí más me gusta. Supongo que no enseñarán sus libros en el colegio, pero igual que leía párrafos a mis hijos para dormirles y, más adelante, les recomendé y presté sus novelas, enseñaré a mis nietos la magia que se esconde tras, o sobre, algunos párrafos sublimes. Seré al abuelo cebolleta pelmazo que lee cosas pesadísimas y un día, sin darse cuenta, se encontrarán frente a la tele, o en un cine, viendo una peli cuyo guión sea suyo, o basada en una novela suya... y se acordarán de su abuelete obeso y pelmacín, el que les leía párrafos sin sentido y, en fin, todo tendrá, al fin, sentido.

¿Me entendéis, Príncipes de Maine, Reyes de Nueva Inglaterra?

Pues a eso me refiero.












5 comentarios:

Clementine dijo...

"John Irving a toda pantalla"... Por supuesto que tomo tu guante, Wolffo, suena la mar de bien como título. Eso sí, me tendré que documentar bien porque no estoy puesta en ello. Para empezar aún no he visto "El inolvidable Simon Birch" y eso que cada vez que leo o me mencionan este título pienso que la sigo teniendo pendiente. Tampoco he leído la novela en la que se basa, es más, no recuerdo haber leído nada de Irving...
Con lo que me apunto ya la peli y la novela para remediarlo y tú además me recomiendas otras novelas de Irving (porfa)...
Y en cuanto al artículo sobre este autor en el cine, pues que seguro que aparecerá en mi pantalla antes o después. Eso sí, será ya para el 2014 que este año ya no tengo hueco en la agenda :)
Gracias por este artículo tuyo, Wolffo, me ha parecido precioso. Todo él.
Un beso.

Wolffo dijo...

No hay prisa, Clemsie, y lo harás maravillosamente bien, estoy seguro.
Pero antes, debes reparar esa no lectura, Irving es muy cinematográfico.
No dejaría de leer libros que, creo, tienen todos su peli: "El mundo según Garp", "Príncipes de Maine, reyes de Nuerva Inglaterra" (Las normas de la Casa de la Sidra), "Oración por Owen" (El inolvidable Simon Birch), "El Hotel New Hampshire" y, a mí, me gustaron, también, Libertad para los osos, Una mujer difícil y La cuarta mano.
Luego, tiene un libro cuyo título es sugerente, al menos, supongo que será sugerente para ti, que es "Mis líos con el cine" porque, además de que se hayan llevado a la gran pantalla muchas de sus historias, en más de una ocasión ha sido con su concurso directo, participando, supervisando o, directamente, escribiendo él la adaptación.
En fin, Clemsie, gracias por tus palabras y por tu eterno cariño. Un beso enorme.

Clementine dijo...

Pues apuntado queda todo esto que me cuentas, gracias a ti, Wolffo.
Y mira, no sabía que era de él "Las normas de la casa de la sidra", otra película que hace muuucho que quiero ver, porque además creo que ahí Michael Caine se sale (me parece que le dieron el Oscar).
Cuando me lea a Irving te lo cuento.
Otro beso.

Mal dijo...

Irving y Russo son dos palabras que siempre me traen a la mente otra: Wolffo.
Y a partir de ahora, también lo hará otra bella palabra"croqueta".

Wolffo dijo...

Claro, Russo, otra bestia narrativa sin la que todo esto tendría mucho menos sentido.

Me gusta pensar que te acuerdas de mí al pensar en esos dos tipos. Será porque de ese triunvirato talentoso Irving-Russo-Wolffo el único realmente sexy soy yo, ¿verdad? Eso pensaba... ;)

Un beso enorme, Mal.