martes, octubre 29, 2013

Romántico entremés


En el centro de la escena, como si fuera idiota, pero con su cara normal de zoquete, Fernando Javier proclama al cielo su desdicha vital:
Fernando Javier: ¡Oh, tus pezones...  recurso inagotable en mis escritos! ¿Cuáles son tus razones, mi gordita deseable, para rechazar a este proscrito?
Entra Marta Rosa, sientiendo una gran realidad sobre su pecho, y sin poder disimular que sin gafas es como Rompetechos; responde a FJ, pero como si clamara en el desierto:
Marta Rosa: ¡Ay, tu pesadez sempiterna! tu salidez sin tregua, tu incansable instinto bajo
Fernando Javier: ¿Es eso lo que te amuerma? porque te amo a destajo...
Marta Rosa: y tu higiene siempre en huelga: hueles, pero bastante, a ajo
FJ se rasca los huevos mientras acentúa la idiocia de su semblante
Fernando Javier: ¿Y qué si como especiado, y al gusto mediterráneo? Tengo entendido que sin esta dieta, para vivir, vas de cráneo
Marta Rosa: tus versos son horribles, casi tanto como tu aliento; tu aspecto es discutible, tu coco no vale un pimiento, y no tienes posibles... ¡te mando a tomar viento!
Y entonces él, insensato,
sin que nadie lo impidiera,
se enfadó primero un rato,
para acabar hecho una fiera
Y así termina esta vieja
historia sin laca ni gomina
así que, moraleja:
la vida, casi nunca rima





6 comentarios:

Clementine dijo...

¡¡¡BRAVO!!! Jajajajaja.... me lo he leído dos veces.
La vida, casi nunca rima... Pues habrá que hacerla rimar, como sea.
Un beso, romántico Wolffo.

Wolffo dijo...

Gracias, Clemsie, digo a bote pronto,
eres un encanto, eres un solete,
un cielo, dulce como un mollete,
bloguera lista que lee a bloguero tonto.

¡Gracias!

Clementine dijo...

Jajajajaja... ¡Gracias a ti!
Y digo yo que si la bloguera lista lee a otro bloguero... será por algo.

Wolffo dijo...

Será por mi dinero, o por mi físico, una de dos...


Un besazo de película.

Mal dijo...

jajajaja,
me encanta el romanticismo
en si mismo.

Y el derroche de talento
en cualquier momento

Wolffo dijo...

Y a mí me encantan las sagas
como la tuya, Mal, querida,
que siendo listas que te cagas,
vienen y leen mis paridas.

Y tú, rostro de porcelana,
que hasta mis ripios celebras,
eres como esas cebras,
que serían caballos, o piedras,
si les diera la real gana.

¡Muacks!