lunes, junio 10, 2013

Sutil y delicado: por si no te habías dado cuenta

Por si
 
Una canción concisa 


- Sutil y delicado - dije sin dudarlo -, así es como yo lo percibo, aunque no todo el mundo suele estar de acuerdo - esas fueron mis palabras textuales cuando el piriodista me asaltó, alcachofa en mano, en los pasillos de Las Ventas. Cierto es que él se refería al Juli y a la faena que todos acababan de denostar mediante gran pitada; también es cierto que me confundió con Emilio Estévez y yo iba pensando en lo que respondería si un juez, imparcial, pero justo y estricto, me preguntara sobre el ambiente que dejo en un despacho después de tener una reunión. 

Y si me preguntas que por qué un juez me haría semejante pregunta, no sabría qué decirte, pero también, en mi despacho y en otros, tengo imaginada la situación en la que una incisiva pero simpática piriodista, prestigiosa y sensual, me pregunte si estoy de acuerdo en que, como dicen las encuestas, soy el hombre más deseado del mundo, y a esa crucial pregunta no contesto "sutil y delicado", sino que tengo preparada, mejor estar prevenidos, esta respuesta: "bueno, yo reconozco que Brad es más guapo, más sexy, si quieres, incluso, pero, en fin (y en este momento clavo mis ojos en los de la piriodista con mirada queda), no tiene mi chispa, ¿no crees...?"

El piriodista de la alcachofa, ajeno a mis elucubraciones, se deshace de mí, a quien considera un famosete de quinta, porque ha vislumbrado en el mismo pasillo, saliendo de los aseos de mujeres, a Ana Obregón y entonces yo vuelvo a mis pensamientos, retomo el hilo de la reflexión profunda y provechosa y obtengo el convencimiento de que siempre es mejor, mucho mejor, hacerlo en mi propio despacho. No hay color.

En mi despacho no hay lujos, pero sí comodidad. Está un poco anticuado, pero es perfectamente funcional. No es un despacho para recibir visitas, es un despacho para trabajar. Para sentarse cara a cara con uno mismo y sacar de ti lo mejor o lo peor, pero asegurándote de que nada quede dentro. En mi despacho he escrito buenos párrafos, he dado a luz algunas grandes campañas, he encontrado soluciones ingeniosas a problemas endemoniados, he escrito algunas canciones, he mantenido charlas eróticas, sexo telefónico, con algunas mujeres que ni te imaginas. En mi despacho he llorado y he limpiado mi alma y purificado mi cuerpo. En mi depacho he leído a los mejores y a los peores, he sufrido y me he aliviado. 

¿Que si echo de menos algo? Sí, claro, unos bracetes  para descansar los codos y que éstos no me corten la circulación y me entumezcan las piernas, y una mesa camilla para las duras jornadas invernales, pero puedo pasar sin eso. Porque en este despacho, inspiración mía, está lo más hondo de mí. Aquí lo dejo, a diario, y a diario lo abandono y es un lugar fabuloso, para mí y también para los demás, pero sólo si al salir no me olvido de descargar la cisterna y ventilar.

Y entonces. sólo entonces es así, amigos: sutil y delicado. Lo digo por si no te habías dado cuenta.


2 comentarios:

Mal dijo...

jajaja, no está nada mal dejar ese ambiente en despacho semejante. Muy pocos pueden hacer gala de ello.

Y el de la foto se te parece, os dais un aire.

Besos gordos, wolff

Wolffo dijo...

Hay fotos en las que nos parecemos más, sobre todo hace unos 15 años,cuando ambos teníamos treintaypocos.

Beso gordo, Mal.