Leticia presenta mañana su proyecto de fin de carrera. Es sobre los distintos tipos de amor que pueden observarse en algunas obras de Shakespeare, un tema fabuloso. Es muy interesante y ella ha hecho un trabajo... wau, de primera. profundo, ingenioso, brillante, muy agudo. Estoy muy orgulloso, es una pasada de hija. Tuvo el detalle de pedirme que la ayudara con la gráfica: las tipografías, diseño, conceptos, simbologías y esas cosas. Me alegra haber podido echar una mano en un trabajo tan alucinante, me salva del abismo que alguien requiera mi cerebro, y bueno, es mi hija, hace trabajos sobre el teatro de Shakespeare y va a terminar su carrera.
El año que viene se va de nuevo a Birmingham (y dentro de unos días, tres semanas a Salisbury) y su vida empieza de un modo distinto. Vuela ya.
Borja mañana empieza a trabajar en un bar. Va a currar durante el verano para hacerse con unos lereles porque... se va a Amberes, con una beca Erasmus, a cursar su último año de carrera. Ver que empieza a trabajar, que se va a un país del que nada sabe (ni su idioma) me llena de orgullo, también, es un crack. Borja escribe muy bien, ha sacado unas notas buenísimas y me encanta cuando coge la guitarra y canta en su habitación. Tiene 21 años y ya empieza a volar también.
El año que viene, sin él y sin Leticia, en casa, Susana y yo hablaremos con eco. Es fácil vivirlo, pero cuesta imaginarlo y yo... bueno, supongo que el mundo gira, pero el mío, mi mundo, o una parte de él, la parte más frágil, se me quiebra cada mañana al ver colgado de su percha el uniforme que debo ponerme para ir a trabajar. Pero consigo remontar porque me digo y me convenzo de que mis hijos me necesitan, así que me como la depre, me calzo los zapatones, me tapo la nariz y voy a aguantar a la retrasada mental que me está matando poco a poco. Y bueno, la verdad, no sé si seré capaz de seguir esta farsa si ellos ya no están.
Sin dramatismos: supongo que sí, que seré capaz. Pero me regocijo en la espeulación porque, la verdad, y sin ponernos estupendos... soy un poco gilipollas.
Ahora, sin yo quererlo, cobra nueva vida esta canción que escribí para ellos hae unos cuantos años y me gusta volver a escucharla. Es bonita, ya verás.