viernes, junio 28, 2013

El mundo sigue, la vida avanza, el camino y todo eso.


Leticia presenta mañana su proyecto de fin de carrera. Es sobre los distintos tipos de amor que pueden observarse en algunas obras de Shakespeare, un tema fabuloso. Es muy interesante y ella ha hecho un trabajo... wau, de primera. profundo, ingenioso, brillante, muy agudo. Estoy muy orgulloso, es una pasada de hija. Tuvo el detalle de pedirme que la ayudara con la gráfica: las tipografías, diseño, conceptos, simbologías y esas cosas. Me alegra haber podido echar una mano en un trabajo tan alucinante, me salva del abismo que alguien requiera mi cerebro, y bueno, es mi hija, hace trabajos sobre el teatro de Shakespeare y va a terminar su carrera.
El año que viene se va de nuevo a Birmingham (y dentro de unos días, tres semanas a Salisbury) y su vida empieza de un modo distinto. Vuela ya.

Borja mañana empieza a trabajar en un bar. Va a currar durante el verano para hacerse con unos lereles porque... se va a Amberes, con una beca Erasmus, a cursar su último año de carrera. Ver que empieza a trabajar, que se va a un país del que nada sabe (ni su idioma) me llena de orgullo, también, es un crack. Borja escribe muy bien, ha sacado unas notas buenísimas y me encanta cuando coge la guitarra y canta en su habitación. Tiene 21 años y ya empieza a volar también.

El año que viene, sin él y sin Leticia, en casa, Susana y yo hablaremos con eco. Es fácil vivirlo, pero cuesta imaginarlo y yo... bueno, supongo que el mundo gira, pero el mío, mi mundo, o una parte de él, la parte más frágil, se me quiebra cada mañana al ver colgado de su percha el uniforme que debo ponerme para ir a trabajar. Pero consigo remontar porque me digo y me convenzo de que mis hijos me necesitan, así que me como la depre, me calzo los zapatones, me tapo la nariz y voy a aguantar a la retrasada mental que me está matando poco a poco. Y bueno, la verdad, no sé si seré capaz de seguir esta farsa si ellos ya no están.

Sin dramatismos: supongo que sí, que seré capaz. Pero me regocijo en la espeulación porque, la verdad, y sin ponernos estupendos... soy un poco gilipollas.

Ahora, sin yo quererlo, cobra nueva vida esta canción que escribí para ellos hae unos cuantos años y me gusta volver a escucharla. Es bonita, ya verás.









miércoles, junio 26, 2013

En defensa de la boina

Moon River, aunque no tenga nada que ver
 


Antonio Banderas no tiene buen aspecto. Quiero decir últimamente, claro, es un tío guapo y elegante y todo eso, por descontado, pero no tiene buen aspecto últimamente... et voilà!

Dicen que está rodando una peli y que bla, bla... dejémonos de historias, la culpa de su pinta lamentable es de la maldita gorrita de béisbol que, lo siento, porque la usa un huevo de gente: esa gorrita le da aspecto de idiota chupando un caramelo a quien se la calza. No hay excepciones, ya puede llevar el logotipo de Ferrari, de los NY Knicks, de Guzzi o de Lidl, si te la pones, parecerás indefectiblemente un tonto dispuesto a caer en el timpo de la estampita.

Ese infernal diseño, a medio camino entre chupa-chups y chupatintas de gestoría años 50, confiere un intolerable aspecto  quien osa lucirla como si no pasara nada. Nada que ver con lo evocador de la gorra de viejo lobo de mar, o con el singular rollo que le da a uno calarse una boina, bien de inspiración francesa, o la reciedumbre de la boina de cazurro con su rabito y todo.

Las infernales gorras americanas, que todo turista tonto se pone impunemente, a veces tienen... ¡respiraderos! Sí, amigos, la indecencia llega llegos y son habituales esos atroces diseños en los que, aletoriamente, unos gajos van caladitos, y otros, lisos. Eso, claro, impide al bobo que lleva la gorra pensar con claridad. Con la recia boina española, o la más chic -y fea- francesa, las ideas bullen, intentan escapar por la coronilla, pero se ven atrapadas por la boina y vuelven a la cabeza, por lo que no hay fuga del cerebro y uno se queda tan tranquilo con sus ideas a buen recaudo. Por favor, por dignidad humana: di ¡no! a la gorra caladita, hay cosas que una persona no puede permitir sin caer en la más grande deshonra.
Otras gorras son intolerables por su mensaje. Quiero decir, su diseño, aunque
llamar diseño a poner un logotipo es muy aventurado. Lo más común es la gorra publicitaria, o como dice el personal, de propaganda, en la que un incauto paleto hace gratis de soporte publicitario de la marca que sea y se pasea por la calle sonriendo memamente y lleno de orgullo y satisfacción, como si fuera un miembro poco listo de la familia real.
En cualquier caso: la gorra es inadmisible en cualquier caso, si queremos preservar algo de la dignidad humana que nos da el haber nacido en la vieja Europa. 
Si te gusta llevar cosas en la cabeza, cómprate un libro. Te llenará de ideas la cabeza y, en caso extremo de necesitarlo para protegerte del sol te dará un aspecto extravagante y llamativo, siempre preferible a parecer un atontado sin remedio.




martes, junio 18, 2013

Una púa en el bolsillo, 2013-71

Por si un día me encontrara con él, llevo siempre una púa en el bolsillo. Imagínate que un día entro en un bar, me encuentro con Paul McCartney y después de mirarle y reconocerle, me invita a tocar el Can't buy me love, o Tug of war, One of these days...

¿No la llevarías tú también?

Sigo viviendo sin distinguir un clavel de una peonía, y así, en esas penosas condiciones, es como he llegado hasta aquí: ignorante, poco atractivo, insolvente y fracasado. Soy el paquete depresivo completo.

Voy por mal camino, pensando en quitarme de enmedio, en pasar el testigo a mis hijos, a mis sobrinos, a mis queridos desonocidos, y en asumir, como habéis asumido todos vosotros ya, que no tengo nada que decir en el mundo, que soy el cero a la izquierda, el que empieza a sobrar. Quizá lo que me quede sea penar con dignidad, aguantar hasta que todo desaparezca, dejarme ir hasta que nadie espere ya recibir de mí una llamada, una visita, ni siquiera estos posts, otra canción de mierda, ni siquiera fotitos idiotas y comentarios bobos en facebook.

Su majestad, el fracaso

Soy nada, la nada absoluta. Y, a pesar de todo, hoy, que Paul McCartney cumple 71 años completa y felizmente ignorante de mí y de mi admiración, sigo llevando una púa en el bolsillo, por si un día me encuentro con él y sin ninguna razón, me invita a tocar con él.

¿Hay en el mundo alguien más irrelevante que yo?
 

lunes, junio 10, 2013

Sutil y delicado: por si no te habías dado cuenta

Por si
 
Una canción concisa 


- Sutil y delicado - dije sin dudarlo -, así es como yo lo percibo, aunque no todo el mundo suele estar de acuerdo - esas fueron mis palabras textuales cuando el piriodista me asaltó, alcachofa en mano, en los pasillos de Las Ventas. Cierto es que él se refería al Juli y a la faena que todos acababan de denostar mediante gran pitada; también es cierto que me confundió con Emilio Estévez y yo iba pensando en lo que respondería si un juez, imparcial, pero justo y estricto, me preguntara sobre el ambiente que dejo en un despacho después de tener una reunión. 

Y si me preguntas que por qué un juez me haría semejante pregunta, no sabría qué decirte, pero también, en mi despacho y en otros, tengo imaginada la situación en la que una incisiva pero simpática piriodista, prestigiosa y sensual, me pregunte si estoy de acuerdo en que, como dicen las encuestas, soy el hombre más deseado del mundo, y a esa crucial pregunta no contesto "sutil y delicado", sino que tengo preparada, mejor estar prevenidos, esta respuesta: "bueno, yo reconozco que Brad es más guapo, más sexy, si quieres, incluso, pero, en fin (y en este momento clavo mis ojos en los de la piriodista con mirada queda), no tiene mi chispa, ¿no crees...?"

El piriodista de la alcachofa, ajeno a mis elucubraciones, se deshace de mí, a quien considera un famosete de quinta, porque ha vislumbrado en el mismo pasillo, saliendo de los aseos de mujeres, a Ana Obregón y entonces yo vuelvo a mis pensamientos, retomo el hilo de la reflexión profunda y provechosa y obtengo el convencimiento de que siempre es mejor, mucho mejor, hacerlo en mi propio despacho. No hay color.

En mi despacho no hay lujos, pero sí comodidad. Está un poco anticuado, pero es perfectamente funcional. No es un despacho para recibir visitas, es un despacho para trabajar. Para sentarse cara a cara con uno mismo y sacar de ti lo mejor o lo peor, pero asegurándote de que nada quede dentro. En mi despacho he escrito buenos párrafos, he dado a luz algunas grandes campañas, he encontrado soluciones ingeniosas a problemas endemoniados, he escrito algunas canciones, he mantenido charlas eróticas, sexo telefónico, con algunas mujeres que ni te imaginas. En mi despacho he llorado y he limpiado mi alma y purificado mi cuerpo. En mi depacho he leído a los mejores y a los peores, he sufrido y me he aliviado. 

¿Que si echo de menos algo? Sí, claro, unos bracetes  para descansar los codos y que éstos no me corten la circulación y me entumezcan las piernas, y una mesa camilla para las duras jornadas invernales, pero puedo pasar sin eso. Porque en este despacho, inspiración mía, está lo más hondo de mí. Aquí lo dejo, a diario, y a diario lo abandono y es un lugar fabuloso, para mí y también para los demás, pero sólo si al salir no me olvido de descargar la cisterna y ventilar.

Y entonces. sólo entonces es así, amigos: sutil y delicado. Lo digo por si no te habías dado cuenta.


viernes, junio 07, 2013

Suertecilla (amor por los pelos)

Between the devil and the deep blue sea
 
Between the devil and the deep blue sea

¿Qué puedo decir? Todo en ella parece desafiar al tiempo. Es rubia, sí, una rubia, muchachos, con ese brillo en el cabello que pervive durante un tiempo aun cuando ya has apagado la luz; tiene ese tipo de piel suave y luminosa, por la que no parece pasar el tiempo o, por decirlo con más exactitud, por la que el tiempo deja una huella inexplicable; luce, desde siempre, esa sonrisa eterna, contagiosa, intemporal, que no envejecerá jamás, mientras siga respirando eso que respira ella, que no es el aire, el mismo aire que respiramos tú o yo: ella respira alegría. Y, por lo que parece, sigue llena, plena, exultante de alegría. Además, bueno, había una parte de ella que me recordaba a una manzana. Y no era su ordenador. Estar con ella era estar en un estado perenne de tentación.


¿Sabeis? una vez me cortó el pelo. No sé si sabéis lo que eso significa. Una chica guapa te dice: "yo sé cortar el pelo" y tú, estallando por dentro de alegría, pero dices, "si, anda..."; y ella: que sí y tú que no sabes si fiarte, y ella que sí, que te lo juro que lo hago bien y tú que bueno, vale, pero como la fastidies... Y me cortó el pelo. Cuarenta minutos en sus manos. Eso no puede decirlo demasiada gente

Tengo la suerte de haber conocido un puñado de mujeres extraordinarias en la vida y ella, bueno, esta mujer que desafía al tiempo me aprecia, preguntadle a ella porqué.  Quizá sea mi ausencia de glamour. Mi incomprensible inconsistencia. O mi infame corte de pelo, que hace que una mujer interesante quiera arreglar el asunto. En ese caso, estaríamos ante lo típico: amor por los pelos, ¿o qué?