viernes, mayo 31, 2013

Verbi gratia, sexo oral.

Paisajes, by thePerros, en un ensayo

Estaba yo, que era como un aparcamiento lleno de coches, pero vacío de gente. Una vida casi mortecina, como una agenda vieja, de esas con pocas entradas nuevas y no demasiadas viejas, y en la que has ido escribiendo teléfonos, datos y direcciones suelta y desordenadamente, sin pauta dada, como si estuvieras seguro de jamás ibas a necesitar todo ese espacio en blanco. Consciente de tu poco éxito. Así era yo.

Luego llegaste tú. Eras, si jugamos a eso, el coche más bonito y alegre del aparcamiento que, sin ti, era triste. Eras una entrada rutilante, escrita con pincel plano abanico, expansiva y gaseosa, con tendencia a ocupar todo el espacio disponible. Además, tu tarjeta era prolija, muchos datos, casi apabullante, y ni aun así se te abarcaba. Así que no encontré la forma de inscribirte en una sóla página, mi poca fe en mí mismo, hizo que antes de conocerte escribiera algo, lo que fuera, nombres falsos, teléfonos inventados, en cada una de las páginas, y tú hubieras necesitado, al menos, una página entera destinada a ti. Y eso si se escribe con letra pequeña, abigarrada y bien ordenada.

¡Qué va...! Tú sólo cabías a trocitos. Así que puse tu sonrisa en la ese, claro. Tu mirada no me cabía en la eme, así que la puse en la uve, ¿ves?. Tus pechos los inscribí en la a, de aldabas, porque eran, como la a, lo primero que uno encontraba de ti, y sospechaba que eran también eso que, al tañirlas con sabiduría, hacía que tú abrieras la puerta del paraíso. Piernas en la pe, con tus piececitos, y tu postura número dos para hacer el amor; tu voz, habiendo ocupado la uve con tu mirada, la tuve que meter, un poco con calzador, lo reconozco, en la ce, de caricias, porque eso era lo que mi alma y mis oídos recibían cada vez que hablabas; labios en la ele, culo en la t, tu risa en la erre y tus besos en las páginas de miscelánea; tus hombros, tu cuello y tus axilas en la ge, de gustoso de besar, y tu sexo... tu sexo no me cabía en la agenda, así que me lo metí en la boca, y aquí sigue, puedes jurarlo.

Y desde entonces, y para siempre, flequillo eterno, te poseo de manera bucal. Eres, oralmente, mía, verbi gratia.




jueves, mayo 30, 2013

El alma ida.

El momento después
 

Fui, a tu lado, leal. Obtuso y pendenciero, puede que también, pero fui leal, a ti, a mí mismo y a nuestra historia. Fui el aire que refresca tu rostro cuando, sin que lo esperes, abre las puertas el autobús.

Fui un poco gilipollas, vale, pero un gilipollas leal. Miré por ti, te cuidé, te llevé y te escolté, te quise y te fui fiel. Obcecado y taciturno, un poco también, pero siempre a tu lado, mirando siempre por ti.

¿Cómo será cuando no esté?

¿Seguirás soñando y haciendo grandes y ambiciosos planes? ¿Serán tus noches solitarias, seguirás escudriñando mi ausencia desde tu incomprensible soledad?

A veces, la belleza es sórdida: como cuando, beoda perdida, me contaste cómo te quisiste al día siguiente de conocerme, y me imaginabas atlético y silencioso. Debió ser duro comprobar que ni soy atlético ni, mucho menos, silencioso. Así que también es sórdido y bello que, aun fofo y parlanchín, me llames de vez en cuando. Soy leal a eso, a la belleza y a la sordidez.

Y ahora que, al fin desalmado, ya no estás a mi lado, soy leal a eso. A tu no estar. A tu recuerdo. A ti.

(soy leal a mi yo ido)

lunes, mayo 27, 2013

Lo curioso del asunto

Días de Radio
 





Lo curioso del asunto es que, de toda la gente que había en el cine, yo era el único que, de verdad, estaba enamorado de Charlize Teron. No sabía que Theron se escribiera con "h", pero eso no quiere decir que no la quisiera. Y además ahora ya lo sé, o sea que váyase, señor listillo.

La premiere, estaba restringida a los que habíamos trabajado de uno u otro modo, en la película y a personal de las empresas productoras. Fue un pase previo (todavía sin títulos de crédito, por ejemplo) y aún tenía algún fallito de montaje, pero pudimos ver la película y ser testigos de algo que, para que te hagas una idea, estaba absolutamente prohibido a la prensa.



Uno de los compañeros de reparto de Charlize Theron (ChTh) era Joselito, el niño cantor, dos mentiras en dos palabras, porque ahora ni es niño ni canta y, por decirlo en pocas palabras, estaba un poco hasta los huevos de la vida... justo hasta el momento en que vio cambiarse a ChTh en la primera escena que tenían juntos. La inclusión, más bien incrustación, de Joselito en el plantel de estrellas sorprendió a todo el mundo, el primero a Joselito, pero he de decir que si bien pocos se lo explicaban antes del rodaje, después de la premiere absolutamente nadie se lo explicó visto el resultado.

Pero déjame, antes de seguir con el relato cronológico, que te cuente cómo llegamos Joselito y yo (disculpa, no me he presentado, soy José María Aznar) a trabajar en La Gran Pantalla, junto a Charlize Theron.
-.-
Hubo un tiempo en el que a la gente le influía lo que yo decía, o hacía porque, bueno, entre otros trabajos, uno de los que tuve fue el de Presidente del Gobierno del Reino de España. Hablaba catalán en la intimidad, ponía los pies encima de la mesa de Bush, me reía de Zapatitos y la gente me respetaba y me temía y me odiaba a partes iguales, o parecidas, y no estaba tan cachas como ahora, pero tampoco hacía falta. Ahora tampoco, pero precisamente ahí está el mérito.

No era un problema de pasta, qué va, pero dejé de ser baranda y me aburría. Me salieron otros curros, como ser consejero de energéticas, dar conferencias y cosas así, pero no me llenaban, necesitaba nuevos retos, nuevos horizontes profesionales que dieran sentido a mi existencia tropical, en el sentido de sinecdótica. Harto de moqueta y maletín, una tarde, paseando al ocaso por las melancólicas avenidas del polígono Cogullada II de Fuenlabrada, mi segunda patria, me topé de bruces con Mery Make-Up, una escuela de maquillaje que me proponía un formidable abanico de posibilidades de carrera a través de una formación profunda y completa en las distintas disciplinas del maquillaje profesional. El nombre de la Escuela, con ese Mery con "e", ya evocaba fuertes sensaciones y no lo dudé. Entré y me matriculé en dos cursos: uno de Automaquillaje, porque el hecho de ser un buen profesional no obsta (¿se dirá así?) para no estar satisfecho con uno mismo, gustarse, quererse... El otro curso que hice fue el de Maquilladora de Cine & TV, en cuyo dinámico y colorido folleto se prometía, además de la capacitación necesaria para maquillar a las estrellas, prácticas en el segundo semestre en Tele5, lo que acabó de convencerme. Con un poco de suerte, podría maquillar a la señora Esteban, doña Belén, ¿me entiendes?

Lo que prometía el curso resultó ser cierto: hoy soy una respetada maquilladora y compatibilizo mis consejos de compañias eléctricas, mis clases magistrales en la Universidad de Dos Hermanas (Ohio) y mis aparciones estelares en TV con trabajos de maquilladora en películas molonas. En el mundo del maquillaje, para que no me llamaran por mi fama, sino por mis cualidades maquillísticas, cambié de identidad. En vez de José María Aznar, soy MeryHose Ánsar, por eso me he quitado el bigote, que seguro que te lo estabas preguntando.

Hace 6 meses, me llamó mi agente, Seymour López, y me propuso trabajar en un proyecto en Hollywood.
- Hola Mery, ¿quieres trabajar en un proyecto en Hollywood?
- ¿Incluyen el bocadillo de media mañana? - soy el típico pro que ata bien corto sus conratos
- Sí, lo incluyen
- Entonces, lo haré - dije. Y lo hice.

Llego a Hollywood con Un Calor de Pelotas. Quiero decir que en el mismo avión en el que yo viajo, viaja el grupo Un Calor de Pelotas, con quienes hago buenas migas, porque su cantante, un tal Wolffo, le dispara a todo lo que lleve faldas. Yo llevo faldas y Wolffo no ha parado de tirarme los trastos en todo el viaje, así que llego a Hollywood, literalmente, con Un Calor de Pelotas en la chepa y se da la cosa de que hace bastante calor, un calor húmedo que se te pega en las pelotas, aunque lleves faldas, como es mi caso, puesto que viajo bajo la personalidad de MeryHose.

Estoy en el despacho del productor. Me dice lo que me van a pagar y las pelotas se me derriten en el acto. Por alguna razón mi yo femenino hace que ese productor, cansado de tirarse a jóvenes aspirantes a estrellas que otra cosa a lo mejor no, pero que suelen estar bien buenas, se encapriche con mis huesudas rodillas, mi faz hirsuta y bigotona, mis bíceps poderosos y mis sobacos con su pelambrerilla, porque el personaje MeryHose se cuida, pero no se depila los sobacos, porque duele bastante. Como estoy acostumbrado a lidiar con salidetes, le manejo bien y no se propasa, pero en su afán por llevarme al catre, sobrevalora mis conocimientos del mundo del cine y me dice que necesitaría que le diera el nombre de un actor español que fuera como el Aticus Finch de Matar a un ruiseñor. Como mi inglés no es demasiado bueno, me quedo con lo de Ruiseñor y le digo: ¡Joselito!

- ¿Hoselitou...?
- Sí, hombre, ¡Joselito! el ruiseñor




(a él no pude enseñarle este video, pero vosotros, que podéis, no dejéis de verlo)
Y entonces, intenta meterme mano y le doy tal cogotazo que le dejo durmiendo en la alfombra. He sido presidente, señor mío, y un productor salido no me va a levantar las faldas.
-.-

El primer día de rodaje, a todo el mundo extraña la convocatoria de Joselito, incluso a él mismo, que no se cree que vaya a rodar un par de escenas de cama coon ChTh. Ella tampoco lo cree, aunque por distintos motivos. Me hago super amiga de ChTh, porque ella tiene el mismo problema que yo: exceso de pelo facial, y gracias a mi experiencia, consigo que salga guapísima en la peli. Consigo, incluso, no sólo ocultar por completo su vello facial, sino su cara de asco cada vez que Joselito la tiene que besar, porque MeryHose es una maga del maquillaje.

De algún modo, llega a oídos de Joselito que yo soy el responable de su vuelta inesperada al mundo del cine, con lo cual, me toma cariño y aprovecha cada vez que pasa por mi lado para dejar la mano tonta y me va sobeteando una teta, lo cual tiene mérito, porque no tengo, un cachete del culo, el vientre... no sé si cree que no me doy cuenta, o qué, pero resulta de lo más tierno. Y pelmazo. Pero, aparte de su infantil acoso, me colma de atenciones en su camerino/rulot y mola. Me dejo querer.

Y, además, guapa o fea, gorda o flaca, mujer o engendro, lo cierto es que mis carencias físicas las suplo con un talento maquillador fuera de duda y ChTh termina por enamorarse de mí. Al ver que Joselito, con quien detesta trabajar desde que le vio, tiene gran ascendente sobre mí, empieza a tolerar la presencia del Inesperado Astro Cantor y trata, Joselito mediante, de acercarse a mí, como si yo necesitara de alguna intermediación para arrimar la cebolleta a una señora como ChTh. Joselito, sin embargo, aprueba esta tátcica de la estrella del celuloide y procura meterle mano con destreza casi enfermiza.

Tonteamos y ella, prudente como una viuda de Galapagar, exasperante como una solterona de Jaén, me corteja y acaba declarándome su pasión, según el siguiente DIÁLOGO(1):
Charlize: Mery, Mery, jamás sentí nada parecido, ¿es cierta esta dicha?
MeryHose: Tú sabrás, monina, a mí me mola bastante como se está poniendo el tema
ChTh: Late en mí un desconocido y vivificante anhelo, mi diosa, y siento deseos irrefrenables de entregarme a ti, más no teniendo entre tus piernas la pistola del amor, el mediokilo carne magra, no sé  qué espada rendir mi deseo, mi hambre...
MH: Pues mira, cielo, te vas a reír, pero resulta que no soy exactamente como esperas que yo sea...
Y, tate... resulta que a ella, no siendo lesbiana, le subyugaba sin embargo la figura femenina, masculinoide, que representaba MeryHose, yo, a la sazón. Y siendo yo un hombre con su aguante, pero un hombre al fin y al cabo, al mostrarle por la vía de los hechos, de la comprobación empírica por el sentido del tacto, concretamente, que, de hecho, yo sí tenía pistola del amor y que en ese momento estaba cargada y a punto, se enfadó y dejé de interesarle... Yo, como mujer masculinizada, como marimacho, la excitaba; yo, un hombre disfrazado de mujer, pero deseando bajarse las bragas para bajárselas a ella, salido como una esquina, le parecía repulsivo. Claro que todo esto fue cuando ya era tarde, porque entonces era yo el perdido del todo, el enamorado como un colegial, el tonto del bote.

Ella, entonces, dejó que sus verdaderos sentimientos volvieran a aflorar: mostró el desdén que, en realidad, le causaba Joselito, puesto que ya no le necesitaba para acercarse a mi yo mujer machota, y el resultado fue que Joselito, el Ruiseñor, se mosqueó conmigo y terminaron las visitas a su rulot-camerino, y al catering AAA de las estrellas, mucho mejor que el nuestro, el de los curritos. Adiós a todo eso.

El malestar de las estrellas acabó por fastidiar el ambiente y el ritmo de trabajo, lo que obligó al productor a convocarme de nuevo. Al enterarse, grosso modo, de la situación, trató de meterme mano, pero no desde el deseo, como la primer vez que me invitó a su despacho, sino enfocado como un chantaje: si quieres conservar tu trabajito vas a tener que acostarte conmigo. Ni de coña, claro.

Me echaron.

-.-

El día del estreno, de la premiere para el equipo, allí estaba yo, pero no MeryHose, sino Aznar, aunque con la cabeza rapada, y el bigote desaparecido, para que nadie me reconociera. En una peli trabaja un huevo de gente y es relativamente sencillo inmiscuirse en un eqipo de rodaje. 

Allí estaba yo, digo, con mis pelotas sudadas, con mi miedo a ser infeliz, con mi decepción por haber sido despedido, con mi locura de amor no correspondida. Y allí estaba ella, bella como un amanecer, fresca como un río, indiferente como la lluvia cuando cae.

Me acerco a ella, la intercepto y la miro a los ojos sonriendo. Ella me mira extrañada, porque no sabe de qué me conoce. Pero me recuerda. Recuerda mi mirada. Y, de pronto, me recuerda. En la cabeza calva y silenciosa, ha reconocido a MeryHose y se queda helada. Querría irse pero no puede, porque yo ya he clavado una daga preciosa por debajo de sus costillas en sentido ascendente y he rasgado su pulmón y el corazón. Y, sin dejar de mirarme, según se enfría su carne, se empapa mi brazo con la sangre caliente que abandona su cuerpo.

Muertecita como una diosa de hielo, me mira y no me ve y yo recibo golpes y gritos de todos pero, como ella, miro y no veo, siento, pero no me duele, porque ella me mató al rechazarme y todo lo demás sobra. Ahora me quieren matar a mí. Y lo curioso del asunto es que, de toda la gente que había en el cine, yo era el único que, de verdad, estaba enamorado de Charlize Theron.










(1): Charlize Theron me habla en inglés, por lo que sus palabras no deben ser tomadas como la literalidad de lo allí hablado, sino lo que yo me imaginaba que ella me estaba diciendo.

viernes, mayo 24, 2013

Días de radio

Hace un año, algo más de un año, me llamó mi amigo Alberto: tenía un programa de radio que sacar adelante y me pedía colaborar con algún tipo de contenido. Después de algunos dimes y diretes todo se resolvió en "Cruce de Caminos", una colaboración semanal  que ha quedado registrada en un blog del mismo nombre que podéis encontrar enlazado en este mismo blog, arriba en la columna de la derecha.

Hasta hace tres días he estado esperando una respuesta que sabía que no llegaría. Al forzar la cosa un poco el asunto ha terminado: le he dado a quien la estaba buscando la excusa para cerrarme la puerta definitivamente.
Alberto, mi amigo Alberto debería saber que me ha quedado un sabor fantástico de haber trabajado con él en esta otra historia. Y que además de los buenos ratos, de los buenos recuerdos, me ha quedado una canción. Esta: (no mejodas, óyela bien, con auriculares o buenos altavoces)

días de radio

Así es. La canción refleja ciertsa amargura, pero no es por los días de radio, sino porque no entiendo cómo funciona la mente de determinadas personas. Bueno, me gustaría mucho que esta canción le gustara a Alberto y cuando la estaba grabando le imaginaba en la parte de los coros diciendo:
" y quizáaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa...!
y qui-záaaaaaaaaaaaaaaaaa.....!"
bromeando, cantando con manos de jazz.
Dice así:

Hay días en los que su voz
es tan extraña que apago el motor
se nubla mi vista al sentir
el susurro del rechazo y así
desliza su canto a mi oido  el viento
y el frío es mortal
pero me queda mucho por contar

Día tras día te oí
por si me llamabas al fin
tarde trs tarde detrás
de un minuto de inmortalidad
y al verte tan sola te hice un hueco, pero te dio igual
porque ya nadie me quiere escuchar

Y tal vez, sólo tal vez,
dichas las palabras el viento se las llevó a ese lugar
en el que nadie escucha y todos gritan
y quizá las olvide sin más
y quizá las repita hasta la eternidad

Noche tras noche traté
de alentar tus sueños sin ver
que nadie me iba a escuchar
si no hablaba desde mi verdad
soñé con conjurar mis miedos con tu soledad
pero esta historia tenía otro final

lunes, mayo 20, 2013

Mi breve boda inglesa

Antecedentes del hecho.
No me gustaría resultar ordinario, pero aun a riesgo de que me retiren el saludo, tanto él como su
familia, afirmo que Potter, mi amigo Linus Potter el Alubias, estaba más encoñado que enamorado de Lorraine, a quien, dicho sea de paso, en la Escuela Superior de Ingenieros Obvios todo el mundo conocía como Lorry la sucia, por razones que cualquiera puede imaginar. Aun así, mira tú por dónde, acabaron casándose, e invitándonos a la boda más estúpida a la que asistí jamás.

No era Liuns, el inocente Linus que llegó a la escuela, en el espléndido Surrey de los años 90, el tipo de membrillo que se cuela por la primera mujercita que le pone ojitos y se deja meter mano, pero a pesar de ser de Bilbao, y aunque me duela el alma al escribirlo con toda la crudeza, Linus Potter resultó ser un genuino pardillo.

La universidad de Surrey, un condado no-metropolitano del alegre sur de la no tan alegre Inglaterra, posee un anexo de aire campiñesco, casi pastoril, pero con ese toque de golf tan británico, que es la Escuela Superior de Ingeniería Obvia, una carrera absolutamente inútil desde el punto de vista de la ingeniería, pero muy provechosa como destino para estudiantes lechuguinos. La titulación que se expende (seamos francos, basta con pagar la exagerada cuota para salir hecho un ingeniero de allí) es de gran importancia social y nula puesta en práctica para la sociedad. Los ingenieros de Surrey somos una especie de Ingenieros -técnicamente- de pacotilla, pero alumnos aventajados en habilidades ingenieriles sociales: chistes alambicados y con más mérito que gracia, conocimientos enológicos, curiosidades matemáticas (muy útiles para romper el hielo en cualquier conversación), comentarios chorras sobre casi cualquier cosa, cabezonería a prueba de bomba y una incomprensible competitividad a toda costa. O sea, los ingenieros de Surrey somos los mejores en lo peor de los ingenieros, y los peores en conocimientos técnicos, que son los que, generalmente, salvan a los ingenieros de ser unos seres insoportables. Lo diré en pocas palabras: la Escuela Superior de Ingeniería de Surrey es (ESIS) una guardería universitaria para niños ricos y tontorrones.

Como pasa aún en algunas de las mejores facultades de medicina, el ESIS es destino también de las mozas casaderas, me refiero a las que son memas, como los alumnos masculinos, a las que sus madres, con un resignado sentido de la realidad, mandan a cazar un marido: un lechuguino manejable pero que, al menos, tenga pasta. Lorry cazó, pues a Potter, a quien su bilbaneidad le sirvió de poco para eludir el braguetazo de Lorraine. Potter iba de cabeza a ser un calzonazos de Bilbao. 

-.-

Cuando recibimos la invitación de Potter y Lorraine, algunos de los compañeros de promoción nos juntamos al objeto de reverdecer recuerdos, aunar voluntades, y para... caretas fuera: nos juntamos para darnos una comilona y emborracharnos, que es una cosa que se nos da bastante bien a los InObs, Ingenieros Obvios, de toda la vida de dios. Se supone que quedábamos para organizar el viaje, comprar un buen regalo y un montón de cosas más que yo, como amanuense de mi promoción, había escrito en un detallado y quisquilloso orden del día de nuestra reunión previa a la boda. Bien, como solía sucedernos, con el mismo amor al detalle con el que yo elaboré la agenda, mi promoción, conmigo a la cabeza, ignoró todos y cada uno de sus puntos, con beoda y alegre determinación y terco empeño en perseguir la felicidad del momento. Así que la ambiciosa agenda de nuestro encuentro preparatorio quedó resumida en un comentario de Flopps cuando se iba, justo antes de resbalar con una cáscara de plano, caer de culo y maldecir a todos los santos mientras se retorcía del dolor que irradiaba desde su hueso sacro. Sus palabras textuales fueron:

- Nos vemos la tarde antes, en el Maori Meeting House de Clandon Park. Si llueve, os jodéis.


Así que allí fuimos, la tarde antes de la boda. Llovía, claro, con esa lluvia tan mojada que llueve en Inglaterra, a pesar de que los ingleses crean que su lluvia no moja.
Mojados, estuvimos esperándonos unos a otros y nadie sabía muy bien porqué nos habíamos reunido allí. A ninguno le apetecía y nos íbamos a ver al día siguiente en la boda.

Finalmente, tarde, como de costumbre, llegó Flops y descubrimos porqué habíamos quedado allí, aunque la razón era desoladora: había contratado un baile de bienvenida maorí. Así que esperamos un rato hasta que la lluvia mojada nos concedió una tregua (más mojada todavía, no sé que pasa en el maldito Surrey), que aprovechó el cuerpo de baile maorí contratado por Flopps para hacernos una demo de sus habilidades dancísticas. Una serie de falsos maoríes en taparrabos, capitaneados por un negro enorme de piel brillante, dando saltitos y pataditas al suelo, mientras gritan como si estuvieran enfadados. Un coñazo tolerable, quizá, en las playas de Nueva Zelanda, pero inadmisible en el mojadísimo sur de Inglaterra. La razón por la que Flops contrató este sinsentido fue el amor: estaba saliendo con el negro deslumbrante, lo cual, creedme, era una novedad casi escandalosa en el ambiente InOb a principios del siglo XXI. Si ninguno de nosotros, lo certifico, una pandilla de rancios, hizo chistes facilones sonre homos, fue porque los enormes bíceps del falso maorí persuadían hasta al más aguerrido de los marines, tanto más a los lechuguinos InObs de Surrey.

-.-
El día de la boda, o sea. 
Amanece en Surrey y hoy tenemos boda.
Saltito de la cama, pis mañanero, ojeada al correo y al facebook y ducha lujuriosa. La lujuria no es mía, es de Flops y el negrazo, que están al otro lado del tabique, en la habitación contigua a la mía, y se duchan, juntitos, al mismo tiempo que yo. ¿Habrán oído mis peos? Eso, y no otra cosa, es lo que me preocupa.
Desayuno en el hotel. Comprobación cotidiana de que en ningún sitio se fríen los huevos como en España, aunque hagan millones cada mañana. El bacon, sin embargo... ¡ay, el bacon inglés...! Algún invitado español, pardillo, ha pedido alegremente (pedimos lo típico, ¿no?) el desayuno tradicional surreyño y tratan de volver en sí después de ver en su plato, flotando en un mar de grasa de origen no identificado (el aspecto es de haber mezclado vómito con aceite lubricante de motor diluido en caca de bebé), ven los familiares huevos de yemas pasadas acompañados de lengua de cordero, nabos y riñones en salmuera.
Paseíto singular. Sonrisas a las pelirrojas, a ver si alguna me invita, espontáneamente, a echar un polvo antes de comer. Es una técnica que, aunque no lo creáis, jamás me ha funcionado, pero no pierdo la esperanza. ¿Seré yo o las pelirrojas? Espero que sean ellas, porque a estas alturas no sé si sabría prescindir de mí. Vale, todo está en orden, todas las pelirrojas han pasado de mí, algunas haciendo gestos visibles de repulsión.
Tienda de libros de segunda mano. Pasé 12 años estudiando en Surrey, y creo que nunca aprendí el inglés correctamente. Tampoco era necesario, o al menos a  mí no me lo pareció. Quizá por eso tardé 12 años en hacer mi ingeniería de pacotilla de 3 años. Hojeo los libros de segunda mano buscando dibujitos, porque las letras a mogollón me abruman. Los libros me importan un pito, pero Mrs. Cump la librera, madurita, rellenita, feúcha... me gusta mucho, desde mis tiempos de estudiante. Tenía fama de ardorosa, de desfogarse con los estudiantes de la universidad, pero a mí nunca me hizo ojitos ni nada. ¿Seré yo o las libreras buenorras? Espero que sea yo porque etc., etc.
De vuelta al hotel, nuevas sonrisas infructuosas a las pelirrojas y parada ante un trovador callejero que canta canciones de los beatles con una guitarra achacosa. Es bastante malo, pero me apetece hacer un dúo improvisado, así que me pongo a su lado mientras canta I'll be back.



Esta canción me la sé que te cagas, así que me sorprende que, al ponerme yo a hacer la voz de John, el tío ponga cara de enfadao, coja la guitarra y se vaya maldiciendo en un idioma que parece inglés y puede que lo sea, pero para mí que no. Vaya con el trovador ¿Seré yo o los trovadores?

De vuelta en el hotel, compruebo que el lamparón que tenía mi chaqueta la última vez que me la puse no ha desaparecido, así que una de dos: o Flops mintió cuando me dijo que si quería ahorrarme el tinte, que guardara el traje y pensara muy, muy fuerte en que se limpiaría, o bien estaba siendo irónico y yo no lo pillé. Nunca lo sabré, porque si bien es cierto que guardé el traje, se me olvidó la parte de pensar muy, muy fuerte en que se limpiara, y siempre que me acordaba de pensarlo, me daba pereza hacerlo fuerte y pensaba, mañana lo pienso, pero de mañana en mañana, se me fue el tiempo y la cabeza y aquí estoy, una hora antes de la boda, sin haberlo pensado fuerte.

No tengo mal aspecto, me sonrío en el espejo y al salir a la terraza, me asomo a la habitación de al lado, a ver si Flops me invita a algo; Flops es un tío divertido y viaja con una maleta llena de licores con los que es espléndido. Gran sorpresa al ver al negrazo disfrazado de enfermera dando azotitos en el trasero de Flops, que está tumbado desnudo y boca abajo en una tumbona y no, no puedo simplemente dar un grito en plan "¡eh...!", porque, en fin, parecen estar pasándoselo la mar de bien, así que trato de idear un modo de inmiscuirme en su juego... tal vez, si me disfrazo de anestesista... pero algo me dice que no sería bien recibido, ¿seré yo o serán los gays?

En la boda, Flops está elegante, pero su negro, que vestido del todo parece mucho más grande aún,  lleva un traje de esos gris perla que hay que mirar con gafas de sol; asombroso, el negro, y asombroso que Flops, siempre tan exquisito, se deje acompañar de semejante atracción de feria. La familia Potter parece algo incómoda. No les gusta que Flops venga con una pareja hombre, que además es de raza negra, y encima lleva un traje radiactivo. No les gusta, si es que lo han advertido, mi lamparón en la chaqueta. Por sus espaldas inquietas veo su incomodidad causada, sobre todo, por que Lorraine y su familia parecen sacados de un show televisivo de esos en los que se dedican a hacer tartas americanas. Las damas de honor son como un ramillete de cupcakes: excesivamente azucaradas y cursis sin excusa. Su madre es un tarro de melaza con lazo. Su padre, un buda de mantequilla de cacahuete. Lorraine es un milhojas relleno de cabello de ángel. Caducado.

La ceremonia creo que ha ido bien, pero no puedo dar detalles, porque me quedo dormido casi al principio. Me despierta una formidable sorbida de mocos de una tía de Lorry que, emocionada, lloriquea cuando ya todo el mundo (menos ella y yo) se ha ido. En la celebración, me alegro de no saber inglés, porque me pierdo los discursos y puedo aplaudirlos sin que la conciencia me carcoma. Estamos con los aperitivos y suena una musiquilla como cursi. Y un pequeño ejército de camareros sale en formación para colocar con precisión germana, y en una coreografía de los más meritoria, los cócteles de gambas delante de los invitados en un tiempo récord. Están asquerosos, por cierto, los cócteles. 

Luego suena una música como de trovadores irlandeses y los mismos camareros se ponen su epatante disfraz nº 2, una especie de pieles de oso que dejan ver anatomías de diverso pelaje, y ataviados de esa guisa y armados con cuchillos carniceros que parecen espadas, irrumpen en la sala empujando unos carritos con enormes asados que van sirviendo en platos y distribuyendo por las mesas. Épico.

El pescado y los postres no tenía asignados, al parecer, vestuario adicional, por lo que no hubo nuevas sorpresas temáticas. 

Estamos en el baile. La orquesta ataca, sin convicción, pero con gran profesionalidad, clásicos de los 80 que, vaya por dios, podrían haberse ahorrado sin miedo a que se hundiera la libra esterlina. Esas baterías electrónicas... letal.

Potter ha abierto el baile con Lorry y luego se ha sentado. Veo en su semblante sombrío que ha empezado a darse cuenta del lío en el que acaba de meterse, pudiendo sustituir sin problemas, en la frase anterior, la palabra "lío" por "familia". Porque la familia de Lorraine es como un top ten de la horterez mundial. Son horteras sus ropas, sus maquillajes, su forma de comerse la carne, su forma de bailar... Flops, al que siempre divierte vislumbrar el pelo de la dehesa en un grupo humano, me comenta ante el abrumador ondeo de tanta melena dehesiana, que "con el mal estilo de esta gente podríamos hacer una manta para toda la campiña inglesa"

Potter se emborracha, tratando de huir de la realidad y organiza en los aseos de caballeros una reunión de viejas glorias InOb's. Al ver lo deprimirdo que está, se me ocurre organizar un comando cuyo objetivo es sabotear no ya la boda, sino el mismo matrimonio. La perspectiva emociona tanto a Potter que rápidamente toma el mando y elabora un plan de ataque. Su plan es sencillo: debemos matar a toda la familia de Lorraine, Lorraine incluida. O sea, sobre todo hemos de matar a Lorry la sucia, y si vemos que se nos da bien el asesinato, pues nada, que practiquemos con la familia. El comando lo formamos el propio Potter, al que sólo le dejamos ser jefe porque es su boda, y se le ve super infeliz, sino de qué; Flops, claro, un conspirador nato; su negro, que no sé de qué va, pero no me fío ni un pelo de él; y yo, que simplemente estoy casi tan borracho como Potter.

Sincronizamos los relojes. Nos infundimos ánimos. Flops hace un emotivo discurso y cantamos juntos "libertad sin ira", pero como nos la sabemos demasiado bien entonamos el "La-la-la" de Massiel. Potter reparte entre todos nosotros, a partes iguales, la pasta que le han dado en el día de hoy. No os diré a cuánto salimos pero sí que si fuéramos asesinos a sueldo, este trabajo estaría más que bien pagado. Nos separamos con sigilo al salir del cuarto de baño, dispuestos a cumplir cada uno nuestra parte del plan.

Cuando llego al salón de nuevo, me doy cuenta de que se nos ha olvidado decir qué parte del ambicioso plan tenía que ejecutar cada uno. Bueno, con un poco de suerte, sólo se me ha olvidado a mí, y como estoy tan pedo, me alivia en cierto modo tener una buena excusa para no matar a nadie, y me escabullo silenciosamente y me meto en una estancia donde poder dormir la mona. Pero lo de dormir se va a posponer porque, como caída del cielo, oh, divina providencia, descubro que en unas condiciones parecidas a las mías, se encuentra Mrs. Cump, la librera, frotándose los pies descalzos en un sillón. Dios Existe.

-.-

Despierto en una habitación desconocida, pero no extraña. A mi lado, Maggie Cump, la librera, ya vestida, me mira curiosa. Me trae un te, pastas, los periódicos y un beso para despertarme. Podría acostumbrarme.Veo el periódico y se me cierra el estómago. "Bodas de Sangre" titula en español el Surrey Morning Post. 
Bodas de Sangre
Ayer, una boda entre el súbdito español Linus Potter y la inglesa Lorraine Dusty acabó como la obra de García Lorca: un baño de sangre. A falta de conocer más detalles, el novio, Linus Potter, su amigo, y testido de la boda, el inglés Grahan Flopperty (conocido como Flops) y el ciudadano haitiano con residencia en Surrey Ahoy Chips (al parecer, pareja de Flops), han sido detenidos acusados de ser los autores materiales de los asesinatos de Lorraine Dusty, la novia, sus padres y hermanos y los demás familiares invitados a la boda. En total 9 vísctimas, todas de nacionalidad inglesa. Los asesinatos tuvieron lugar durante la celebración de la boda, y nadie se explica qué llevó al novio, a su amigo y testigo de la boda y su amante haitiano a convertir en trágica una fiesta, a priori, tan esperanzadora. Scotland Yard investiga los hechos. 

¿Seré yo...?

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viernes, mayo 17, 2013

Un mensajillo nada inocente

Encontré, entre los amigos del facebook de un amigo, a una antigua conocida, exfamilia, podríamos decir, y no pude evitar rememorar un montón de cosas: días, risas, deseos y añoranzas. Escribí en mi blog un primer post de desahogo, de inquetud genuina, de desesperado anhelo. Pero no pude evitarlo: tenía que mandarle un mensaje. Fue un lacónico representante de los mensajes; decía:

"¿Estás viva?"

La contestación que recibí, muy en la línea que esperaba aunque ya apenas recordaba, no fue más prolija:

"Me pillaste. No".

Pero añadía al sucinto texto, un emoticono aclaratorio:


Zombie o no, su sentido del humor seguía intacto, aspecto ese que me animó a seguir adelante. Y el siguiente paso, fue enviarle un enlace a una entrada que escribí en mi blog, a la vista de todos, pero solo comprensible para ella. Copio y pego el post al que la enlacé:

Si has recibido mi mensaje, puede que sientas curiosidad.




¿Te gusta la canción? no lo creo, pero a mí sí, y eso ya es algo, porque le gusta, al menos, a la mitad de nosotros. Bien, aquí me tienes, demostrando que el tiempo no pasa en balde, ni falta que hace. Me ha pasado de todo, ¿y a ti?
No sé, muchas veces pienso en cuál será la opinión que de mí tienen las personas (algunas personas, porque otras... me da exactamente igual), pero, por las mismas, yo pienso cosas sobre las personas sin pensar demasiado en cuán acertadas serán esas cosas que me da por pensar: y sobre todo, ¿estará el objeto de mis pensamientos de acuerdo con la opinión que tengo yo de ella?

Bueno, seguía en ese mismo plan un buen rato, esperando reconquistarla (conquistarla en realidad, porque nunca fue mía) con una especie de tormenta de poses e ideas epatantes. Quería apabullarla con la hondura de mis sentimientos y la agudeza de mis observaciones. Al mismo tiempo deslizaba cada párrafo un aviso de que ya no era como antes, como si lo mejor de mí de jovencito fuera lo atractivo que yo era. Le decía que estaba gordo, calvo, achacoso... lo que he hecho toda mi vida: exagerar lo que yo creo que son mis defectos para desarmar a quien me oiga, en plan: ya me río yo de mi barriga, no hace falta ninguna que te rías tú.
Fue un despliegue de encanto intelectual y espiritual. Si no sigo transcribiendo el post con el que pretendí rendirla a mis pies es por no dejaros a todos vosotros con la boca abierta: ya me siento demasiado admirado, no necesito más...
Pero, a veces, o casi siempre, las cosas no salen como uno espera que salgan. A veces salen mal. A veces salen peor.

A mi mensajito con el enlace al blog, esperando que ella se rindiera, me contestó su hermana:

Perdona, Wolffo, por usar el facebook de mi hermana para contestarte, pero tengo que decirte que ella murió hace dos días. Saltó por la ventana diez minutos después de contestar a tu mensaje, ese tan oportuno de "¿estás viva?" ;) Depresión. Llevaba dos años así. Al menos tu mensaje le hizo recuperar un poco de su mítico sentido del humor. Aunque fuera negro. La hiciste sonreír antes de saltar. Y tranquilo, lo tenía planeado desde hacía tiempo, dejó cartas para todo el mundo... y un chistecito zombie para ti. Por cierto, no te ofendas, pero seguí el enlace a tu blog y empecé a leer... escribes bien, pero coprenderás que no estaba de humor. Y me da náuseas Paul Simon. 
Saludos, W.
Llama alguna vez.


Un chistecito zombie, no te jode...

jueves, mayo 16, 2013

Reencontrándome

Yo-yo, por supuesto,
 


Fue llegar y verme.

La primera sorpresa, mi aspecto. Es diferente, muy diferente, verte en el espejo, mirándote a los ojos, que verte ahi suelto, viviendo, como si dijéramos, la vida cuerda. Basta, creo yo, con no saber que te estás mirando, para que no te reconozcas.

Si pudieras hacerlo, si pudieras pillarte por sorpresa en el espejo, no te parecería todo esto tan idiota, y sabrías de qué estoy hablando. pero claro, es imposible... a no ser que puedas meterte entre dos espejos y mires los reflejos de los reflejos y llega un momento en el que al tipo que ves al fondo, metarrepetido ya, no le conoces de nada... hasta que te das cuenta de que eres tú, sin mirarte. Ese punto de vista te sorprende, porque, digamos, que tu coronilla, o tu espalda, no tiene expresividad, y no saben claro,  poner buena cara. Una cosa rara, como una peli de Orson Welles, que sería un genio, pero también un tío bastante pelma. 

En mi caso, en este caso, quiero decir, al entrar en casa me pillé asaltando la nevera. La sorpresa fue múltiple, claro. Fue la típica imagen que se ve en las series y pelis americanas, en las que un joven de torso musculoso y desnudo, con la pelambrera desordenada se apoya taciturno y atractivo en la puerta de la nevera abierta y la luz del frigorífico le da un aura aún más atractiva. Solo que yo no soy joven, ni atractivo, ni mi torso es musculoso (tira más bien a colgón) y mi cabellera, invadida ya descaradamente de canas, se desordena cada día menos y a veces me levanto peinado de la cama y todo. En el celuloide, la escena suele incluir un viril sorbo, o a una rebelde cerveza, o a un saludable brick de leche, pero en mi caso era un pet de 2 litros de pepsimax, un par de alitas de pollo y la cajita del embutido.

Bueno, podéis imaginarlo, si yo me sorprendí de llegar a casa y verme a mí mismo asaltando la nevera medio desnudo, con las tetas colgando, más me sorprendí yo mismo porque creyéndome solo y a salvo en mi casa, y caminando en calzoncillos (calçunçets en la jerga familiar) hacia la nevera para picar algo, voy y me encuentro de narices conmigo mismo entrando en casa y asustándome por verme en la nevera medio desnudo, con las tetas, etc., etc.

- ¡Mierda, qué susto...! - dijo mi yo recién llegado - ¿qué coño hago yo allí? -dije señalándome fuera de mí, podríamos decir.
- ¡Mucho más susto yo, perdona! - dijo mi yo semidesnudo - la pregunta no es esa, la pregunta es que qué hago yo viniendo de la calle, si donde estoy yo es aquí.

Me enfadé conmigo (siendo "Me" mi yo que sale de casa, el aventurero, porqué no, y "conmigo" el conservador, el que prefiere quedarse en casa atracándose de patatas fritas), porque mi visión de esa parte de mí calzoncillesca, perezosa y descuidada no me gustó ni un pelo. La visión de mi cuerpo y mi actitud eran un todo desagradable y poco aconsejable, del tipo "no te enredes con Jim", como la canción de Jim Croce. Y a su vez (¿y a mi vez?), estando yo tan tranquilito, sin molestar a nadie con mi barriga al aire y mis calzoncillos, mis grasientas alitas de pollo en casa, no tenía porqué soportar esa parte de mí altiva y desaprobadora, y así como me disgustó profundamente mi yo descuidado y patatil, no me gustó la versión distante y juzgadora de mí que entraba en casa, y reconocí en mi una antipatía, una distancia, una arrogancia que en nada me confortó.

A mi yo viajante se le cayeron las llaves del susto, pero a mi yo casero y remolón se le cayó la caja del embutido y el choped se derramó

- El choped no se derrama, melón - me dije altivo y arrogante

Acusé el golpe, me tengo dicho que no debo relajarme en la faceta lingüística, pero aun así, mierda, me relajo de vez en cuando y sé que no puedo hacerlo, y menos delante de un gilipollas quisquilloso como yo.

- No me gusta nada lo que veo - me dije, desde mi desnudez y mi relajación verbal
- Pues anda que lo que veo yo... - me contesté, desde mi atalaya de El Regreso Al Hogar

Y es curioso que habiendo tardado 48 años y pico en encontrarme a mí mismo, me guste tan poco verme así, de sopetón. Pero es más triste aún que, llevando un rato mirándome, además, me caiga mal. 

O tal vez, por arrojar un poco de optimismo de verbena, de autoayuda de opereta, de psicología parda, lo que pasa es que a veces somos demasiado duros al juzgarnos y al vernos de esa guisa acusadora y poco tolerante con nuestros defectos, nos guste aún menos esa faceta autocrítica y falta de humana piedad.

Pero vamos, que me miro y me lo juro: me caigo fatal. Ya me digo...









martes, mayo 14, 2013

Estoy lloviendo.

¿Quién detendrá esta lluvia?
 

Eso, ¿quién lo hará? ¿Quién querría hacerlo?
Porque ahí fuera, no sé, parece llover. Tú, sin embargo, tienes demasiadas cosas en la cabeza como para reparar en eso, en que está lloviendo. No quiero verlo, pero no puedo dejar de mirarte hagas lo que hagas.
Te veo luchar, hacer lo tuyo, equivocarte y persistir. Te vigilo mirando desde la lluvia, por tus ventanas, y tú sigues viviendo ajena a los cambios: la vida te está atropellando y no eres capaz de parar y echarte a un lado, dejar de atesorar méritos y, simplemente, ser, dejarte mojar por la lluvia.

Desde siempre, desde que que puedo recordar, te ha llovido. Antes ni siquiera sabías que la lluvia era para ti, y ahora, en realidad, tampoco, porque te resistes a creer que podrías dejarte empapar. Las nubes hipercargadas de sentimientos, de deseo, de anhelo de tu piel, te han rondado desde hace años, esperando el momento de descargar en una tormenta altamente imperfecta sobre tu ser entero; pero tú has vivido siempre ajena a esa posibilidad, a esa realidad, desdeñando que pudieras ser tierra fértil, terruño sediento de agua de lluvia que te penetre, y violada tu alma seca con su húmeda impaciencia,  te confunda y transforme en una mujer dichosa.

Se trasladó al sur la borrasca sensual. Buscándote. Sintiendo tu llamada, tan discreta desde ti, tan clamorosa para la lluvia que seguía buscando el estruendo de tu sexo silencioso. Pero tú, que siempre acoges a todos tanto en tu casa, ignoraste la precipitación, los cántaros de besos con indiferencia casi cruel. No te interesa nada todo este asunto. Y el cielo, terco como una mula, no deja de mandarte nubes, pero tú no te dejas achantar. Sigues ignorando la lluvia, mientras la lluvia no deja de perseguirte.

Escucha, oh, escúchame, amiga mía, mujer de pies maravillosos, de piernas cálidas, de pecho obvio y dulce; escucha cantar a los cantantes aficionados y entregados, porque te están cantando a ti. Sólo quieren hacerte ver que te aman de forma sencilla y lineal: te desean abiertamente. Escúchales, escúchame, por favor, y, de vez en cuando, lleva el ritmo con los pies; da palmas siguiendo el compás de mis canciones. Escucha el ritmo de la lluvia que golpea las ventanas de tu casa, porque, mi preciosa mujer... yo soy la lluvia. Y mi drama es que tú sólo me escuchas así, como si oyeras llover.

Lluevo por ti desde hace años. Y tú me escuchas sorda e indiferente.
Estoy cansado.
Estás secándote.
Y yo, mi amor... yo estoy lloviendo. Te lluevo.

(y tú, como si oyeras llover)


viernes, mayo 10, 2013

... cosas que diría si no fuera tan tonta (Me sacan los colores diciéndome las...)

Condenados. Un canto a la infiel fatalidad
Si no fuera tan tonta, te diría algunas cosas importantes, pero si estás esperando a que enumere las cosas que diría si no fuera tan tonta, es que resulta que, al menos, eres tan tonto como yo, ricura, porque si no te he dicho esas cosas es porque soy tonta, no porque quiera eludir la cuestión.
Si no fuera tan tonta, es posible que me hiceras más caso. Estoy segura de que así sería. Porque sé que hay algo en mí que te resulta agradable, pero nunca consigo aislar ese elemento, seguramente porque soy tonta, y termino presentándome ante ti, invariablemente, mostrando mi más desafortunado perfil.
Si no fuera tan tonta, creo que me las arreglaría para que tuvieses que dar el paso tú, en lugar de bombardearte yo con patéticos mensajes que nunca contestas, que ni siquiera finges recibir, como la persona caprichosa y maleducada que eres, y dejaría de imaginarte sintiéndote -inexplicablemente- víctima de un cariño que no mereces; en lugar de eso te consideraría, si fuera un pocomás lista, como lo que realmente eres: una persona cruel, desagradecida, un poco egoísta, o egocéntrica, más bien, y pendiente sólo de su culo.
Si, en fin, no fuera tan tonta, no te perdonaría que sigas despreciándome por oler mal, en lugar de sentirte culpable tú por no bañarme; y desde ahora, te digo que o cambias y dejas de portarte de esa manera tan humana, o no te va a acompañar en tus paseos tu madre, bonito. Y que sepas que o me duchas o no habrá más sonrisa maléfica y meneo de rabo cuando te acercas a mí.

Imbécil.



martes, mayo 07, 2013

Un poco de justicia, al fin.

(La balada del hombre de viento - Dentro de ti)

No hagamos un drama de esto, pero no sé de qué estamos hablando. No te enfades, fallo mío. O sea, estábamos debatiendo, eso lo recuerdo bien, discutíamos acerca de alguna cosa boba, porque sólo cuando las cosas son bobas se discute con verdadero ardor, pero cuando sentía en mi cabeza que acababa de asir con firmeza el argumento con el que iba a machacarte, cuando acababa de encajar todas las piezas y me disponía a poner fin a la discusión... se conformó la imagen fatal de la curva de tu cuello y se me fue el santo al cielo.

De repente, las pequeñas arrugas que hay alrededor de tus ojos se tornaron dulces y apetitosas y me parecieron como la rúbrica de tu inteligencia y tu ingenio; las pequitas que, caramba, adornan tus hombros y la parte alta de tu escote parecían pepitas de chocolate que sentía la urgente necesidad de chupetear; miré, porque siempre me gusta mirarte, y me di cuenta de que bajo tu blusa latía un pecho prometedor. No evidente, sino prometedor, porque, inexplicablemente, te avergüenza tener esos prominentes senos, maravillosos, redondos y llenos de vida.

Alguna chica me ha dicho que no se siente muy cómoda delante de un tipo que, como sospecho que es mi caso, babea mirando sus tetas, (...and the same goes for me, whenever, you want me at all, es la canción que me viene a hora a la cabeza), pero no sé si eso funciona también con las mujeres. El caso es que la primavera, el sol, el calorcito hace que las mujeres empiecen a quitarse ropa... y tú eres muy mujer, así que te quitas ropa. No ahora, delante de mí (¡ojalá...!), me refiero a que ya no te pones tanta ropa para salir a la calle y, por ejemplo, venir a tomarte una copa después del trabajo, y a discutir conmigo al bar en el que trabajo.

Sé que estábamos discutiendo de alguna bobada, insisto, porque cuando discutimos con verdadero empeño, salgo de detrás de la barra, me quito el delantal y me pongo a tu lado, como si fuera un cliente de mí mismo, con mi PepsiMax y así discuto mejor, en pie de igualdad, como si dijéramos. De modo que me he dado cuenta de que no llevas medias hoy. Tus piernas, caramba... tus piernas no digo yo que en otro tiempo no fueran más tersas, suaves o delgadas, pero, por si no lo sabes, adoro cada paso que has dado, porque ellos han conformado las piernas cansadas que hoy te sostienen y que a mí me hacen soñar.

- ¿Qué...? - me dijiste - ¿se te ha acabado el rollo? ¿o es que no se te ocurre ninguna gansada más de esas que dices creyéndote tan original? 

Quise ser sincero, decir:

- ¿Sabes, cielo? Me gusta discutir contigo. Me gustan las arruguitas de tu boca y de tus ojos. Me gustan las pequitas de tu escote, de tus hombros y tus brazos. Me gusta que el peso de la vida, y su gravedad,  haga que tus pechos caigan un poco. Me gustas aun cansada. Me gusta la mujer en que te has convertido mucho más que la chica que me enamoró

Pero en vez de eso, simplemente, te di un beso y te dije.

- Tú ganas, te veo en casa, cuando termine.









sábado, mayo 04, 2013

Realidad absoluta

Si tú fueras la persona que yo veo cuando te miro, el mundo sería un poco menos trágico.

Lou Dess. Oigo tu nombre y se despiertan aquellos días imposibles. Annith, Hidd, Fanny Nomeimporta... y  Dess correteando por aquí y por allá. Lou de piel suave y blanca, sonriendo, sin sujetador, con minifalda y despreocupadamente ausente de casi todos los problemas; tozudamente presente en la espiral de la alegría que, inevitablemente, te envuelve.

Pecas, pies desnudos, siesta a deshoras, las piernas más bonitas del mundo (muslos suaves, rodillas fuertes, pantorrillas como helados de café y chocolate blanco) y la risa eterna que te acompañará siempre en mi recuerdo.

Un paseo en moto por Cádiz, un par de cines, bastantes cervezas, algunas pelis en el sofa de casa.
Te hice el amor mil veces y tú ni te enteraste. No te conocía y ya te deseaba, así que cuando te vi la primera vez, casi me muero de la impresión.

Y después de tantos años, me dicen que estás pensando en llamarme.

Ojalá.
(dale al play, seguro que esta te gusta un montón)