domingo, febrero 03, 2013

Las sosas aventuras de Juanito, el Rayo Saltador (las crónicas de Gas-gas-gas).- 1

31 de enero de 2013


Sin saber de dónde vino, me llevé una hostia de campeonato el mismo día que se graduaba la hermana pequeña de mi jefa, que, por decirlo en pocas palabras, fue ayer.
Mi jefa estaba contenta, porque su hija se graduaba (ignoro de qué) y ella iba esa noche a la fiesta a presumir de hija que, por lo visto es guapa y lista y está muy bien educada y es simpatiquísima: todo lo que no es su madre, mi jefa, a la sazón. Mi jefa se llama Francisca Obvia, pero todos la llaman Pancha, y yo cualquier día de estos me sumo a esta corriente, es una mujer de presencia apabullante. No pasa desapercibida jamás a pesar de su, relativamente, escaso tamaño, sobre todo si la mesura que usamos es la vertical. Pero es, en palabras de Osmius, cliente habitual, como Tazz, el Demonio de Tasmania: pequeñaja, revoltosa, malhablada y un terremoto andante (vibrante) que no deja nada en pie a su paso.
- Perdona, Juanito - me dijo la jefa Pancha con una expresión dubitativa: resultaba evidente que el guantazo que acababa de soltar se le había escapado, pero era igualmente palmario que le había producido enorme placer cruzarme la cara de tan sonora manera -, no sé qué me ha pasado... - dijo, y a continuación se levantó y se acercó a mi rostro aún ardiente por el triple efecto de la guantada, la vergüenza y la ira contenida, y me puso una mano en la zona enrojecida y se acercó a valorar los daños y, como siempre que se encontraba cerca de mí, el estómago se me revolvió, al sentir, como un martillazo en el cerebro, una vaharada de su desagradable olor corporal. 
- Joder, jefa...
- Perdona, es que estoy nerviosa últimamente, perdona... en serio, no volverá a pasar.

Desde luego que no volverá a pasar. No. al menos en esos términos, no al menos en esos términos tan penosos.

No volverá a pasar porque si vuelve a ocurrir, le devuelvo el tortazo, te digo que le devuelvo el tortazo multiplicado por tres.
No volverá a pasar porque la sorpresa de verle las tetas a mi jefa ya está descontada y ya no se me volvería a quedar la boca abierta y la cara de bobo que había provocado su reacción. Porque eso fue lo que pasó: jefa Pancha me pidió que me acercara a su mesa.
- Juanito, mira esto, anda, que a tí se te dan mejor estas máquinas... (ordenadores)
Yo me acerqué a su mesa y cuando estaba le estaba contando lo que había hecho mal (siempre hace mal todo lo que tiene que ver con el ordenador) los ojos se me escaparon hacia su escote, anormalmente abierto esa mañana, supongo que por accidente, y en fin, debí quedarme callado en mitad de la frase, con la boca abierta y con cara de idiota, porque lo siguiente que reecuerdo es echarme hacia atrás con violencia, con la cara ardiendo y oyendo a la jefa Pancha aullar y gritar a su estilo chabacano y vulgar:
 - Pero bueno... ¿qué te has creído? ¡Que una no se chupa el dedo! - desgraciadamente, pensé yo, porque de chuparte el dedo, ese dedo gordezuelo y purulento, de perenne uña negra, te envenenarías y te quedarías en el sitio.

Pero no, no se chupa el dedo, lástima de muerte por intoxicación, y se acerca a mí, a su pesar, para disculparse por darme una hostia y yo prefiero que se quede en su sitio, porque os lo digo en serio: esta mujer huele fatal. Mucho y mal. Parece tener algún problema con las glándulas sudoríparas (no sé si existen esas glándulas, por cierto) y huele siempre a sudor fresco, como si acabara de darse una larga e intensa carrera para coger el autobús.

No quiero que se disculpe, porque me cae mal. Quiero tener agravios frescos para el momento de mi desquite.

Es mi jefa, la jefa Pancha, y es una mala mujer. Una jefa más joven que yo, funcionalmente analfabeta, cerebro de mosquito y lista como un rayo, a la vez, una mujer acomplejada y terriblemente vulgar,  que me da tortazos, a mis 48 añazos, ¿es posible mayor humillación?

Espero que no. Pero ya veremos, ya...





2 comentarios:

Mal dijo...

Esa descripción de la jefa me suena mucho,mucho, mucho..

Wolffo dijo...

Desde ya te digo una cosa: las tetas son de tita Angie.
Lo demás, supongo, es suyo.