jueves, noviembre 15, 2012

Si son cinco minutos...

Ayer me dice mi costilla:
- Vas tuerto
- No fastidies... ¿del todo?
- Bueno, la de posición funciona, pero la de cruce, no. Tendrás que llevarlo al taller...
- ¡Qué va...! Compro la lámpara en los chinos y se la pongo yo mismo, ¡si son cinco minutos...!

Y una mierda.

En mi pueblo, hay una tienda, tamaño supermercado grande, que se llama "EL CORTE CHINO". Es como los chinos normales (gente viviendo tras el mostrador, mercancía extraña abigarrada en las estanterías, precios bajos, profusión de productos de menaje tan atractivos como inútiles, etc), pero grande. Yo creo que la elección del nombre es desafortunada: el Corte Chino no tiene escaleras mecánicas. Bueno, pues voy a comprar una lámpara H4 para el faro delantero derecho de mi coche. Como en el extravagante sector "Automóvil" no veo la lámpara, le pregunto a uno de los chinos:
- ¿Lámparas de coche hache cuatro?
- Sí - dice el chino -  y me lleva al sector Automóvil y me da una que ni de coña es H4. No se parece en la forma ni en el tamaño ni en nada. Parece más una bombilla de nevera que una lámpara de coche
- No, no - digo sonriendo - hache cuatro...
. Checuato - insiste él acercándome el producto, como diciendo, lo tienes a tu alcance, hombre, no seas lila, llévatelo
- No, hombre... - trato de ser paciente - esta no es una lámpara de coche, no es una luz de cruce, yo necesito una hache cuatro, es una luz de cruce, de un Picasso...
- Checuato, Checuato - dice el maldito chino, un poco enfadado, y me coge la mano y pone la lámpara en mi mano. Entonces se le quita la expresión de enfado y me sonríe con una sonrisa luminosa. Y falsa. - ¡Checuato...!
Me cago en el chino y en su calavera. ¿Será posible que quiera colarme esta cosa...?
- Mire, espere, que voy al coche y le traigo la que se ha roto... y me da una igual, ¿de acuerdo?
- Checuato
-Sí, hombre, hache cuatro, ahora se la traigo y verá cuál es.
Pero salgo de allí sin ninguna gana de volver a entrar. El chino Checuato me miraba con expresión asesina y además, no tenía pinta de dejarse convencer ni siquiera a la vista de la evidencia, el quería colocarme la checuato y punto.

Como hay huelga general (que a mí me parece bastante particular) los transportes están con servicios mínimos, así que tengo que llevar a mi hija a dar una clase a una alumna de otro pueblo, a donde no puede ir sin autobús. La dejo y me acerco a un concesionario Volkswagen que he visto por la zona, que tiene servicio técnico y todo el rollo; entro en la tienda de repuestos y le pido al tipo, que parece bastante aburrido, una lámpara  H4.
- Creo que me queda alguna - me dice, y se queda mirándome, como esperando algo de mi parte.
- Con que le quede una, es suficiente para mí - digo intentando ser coleguilla, simpaticote y todo eso. Pero creo que a este hombre no le seduce mi encanto y se va bufando, a ver si le queda alguna.
El almacén tiene una pinta de tener no una, sino 300 lámparas H4. Todo en plan alemán: a lo grande, eficiente, robusto... salvo el encargado del asunto, que parece netamente español. Vago, malpensado, a medio asear... Veo un cartelito que pone "Pregunte por nuestra gama Economy: máxima calidad, al mejor precio". Así que cuando viene el tipo y me dice:
- Aquí tiene -  y me suelta la cajita con la lámpara, hago caso al cartel y le digo, muy en plan interesante
- ¿No la tiene en gama Economy? Si es más barata... - no recuerdo cuando fue, aunque creo que debió ser poco después de nacer, cuando me convertí en el rácano que hoy sigo siendo.
- Sí, supongo - me dice, y se queda ahí, con los huevos pesándole como si fueran de plomo y del tamaño de Francia- ¿por qué no me lo ha dicho antes?
Menudo gilipollas.
- Lo siento, pero no había visto esto - digo, señalando el cartel - pero, vamos, si es mucho problema...
Se da la vuelta, dejándome con la palabra en la boca, hacia el mismo pasillo de antes y reaparece, de nuevo, con dos cosas que no tenía cuando se fue: la primera cosa es otra cajita, del mismo tamaño que la anterior, pero con un diseño como más cutrecillo, tipo los productos esos baratos de Carrefour. La segunda cosa que trae el ciezo, es un cabreo del doce.
- Hache 4, Economy. ¿Qué más?
- Nada más. ¿Que le debo?
- Pague allí - me dice, mandándme a otro mostrador donde reina una señora silenciosa y flaca, no sé si simpática o qué. Me acerco con la cajita de mi H4 y no sé, la divina providencia o lo que sea, me hace abrir la cajita y veo que lo que hay dentro no es una H4... o no es la H4 que yo necesito. O sea, la parte acristalada parece igual, pero el resto...
- Oiga, perdone... - le digo al simpaticote
- ¿Qué le pasa ahora? - me dice sin ocultar su desdén. Un rayo de inteligencia se cuela en mi mala cabeza. Ahora sé
- Mire, es que yo no tengo un Volkswagen, ni un Audi, ni un Seat ni nada de eso, entonces esta parte de aquí - me arrepiento de que mi vocabulario del sector del automóvil, subsector recambios, sea tan pobre- , esta que no es es cristalito, ¿lo ve...? Pues resulta que...
- Usted quiere sólo la lámpara, sin el casquillo
A veces admiro la capacidad de síntesis de ciertas personas no admirables.
- Justo.
Me da al fin mi H4. La pago y salgo de la tienda de recambios. Con aire resuelto, abro el capó del coche y miro allí dentro como quien mira una operación a corazón abierto: con curiosidad, pero sin atreverme a meter la mano. Me sobrepongo, al fin, audaz, y meto la mano un poco en plan misión de reconocimiento. Vaya. Está caliente. Levanto la vista. Anochece. En 20 minutos, ya no se verá nada. No tengo garaje, mañana salgo a trabajar a las 6 de la mañana, así que debo aplazar el cambio de lámpara a mañana a las 3, cuando salga de currar.
-.-
Ya es mañana a las tres, o sea, es hoy. Salgo de trabajar y con el coche aparcado en la gasolinera, me pongo unos guantecitos desechables y abro de nuevo el capó, con cara de experto. No debemos olvidar que soy un profesional del ramo del motor. Que uno va a una gasolinera y espera que el pollo que está allí (yo) le ayude a cosas como cambiar una bombilla del coche. ¡Qué ilusa es la gente!
En el Manual de Empleo del Citroën Xsara Picasso, podemos leer en la página 106, SUSTITUCIÓN DE LAS LÁMPARAS:

Alumbrado de cruce /Luz de carretera
Desconectar el conector; retirar elprotector de goma.Presionar y retirar el resorte.Sacar el portalámparas.
Lámpara:
H4 (anti U.V.)

Parece sencillo, ¿verdad? Pero, en serio, es un tipo de redacción engañoso. Es como decir:

106, DOMINAR LAS GALAXIAS:
Conquista de Marte/Colonización
Construir un cohete nuclear que supere la velocidad de la luz; descubrir un bactericida universal. Aterrizar en Marte, cargarse a los marcianos e instaurar un régimen democrático y plural con tintes progresistas.
Lámpara:
H4 (anti U.V.)

Pues ya os digo yo que no es así. Además de incompleto. Si consigues meter la mano (yo, además de mancharme hasta el codo, he roto la cadena del reloj y una bonita y macarril pulserita de trenza de cuero), desconectar el conector, retirar el protector de goma, presionar y retirar el resorte y sacar el portalámparas sin demasiados contratiempos (yo no lo conseguí, yo tuve contratiempos y tardé un huevo), si lo consigues... luego tienes que retirar la lámpara fundida (fácil), meter la nueva lámpara en el portalámparas (facilillo) volver a colocar el resorte en su sitio (imposible) y colocar el portalámparas en su lugar, sujeta por  el resorte (como no has podido volver a ponerlo, este punto es igualmente imposible).

Desesperado después de una hora y media, decido que mejor me acerco a mi taller de confianza (sí, ¡tengo uno!) y, con el resorte que tiene que sujetar el portalámparas en su sitio sujeto en mi mano le digo a Eladio, un mecánico de los que ya no quedan:
- Eladio, es una estupidez, pero necesito que me hagas un favor. Mira estaba intentando cambiar la luz delantera del coche -  le digo con el resorte en la mano -  y se me ha soltado esto... - me callo porque me mira con cara de "¿¡qué has hecho, calamidad!?"
- Si se ha salido el resorte... malo - Eladio no es, precisamente, un campeón de optimismo-; en estos coches hay que tener mucho cuidado y procurar que no salga el resorte, porque... hay que desmontar el faro - mira el coche, abre el capó - y en este coche, para sacar el faro, hay que sacar primero la parrilla frontal y el paragolpes...
Resumiendo. No es una tontería. Les llevará, al menos, una hora. Y eso significa que Eladio, el alegre, no me puede "hacer un favor", me tiene que cobrar una hora de mano de obra.

- Te tengo que dejar el coche...

El taller de Fun-Fun Eladio queda cerca de mi casa... si vas en coche. 5 km. No me importaría volver a casa andando si no llevara puesta la ropa (y el calzado, sobre todo) de trabajo. Un paseíto de una hora normalmente me atrae, pero no he comido, hace un día asquerosillo y, sobre todo, los zapatos reglamentarios de gasolinero ejemplar son una tortura para mis pies.
Me voy a casa, en coche, con la idea de cambiarme, subir la bici al coche, dejar el coche en el taller, volver en bici a casa, comerme un bocadillo, volver en bici al taller, recoger el coche y ya. Es un buen plan. Pero siempre sucede algo que fastidia los buenos planes. Lo que me ha pasado esta vez es que se me ha olvidado el resorte en casa. En el chaleco de mi uniforme de trabajo. Vuelvo a casa, encuentro el resorte, lo guardo en el bolsillo del chubasquero que llevo puesto. Vuelvo al taller. Mierda de día...

Llego al taller. Dejo el coche. Pregunto a Eladio:
- ¿Tienes compresor? ¿puedes echarme un poquito de aire en las ruedas de la bici, que las llevo un poco flojas?
Los mal pensados siempre aciertan. Las ruedas de mi bici no están flojas. Están pinchadas. Tengo que volver andando a casa, pero ahora con una bici pinchada a cuestas. Qué planazo.
Y sí, los listos siempre aciertan, también. Podía haber vuelto andando y dejar la bici en el coche, pero esta solución, tan lógica, sólo se me ocurrió cuando estaba llegando a casa.
Me siento desgraciado. Cuando me siento desgraciado soy aún más tonto y no pienso con claridad. Afortunadamente, me llama Susana en plena aflicción. Me dice que no vaya andando al taller, no sea que al pasar por el puente haya un temblor de tierra y se venga abajo. Que la espere, que lla me lleva a recoger el coche.
Hacemos eso. Susana llega y me deja en el taller, y se va a comprar nosequé y nos vemos en casa. De acuerdo, genial, gracias, muacks (beso).
En el taller, Eladio me dice
- Ya lo tienes
- Gracias, ¿qué te debo? - en la puerta del taller tiene puestas las tarifas: una hora de mano de obra son 47,50€.
- 20 euros
Echo mano al bolsillo.
Mierda.
La cartera.
En casa debe estar.
- Joder, Eladio, se me ha olvidado la cartera...
- Buueno, no te preocupes...
- si me dejas pasar a la oficina, llamo a mi mujer y seguro que ella lleva dinero encima y se puede acercar - debo estar casi llorando mientras digo esto porque Eladio el Alegre, poco propenso al contacto físico, me pone la mano en el hombro y me dice:
- Mira: métete en el coche y vete a casa. Mañana, o pasado, o cuando puedas, te pasas por aquí y me das los 20 euros. Pero ahora vete a casa, hijo, y mañana te preocupas por los 20 euros.
Y puede que no lo creáis, pero esto, olvidarme la cartera, es lo mejor de todo lo que me ha pasado.
Iban a ser 5 minutos. Y cambiar la maldita bombilla han sido 27 horas. A veces, las cosas, hasta las más sencillas, se complican. Lo juro.






3 comentarios:

Mal dijo...

GENIAL.
Me has dado permiso para no comentar, pero no he podido evitarlo.

Besos, genio

Wolffo dijo...

¿Qué sería de mí sin ti, Mal?

Wolffo dijo...

¿Qué sería de mí sin ti, Mal?