Ella viene a mi estación todos los días con alguna excusa extravagante: poner gas-oil, repostar, comprar tabaco, ponerle carburante al coche, tomarse una cerveza fría, llenar el depósito, llevarse el pan... y yo sé lo que ella quiere en realidad.
Ella se pone en los labios rojo nisenota; en los párpados, sombra buenacara; en las pestañas, toparriba; y huele a flores y a brisa. Si no estuviera buscando lo que yo sé que está buscando vendría sin pintar y oliendo a chorizo, que es a lo que huele la gente normal. Y ojo, que a mí me encanta el chorizo.
Ella me sonríe y me da las buenas tardes... aunque a veces me da los buenos días, sobre todo cuando es por la mañana. Yo sé lo que está buscando, porque si no quisiera nada, entraría como entran los que tienen mucho lío, con el billete de 20 en la mano, tirándomelo a la cara y gritando "¡20 de 95 en el 3!". Pero no, ella sonríe y me dice que qué tal. Y me desea buenas noches (cuando es de noche) y yo sé que me desea mucho más...
Ella siempre me cuenta algo intrascendente y alarga su estancia en mi gasolinera, dejándome bien claro lo que pretende con sus sonrisas e insinuaciones, con su sex appeal tórrido y lúbrico. Ella levanta el pecho con un sujetador, mueve sus aldabas al ritmo de sus pasos y siempre se vuelve antes de salir de mi gasolinera para sonreírme.
Ella, con todo su ser, con tus pechos almohada, con sus labios mousse, con su lengua juguetona, con sus muslos confortables, con sus piececitos alados, con su melena comedida, con su regazo hogareño, con su culo jaranero, con su cerebro provocador me está pidiendo, cada día con más vehemencia: ¡házmelo!
Y yo, hoy, cuando la vea entrar, pienso dejar que me seduzca, pienso seguirle el juego y cuando crea que todo será como es todos los días... se lo haré. sin ambages, sin dejar pasar más tiempo, allí, en medio de la gasolinera. Le voy a hacer una Visa Cepsa Porque Tú Vuelves, porque ella, a pesar de ser tan golfa, merece como todos ahorrar hasta un 5% en sus repostajes y un 1% en cualquier otra compra que haga.
Y si tú también quieres una... no lo dudes, te la endiñaré.
6 comentarios:
A mí no me serviría para nada, lo siento, así que dejaré en el armario los pantalones ceñidos.
Dios, ojalá eso no sea real.
Esa es mi vida, Kotts, Buch... esa es mi vida.
Yo la tengo, y creo que sólo la uso ya cuando paso por tu gasolinera... quizá algún día te la deje como rehén mientras lleno el depósito :)
J.
Jajajaj. Algo más querrá, Wolf, algo más querrá...
a mi me la suda loque le hagas la pàja me la h hecho igual
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