domingo, enero 01, 2012

Una carta que atasca el aspirador

(Esta mañana, a primera hora, una mujer a punto de llorar, me ha pedido cambio "para los aspiradores" y me ha dado un billete de 100 euros; me ha mosqueado, porque me mosquea que me dejen sin cambio -soy un cascarrabias-, pero le he dado noventa y cinco pavos en billetes y cinco en cinco doradas y plateadas monedas de euro; una hora después, a eso de las nueve y media, un cliente, mayor, un poco inclinado por los años ya, pero en buena forma y con un algo de amarga decepción en su amable rostro, ha entrado en la tienda de la estación y me ha dicho que el aspirador nº2 no funcionaba, que ha echado un euro y que no "chupaba"  nada; a pesar de estar solo en la gasolinera, aprovechando que a penas nadie sale a la calle antes de las 12 el primero de enero, he salido a revisar los aspiradores de la estación y, al desatascar uno de ellos, me he encontrado con una carta hecha un rollo que no he podido resistirme a leer)

Hola, cielo.
Te escribo acobardado en mi refugio, mientras oigo música, físicamente agotado y con ganas de descansar un par de días seguidos y poner en orden mis ideas, un poco desbocadas últimamente, ya sabes...
Te pongas como te pongas, te quiero. Por imposible que seas, por imposible que yo sea, por mucho que quieras que las cosas no sean así... te quiero, sencillamente. ¡Qué bien te sienta el azul! Y, amiga mía, ¡qué bien te sienta sonreír! Es asombroso lo que cambian tus facciones cuando la sonrisa pone a funcionar de los músculos de tu hermoso y cansado rostro. Suena ahora She's not there, de los Zombies, una canción perfecta, aunque sé que a ti te basta con que te la meta en un pincho usb, incluida en una carpeta que ponga Niky y que la cargue en el reproductor de tu coche para que te acuerdes de mí y de mi  música cuando conduces. Así lo haré.



Ayer te abrazé un poco, ¿te acuerdas? Pero creo que, como la chica de la canción, tú no estabas allí. Me refiero al abrazo.  O sea, sí, claro, te estrechaba fuerte entre mis brazos, entre mil personas más, pero creo que tú estabas esperando el siguiente abrazo de otra persona a la que quieres, y luego otra, y luego otra, y mi abrazo, seguramente un poco más largo, estrecho e intenso que el de los demás, se perdió, como sal en un mar de abrazos salados. Pero yo te aspiraba lentamente, me llenaba el cerebro de tu olor, te cómo tu pecho se juntaba conmigo y mis manos recorrían tu espalda en un intento desesperado de aprehenderte y aprenderte ciegamente y guardarte para siempre en mi archivo de sensaciones. Pero después del mío vinieron otros abrazos y... pero, para mí, tú eres la única.



No sé dónde estás. No sé si sabes cómo te deseo a mi lado. No sé si sabes del tiempo y la profundidad de mis pensamientos alrededor de tu alma; no sé si sabes que te desnudo en mis sueños vigilantes y que te hago cosas que dudo que me atreviera a hacerte si un día me abrieses las puertas de tu desnudez. Pero que sepas que te las hago bastante bien en mis fantasías y que parecen gustarte bastante, por la cara que pones. No sé si sabes que, a veces, se te escapa un "cariño", o un "amor", y aunque sé que eres pródiga en esas demostraciones verbales, me encanta pensar que a mí me las dices de forma especial.

Todos se alegraron un montón de que cumplieras ayer 64 años. A mí no me importaría nada que tu edad si a ti no te importara que yo cumpla mañana 76. Ten cuidado conmigo, muñeca, que este viejales aún se sabe un par de trucos para que las jovencitas como tú echen humo por las orejas... y por otros sitios.



Si tienes valor, a las ocho y media en punto te espero en los aspiradores de la Gasolinera de CEPSA que hay en la antigua N-VI; te invito a un café en la máquina de café que hay en la tienda, que sirve uno de los expressos más infectos que he probado en mi vida, compramos unos Donuts y empezamos el día con una juerga por todo lo alto. Está será tu última oportunidad: si no vienes dejaré de darte el coñazo. ¿Vendrás? ¿Te atreverás? No seas cobardica.

Te espera,
Niky.

(Terminaba de leer la carta, cuando entra el hombre mayor de nuevo y me pregunta si he arreglado ya el aspirador. 
- Sí, sí, señor... estaba atascado, puede usarlo ya.
Se ha dirigido a la puerta, pero, antes de salir, se ha detenido un momento y, de verdad, el tiempo parecía estar todo encima de su ligera chepilla cuando se ha vuelto y me ha preguntado:
- perdone... no son las ocho y media, ¿verdad?
- No señor, son ahora casi las diez...
- Ya... ya me parecía a mí
Y se marchó sin decir nada más)


4 comentarios:

Buch dijo...

Una como las de antes, joé, ya era hora.

Wolffo dijo...

¿Y a mí qué me cuentas, tío...?

Mal dijo...

Precioso. Claro que éste me gusta más, dónde va a parar..
Es el primero del año, lo cual quiere decir que te van a salir todos así, entiendo yo.
Qué bien, qué bien

Wolffo dijo...

Gracias, guapetona. A ver qué pasa, a ver qué pasa... el asunto es que me apetezca escribir, creo, y que me cabree menos con el mundo.
Un beso enorme.