viernes, enero 20, 2012

Todo empieza aquí

Cuando tocas la guitarra, supongo que pasa igual con cualquier otro instrumento, hay rituales que nunca fallan: ponerse a tocar un buen rock and roll clásico es uno de ellos. Acaso el más universal, en serio.
Si te reúnes con otros músicos y nadie sabe muy bien cómo hacer para que la cosa tome cuerpo, tenga gracia y todo eso, lo más sencillo, eficaz y efectista es que empieces con la cosa del Mi-La-Si y cualquiera te sigue a los 10 segundos... y a los 30 segundos, si los músicos tienen una pizca de alma, el ruido se transforma en música.



Por eso, cada cierto tiempo, me gusta volver a estas estructuras primitivas. Tres acordes, dos guitarras, bajo, batería y cuatro gargantas. La magia está servida. Todo el mundo puede apreciar el ritmo, el (buen, en este caso) rollito, el significado.

Me encanta el rock and roll y, te pongas como te pongas, me encantará toda la vida. Yo realmente disfruto tocando rock and roll.

En particular esta canción tiene un par de cositas que molan:

- Los papeles de las guitarras están cambiados: la eléctrica se queda en segundo plano, mientras que es la guitarra acústica la que asume el papel de guitarra solista.
- Los coros son muy importantes, forman parte de la canción, son parte de su estructura. Así, cuando el solo de guitarra acústica empieza a desdoblarse y desarrollarse, los coros siguen presentes, no hacen armonías con la voz principal, sino que son parte  de la instrumentación.
- Técnicamente, tiene un par de trucos interesantes, para quien le gusten estas curiosidades. El primero se refiere a la grabación del bajo. Siguiendo una técnica que cuenta Geoff Emerick en su libro "El sonido de los Beatles", he grabado el bajo con micrófono, no por linea, situando el micro a unos 50 cm. de la bocina del ampli. De ahí esa cualidad untuosa (por momentos parece un contrabajo acústico) que tan bien queda en el  rockabilly. El segundo truco es la grabación de la guitarra acústica. Está grabada con micro también, dos veces. La primera toma, la base, con mi guitarra acústica "titular" en este momento la Takamine. Después, le añado un overdub, una pista duplicada, en realidad, de guiatarra eléctrica sin enchufar, tomada por micro, pero repitiendo el mismo arreglo, nota a nota. Con la primera toma se obtienen el color y el cuerpo de guitarra grandota. Con la segunda se le añade el mattiz de la púa, el brillo, y el efecto chorus pero plenamente natural, claro.
- Otro truco es que la canción es buenísima: es como una patada en los huevos.




Todo empieza aquí
Tiembla el mundo rompe el día, acabas de venir
Suena fuerte la  guitarra y empiezo a gemir
Nada importa cuando cortas, si me miras así

Ven a verme, deja todo, hoy toco para ti
Ponte guapa, y no te escapas, hoy me toca a mí
Todo es magia, se presagia, lo que ha de venir

Todo empieza aquí… (Todo empieza aquí)
Canto para ti (Todo empieza aquí)
Tienes que venir (Todo empieza aquí)
Todo es para ti (Todo empieza a…
No hay misterio, voy en serio,
Todo empieza aquí (…quí)

Mi guitarra es mi orquesta
La garganta está dispuesta
Ven a verme, ¿qué te cuesta?


Nota importante para el FBI
Amiguitos, esto es un contenido exclusiva e intencionadamente pirata. Mi música (desgraciadamente) no se vende, y menos por un miserable plato de SOPA.



jueves, enero 12, 2012

Parturient montes, nascetur ridiculus mus...!

Y mira que uno se empeña en no hacerse demasiadas ilusiones con estas historias, pero... tengo la sensación de que la cosa esta, en la que tanta ilusión, escondida, tenía, quedó en lo que es hoy: Y cuando parieron los montes, nació un ridículo ratoncillo.

Recuerdo mis nervios el mes anterior, ensayando a diario la canción unas 20 veces, hasta que el solo de guitarra me salía casi dormido.
Recuerdo cómo los nervios crecieron en la semana anterior hasta hacerme una persona cercana a lo insoportable. Escribía y daba el coñazo a Juan Valderrama y a los organizadores para ver si podía organizar unos coros en la canción, que para mí eran muy importantes y no me hacían ni caso, claro: había 19 "artistas" (era la denominación oficial de los frikis que allí estábamos reunidos) a los que contentar y supongo que todos tan coñazos como yo.
Fui hacia allá después de comer hecho un manojo de nervios. La guitarra en una mano y una mochila con ropa (me olvidé mis botas de cow-boy) en la otra.
Aparrqué el coche y me lancé a la calle, y entré por primera vez en la Sala Galileo Galilei. Había pasado muchas veces por delante y alguna vez estuve a punto de entrar, pero nunca había estado allí dentro. La sala está bien.
Esto es España, así que aunque llego a mi hora, allí no hay ni dios. Sólo el barman que me dice que como han acabado tarde la sesión de ensayos de la mañana, que estarán comiendo y que supone que vendrán tarde. Efectivamente lo hacen: vienen tarde.
Los músicos, me dicen, son los Hobbies, sin su "estrella" JoseMari Guzmán, ex Cánovas, Rodrigo, Adolfo y Guzmán, un grupo que más parece, por el nombre un bufete de abogados caro. Empiezan a tocar y se m'ace el culo pesicola, por demodé que esté esta gran expresión. Me acerco a ellos y no puedo evitar intercambiar con el guitarra unas palabras. Toca una EVH Wolfgang y suena de lujo. Me hace una demo de lo versátil que es tocando unos acordes de jazz y luego unos poderosos riffs jeviosos... y yo pienso, vale.
Estoy nervioso, joder.
Llega más gente y se me acerca alguien que me resulta familiar. Es Juan Valderrama. Nos abrazamos como si fuéramos grandes amigos, porque yo quiero demostrar a la gente que no soy un pringao, porque esto tiene algo de partida de póquer: mira a tus compañeros de mesa y si no reconoces a un primo, entonces es que el primo eres tú.
Empieza a ensayar la chica que va antes que yo. Canta bien, pero como Juan quiere que firme unos contratos, le dice que le dé otra vuelta mientras yo termino de firmar los putos contratos. Termino de firmar y tengo la incómoda sensación de que, efectivamente, el primo soy yo.
Es mi turno. Subo con mi Gretsch al escenario, la enchufo y el de la mesa me dice que toque algo para balancear la guitarra. Obediente, me pongo a tocar algo (la canción) y la banda, feliz de poder hacer algo, me sigue. Después de un minuto, me dice el de la mesa que vale, que me ha pillado. Entonces me vuelvo y el batería me dice "¿la tocamos a su tempo, o más rápido, como lo has hecho ahora?" Astuto muchacho, pienso yo..., pero no le digo nada. O sea, sí, le digo otra cosa, porque veo que tiene  su metrónomo, y le digo "no, estaba solo tocando para cogiera el nivel, tocamos al tempo original. Lo hacemos un par de veces y me echan de allí, porque yo hubiera ensayado otras 35 veces. Todo suena bien. El bajo, la batería, el pianillo y la guitarra esa con sonido jazzy mola. Nos dicen que tenemos que volver para ensayar el pasodoble que cantamos todos juntos dentro de una hora y media. Menudo rollazo. En todo este asunto hay un rollo friki (algunas canciones, algunos perfiles...) que no me mola nada, pero bueno... es lo que soy, supongo.
Me salgo afuera y trato de organizar el rollo de a quién adjudico las entradas, quién puede venir y todo eso. Cerca de la Sala vive mi amiga Alicia, a la que quiero mogollón, así que voy a su casa. El plan primigenio era que iba a su casa y que ella, que es profesional del ShiatSu (se escribe algo parecido), me daba una sesión ligera en la zona lumbar que la tengo muy castigada, para que saliera como una rosa por la noche al escenario, pero por la cosa del pasodoble se cruza en mis relajantes planes y sólo puedo ir, hacerle ver a Alicia que estoy nervioso y que soy gilipollas y largarme.
Lo del pasodoble es de traca. No me lo sé en absoluto, ni quiero sabérmelo. Es una cosa graciosilla, que entra en el rollo que los "fósforos" conocen como "culto al líder", pero resulta que yo, que soy muy admirador y seguidor de Carlos Herrera, no participo de esa parte de peloteo y colegueo y no me hace maldita la gracia. No digo nada, claro, y me subo y canto el estribillo con entusiasmo (ellos lo han querido, que diría un crítico cruel) y me preparo para la noche.
Me voy a un bareto y me aprieto dos vodkas anaranjados en solitario, un rollo bastante deprimente, la verdad. Luego, medio beodo ya, me encuentro con Quique, mi cuñado, y el fotógrafo oficial de mi carrera rockística, y nos damos un par de cañitas de margen para ir a buscar al resto de la trouppe. Cuando salimos, nos encontramos con lo que se podría denominar, asaz poco científicamente, como toa la peña, nos besamos y abrazamos y creo que nadie se percata de que estoy peo sin remedio, pero al entrar, me dicen Wolffo, calamidá donde estabas que te tienes que pasar por el fotocol y yo me paso y ahí, como puede observarse por mis ojillos traviesos y somnolientos, todo el mundo se percata de que estoy con el puntito.




En fin, que la cosa va a empezar. Que me cambio, que me pongo nervioso, que afino la guitarra, que me presentan a Carlos Herrera, pero no cruzo ni media palabra con él, vamos, que no me hace ni puto caso, porque está demasiado ocupado con la nube de pelotas que genera a su alrededor, do quiera que va el tío. Tampoco he conocido a mis compañeros vecinos, ya sabéis que soy un maldito desastre social. Parecen buenas personas. Óscar es buen tío, Rosalie me cae bien, Salvatore, mañico, parece un tío majo... pero yo estoy a otra cosa.
Salimos al escenario todos, como si fuéramos buenas personas. Cantamos el pasodoble y empieza la fiesta. Presentan la Gala Juan Valderrama y, no me preguntéis porqué, una periodista que se llama Rosana Güiza que hace, además, de "madrina". Rosana no tiene ni idea de lo que está presentando, no conoce a los cantantes, ni a los grupos, ni las canciones que presenta, y sale a presentarlos con el texto de la web escrito en el móvil. Los que tienen la suerte de ser presentados por Juan, reciben una introducción cariñosa, de alguien que sabe de su historia y bien hecha. Los que salimos precedidos por la impersonal presentación de Rosana salimos después de una introducción sosa, no demasiado bien leída y bastante improvisada. No tengo que decir que no me hizo ninguna gracia la presentación que sufrí por parte de Rosana.
La Gala se desarrolla sin demasiadas sorpresas. Yo estoy arriba (la zona VIP, se supone) donde están los famosetes y todo eso. No se oye una mierda, porque la nube Herrera genera mucho ruido y hay un nulo respeto por la gente que, desde el escenario, trata de dar a conocer su, digamos, arte. Afortunadamente, Herrera se marcha a la tercera o cuarta canción, pero el ruido no disminuye, la gente VIP es sumamente molesta, y perfectamente ineducada, podéis creerme.
Voy a salir, así que...


Y eso fue todo. Al terminar, se supone que teníamos francachela en la zona VIP, pero había tenido ya suficiente de peloteo y basurilla social, así que me fui con los míos: Susana, Leticia, Borja, Pilarilla, Quique, Alicia, Javi y Jota, me tomé un cacharrillo con ellos y nos fuimos a casa.
Y no se si pasará algo más. En un par de entrevistas he oído decir a Juan Valderrama que prepara una gira veraniega para los vecinos, pero, la verdad, me parece algo tan lejano...

Yo creo que esto, francamente, ha sido todo.
Y bueno, tampoco ha estado tan mal ¿no?

domingo, enero 01, 2012

Una carta que atasca el aspirador

(Esta mañana, a primera hora, una mujer a punto de llorar, me ha pedido cambio "para los aspiradores" y me ha dado un billete de 100 euros; me ha mosqueado, porque me mosquea que me dejen sin cambio -soy un cascarrabias-, pero le he dado noventa y cinco pavos en billetes y cinco en cinco doradas y plateadas monedas de euro; una hora después, a eso de las nueve y media, un cliente, mayor, un poco inclinado por los años ya, pero en buena forma y con un algo de amarga decepción en su amable rostro, ha entrado en la tienda de la estación y me ha dicho que el aspirador nº2 no funcionaba, que ha echado un euro y que no "chupaba"  nada; a pesar de estar solo en la gasolinera, aprovechando que a penas nadie sale a la calle antes de las 12 el primero de enero, he salido a revisar los aspiradores de la estación y, al desatascar uno de ellos, me he encontrado con una carta hecha un rollo que no he podido resistirme a leer)

Hola, cielo.
Te escribo acobardado en mi refugio, mientras oigo música, físicamente agotado y con ganas de descansar un par de días seguidos y poner en orden mis ideas, un poco desbocadas últimamente, ya sabes...
Te pongas como te pongas, te quiero. Por imposible que seas, por imposible que yo sea, por mucho que quieras que las cosas no sean así... te quiero, sencillamente. ¡Qué bien te sienta el azul! Y, amiga mía, ¡qué bien te sienta sonreír! Es asombroso lo que cambian tus facciones cuando la sonrisa pone a funcionar de los músculos de tu hermoso y cansado rostro. Suena ahora She's not there, de los Zombies, una canción perfecta, aunque sé que a ti te basta con que te la meta en un pincho usb, incluida en una carpeta que ponga Niky y que la cargue en el reproductor de tu coche para que te acuerdes de mí y de mi  música cuando conduces. Así lo haré.



Ayer te abrazé un poco, ¿te acuerdas? Pero creo que, como la chica de la canción, tú no estabas allí. Me refiero al abrazo.  O sea, sí, claro, te estrechaba fuerte entre mis brazos, entre mil personas más, pero creo que tú estabas esperando el siguiente abrazo de otra persona a la que quieres, y luego otra, y luego otra, y mi abrazo, seguramente un poco más largo, estrecho e intenso que el de los demás, se perdió, como sal en un mar de abrazos salados. Pero yo te aspiraba lentamente, me llenaba el cerebro de tu olor, te cómo tu pecho se juntaba conmigo y mis manos recorrían tu espalda en un intento desesperado de aprehenderte y aprenderte ciegamente y guardarte para siempre en mi archivo de sensaciones. Pero después del mío vinieron otros abrazos y... pero, para mí, tú eres la única.



No sé dónde estás. No sé si sabes cómo te deseo a mi lado. No sé si sabes del tiempo y la profundidad de mis pensamientos alrededor de tu alma; no sé si sabes que te desnudo en mis sueños vigilantes y que te hago cosas que dudo que me atreviera a hacerte si un día me abrieses las puertas de tu desnudez. Pero que sepas que te las hago bastante bien en mis fantasías y que parecen gustarte bastante, por la cara que pones. No sé si sabes que, a veces, se te escapa un "cariño", o un "amor", y aunque sé que eres pródiga en esas demostraciones verbales, me encanta pensar que a mí me las dices de forma especial.

Todos se alegraron un montón de que cumplieras ayer 64 años. A mí no me importaría nada que tu edad si a ti no te importara que yo cumpla mañana 76. Ten cuidado conmigo, muñeca, que este viejales aún se sabe un par de trucos para que las jovencitas como tú echen humo por las orejas... y por otros sitios.



Si tienes valor, a las ocho y media en punto te espero en los aspiradores de la Gasolinera de CEPSA que hay en la antigua N-VI; te invito a un café en la máquina de café que hay en la tienda, que sirve uno de los expressos más infectos que he probado en mi vida, compramos unos Donuts y empezamos el día con una juerga por todo lo alto. Está será tu última oportunidad: si no vienes dejaré de darte el coñazo. ¿Vendrás? ¿Te atreverás? No seas cobardica.

Te espera,
Niky.

(Terminaba de leer la carta, cuando entra el hombre mayor de nuevo y me pregunta si he arreglado ya el aspirador. 
- Sí, sí, señor... estaba atascado, puede usarlo ya.
Se ha dirigido a la puerta, pero, antes de salir, se ha detenido un momento y, de verdad, el tiempo parecía estar todo encima de su ligera chepilla cuando se ha vuelto y me ha preguntado:
- perdone... no son las ocho y media, ¿verdad?
- No señor, son ahora casi las diez...
- Ya... ya me parecía a mí
Y se marchó sin decir nada más)