lunes, marzo 01, 2010

no todo es fachada (se llega, también, por la puerta de atrás)


al principio.

Vale, puedes decir lo que quieras de ella, pero estoy seguro de que la cámara ama a Lorna Cor. Sólo que, por lo visto, las cámaras que hay en las televisiones que conocemos no son de la marca adecuada. Por otro lado, yo sé, y Lorna lo sabe también, que yo conozco a Lorna Cor. Yo sé de lo que está hecha. Está hecha de sueños y sentimientos, y sus pies, sus lindos pies, la mantienen por encima del suelo, elevada sobre el resto de nosotros, volando, flotando sobre las cosas terrenales. Es un espíritu libre y rebelde que no deja nunca de buscar, que nunca se conforma y nunca termina de sentirse satisfecha... porque buscas, porque quieres, porque necesita más. Siempre en tránsito, siempre buscando un refugio para su corazón hambriento, su espíritu inconformista e inconformado, su mente soñadora y el cuerpo en el que todo ello se aloja. Por si alguien no se ha dado cuenta, me gustaría tirarme a Lorna Cor.
Lorna se presenta cada mañana, de lunes a jueves, en la tele donde ambos trabajamos, TeleVisón, un canal temático con ínfulas “de lujo”, o sea, que busca desesperadamente anunciantes y audiencia con pasta. Desesperadamente, porque no lo consigue, claro, y René (Renato en el carné), el dueño, empieza a perder la paciencia. Lorna llega y se reúne conmigo para discutir los pormenores del programa de por la tarde. Es un programa en directo, se llama SaluDalia (en TeleVisón todo tiene mayúsculas intermedias) y es, probablemente, el programa más aburrido desde que dejó de emitirse “Encuentros en libertad”. SaluDalia, ideado, escrito, dirigido y producido por mí, y presentado por Lorna Cor, es un programa, se supone, de salud desde el punto de vista de los estilos de vida y las tendencias, pero en realidad, es un programa de teletienda (TeleTienda) camuflado, en el que las diferentes secciones las marca el patrocinador de turno: CuidArte, lo patrocina una crema anticelulítica a base de mocos de gacela de Grant; TransFormate es un espacio de psicología barata en el que un gabinete de farsantes convence al personal de que son todos gays en potencia y que vayan a su gaybinete para aprender a vivir con su homosexualidad latente y a dejarse una fortuna en terapias; y así se suceden las secciones, entrevistando a un pretendido experto (comerciales con morro que hacen de falsos científicos) y dando un teléfono de información, donde te informan de lo que te van a cobrar. En SaluDalia hay dos cosas inamovibles: Lorna Cor y una especie de consejero, de asesor multidisciplinar que acota, improvisa, mete morcillas y habla, aunque no tenga nada que decir, para dar tiempo, por ejemplo, a que se levante de la mesa el falso médico y se siente el falso psicólogo. Ese comodín parlante, obvio es decirlo, soy yo.
Cuando Lorna y yo nos reunimos me enternece el interés que ella pone en hacer bien las cosas: discute conmigo cada frase del guión (que yo he aporreado 10 minutos antes) y se toma su trabajo muy en serio. Yo también, pero desde otra óptica. Yo estoy convencido de que da igual de lo que hablemos, que el contenido no le importa a nadie, y que lo importante sería que Lorna enseñara al mundo esas gloriosas tetas que posee. No le digo que se desnude, no, sino que se vista con cosas ceñidas, que el mundo sepa que es bellísima en esa parte. Que deje ver canalillo y todo eso, pero ella se centra en el contenido. Es muy profesional. Lorna lleva dos años conmigo, haciendo los programas de mierda que hago yo. Para mí es un chollo, porque jamás había soñado con una presentadora semejante: inteligente, sexy, cultivada, preparada, guapa, trabajadora… Pero si no se va, si no busca otros derroteros profesionales, acabará pagándolo. Y sigue conmigo por una mal entendida lealtad: yo le di su primer trabajo y quiere que triunfemos juntos. Pero yo hago TeleMierda y nuca triunfaré. Ella es una diosa y debería marcharse.

un día, de repente.
Suena el teléfono.
- ¿Sí…?
- ¿Estás ahí? – dice la voz que suena al otro lado, y sin esperar mi obvia contestación, sigue – customización del aire, emisión pluricultural, gente con pasta, concursos segmentados, recursos targetizados. Interactividad, TeleÁgil. ¿Qué sabes de la comunidad sueca en Madrid?
Es el estilo inconfundible e insoportable de René.
- ¿Hay una comunidad sueca?
- Cóltivi. Veo a tu Laura.- Veo tetas.
- Se llama Lorna
- Lo que sea. Veo pasta. Reorientación. Última frontera. Posicionamiento. Estrategia. ConTexto: sexo. PreTexto: dinero. PosTexto: más dinero.
No soporto esa forma de hablar. Se supone que habla así porque es un tiburón tan ocupado, tan liado y tan hambriento y ambicioso que no tiene tiempo ni para preposiciones. Lo curioso es que tarda una hora y media de parloteo enloquecido en explicarme que anoche estuvo reunido con un alto representante de la comunidad sueca de Madrid (cenó con un sueco con pasta) y que después de muchas horas de reunión y reflexiones (o sea, ya de copas hasta las trancas) llegaron a la conclusión de que el camino de la televisión era otro. Al sueco, por lo visto, le gustaba ver los Call TV, esos programas de “Llama y gana” mientras se la meneaba y de esta experiencia obtuvo René, ese genio, la certeza de que tenía que hacer programas de esos dirigidos a las distintas comunidades de extranjeros ricos en Madrid.
Así es como me vi montando un programa de esos de Llama Y Sé Estafado en sueco (y Lorna habla sueco, es que es un tesoro) y devanándome los sesos sobre la forma en que le diría a Lorna que SaluDalia se terminaba y que tendría que presentar este nuevo programa hablando en esa lengua tan rara y enseñando un poquito de carne.
Lorna es licenciada, es lista, trabajadora y muy capaz, no merece esto. Pero como esto es lo que yo puedo ofrecerle, Lorna lo prepara con la misma profesionalidad con la que preparaba la anterior bazofia. El día del estreno, una Lorna nerviosísima, no pudo evitar que pasara esto:



El video, podéis imaginarlo, se esparció por el mundo como la pólvora. TuTubo y los programas de zapping de todo el mundo repitieron la proeza de Lorna. Y eso fue el fin de Lorna (y el mío) en TeleVisón, la tele de lujo.

la puerta trasera
Un ejecutivo de la CNN vio, por casualidad, ese video. Le gustaron las tetas de Lorna, como a todo el mundo, pero le gustó más la capacidad de Lorna para continuar, como si no hubiera pasado nada.
Localizó a Lorna y se vino a Madrid. Le pagó un arreglito aquí y otro allá y la convenció para que cambiara su nombre, que se buscara un nombre menos comprometido; cuando se interesó por ella, puso su nombre en Google y por lo visto un descerebrado que escribía un blog menesteroso no hacía más que inventar embustes de Lorna Cor. A Lorna le gustaban esas cosas y le propuso al ejecuta llamarse Robin Medea. Era una cosa a medias entre el compañero de Batman y la bruja que decía que era. Al tipo le gustó la idea, pero contraatacó y le propuso cambiar las letras de sitio, para que no pareciese clásica, sino moderna y americana y así, Lorna Cor se convirtió en Robin Meade, la más sexy presentadora de noticias de la tele americana.

Lookin' out my back door (Creedence cover)



¿No te parece curioso?

Apunte, probablemente, innecesario. Escribí esta historia la semana pasada y anda perdida en algún recoveco de mi ordenador. Ayer, después de una paliza de trabajo traté de recuperarla y esto es lo que salió. La original era un pelín más larga y, tengo la sensación, un pelín mejor.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Lo mismo no te has dado cuenta pero acabas de darnos un curso acelerado de TV y publicidad. Segmentación, posicionamiento, call tv, tetas, ...

Y mira tú que lo haces así como el que no quiere la cosa. Muy bien aplicado lo de enseñar deleitando, si señor.

Esa capacidad de Lorna de echar las cabras en directo, desaparecer de imagen un par o tres de segundos y continuar como si nada... solo es comparable a la de mi hija mayor, capaz también de vomitar 4 veces seguidas en 60 Km. Bajarse del coche y decir "tengo hambre".

De Robin Meade ya conoces mi opinión. Puff!

Y del Lookin' out... también majete. La has bordado, que lo sepas.

Y el vídeo, por cierto, si alguien consigue apartar la vista de ella se dará cuenta de que es genial.

Te dejo un último comentario (probablemente también innecesario), no te fíes nunca ni de la informática ni de los informáticos. Son mala gente, ya sabes.

AbRaZoS vIrIlEs.

Wolffo dijo...

Bueno, sí que había dado cuenta, soy un profesor más que competente, juas, juas... Deja que me consuele con estas cosas, amigo. Y gracias.

"Echar las cabras" es un bonita forma de describir este asunto sí señor, y eso que cuentas de tu hija mayor me es familiar... y aunque no lo creas, llega un momento en que es un placer viajar con tus hijos en coche (me refiero al desplazamiento) y en nada recuerdan al incordio que son cuando son pequeños. Paciencia, porque es un triunfo comparable a cuando sales de casa por primera vez con tus hijos y las manos en los bolsillos, sin tener que llevar a anadie de la mano, ni bolsas con pañales y cremas...

Robin Meade y la canción son soberbias. Y en cuanto al comentario, te diré que un informático competente, (tú, por ejemplo) habría sabido encontrar el documento, cuyo acceso directo, aunque no accesible (no abría el documento) estaba presente en "cambiados recientemente". Y sigue, pero no sé cómo acceder a él. snif...!

Abrazos, apañero.

Buch dijo...

Bien. Robin es una bomba con la mecha apretá. Tiene un millón de suaves mordisquitos. Y ya, después de haberme liberado, te digo que esta historia es de las que destilan humorcito intencionado, y me gusta mucho,y los personajes son todos contundentes, y el tío que habla como los tiburones y dicen las ingesiosísmas mierdas esas de contexto, pretextoy postexto, está muy bien dibujado. Y que el culo de Robin tiene un mordisquito. Y de medea a meade mola, porque yo creí que te habías equivocado, "veo a tu laura", también me mola.
Me ha gustado mucho.
Robin tiene un mordisquito.

Wolffo dijo...

Mala cosa lo de Robin, ¿eh? Caramba. Uf, ha sido una revelación, porque yo siempre digo que no me gustan las tías buenas, las que están super buenas, digo, pero por Robin babearía, le reiría sus chistes, por malos que fueran, soportaría su charla por pelmaza que fuera, y le diría que la entiendo, lo reconozco avergonzado... Este tema deberíamos montarlo los Cicloncillos, ¿no te paice?

Mal dijo...

Muuuy bien la canción, que viva la creedance y el wolffo: otro 10.
Y confirmo que el video está genial, que yo si he podido apartar los ojos de ella. Das envidia, lo bien que te lo pasas..
La historia me ha gustado un montón, sobre todo la introducción de Lorna. Y me encanta el video de la de las cabras, qué tía, qué profesionalidad.
Me ha salido como telegráfico, qué se le va a hacer.

Grandes besos, Montaña

Wolffo dijo...

La introducción de Lorna... ya me gustaría, Mal, pero no me deja introducirme en ella, en fin, todo se andará. El hecho de que puedas apartar tus ojos de ella habla bien de ti, Mal, y de mí, que soy una persona con un fuerte magnetismo y aun compitiendo con semejante polluela, salgo airoso en según qué miradas.
También mola cuando sale telegráfico, no creas.
Y los besos ya, ni te cuento. Te los devuelvo a razón de 10 por cada 8.

linmer dijo...

Magnífica historia, de verdad, me ha encantado. Un cambio estilístico notorio. Un ritmo trepidante. Unos personajes planos, pero con esquinas (no sé que quiere decir esto último, pero he pensado que quedaba bien).

Tu versión es magnífica, muy apropiada a esta presentadora, me ha recordado (por la fijación de los televidentes, no porque se parezca) a Melissa Thoreau.

Eso sí, de Lorna siempre envidiaré más la profesionalidad y esa fidelidad ingenua que sus pechos. Más que nada porque a mí, no me quedarían bien.

Un abrazo.

Wolffo dijo...

¿Tú crees? No soy consciente de haber cambiado el estilo. Incluso después de leer tu comentario, releo y no veo nada que me haga pensar eso. Claro que, fijo, soy el menos indicado para ver eso, supongo.
No digas que a ti no sentarían bien, caramba: igual te sentaban de maravilla y pasabas largas y cálidas noches en compañía de tus pechos sin necesitar ni levantarte a hacer pis. Quite, quite...