domingo, enero 24, 2010

el vuelo de phipps

Dandy


¡Menuda canción la de hoy...! Dandy, de los Kinks, nada menos, Ray Davies reflejando otro aspecto decadente de la sociedad inglesa de su tiempo como sólo el, dentro del mundo del rock, ha sabido hacer. La canción es irresistible, hasta cantada por mí. Disfrutadla, porque es de puro disfrute, la típica canción que se oye, aunque no sepas de qué va, con una sonrisa en la boca. Ojalá os guste.

Phipps siempre voló alto. Ahora, su traje, impecable a primera vista, presenta vergonzosos brillos si te fijas. Es un traje gris azulado, elegantemente demodé, de tres botones, anchas y puntiagudas solapas, que junto a sus llamativas corbatas (tan llamativas que disipan en la sorpresa que provocan el mal gusto del que hacen gala), conforman un conjunto ante el que, al menos, levantarías las cejas si un día se sentara a cenar delante de ti.
Pero si no eres una chica de entre 30 y 40 años y estás casada, tienes muy pocas posibilidades de que Philippe se siente delante de ti a cenar. Porque estas mujeres son su target, su público objetivo, y a Phipps sólo le importa su target. Es maniático de sus cosas, salvo si esas cosas entorpecen su camino cuando va a anotarse un tanto. Es decir, es quisquilloso con la gente, salvo si quiere follarse a esa gente, porque entonces sus quisquillas se vuelven manga ancha y sus manías miran para otro lado.
Phipps es de nuestros amigos de la infancia el que más raro ha resultado. Pero reconozcamos que siempre fue fiel a sí mismo. Desde que supo que lo que le cuelga sirve para algo más que para hacer pis o para cuidarlo de los golpes, ha perseguido mujeres casadas de entre 30 y 40. Por fortuna, mi madre, que me tuvo con casi 40, era bastante mayor de esa edad cuando fuimos adolescentes, así que eso no manchó mi amistad con él, pero sé de la madre de algún amigo que recibió las atenciones de Phipps, pero nunca me atreví a decir nada a sus hijos, mis amigos, porque siempre supe que nada bueno obtendría con ello. No sé cómo hubiera reaccionado si mi madre hubiera sido presa de Phipss, pero creo que no me hubiera gustado nada. Por alguna extraña razón, Phipps me escogió a mí como confidente, y me contaba, sin detalles escabrosos, pero sin ahorrarse los aspectos interesantes, sus conquistas.
Cuando he hablado de Phipps con mis amigos, éstos siempre dicen “Eran las madres las que conquistaban a Phipps, no éste a ellas” pero yo, sinceramente creo que no era así. El encanto de Phipps, su mayor encanto, lo que le hacía sobrevolarnos a todos, y en esto era universal, lo que hacía que su encanto te empapara fueras quien fueras, su mayor encanto, decía, era el hacerte pensar que eras tú el que marcaba las normas, el que llevaba el timón y marcaba el paso, pero todo el mundo acababa haciendo lo que él quería hacer en principio. Él, no obstante, te hacía creer que era idea tuya y que estaba encantado de seguirte. Se tiró a todas las madres jóvenes del barrio, fueran madres de amigos suyos o no. Y no era un tipo tan, tan atractivo. Nadie es tan atractivo. Más de una vez le sorprendimos entrando por la puerta trasera de una casa, o saliendo por la ventana. Entonces nos parecía heróico.
Todos recordamos el Episodio Rumpallo. Juan Carlos Rumpallo era un productor de cine y TV que vivía en nuestro barrio. Era un barrio de protección oficial, construido exclusivamente de mini casitas azules y blancas adosadas a las que el siempre previsible ingenio popular bautizó como “Los Pitufos”. La mujer de Rumpallo, la Rumpallo, estaba de buena que se rompía. O sea, en el barrio había madres guapas, pero ésta se llevaba la palma. Y Phipps me enseñó cómo se trabajaba a una señora así. Cómo se la trabajaba él, claro, porque cualquiera otro de nosotros habría salido de la situación con un pescozón, y él salió exhausto y con unas bragas y un sujetador Playtex de regalo. Se tiró a la mujer más bonita que había conocido yo hasta entonces con 19 años. Y os aseguro que la visión de su marido, en plan truculento, bastaba para amedrentar al don Juan más aguerrido.
Años después, en la época loca, cuando todos trabajábamos y no estábamos casados, nos producía, si cabe, más envidia. Para nosotros, el proceso de cortejo llevaba tiempo y una cierta inversión sentimental si queríamos cobrarnos una pieza. No éramos especialmente mal parecidos, éramos jóvenes, disponíamos de dinero y carecíamos de responsabilidades, de modo que no nos quejábamos. Pero es que Phipps no paraba. Seguía acumulando horas de vuelo y agrandando su leyenda.
- Seguro que la tiene supermusculosa
- Qué va, la tendrá siempre escocida
- Que no, que la tiene insensibilizada
Además, el hecho de que no le interesaran nuestras amigas hacía que éstas se volvieran literalmente loquitas por él y se le insinuaban… bueno insinuarse, no, se le ofrecían abiertamente (soy testigo) y él, simplemente, las rechazaba. Volaba demasiado alto para ellas.
- Vuestras amigas quieren mi teléfono, que las llame, para pasear y eso… ¡algunas quieren hablar! Quita, quita…
“Quita, quita…” me parece estar oyéndole todavía. El seguía a lo suyo. En la facultad (de la que salió indemne, o sea, sin adquirir conocimiento ni título alguno) se tiró a todas las profesoras casadas y, aunque él iba a clase por la mañana, asistía al turno de tarde porque en ese horario había más señoras casadas.
Entró a trabajar en una multinacional, y estuvo dos años dedicado sólo a las compañeras de trabajo de su propio edificio. Y eso que su fama ya le precedía. Todas, absolutamente todas las tías que yo conocí en aquella época decían que a ellas les producía, una de dos, o asco o pena, y ninguna admitía sentirse atraída por él. Pero todas, todas, en serio, querían, al menos, probarle. No querían hablar con él, ni enamorarle, pero querían meterle en su cama. Y él era inflexible. Sólo casadas. Sólo entre 30 y 40. Seguíamos muy unidos, pero estábamos menos en contacto, claro. Nuestra unión era más un anclaje de los años pasados que una realidad actual. Cuando coincidíamos, no obstante, la magia reverdecía y me contaba relajadamente sus últimas conquistas, y no en plan vacilón, sino del mismo modo en que yo le contaba que me había cambiado de piso o de trabajo.
Cada vez nos veíamos menos y la vida nos fue llevando por caminos distintos y nuestro contacto empezó a ser casi exclusivo por email o teléfono, aunque procurábamos vernos, al menos, una vez al año. Nos quedaba el afecto, pero no podíamos considerarnos verdaderos amigos.
La semana pasada, después de una serie interminable de emails y llamadas de teléfono vino a mi casa, al fin. Le llevé a ver mi estudio casero (soy videoaficionado y tengo un pequeño estudio que es mi orgullo y con el que torturo a todo el que aparece por casa) y estuvimos mucho rato hablando de nuestras cosas. Me llamó la atención, entonces, lo que os decía al principio. Su ropa, antaño impecable, tenía ahora el aspecto que puede tener un antiguo Lord inglés venido a menos (a mucho menos). Zapatos lustrados pero de tacones raídos, los bajos de los pantalones, cuyas rayas podían cortar un pelo en el aire, estaban deshilachadas y las costuras del cuello de la otrora blanca (ahora ligeramente amarillenta) camisa denotaban el paso del tiempo.
Además, un extraño brillo en su mirada confería a su rostro una expresión ida, como de cierta demencia. Mi hija Miranda, Randy, puso un disco de Artic Monkeys y, sin saber de la presencia de Phipps, venía bailando y cantando por el pasillo y se quedó helada, claro al ver a un extraño en casa.
- Fake tales of… ¡uy, perdón…!
- No te preocupes, mujer, a mí también me gustan los Artic Monkeys, me encantan… - y lo demostró entonando la canción que venía cantando mi hija- Fake tales o San Francisco echo trough the room…
Randy se quedó mirándole extrañada, se dio la vuelta y se fue.
- No me jodas, Phipps, -bromeé- que sólo tiene 10 años… ¿has cambiado de target?
- ¡Qué va…! – dijo él – sigo fiel a mis chicas. Sólo casadas. Solo entre 30 y 40 años.
Habíamos tomado unas cuantas copas cuando llegó Lorna, mi mujer, a quien esperábamos para salir a cenar porque ese día cumplía 40 años. La esperaba yo para salir, Phipss para largarse, pero le había pedido que, por favor, se quedara para conocerla.
Los presenté. Y estuvimos un rato hablando. Los tres, relajados, bien cómodos. Lorna se levantó a rellenar nuestras copas y entonces lo supe y la seguí a la cocina. Con el congelador abierto para sacar unos hielos me miró asombrada cuando le dije:
- ¿Por qué, Lorna, por qué te has acostado con él?
-.-
En el salón de mi casa, la pared que da al sur es un ventanal de arriba abajo y de izquierda a derecha. En esta época del año siempre está abierta. Le dije a Phipps que quería que viera algo interesante.
- ¿Qué quieres que vea, hombre? – dijo acompañándome a su pesar hacia los ventanales. No pareció molestarle que le llevara del brazo desde atrás.
- Quiero que veas cómo se siente uno, cuando a uno, sin esperarlo, le revienta la cabeza – y le empujé limpiamente a una caída de 6 pisos hasta el asfalto donde, ¡sorpresa! a Phipps le reventó la cabeza.
Resulta que, después de tanta historia, el muy idiota no sabía volar.

34 comentarios:

Anónimo dijo...

Caray, J. con el episodio Rumpallo, arriesgando con los pseudónimos ...
Un abrazo.

Javierrubio

Wolffo dijo...

JAJAJAJAJAJAAA, pero, JR, tío, ¿no era tremenda?

Abrazo a ti.

Unknown dijo...

Sí,sí,sí, nuestra Kathleen Turner de la época...
JR

Anónimo dijo...

Bueno, parece que a Divshare no le caigo muy bien hoy... Esperaré mejor actitud por su parte en un rato.

De Phipps, ¿qué puedo decir de Phipps que no hayas dicho tú ya?

Podría hablar de esas odiosas chaquetas azul / cruzada / botones dorados (o con un ancla) que nadie nunca debió inventar. Incluso un tipo elegante como yo tuvo una en siglos anteriores...

Pero prefiero no hacerlo.

Podría hablar también de si es obligatorio que tus amigos te cuenten cómo follan. Y lo digo con conocimiento de causa, no creas.

Un amigo / compañero de trabajo de otra época tenía la costumbre de contar sus encuentros como la cosa más natural del mundo.

Podías estar conduciendo en una carretera en obras y se arrancaba con la más detallada descripción que imaginar puedas sobre cómo se automasajeaba su mujer "el garbanzo" (literal) durante el apareamiento.

O podías estar en el comedor de la empresa, en una mesa de unas 10 personas, y contaba que una amiga de la familia se había hecho una depilación púbica_total y se la había enseñado en una cena en casa a él y a su mujer. Con todo tipo de detalles sobre qué bonito le había quedado y cómo lo tenía configurado la señora...

La verdad es que se lo dijimos todos múltiples veces pero le salía natural al tío. Y no dejaba de hacerlo, claro.

Me ha venido a la cabeza porque dices que Phipps no lo contaba para jactarse...

Claro, por otro lado, a pesar de sus trajes con botones dorados y esa facilidad para el intercambio sexual... ¿cómo vas a odiar a un tipo así, no sería más tenerle admiración?
Imagino que sí, aunque tal vez pasó esa línea que nadie debe nunca cruzar al tirarse a Lorna.

Comprobaste que lo había hecho ¿verdad?. A ver si has tirado al pobre diablo por la ventana y luego no había pasado nada...................................


En cualquier caso, si la ley cae sobre tí iré a darte un abrazo a la cárcel y te acercaré unas Pepsi Max.

Guiss dijo...

Pues Phipps, pobre hombre, no me resulta nada atractivo. Claro que sabiendo que no formo parte de su grupo objetivo por estado civil habrá quien piense que es lo de la zorra y las uvas (siendo él las uvas :P) Claro que tampoco entiendo las mezcolanzas de edad, ni para arriba ni para abajo, siempre he sido de la misma década. Me daría una pereza horrorosa enseñar ahora a un pipiolo y más aún, terminar convertida en una Obregón o en una Marujita Díaz, y tampoco me veo yo en plan Marina Castaño yéndome por el extremo opuesto. Phipps se iba a pasar casi toda la vida entre Dinio y José Federico de Carvajal, así que le has ahorrado esa última etapa.

Tampoco me gustan los que toman a su interlocutor por un trasunto del consultorio sentimental del cosmopolitan, superpop o interviú, si es que el interviú además de artículos de fondo tenía semejante cosa, por delicados que sean con la narración. ¿A qué viene contar esas cosas? Demasiado tiempo has aguantado antes de comprobar si dominaba el vuelo sin motor.

Besos.

Wolffo dijo...

Sí, justo, JR, era ese tipo de mujer, fría por fuera pero ardiente cuando se quitaba el sujetador... o algo así, imagino.

¿Qué pasa, no has podido escuchar el teme, Foss? Es uan pena, porque es una cosita así sin importancia, pero que mola, ha quedado bien. Joder, los tipos que hablan demasiado, qué pesados resultan, ¿verdad? Y qué ganas de que lo dejen, a mí me pasa lo mismo. Odio que me hablen de experiencias sexuales, o enfermedades, o de funciones fisiológicas, o de partes como pies y culo y eso. En cuanto a lo de Lorna... en realidad no lo comprobé, simplemente lo supe, aunque ahora eso da igual. Pepsi Max... tío, cada día me gusta más esa guarrada. Un abrazo y ¡gracias por las pepsis!

Yo no le guardo rencor, ¿sabes? era un lance más del juego, Guiss. Sencillamente hizo algo que no podía hacer sin exponerse. Pero yo creo que su caso, incluso obviando el gran salto hacia la nada definitiva, mueve más a la conmiseración que al desprecio. Él no fanfarroneaba, simplemente, su vida era tirarse tías y me contaba esas cosas como yo le contaba que estaba liado con un video. NO me pedía consejo, ni buscaba mi aprobación o mi aplauso. Compartía sus experiencias, su vida, conmigo y yo, aun no resultándome un tema interesante, simplemente escuchaba. A mí no me caía mal. Me daba pena y, en cierto sentido, envidia. Aunque yo hubiera subido una década: entre 40 y 50, ése fue siempre mi target. Y luego, ya sabes, tu vida transcurre alrededor.
Un beso enorme, Guiss y gracias.

Anónimo dijo...

Al fin...

Gran tipo ese Dandy y gran versión la tuya, amigo.

O suena muy mal mi PC (a esta hora no hay casi nadie cerca del despacho y lo acabo de poner dos veces con cierto volumen) o te ha quedado redonda.

Tienes razón en lo de la sonrisa.
Ahora tengo dos, una por la letra y otra por recordar los siglos que llevaba sin escuchar esa canción...

Keep in touch.

Wolffo dijo...

Pa mí que como tú eres mu listo pa eso de las computadoras, tu pc ve "dandy" y busca la original y la pone en lugar de la mía, por eso te suena bien...
Es de esas canciones que sientan bien, hombre.
Un abrazo y gracias. Y sí, quipo in tach.

Kotinussa dijo...

Muchos detalles acerca de las habilidades de Phipps y nos quedamos sin saber dónde residía su atractivo. ¿Era guapo de caerse de espaldas? ¿Las conquistaba con unas parrafadas ingeniosas? ¿Se hacía el desgraciado para que las madres se sintieran protectoras y amorosas? ¿Tenía un culo duro como una piedra? Hasta no saber todo eso no soy capaz de decidirme si me cae bien o no.

Por otra parte, me sigue preocupando el tema de los precipitados al vacío. Aunque esta vez sea del todo involuntario para el protagonista, no deja de ser inquietante que el autor del relato incida una y otra vez en las cabezas chafadas sobre la acera.

La canción es graciosa. Pero, aún sin haber oído la original, estoy seguro de que tú la mejoras. Se te nota diferente cuando cantas ésta, como más jilguerillo. Es como si te saliera sin ningún esfuerzo. Se siente que te gusta. En fin, apreciaciones puramente subjetivas, ya ves. Y ya no tienes la garganta alpargatosa, ¿no, darling?

Besos.

Wolffo dijo...

No has leído el subtexto, Kotts. La razón de que las mujeres creyeran que Phipps les resultaba atractivo es que creían que a las mujeres, Phipps les resultaba atractivo. En otro momento se explican dos detalles que deberrían disipar tus dudas. Se dice explícitamente que ... Y no era un tipo tan, tan atractivo. Nadie es tan atractivo"; además del otro detalle: que, antes de conocerle, cuando sabían de él por referencias, a todas les resultaba digno de asco o de pena, pero que luego acababan cayendo a sus pies. Puedes jurarme que tú nunca caerías en algo así, y yo te creería, pero los datos, tozudos, desmienten contumazmente esta postura.
En esta historia, no hay motivos de preocupación; esto no es una precipitación sino un lanzamiento en toda regla. No temas por mi salud mental, Kotts, arrojar necios al vacío es un sano ejercicio (excepto para el necio, claro). Y el autor no incide una y otra vez en las cabezas chafadas. Nota que se habla de reventar, no de chafar, que es mucho más poético. Sesos esparcidos, no aplastados, salpicones, gente sacudiéndose, ojos sin cabeza dando vueltas por ahí... A mí me parece que hay una diferencia, ¿no?

La canción es buenísima mujer, pero a Ray Davies no le supera nadie cantando sus canciones. En este registro es el más grande. Pero sí que me sale así, como de corrido. Las melodías de los Kinks forman parte de mi ADN, me temo, y me encantan sus canciones, de las que ya he subido algunas. Y ya empieza a responder mi garganta, sí, gracias por notarlo.

Un beso grande Kotts, y gracias por darme tanto juego. Es un placer.

fantasma paraíso dijo...

Yo en lo que estoy de acuerdo con Javirrubio (¿hermano de Luismoreno?) es en lo tremendo del «Episodio Rumpallo». Sólo espero que sus vástagos (los de la Rumpallo) no sean lectores de tus peroratas...

Y ya he visto que me contestaste al final de los comentarios del anterior post. Es que como había post nuevo, imaginé que de hacerlo lo harías en éste, pero ya veo que no, que eres muy metódico y ordenado, y cada cosa en su lugar.

A mí también me cargan bastante los que van por ahí contándote sus hazañas sexuales, máxime si son con su mujer y la conoces, porque a ver con qué cara la saludas la siguiente vez que la ves y tú no puedes evitar recordar, por citar a Foss, la historia del «garbanzo».

El refranero, aunque yo no sea especialmente partidario, ya advierte de lo de «dime de qué presumes y te diré de que careces». Así que con eso está dicho todo. En fin, hay momentos y edades para todo, pero ni por esas me gusta lo de airear las intimidades de tu mujer (o tu marido, no se me enfade la ministra). Y por cierto, aprecié una mejora cuando en tu blog sustituiste lo de «soy una bomba sexual» por el más escueto «soy una bomba». Un detalle de buen gusto.

Y no confundamos buen gusto/educación con ñoñería, ¿eh?, pero ya que la canción de este post es precisamente «Dandy»... Aunque, admitámoslo, el Dandy de la canción no parece precisamente un caballero sino que está más en sintonía con tu amigo Phipss.

La canción no la he escuchado, como suele pasar cuando escribo desde la consulta, pero ya lo haré en casa. Porque a mí también me parecen geniales los Kinks (¿es que pueden no parecerlo?). Y por cierto, y ahora que me acuerdo: escuché en su día tu canción «en bruto» sobre «El hombre del viento» y me gustó mucho: púlela y vuelve a colgarla, hombre. Y también la del «Memphis Blues», que ya te dije vía mail, que aunque me viene a la cabeza la voz de Dylan, también la recuerdo siempre unida a la versión aquella de Kiko Veneno que mencionabais y de la que incluso me acuerdo de un video-clip (¿se llamaban así?), en el que juraría que salía Santiago Segura.

En fin, bien por esta historia que nos has contado, bien por recordar a la Rumpallo, y a Phipss que le den por ir detrás de las casadas de entre 30 y 40 años. ¡Mierda!, acabo de darme cuenta de que mi propia mujer se encuentra en esa franja de edad y es por tanto un posible blanco de Phipss. ¡Aaaaarghhh!, debiste cerciorarte de si la conocía antes de tirarle al vacío... Bueno, lo daremos por vengado en el peor de los casos y asunto zanjado, porque, convendrás conmigo, en que sobre ciertos asuntos a veces es preferible no indagar.

Buch dijo...

¿por qué demerecer a la madre del Peque? ¿Por qué sólo me acuerdo yo de ella? ¿Acaso no era una diosa?. Pero bueno no vayamos por ahí, sino por la historia. Me ha gustado mucho el nombre Phipps, no creo que sea ¿Como se dice? cifrado ni nada, sino que corresponde al nombre que pega con la historia. ¿Ves? En eso eres muy higiénico, los nombres de tus protas, pegan con las historias.
Me ha encantado la historia que nos ha relatado Foss, la del garbanzo, ese garbanzo eternamente en remojo, por lo que parece. Y no crei que exista una razón que explique el atractivo de Phipps, simplemente tenía ese talento. Y creo que tenías el deber de reventarle.
Bravo por tí.
Besos

Wolffo dijo...

Yo también lo espero... pero bueno, tampoco es feo lo que digo de su madre: estaba riquísima. Y su padre era temible, eso nos gusta de nuestros padres, ¿no?
Parece que estamos, al menos los tíos, de acuerdo en que los que nos cuentan sus hazañas (fantasmadas, si me lo permites) sexuales son insoportables. Pero debo insistir en que Phipps no era un fanfarrón, y no me contaba detalles escabrosos; simplemente su vida, sus anécdotas tenían ese tinte. Joder, que no os caiga tan mal. A mí no me caía mal (y eso que le he matado) y no pensaba que os fuera a caer mal a todo el mundo. No es como el tipo de la historia del garbanzo (gran historia,m sí señor), es otra clase de tipo. Cambié mi frase de presentación porque Wolffo, a diferencia de mí, sí que es un fanfarrón y le gusta presumir hasta de lo que no ha hecho. Antes la peroratillas eran también más fanfarronas y era un vacile, claro, pero me alegra que prefieras que mi bombez no sea sexual. Yo también lo prefiero así. No me gusta que me amen sólo por esa pequeña gran parte de mí. Me alegra muchísimo que te gustara la balada (¿te enteras, Buch?) y también la de Dylan, aunque me hace más ilusión lo de la mía.
Y desde luego, es mejor, muchísimo mejor no indagar sobre todo lo que no tiene remedio, pero especialmente poco recomendables son los asuntos del pasado sexual de la gente que apreciamos. Nada ganas y puedes perderlo todo.
Abrazos fuertes, pero viriles.

Buch, tienes razón, hombre. La madre de (no "del")Peque estaba para morirse. Era como una actriz o algo así, es decir, su pinta. Dios, qué guapísima era.
En cuanto a Phipps es un anagrama: Pero Hombre, Imbécil, Ponte Pantalones Suecos; hace referencia a que la gente que folla mucho ha de llevar un cierto tipo de pantalón (sueco, los llamamos los que los llevamos, porque las suecas te los quitan en un segundo) que facilita mucho la labor cuando llega el momento de obrar. La historia del garbanzo es notable, ciertamente, y estoy de acuerdo contigo -también, vaya tarde que llevo- en que no hay que buscar razones que expliquen su atractivo. Venga, te has ganado un Tigretón.

Anónimo dijo...

¡Dejadme descansar en paz!

J.R. Phipps

Guiss dijo...

Perdón por interrumpir, pero aún admitiendo que el compañero/amigo de Foss puede ser una excelente persona amante de los gatos (en el buen sentido), que recicle la basura e incluso que utilice en las conversaciones sin sonrojo el masculino y el femenino cada vez que diga algo y las arrobas cada vez que lo escriba, pongo por ejemplos de cosas universalmente admitidas como buenas por los demás, lo del garbanzo es un asco, sin más. O sea, me da tanto repelús la frase en sí que no os lo podéis ni imaginar (creo que a la hora de enfriarme garbanzo gana a calcetines), y condenaría al tipo a comer todo seguido un cocido, un potaje y cualquier otro guiso que exista con garbanzos hasta que se convierta en un pozo de gas natural. O mejor no, que capaz será de explicarlo, con todo lujo de detalles y quizá hasta con demostraciones. Quizá sea mejor ordenar sin más que le corten la cabeza. En serio, me parece incluso peor decir "el garbanzo" que explicar sus expansiones con su mujer o con una mujer, pareciéndome mal todo.
Y si no lo digo, reviento yo en lugar del amante de las legumbres :P

Anónimo dijo...

Calla, calla que aún era peor cuando explicaba cómo disfrutaba él del "grano de arroz" de su ahora ex-mujer.

O ¿no somos tal vez un poco tiquismiquis con la gastronomía?. No sé, pregunto....


Ahora, a excelente persona no le ganaba nadie. Eso no tiene posibilidad de duda.

Mahomal dijo...

Me ha gustado mucho-mucho, aunque también empieza a preocuparme la cantidad de personajes que estás lanzando al vacío últimamente. ¿Va a ser esa la tónica durante el 2010? ¿Einn?
Y la canción te ha quedado de puta madre, mucho mejor que a ese que dices.
(Sí, me he enganchado a Perdidos aunque no es Doctor en Alaska¡¡¡Yo sé de quién es hija Mranda-Randy!!!Aquel capítulo de la lavandería y el parto era maravilloso)

Beatriz dijo...

Conozco esta canción, pero no sabía que era de Kinks, a quienes tuve el gusto de conocer, creo, a través de un hermano bloguista que tengo yo. Buena versión haces del tema, Wolffo.
¿Y qué hemos aprendido de la historia de Phipps? Pues que para nadie la buena vida es eterna. Y mira que no saber volar...
Buena colección de relatos nos estás regalando. Y de genuinos personajes. Es lo que tiene la creatividad.
Besos.

Wolffo dijo...

Tienes razón, Phipps, deberíamos dejarte tranquilo... qué falta de tacto por mi parte el sacar a debate tu existencia tan brillante. Perdóname, perdóname... (por lo del debate, no por tirarte edificio abajo, cabroncete).

No sabes, mi querida Guiss, cómo entiendo tus reparos, no ya al concepto, sino al uso de la palabra. A mí me pasa con otras palabras: colilla, juanete, golondrino, ano, fístula... o sea, uno sabe que esas cosas existen y tienen nombre, pero no hay porqué decirlo en voz alta. Ahora bien, lo de garbanzo es, si cabe, más grave, porque no es el nombre de la cosa... Tienes mi simpatía pero, insisto, es una gran historia.

Coño, Foss, el grano de arroz, ahora... qué desagradables manías que tiene ese pollo. ¿Y lo suyo? ¿Macarrón, zanahoria, calabacín...? Caramba, será buena persona, pero, joder, con el tío.

Mahomalilla, guapa... sí, creo que 2010 será el Año Internacional de la Caída Libre. La canción es muy divertida y Ray Davies, "ese que dices", es un genio, absolutamente. Desde luego, Perdidos engancha, y está muy bienhecha, pero Jack no es Joel, ni el guaperas es Chris por la mañana, ni la nena es Maggie O'Conell. Nada es como Doctor en Alaska ¿Sabes? en ese capítulo, en realidad, Shelly dice "Randi, con i latina", pero a mí me daba más pinta de Randy y era, casi, casi igual que Dandy, así que...
Y desde luego, era maravillosa la forma en que tenían de contarnos los miedos a la maternidad y al futuro y eso. Caray, es que no hay nada parecido a Doctor en Alaska. Un beso, Mal.

Wolffo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Wolffo dijo...

Beartriz, estábamos escribiendo casi al mismo tiempo, porque cuando he empezado, no estaba tu comentario.
¿Conoces a los Kinks? ¿Y el bloguista también? ¡¡¡A esas cosas se me llama!!! En fin.
Sí, la historia de Phipps nos deja enseñanzas y, quizá la más grande es que no te tires a los cónyuges de tu amigos sin haber aprendido a volar. Muchas gracias, Beatriz, por ser tan amable y cariñosa en tus comentarios.
Un beso gordo.

fantasma paraíso dijo...

Guiss, como no podía ser de otro modo, coincido plenamente contigo. Y me refiero, esta vez, a lo del «garbanzo». Yo también aludía a lo inadecuado de la expresión en sí misma (que por otra parte nunca he oído, pero será que los médicos en cuestiones de anatomía no sabemos tanto como creemos). Sin embargo, ahora ando en un sinvivir con la nueva perla que nos regala Foss: «el grano de arroz». Y mi duda es: ¿es lo mismo el garbanzo que el grano de arroz? Porque si su mujer se masajeaba el garbanzo mientras él disfrutaba con el grano de arroz (de ella)... ¿de qué coño (con perdón o quizá no) estamos hablando?

Foss, se impone que nos des unas clases de anatomía comparada o de símiles erótico-gastronómicos en tu entorno laboral. Al final resulta que los términos científicos —que a veces dan como grima, Wolffo, lo sé— son los más claros de todos. En fin. Yo procuro no utilizarlos, no creáis. Esto me está recordando a una anécdota que me pasó la semana pasada:

Veo a un paciente en la consulta que venía por dolor en un codo. Al explorarle me doy cuenta de que lo que tiene es una «epitrocleitis» (palabra complicada), también conocida de modo popular como «codo de golf». Total, que le digo:

—Lo que tiene usted es un codo de golf.
Y va el tío y me responde alarmado:
—¡Qué me dice, doctor! ¿Y como se lo explico yo a mi mujer?
—Pues hombre, no pasa nada, se lo dice y punto.
—Ya... —añade cabizbajo—, pero a ver cómo se toma lo de que tenga un «codo de golfo».

Y ya que estamos con asuntos médicos: Mal, me has dejado algo perplejo con lo de que «lo del parto y la lavandería era maravilloso». Ya he dicho aquí que no veo nunca series de televisión y mucho menos series de médicos, pero... ¿parir en una lavandería?, ¿maravilloso? Quizá si tu madre es lavandera queda muy natural nacer entre montones de ropa sucia, no sé, pero no lo veo yo muy claro. A ver si va a ser como las que te cuentan que han parido en una bañera porque «es lo más natural». Que digo yo que será lo más natural si eres un delfín, pero si no lo eres y no vas equipado con branquias pues no termino de verle la gracia.

Y la lavandería ¿era la típica de peli americana a la que todos llevan la ropa, o era de las que están (también en EE.UU.) en el sótano del edificio y la chica lleva la ropa de noche cuando no hay nadie y el asesino está esperándola? Caray, cuántas incógnitas.

Y oye, Wolffo, el «anónimo» JR Phipps ¿es el auténtico Phipps resucitado? ¡Que se cuente algo, hombre! A lo mejor tiene algo que decir en lo del garbanzo y el arroz, quién sabe. De todos modos, y ya que sale el tema, yo creo que el asunto de la gastronomía y el sexo está sobrevalorado. Y la culpa la tuvo «9 semanas y media». Que sí, que quedaban muy bien y Kim Bassinger y Mickey Rourke poniéndose perdidos de alimentos varios y comiéndose frente a la nevera (con aquella musiquita y estética de video clip tan cursi que tenía la peli), pero si luego vas y lo haces no deja de ser un pringue y un engorro, no me lo neguéis.

Y por cierto, ¿en qué se ha convertido Mickey Rourke, Dios santo? Por suerte, Kim Bassinger sigue estando la mar de bien.

Beatriz dijo...

A ver, Wolffo, que me he expresado mal al entenderme tú. No conozco a los Kinks en persona ni en concierto. Y me hubiera gustado, cómo no. Quería decir que supe de su existencia y de su música a través del bloguista.
Por eso no te avisamos ni él ni yo.
Pero hacemos como con Ana Diosdado. Si tengo noticia de que me los van a presentar, te aviso.
Besos.

Anónimo dijo...

Por alusiones...

Mi amigo CSS (y no sigo que estoy a punto de dar hasta su número de teléfono) ha sido siempre un gran aficionado a los temas culinarios. Y no solo en las lindes del dormitorio sino también en la cocina, pocas paellas como las suyas por cierto.

Ahora, buena persona y guarro_sexual a manos llenas.

Sobre la duda de si el garbanzo y el grano de arroz son la misma parte del cuerpo... Pues imagino que así es, y digo imagino ya que incluso conociendo a su ex siempre la vi vestida.

Creo que la metáfora gastronómica venía reglada por:

- El acto consistía en un apareamiento más o menos estándar en el que ella dedicaba tiempo a si misma: Garbanzo.
- El acto consistía en un apareamiento, digamos oral, en el que él centraba su atención en un único punto: Grano de arroz (no digo que no tenga relación con su afición a la paella).

Me vienen a la cabeza bastantes historias más (de todo tipo no solo culinarias) del amigo CSS pero casi mejor no.

Guiss dijo...

Bien, Foss, si CSS centraba su atención en un único punto, ya me explico yo porqué su mujer es exmujer. Y si delante de ella lo llamaba "grano de arroz" con mayor motivo. Yo lo del grano de arroz lo había entendido como más interno, pero como deduzco que CSS es humano y no un sapo, con la lengua no podría llegar. Tengo que decir también, aún a riesgo de parecer tiquismiquis, que "reglar" la metáfora gastronómica en este contexto resulta raro. Sin embargo, me alegra que CSS (tiene nombre de hoja de estilo) no introdujese los guisantes en su dieta (y si lo hizo, no me lo digas, que tengo cariño al alias)

Fantasma Paraíso, pues yo coincido contigo en el daño que hizo nueve semanas y media, la cantidad de veces que desde entonces ha habido ocasión de rechazar la leche condensada y pringues semejantes. Lo único bueno de esa película para mí es la secuencia de aterriza como puedas (creo que era esa) donde terminan friendo un huevo en la tripa de ella.
Mickey Rourke se ha convertido en una vieja boxeadora cochina, igual que Paul McCartney se ha convertido en una viejecita, está a un paso de ser Miss Marple.
Y una historia de consulta de primera mano: mi madre fue una vez al médico porque tenía dolor de espalda, y para que él entendiese bien de qué hablaban, le dijo (delante de mí, adolescente sonrojada): me duele exactamente como si me fuesen a salir alitas. Él, que era jovencito y se había dejado perilla para no parecerlo tanto, se puso colorado también, pero creo que de aguantar la risa. Claro que desde entonces en mi casa cuando nos duele ahí, decimos eso.

Wolffo, gracias por entenderme. Tampoco me gusta ninguna de las palabras que dices, tienes razón, y muchas más que se me ocurren pero no voy a poner porque se acerca la hora de comer. Vale, será una gran historia, pero repelente :P

Wolffo dijo...

Dios del cielo, la que se ha montado por el garbanzo...

Bueno, Fants, ya está aclarado. Confieso que pensé en otra cosa, pero no insistiré en ello. Sólo una curiosidad, Fants, ¿codo de tenis y de golf es lo mismo?
En el capítulo al que aludimos Mal y yo tienen lugar unas secuencias fabulosas en una lavandería (de las americanas típicas, pero no de Nueva York, sino de pueblo) y un parto, pero no juntas. El alumbramiento es una cama y está contado de forma graciosa y muy tierna.
En cuanto al anónimo JR Phipps, yo creo que es más JR y anónimo que Phipps. La peli esa que dices era aburridísima. Recuerdo verla en la Vaguada y tener ganas de que acabara. Nunca me han gustado las escenas de sexo en el cine, me ponen nervioso, me desasosiegan, y siempre pienso (no me lo puedo quitar de la cabeza, quizá por deformación profesional) que para ver las cosas que vemos tiene que estar todo la mar de forzado y me pone muy nervioso, también, pensar en la sala de doblaje cuando hacen esos ruidos de jadeos y chasquidos de lengua y todo eso. Kim Bassinger me encanta (y más ahora, mayorcita) y Mickey Rourke daba y da grima. ¿qué asco de tío, qué sucio!

Jjaaajajaja, Beatriz, vale, vale, había entendido yo mal. Pero quedamos en eso: me avisas si tal. Un beso.

Foss, dejaré pasar el asunto sin contestar, porque es como cuando una madre te dice "mi nene tiene diarrea" y, por cortesía dices, ¿ah, sí, caramba...! y entonces te da detalles sobre su diarrea. Detalles que no quieres conocer. Detalles que no necesitas conocer. Detalles que no deberían ser sacados a la luz jamás. A mí me está pasando algo así con el garbanzo y el grano de arroz. Por favor, no cuentes más. Y mira que casi llega a caerme bien CSS...

Guiss, no demos más detalles, por favor, de lo que hemos entendido cada uno, empieza a revolvérseme el estómago. La historia de las alitas es genial, sin embargo. Me cae bien tu madre. Y hoy, estoy seguro, en vez de sonrojarte, te hubieras reído con el médico cuasi imberbe, ¿a que sí?
Venga, besos, y olvidemos los garbanzos, al menos en este contexto.

fantasma paraíso dijo...

¿Pero Guiss, le salieron las alitas o no? Lo digo porque a mí de adolescente sí me hubiera gustado que a mi madre le salieran unas alas y formara parte de la «Patrulla-X» (hoy, «X-men). En fin, buena anécdota, pero es que a veces hay que explicarlo todo. Recuerdo una vez, aún de estudiante en el hospital, que al decirle a una paciente que le iban a hacer un TAC, como no sabía lo que era, le dije «que iban a darle una serie de cortes en lonchitas»... ¡No salió corriendo a la calle con el camisón ese que te deja el culo al aire de milagro!

Foss: ¿CSS?, ¿Carlos Super Sexo?

Y Wolffo, contestando a tu pregunta: no es lo mismo. El codo de tenis es como se llama a la epicondilitis, que es una inflamación y un dolor en el codo digamos que en al «pico» que sobresale en la parte superior (epicóndilo). El codo de golf aparece en «pico» que sobresale en la parte inferior (epitróclea). Y por supuesto, cualquiera de los dos puede aparecer sin que uno juegue ni al tenis ni al golf; o incluso haciéndolo, puede surgir el dolor en uno u otro lado.

Y corto ya, que en realidad sólo quería responder a tu pregunta.

Buch dijo...

Yo me he reído con la historia de FOSS, so tiquismiquises...

¡GARBANZO, GARBANZo! y ¡GARBANZO!

Wolffo dijo...

jajajaja, Fants, reconoce que no estuviste muy tranquilizador... Gracias por la aclaración. Me surge otra pregunta, ¿alguna de esas dolencias puede aparecer por el movimiento de zambomba, siendo la zambomba uno mismo, o a eso habría de llamársele codo de pajillero?
Buen finde y gracias, Fants.

Buch, desiste, no te votaremos como "Bloguero rebelde del año". O a lo mejor sí, pero no por estas actitudes estudiadas... Te pierde la ambición. A ti te veo el domingo, con lo9s deberes hechos (o papá Wolffo se enfada, ya sabes...)

Anónimo dijo...

Coñes Wolffo. Qué buena pregunta.

Había oído hablar del "se mató a pajas" pero, claro nunca había pensado que todo empezó en un "se partió el codo a pajas".

Qué tío. A ver cómo sale de esta nuestro buen Fant....

fantasma paraíso dijo...

Wolffo, Foss, vuestras dudas médicas me abruman. Por lo que yo sé, en la literatura médica no está descrito el «codo de pajillero» ni, ya puestos, el de pajillera. Tampoco me he encontrado nunca con ningún paciente que atribuyera su dolor de codo a estos menesteres. Claro, que tampoco se me había ocurrido nunca preguntar al respecto. Quizá debiera hacerlo. O quizá, si quiero mantener a mi clientela, mejor sigo obviándolo a menos que me lo mencionen.

Lo que sí tuve una vez fue un paciente con epicondilitis y que tenía una carnicería o una pollería no recuerdo muy bien. En cualquier caso, convendréis conmigo en que tiene más glamour lo de «codo de tenis» (o «de golf»), que «codo de carnicero» (o peor aún, «de pollero»).

Foss, además de matarse a pajas, como tú apuntas, uno puede matarse a cañas, y quizá del esfuerzo continuado de ir levantando el vaso una y otra vez... En fin, que las posibilidades empiezan a ser infinitas y tanto diagnóstico diferencial va a acabar volviéndome loco. Estaba más tranquilo cuando hablábamos de música, o de la paz mundial, o de cualquier otra cosa...

Wolffo dijo...

Oh, Fants, gracias por la aclaración, pero, como saetas, nuevamente, tus explicaciones apreciabilísimas me sugieren nuevas preguntas. ¿Serían patologías distintas, las del pajillero y la pajillera? Quizá en el caso femenino hubiera peligros de dedo dislocado, metacarpio inflamado, falanges obtusas o el mal de cúbito supino en el caso de que se aplicase la autoestimulación con la ayuda de un pepino, pongamos.


Y ya viene otro post, estoy en ello...

linmer dijo...

Magnífica la canción, en serio. Me ha encantado. Otra a la lista de las de "te pegan mucho".

Impresionante esa envidia sana que demuestras hasta que el pobrecito tiene la mala suerte de tropezar con el suelo...

Me gusta cuando cuentas historias que están a medias, a caballo entre la ficción y el pasado. A ratos, olvidas todo y te dedicas únicamente a narrar a un ritmo trepidante. Tienes unos bellos engranajes ahí dentro.

Más abrazos

PD: pero tranquilo, que no estás en el "target"

Wolffo dijo...

Los Kinks son eternos, hombre, y sus canciones, algo superior. Sencillamente superior.
Ostrás, eso que dices de la narración y todo eso... coño, que me ha molado leerlo.
Gracias, gracias, muchas gracias, amigo.
Un abrazo enorme.