martes, diciembre 22, 2009

el buen decir, lo vulgar, el mal decir y los monólogos

… y digo, por terminar el año con una sana discusión, que no soy partidario del hablar por hablar y de los tacos mal dichos. Nada.
En el post anterior, en los comentarios, concretamente, se establecía entre Guiss, Buch y menda, una leve discusión acerca de la palabra “follar”. Yo admito que es la menos mala para nombrar el supremo ayuntamiento, pero eso no quiere decir que me guste.
Pongamos otro ejemplo: cagar. No nos tiremos de los pelos: hacer caca, hacer de vientre o de cuerpo, plantar un pino, deponer, defecar… o la misma mierda: caca, trullo, zurullo, deposición, hez/heces… El que cagar sea la menos mala no la convierte en buena. Suena ordinaria. Como follar.
En general, no me gusta el uso de los tacos, las palabrotas, o las ordinarieces en el habla de las personas (de la mayoría de las personas), porque en un noventa y cinco por ciento de los casos, obedece no a una elección por la palabra más expresiva, circunstancia común a muchos tacos –su enorme expresividad-, sino a que no conocen otro modo de expresar lo que quieren decir.
Fui educado en los años 60 y en esos años era de mal tono que los menores y las mujeres dijeran tacos. Los tacos eran una licencia reservada a los adultos, pero estoy seguro que entonces, como ahora, no sonaba igual la palabra polla en labios de Camilo José Cela que en labios de un hombre cualquiera en la barra de un bar. No es lo mismo oír decir a un hombre, con tono sarcástico “por los lomos de mi polla cabalgan ratas de a kilo” que escuchar “¡y una polla!” dicho cien veces en la misma media hora por la misma vulgar boca.
En este contexto, hay algunas cosas que no soporto, literalmente.
No soporto a la gente que dice demasiados tacos. No me gustan las personas a las que no se les cae la ¡hostia! de la boca, para las que todas las cosas son el puto algo o el puto lo otro, o dem los cojones o cojonudo o todo el mundo que hace algo mal es un hijoputa. No me importa que sean hombres o mujeres, pero la pobreza expresiva que denotan suele indicar pobreza argumental (cerebro poco estimulado y estimulante) y personalidad poco interesante.
Tampoco puedo soportar, me hace daño oírlo, a los niños que dicen tacos. Puede sonar un poco extremo, pero pienso que un niño diciendo ¡coño! o ¡cabrón! es un niño condenado a ser un zoquete. Me duele real y literalmente ver a algunos hijos de amigos o familiares (sí, amigos y familiares) expresarse así. Me da mucha pena que piensen que así parecen mayores y lamento profundamente ver a sus padres, como auténticos idiotas, riéndoles la gracia, condenándoles a una edad adulta sin el tesoro que es conocer bien y amar el idioma. Porque el lenguaje es, más aún que las matemáticas, una herramienta de pensamiento de la que nadie puede prescindir. Alguien que no sabe cómo llamar a las cosas, difícilmente podrá pensar en ellas de forma abstracta, ni preguntarse por su porqué. Padres que hablan a sus hijos sin cuidado de lo que dicen, sin darse cuenta de que lo que les dicen, y el modo en que se lo dicen se queda grabado en sus cerebros esponja que, caray, siempre asimila mucho mejor la vulgaridad que lo sublime.
Tampoco soporto los tacos como gracia, y es quizá por eso por lo que hay un género humorístico que me produce arcadas: el monólogo. Cada vez que tropiezo (en la tele, en un bar, en la radio, donde sea…) con un monólogo, me dan escalofríos. Su estructura cerrada, el tonillo de colegueo, la expresión corporal, la pobreza del lenguaje, el poco ingenio de la gracieta costumbrista, la vulgaridad del 99% de los monologuistas (¿se pasan unos a otros los chistes de moda? ¿hay un banco de chistes en Internet donde se nutren todos ellos?) me deprime. Y lo que más me deprime, de largo, es ver a la gente reír ovina, lanarmente, sin ningún sentido crítico. Para mí que el proceso mental general es una especie de aletargamiento inducido: hemos venido a reír, así que, vamos a reír, independientemente de lo que diga el pollo. O la polla.
En los programas de televisión “de autor”, por uebos se ha impuesto el que el presentador empiece el programa con una intervención a calzón quitado, un pequeño monólogo que suele ser penoso. Yo, por ejemplo, no soy un admirador, precisamente, de Pablo Motos, pero admito su capacidad de hacer un programa que, aunque a mí me estomague, reconozco que tiene gracia y (tuvo) originalidad. Ahora bien, si escuchas con un poco de cerebro su intervención al principio del programa, te darán ganas de disparar repetidamente contra el televisor.
El cien por cien de los monólogos aporta tacos dichos en crudo. Y la gente se ríe más si un tío dice, dejando silencio antes y detrás, para que el taco suene como una detonación: ¡por los cojones! Por lo visto, eso es gracioso.
El colmo de la vulgaridad fue una especie de reality que ponía la Sexta, creo, en la que se enseñaba a gente sin gracia, por gente que tenía menos gracia aún (¿o es que el tal Flo es maestro de algo?) a hacer un monólogo gracioso. No vi nada de ese programa, pero para no meter demasiado la pata, acabo de ver un monólogo de Darek (sólo he aguantado la primera parte) de ese programa. Miradlo. La gente se ríe. Aunque a lo que mueve es a la pena, a una profunda pena por este país tan netamente idiota en el que vivimos. Bueno, no es este país, sino casi todo el planeta, seguramente, pero eso no consuela nada, sino todo lo contrario.
Vale lo mismo para esto: una experiencia lamentable. Enseñarle a hacer un monólogo a Paquirrín, aleccionado por dos maestros (¿?) como Ángel Martín y Dani Mateo (¿Mateo, Mateos…?). El resultado es desolador. He tenido que tragarme media hora de presentación que es de traca. Bueno, si alguien tiene estómago, que se salte lastres primeras partes de “Desmontando a Paquirrín” y vaya directamente a esto. No tiene ni puta gracia, pero es revelador.
-.-
Se me ha ido la fresa. Iba sobre el lenguaje, y he acabado con los monólogos. Pero es que resulta chocante que en un género en el que la herramienta principal es la palabra, resulte que sus maestros cultivadores sean semejante panda.
En fin, que termino el año quejándome, que es mi estado natural, y deseando (también es mi estado natural, el deseo) que el año que viene os vaya genial y (deseo egoísta) sigáis por aquí.

Venga.

13 comentarios:

mahomal dijo...

Pues a mí follar me suena bien..
En lo demás estoy muuuy de acuerdo,hasta en lo de desearos lo mejor a todos.

Un besazo (¡he sido la primera!!)

Buch dijo...

¿Ratas de a kilo? ¡No me acordaba de esa expresión! Pero recuerdo que me reí lo mío cuando la oí por primera vez, no se si de tu boca, probablemente sí. A mi hay veces que los tacos me hacen muchísima gracia, especialmente cuando no te los esperas.
Y los monólogos, mi exagerado amigo, reconozco que los he oído estúpidos y sin gracia, pero también con algunos me he descojonado. Mira este ejemplo de principio de uno de Flo, precisamente: "El cine americano es basura porque no trata del mundo real. En cambio el cine español es el mundo real, el otro día vi una peli española y pensé; ¡Anda , pues es verdad, ¿Quién no tiene un tío travesti que ejerce la prostitución en Barcelona?".
¿No es genial?

Un besazo a Mahomal.

A tí, un apretoncillo de manos, que incluye la enhorabuena por sacar adelante un concierto como el del otro día, con las dificultades que tenías en la garganta. Dos cojones. ¡Huy perdón, dos c....!

fantasma paraíso dijo...

Antes de nada, dar las gracias a Mahomal, a la Princesa y a ti, por vuestras amables palabras acerca de mi libro. Espero estar a la altura de la espera que se genera a partir de ahora y que os guste cuando se publique. Respecto a lo que pregunta Guiss sobre su nombre y dónde comprarlo, el título ya dije que es «¿A qué esperas?», y en cuanto a su distribución ya la facilitaré con toda exactitud, pero en principio la editorial distribuye en la Fnac y sitios sencillos de encontrar, además de que ofrece la posibilidad de la compra por Internet para que nadie se quede sin él por más que viva en una aldea perdida. Gracias, de verdad, por interesaros, y espero contaros entre mis lectores más allá de las probablemente torpes y apresuradas intervenciones en este blog.

Y por lo que respecta al tema que introduces en el post, he de decirte que me he quedado algo decepcionado al leerlo. Decepcionado, digo, porque lo inicias con promesas de sana discusión —que ya sabes que me encanta—, pero según lo he ido leyendo no he podido más que ir dándote la razón en todo. Y así, claro, no hay discusión que valga.

Un taco, en su momento y bien dicho, resulta expresivo y adecuado, pero abusar de ello es, en efecto, tedioso, y denota un muy pobre lenguaje (entre otras cosas). Esto en el lenguaje hablado, que en el escrito ni te cuento.

Por lo que respecta a los monologuistas que citas, la verdad es que paso bastante del género, y como ya conoces mi escasa afición televisiva, no sé ni quién son. Bueno, se quién es el tal Flo, que no me hace ninguna gracia, y sé quién es Pablo Motos, aunque nunca haya visto su programa. A Motos comencé a escucharle en la radio por inercia, cuando empezó allí sustituyendo a Gomaespuma hace unos años. Más que nada porque tenía el dial en esa emisora (creo que era M-80) para escuchar Gomaespuma mientras me duchaba y afeitaba por las mañanas, y empecé a oírlo. De verdad que lo intenté, pero la fidelidad al dial me duró poco y pasé pronto de él.

Confieso, aunque no venga al caso, que después pasé por una breve etapa de escuchar alguna «tertulia política» de las de por la mañana, pero aunque a veces resultaban más graciosos que Motos (probablemente sin pretenderlo), me producían el mismo sopor y así no hay quien vaya a trabajar por las mañanas. Así que al final sintonicé Radio 3, que siempre termina por ser lo único decente que uno puede escuchar en la radio.

Que los niños digan tacos y sus padres les rían la gracia es que me alucina. Y lo que denota, ya que hablamos sin eufemismos, es el nivel cultural cero de los progenitores. En cuanto a los que citas que dicen sin parar «el puto esto» y «el puto lo otro», yo lo que creo es que se han visto un para de películas de Tarantino y se creen muy enrollados.

(continua)

fantasma paraíso dijo...

(sigue)

Las palabras, el lenguaje, tienen su contexto y siempre hay que saber utilizar la expresión adecuada en cada caso. A mí me sigue admirando que estando en la consulta un paciente venga y me cuente que tiene «el hombro jodido». Y es una consulta privada. El problema está, yo creo, en que mucha gente no sabe manejar diferentes registros, y la culpa de eso está en la educación recibida desde pequeños.

Tampoco puedo con expresiones como «Me cago en Dios». Y no por fervor religioso, sino por lo vulgar y gratuitamente ofensivo para muchas personas. Recuerdo que en la mili (me las apañé para hacer sólo dos semanas, pero esa es otra historia que me llevaría a extenderme demasiado y ya he tendio que abusar de vuestra paciencia y dividir este comentario en dos) todo el mundo lo decía sin cesar, y a mí me resultaba de lo más desagradable.

Por terminar, es cierto que hay palabras que suenan mal. Por ejemplo, orinar, que parece muy médica pero a mí me da bastante asquito y jamás la empleo ni con los pacientes. Follar, ya que la citabais, puede ir bien, aunque no en cualquier contexto, claro. También se puede, simplemente, «echar un polvo» (o «pegar un polvo» en su versión catalana). Con todo, lo peor son los eufemismos estúpidos, como por no decir «viejos» decir «nuestros mayores» o «los abuelos» o cosas así, absolutamente sonrojantes.

¡Coño!, que me olvidaba: Feliz Navidad para todos.

Guiss dijo...

Pues a mí follar (la palabra) me sigue gustando en algunos contextos, insisto. No sólo jaraneros, también a veces digo "follar con licencia" para referirme a ciertas bodas. Además, algunas palabras son más necesarias que otras, por ejemplo, yo puedo encontrarme en el caso de tener que informar de mi necesidad de follar si estoy en medio de una conversación de esas que van subiendo de tono (o si el contrario es de los que son un poco torpes para captar mis señales (que como soy básica yo creo que son poco sutiles, y en general poco equívocas, aunque algún caso ha habido) pero nunca, bajo ninguna circunstancia, tengo que informar a nadie de lo que voy a hacer en el cuarto de baño, con lo cual toda la ristra de sinónimos que has puesto (que parece una canción de Leonardo Dantés) me sobra. Claro que ahora va a parecer que estoy todo el día con la palabra en cuestión en la boca y no es el caso, lo prometo.
A mí tampoco me gustan los tacos en general, y pienso que el emplearlos abusando los desposee de la expresividad que en principio deberían tener. Hablados me exasperan, pero lo que me saca de quicio de verdad es leer "ostia" o "poya", es como un doble agravio y sufro, para estas cosas sí tengo sensibilidad :P

Con lo de los niños estoy completamente de acuerdo y un poco más, teniendo en cuenta lo que me acuerdo de Herodes normalmente. Me asombra además que los padres no intenten hablar sin tacos delante de sus hijos, pero también me asombra que contemplen impasibles como molestan al prójimo cuando el prójimo soy yo.

En lo de los monólogos, a mí hay un par de monologuistas que me gustan a veces, y a la mayor parte los condenaría a escucharse entre ellos. Me ataca especialmente los nervios cuando hacen la pausita para marcar el chiste y que la gente sepa cuando reírse. Y no me hacen ninguna gracia los buenafuentes, motos, etc. Motos en particular me parece que no tiene gracia para el monólogo (he visto como desgraciaba una gracia que yo había escuchado a uno de sus guionistas en un monólogo), y que su humor se agota en culo, pis, caca y ponerse pelucas. Pero he observado que en los programas de monólogos el público tiene copas delante, y siempre he atribuido a eso las risas. Yo con una copa de más cojo también un puntito alegre y soy muy agradecida. O sea, que en el público yo veo atenuante de embriaguez no habitual.

Y, al final, yo creo que lo que ocurre es que se ha puesto de moda ser vulgar, muy vulgar, ordinario, y hacer gala de ello. En la tele, en los trabajos, en los bares, en todos los lados.

Besos (iba a poner navideños, pero no, porque o son castos o son alcohólicos, así que besos, sin más, pero nada menos.)

Anónimo dijo...

Pues sí, me temo que va a haber poca discusión, porque básicamente parecemos estar de acuerdo en casi todo. Pero, para animar un poco la cosa, diré que lo de las ratas me ha dado arcadas. Lo siento, Wolffo y Buch, pero si alguna vez se diera la improbable circunstancia de que lo soltáseis en mi presencia, mi cara descompuesta lo diría todo. El tal dicho me evoca una imagen altamente repulsiva.

De acuerdo en lo de los tacos, en lo de los niños supuestamente graciosos y en lo de los monólogos. Me uno también a la enhorabuena a Fantasma por el libro. Y me desmarco de Mahomal y Princesa en lo de follar. Yo creo que es que todavía no se ha inventado la palabra adecuada.

Bueno. A ver que piensa el resto.

Y que conste que me he llevado un chasco porque pensaba encontrarme con una reseña de la última aparición pública de los Ciclones.

Besos para todos.

Anónimo dijo...

no tiene nada que ver, Pero yo desde que hago el amor ya no follo. Quiza si algun dia dejo de hacer el amor vuelva a follar.

Anónimo dijo...

Tiene razón el bueno de Fant (por cierto, suerte con el libro!!!) que con el post de hoy no hay lugar a la discusión. Yo, básicamente, no soporto la cosa soez.

Y podemos meter en ese saco bastantes cosas, curiosamente muchas de ellas forman parte de nuestra realidad televisiva... Belén Esteban tal vez sea el ejemplo de lo que algo que no debería existir, y no me refiero a que trabaje en la tele sin tener estudios (no es periodista, únicamente berrea por lo que no necesita serlo) sino a que se haya convertido en "la princesa del pueblo" o "el mayor animal televisivo de la historia". No sé muy bien qué quiere decir esa última frase pero me temo que es un elogio hacia su persona.

Del tema monólogos... Fíjate que cuando empezó esta historia me gustaba, incluso recuerdo haberme parecido histórica la frase de Flo a la que hace referencia Buch, pero ahora ya no puedo con ellos. Eso y las miniseries ¿de humor? que tienen como único escenario la máquina del café o un ascensor (juro que ayer encontré una en la TDT) me hacen apagar la tele.

Ahora, si a la proliferación de ¿humoristas? añades la lista de famosillos que sacan buenos cuartos haciendo el idiota delante de un micrófono, pues como para pegarse un tiro. Y me refiero a los Darek, paquirrines, Lara Dibildos y demás.

¿Son buenos Ángel Martín y Dani Mateo?. Pues no lo sé (no estoy en casa a esa hora), pero la que está buena es Pilar Rubio que también sale en ese programa (ya, no lo veo pero no por ello voy a ignorar que sale ella)

Sobre los críos + tacos + padres que los sueltan + el hijo de mi primo que no suelta el "me tiro pedos!!!" y nadie le dice nada... prefiero no opinar.

Y ahora, me desmarco de Kotinussa y doy todo mi apoyo a Mahomal y Princesa.

Por cierto, grande expresión la de las ratas de a kilo. Enorme, my friend.

Abrazos dejo y felicitaciones navideñas a cascoporro. (¿Era de Buch esa palabra?)

Anónimo dijo...

Que conste que no he leído nada, ni este post, ni varios anteriores, pero quería dejarte un mensajito, que FELIZ NAVIDAD!!!.
Un beso primoroso.
Taramay

Buch dijo...

Me la dijo una de Ciudad Real, que su padre tiene olivos.

Wolffo dijo...

Ostrás, no había contestado.
Debe ser que la cosa era tan poco discutible... pero, sin embargo, sé que contesté a mahomal y a Guiss, y no veo el comentario. Debí borrarlo o algo peor.

Bueno, mi postura se resume (porque voy a resumir) en lo que he escrito, básicamente. Por alguna razón, hoy he colgado otro post y eso me fastidia, porque este estaba todavía en desarrollo (mis posts no están completos hasta que los comentarios cesan).
Podemos retomar en el siguiente. Disculpadme, plis.

linmer dijo...

"mis posts no están completos hasta que los comentarios cesan"

Ahora entiendo porque siempre me dices lo de que vengo tardo, debo estar jodiéndote la guitarra. Perdón, perdón.

Wolffo dijo...

Completos en el sentido de perfectos. O al revés. Pero sonaba fatuo poner posts perfectos. Aunque, por pasiva, hubiera sonado ver, "estos posts son imperfectos hasta que vosotros los completáis".
Pretérito imperfecto. Presente perfecto.

Ven cuando te dé la gana. Faltaría más...

Yo te lo agradezco igual. La única pena es que los demás se pierdan tus, por lo general, acertadísimos y agudos comentarios.

Abrazo.