lunes, septiembre 21, 2009

lorna del sur

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Lorna Cor pasea, a veces, por el litoral y habla con la tierra y las piedras y el agua que lame sus piececitos breves. Cuando le cuento a esto (“Lorna habla con las piedras”) a algunas personas –necias- o cuando es ella misma, desavisada, la que se lo cuenta, algunas de esas personas se hacen una composición de lugar errónea. Estúpida. Imaginan a Lorna desnuda (porque, puestos a imaginarla, mejor desnuda, porque está riquísima) con unas piedras en la palma de la mano y ella diciendo cosas del tipo, ¿me entiendes…?
Vale, no hay que ser un lince para saber que no, que no es eso, por dios. Como digo, ella pasea descalza por el litoral y sus pies, a veces doloridos, en contacto con las piedrecitas, preguntan a la Madre Tierra si acaso son ellas de allí o si el mar las trajo del otro lado del planeta; porque su piel sabe que de los habitantes de este mundo, quizá sean las piedras los más antiguos y, por lo tanto, casi con toda seguridad, los más sabios y los que mejores historias nos pueden contar.
La hoguera en mitad de la noche nos da calor y, sentados a su alrededor, contamos historias casi tan viejas como las mismas piedras, y la brisa nocturna nos disuade de seguir por mucho tiempo despiertos. Cuando decido levantarme y acostarme, la noche no ha terminado, aunque languidece, y mi cuerpo me está pidiendo un poco de descanso.
La brisa me obliga a acurrucarme y a esconder mis manos en las axilas, entre las piernas, y el sueño relaja mis músculos y me deja en pocos minutos en total estado de quietud. Apago las alertas, me duermo profundamente y, en mis sueños, mis perores sueños, Lorna se está yendo. Ha tenido un ataque de sensatez y se va. Y cuando trato de sujetarla, de hacerla recapacitar, de convencerla de que se quede a mi lado, ella da un paso atrás, me mira con incredulidad, como negando con la cabeza. Es entonces cuando tomo consciencia de que estoy en la calle, desnudo y desamparado, en medio de la gente, vestida, socialdemócrata, normal. Me miran con desaprobación, y me dejan claro lo poco atractivo que resulto en pelotas; pero lo peor es que Lorna no me desaprueba, sino que sonríe, suficiente y letal, y me dice:
- Para que eso fuera posible, tendría que estar loquita por ti… -me dice, distante- y mírate, por favor: ¿cómo voy a estar loquita por ti?
Me miro yo mismo con ojos distantes y no soy capaz de imaginar que nadie esté loquito por mí, así que levanto la vista y veo a Lorna alejarse y no puedo seguirla, porque mis pies se meten en la tierra, como raíces, y ahora soy un árbol, viejo, grande, frondoso y de pies inmóviles y con mis ramas digo adiós al ritmo de los latidos de mi corazón herido, pero ella no parece darse cuenta de que me estoy moviendo por ella, y piensa que es el viento, y que ya cambiará.
Despierto ene se momento, bañado en sudor, y la brisa o el viento ya no me sirven de nada. Necesito respirar aire fresco. Salgo al exterior y veo a Lorna, de pie en el muelle, con el alma suspendida ene l tiempo y la mirada absorta en la luna llena de la madrugada.
La abrazo.
Ella, al principio, se deja abrazar, pero pronto se abandona al placer del abrazo sensual, firme y tierno. Así como yo siento los vértices de su pecho clavados en mí, sé que ella me siente y aprieta sus caderas contra las mías y quiere atrapar ese instante eterno. Nadie sabe porqué los amantes saben instintivamente hacia qué lado han de inclinar sus cabezas cuando sus bocas se unen, fruncidas en un beso voraz, pero ocurre así desde siempre. Mis manos, ávidas, recorren su espalda y ella me lleva a la espesura del bosque.
Camina delante de mí, asiendo en su mano delicada la mía, un poco ajada; seguirla es un placer. Veo como sus piernas contonean su espalda y su nuca no sé a dónde me lleva, pero me atrae, así que por un segundo, la detengo, la abrazo por detrás y beso allí, justo de tras de la oreja y mi mano se detiene en su vientre y estrecho su cuerpo breve, vibrante, ardiente, contra mí.
Lorna se tiende sobre un lecho de hojas tiernas y durante un rato nuestros cuerpos se limitan a estar juntos, pegados, ansiosos. Soy consciente de ti, Lorna, desde tu frente despejada, tus ojos de hierba llenos de luz, tus labios deseosos de besos eternos, tu cuello de cisne y tus hombros pecosos como un traje de gitana; muerdo la cima de tus senos, la punta de tus pies y no sé cómo, mi cabeza está entre tus piernas y yo estoy frente al centro del universo.
Es profundo y suave al tiempo, un lugar al que llegar y en el que perderse; está cerrado, pero paso la lengua por el cauce y la espesura se abre, tierna y frondosa, como una selva tropical, rebosante de vida; arqueas la espalda como un delfín juguetón y tus manos me quieren raptar y me aprietas contra ti y, por un momento, creo que es otra fase del sueño. Uno distinto, más vívido, más real, pero también más improbable.
Porque, de pronto, no estás.
De repente… no estoy.
La luna se ha marchado y todo es como si nada hubiera sucedido.
Quizá suceda, tal vez nunca llegue a ocurrir. Pero siempre, como la espada de Damocles, estará sobre nuestras cabezas la incertidumbre.
Estamos condenados, pero no sabemos bien a qué obedece esa condena. Ni en qué consiste. ¿Condenados a amarnos o la condena consiste en no tenernos jamás?
¿Me lo dirás, Lorna?
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Recordad:
el sábado, 26, a las 23:15,
Los Ciclones en directo
en el Auditorio del Parque de Berlín,
c/ San Ernesto, 28002 MADRID
METRO: Concha Espina. BUS: 16 , 29 , 43 , 52 , 7 , 120

¡Os esperamos a todos!


19 comentarios:

SAL dijo...

Ufff... qué calor!!,, no se si será por la edad que tengo (que es muy mala para esas cosas), o por lo que has escrito, condenao...
Un beso.
Sal

Kotinussa dijo...

¡Cuánto tiempo sin saber de Lorna! Aunque ya veo que no se te va de la cabeza por mucho que pase.

Me parece un poco injusto competir con un sueño, la verdad. Con una rival de carne y hueso, pues ¡que gane la mejor! y me aguanto. Pero así tengo todas las de perder. Snifff.

Wolffo dijo...

No es la edad... o, vamos, no lo creo, Sal, estás en un momento dulce, te lo aseguro, o bueno, asegurarlo, asegurarlo no me atrevo, pero estoy dispuesto a probarte, si te dejas, a ver si estás de dulce o de picante... Condenado, sí, si ya te digo yo... Más besos de los que te atrevas a encajar, ea.

Lorna no se me puede ir de la cabeza, Kotts, no te hagas de nuevas, que lo sabes mejor que nadie. Y ya sabes que no es cuestión de competir, porque no son magnitudes comparables, como no puedes competir, tampoco, con mi gusto por los bocadillos calientes: me gusta morderlos tanto como morder a mujeres como tú, y no veo porqué tengo que dejar de tomar bocadillos y¡si un día decidimos darnos una alegría. Como yyo no te pediría a ti que dejaras de escuchar música solo porque me apetece que me escuches a mí... Así que menos pucheritos, que no veo de dónde coliges que tienes las de perder. ¿Qué es lo que vas a perder? Besos y mordiscos, Kotts, que la vida está mu mala y pocas alegrías nos quedan.

Kotinussa dijo...

Tenemos las de perder, Wolffo, porque en los sueños Lorna y todas las demás son siempre perfectas, y las reales tenemos todas nuestras imperfecciones ahí, saltando a la vista. En tus sueños, Lorna nunca tendrá michelines, no le saldrá una espinilla en la barbilla o tendrá un día el pelo horroroso después de que la sorprenda la lluvia. A contrario, si la coge un chaparrón y le empapa el pelo, parecerá la más sexy del mundo, como pasa en las películas.

Ahora, si tenéis claro que las Lornas perfectas sólo están en los sueños, las Kotis y las demás, reales, tendremos una oportunidad. Y no me refiero sólo a tí, my dear, sino a todos los que sueñan con una Lorna o como se llame la de cada cual.

Y que conste que ni se me había pasado por la cabeza competir con bocadillos calientes. ¡Estaría bueno! Todavía tengo cierto nivel de autoestima, jajajaja.

Muchos besos.

Wolffo dijo...

Ni idea de eso que me cuentas, Kotts. No te empeñes porque no es así, porque los sueños no se parecen en nada a las pelis y no se trata de eso, no tiene nada que ver con eso.
Aunque te parezca extraño, lo del bocadillo no lo es, y tampoco tiene que ver con la autoestima, sino con la estima ajena.
De modo que quítate esa idea de la cabeza (la de la competicióny la de tener las de ganar o las de perder, porque la cosa no va por ahí) y sonríeme mientras dejas que el tirante de tu vestido, distraídamente, se deslice hombro abajo. Con eso sí que no se compite.
Más besos.

Buch dijo...

Hola, soy Buchy. Post tierno y desvalido en esta ocasión. Pero ¡Qué sal tiene lo de socialdemócratas, ahí metido! En el anterior deslizaste la palabra "mamadas" inopinadamente y también tuvo su gracia. Me he reído estas dos veces, bastante. Yo, repsecto al tema de la competencia, que habéis discutido Kott y tú, estoy bastante tranquilo porque bien se como me queda el sombrerito, con el ala caidita y todo eso. Y esta vez me quitaré las gafas para tocar y ya no seré el teclista gafotas.

Otra cosa que te quería decir, porque hoy me has enternecido con tu post glacé es que me arrepiento de no haber apreciado a tiempo "La Mitad". ¡Qué intro, qué tema, que gustazo tocarlo!

Hay otros que no aprecié lo suficiente en su momento, pero vamos por partes, no vayamos a gripar ¿Eh?

VEN A VER A LOS CICLONES!!

Wolffo dijo...

Hola, cari.
acabo de llamarte a la ofi y no estás; y si no estás en la ofi ni estás en casa... ¿dónde estás? ¿in itinere?
Socialdemócrata y democristiano es de las peores cosas que uno puede ser en su vida y, si te fijas (y si no te fijas también) el mundo está lleno de eso. El precio de las mamadas es un indicarivo más válido que el de un big mac para pulsar el estado económico de un país y tú y yo sabemos cómo han bajado las mamadas últimamente. Es que dan ganas de ir por ahí dando el bibe en cada esquina, ¿a que sí?
El sombrerito te queda bien, no seré yo, el cabezabuque que no puede llevar sombrero, quien lo niegue, pero estás más guapetón sin él, en serio. Prueba una boina, no la boina española, ni la vasca, sino la de pintor marica francés, en plan la bohéme o algo de eso, puedes romper y todos dirán "oh, sí, Buch, un artista..."
A ver si esta vez nos sale guay LQQB, lo grabamos con 2 cams y podemos montar un video decente, que tengo ganas de poner aquí ese tema, carajo.
Un besín, mala pécora.

hacernohaciendo dijo...

Me gusta cuando cuentas historias de Lorna, son muy entretenidas... má que las recetas de cocina
parece que hay muchos condenados...y no nos damos cuenta.
Un beso

Wolffo dijo...

La primera vez que vi tu nick pensé que había mucha sabiduría y mucha belleza en él. Hacer... no haciendo. Milenario, o algo así.
Me he acostumbrado a él y hoy, de repente, he vuelto a reparar en todo lo que significa, en tu historia personal y en cómo debiste llegar a esa concreción de sabiduría. Y me gusta que estés aquí, te lo juro, me gusta muchísimo.
A mí Lorna me parece, también, mucho más entretenida que la cocina, dónde va a parar, pero a veces tengo que volver los ojos a la realidad y dejar constancia de que soy quien soy.
Hay muchas condenas hnh, y algunas de ellas, por implacables, aunque dulces, son difíciles de llevar. ¿Por qué soy tan sexy? No lo sé, pero es doloroso resultar tan endiabladamente atractivo para las mujeres... Estoy condenado, pero sí me doy cuenta, nena, ¡ay...!

Muchísimos besos.

yambra dijo...

Qué putada si llueve el sábado, no?

Wolffo dijo...

En la aeat predicen nubecillas grises, pero no lluvia, así que espero que no se equivoquen. Porque sí, colega, sería una putada. Gorda.

Anónimo dijo...

IGUAL EL SABADO HAY CONJUNCION PLANETARIA Y TE DOY LA SORPRESA

STACK

Wolffo dijo...

Nada me gustaría más que verte, pero lo de "conjunción planetaria" me hace dudar: ¿no serás Leire Pajín, verdad? No, en serio, si eres quien creo que eres, que me equivocaré seguro, ven, por favor. Y si no eres esa persona, ven por favor, igualmente y podrás reírte de mi poca perspicacia.
Abrazox.

mal dijo...

Puf, igual la condena es a amaros Y a no teneros nunca, mucho me temo.
Precioso, Jorge. Cuando escribes de este modo es cuando me doy cuenta de lo bien que escribes. Y cuando me siento incapaz de hacer ningún que pudiera alcanzar la altura esa de los zapatos.
Un diez

Wolffo dijo...

A mí me parece Mal, que nadie, y yo menos que nadie, ha traído una regla para medir las alturas (¿qué alturas?) de las palabras que escribimos. Yo agradezco las tuyas y me parecen altísimas siempre y no solo uando eres tan extraordinariamente cariñosa conmigo como ahora. Un beso muy fuerte, con abrazo y un vamos a tomarnos juntos un café, ¿vale?

mal dijo...

CLARO QUE VALE, dicho con el mayor entusiasmo y agrado

Wolffo dijo...

Pues dicho queda. Más besos.

linmer dijo...

Maravilloso relato, de verdad. Lo he recomendado a alguien, ya sabes, tanta sensualidad hay que aprovecharla ;)

Una canción magnífica. Lástima que sea cierto, estamos condenados.

Un abrazo.

Wolffo dijo...

Gracias, linmer, en serio. Se agradecen tus visitas a esta cada vez más olvidada casa y, por eso mismo, se agradecen aún más las recomendaciones.
Lo de la canción también te lo agradezco: a mí me parece una gran canción y cuando al resto de los ciclones se les quite la caquita del calzoncillo y empiecen a hacer los coros vibrantes que tiene la canción (puedes oírlos aquí, http://otradewolffo.blogspot.com/2008/10/condenados.html) ganará un huevo. Y entonces será irresistible.
Un abrazo y tres gracias, como las de Rubbens, nutridas y un poco golfillas, de nuevo.