martes, agosto 04, 2009

casi lorna cor

Mirar

Subo este tema de nuevo porque me gusta y porque es de esos que subí en videoclip (uno con muchas gafas) y así le doy una oportunidad a la canción, que no es pegadiza, pero es buena, os lo juro. De todos modos, puede verse aquí el video: Mirar, por Wolffo



Y ella sonríe con su ser entero, entregado a iluminarte, si la miras, y a mi casi me vuelve loco cuando me dedica, de entre todos, una sonrisa a mí. Y yo, ya sabes, la estoy mirando en medio de todo lo demás y ella habla, se ríe, mira y de repente, vuelve a mí sus ojos marinos y me dedica un par de segundos en los que yo trato de disimular que la estaba mirando. Fracaso, claro.
Estamos ella y yo, y 50 listillos más, en este extravagante autobús descapotable (pensado, sin duda, para días mejores que este frío día de octubre) que nos lleva hoy por Moscú, dentro del programa denominado Tour Intensivo City Europa al que nos hemos apuntado, y promete, en 3 horas, enseñarnos lo más destacado e importante de la capital rusa. En la semana y pico de viaje que llevamos, ya conocemos –“nos hemos hecho”, según la jerga del viajero intensivo- París, Amsterdam, Berlín, Praga, Viena, Budapest y Varsovia, y somos un poco más cultos, un poco más europeos, más personas, incluso, hasta el punto de que, casi sin saberlo, nos convertiremos en unos expertos conversadores en la barra de cualquier bar cosmopolita.
- Cierta noche, mientras veíamos caer el sol a espaldas de la majestuosa silueta de la Ópera Estatal Húngara y nos tomábamos unos Svässes – una especie de gaseosa amarga de pepinos con ginebra y angostura –tendrías que probarla (pensamiento no verbalizado: es un asco)-, un marinero sueco quiso llevarnos a ver una representación del Ballet Gork… naturalmente, no caímos en su trampa porque, como seguramente sabréis, la delincuencia sueca es una particularidad de algunas de las más hermosas ciudades de la Europa Central, pero sólo atracan a los grupos de pardillos, claro…
Yo lo sé. Sé lo necio del propósito de este viaje estúpido, de lo inane que es pretender conocer una ciudad sin bajarse del autobús, y sé que cuando vuelva a casa el vacío será aún mayor. Supongo que ella lo sabe también. Pero estamos aquí. Raros e inadaptados. A mí me empujó la soledad y a ella… no sé lo que la impulsaría a ella. A lo largo de la semana que llevamos juntos (juntos es una expresión optimista) en este cutre LandCrucero (viajamos por Europa en Autobús de lujo, ¿hay algo más deprimente?) he sabido que ella no es como los demás. Ella es… más elevada. Aunque, si lo piensas bien, y por las –escasas- conversaciones que he mantenido con el resto de los Touristas, eso de no ser “como los demás” es algo que llevamos todos en el alma. Como una marca de ADN. Nos avergüenza ser vulgares y, privadamente, todos nos manifestamos distintos del resto, todos nos creemos más… pero, al final, todos hemos coincidido, sin que mediaran amenazas o coacciones (¿es la soledad un chantaje?) en este tour de mierda por estos vetustos cachitos del mundo aspirando no sé muy bien a qué.
El plan de viaje es aterrador: vamos en bus a una ciudad. Llegamos. Si no llueve, el autobús se descapota y recorre sus calles y un señor de bigote y polo azul de manga larga, bastante homosexual, nos explica cosas de este edificio que ven a su derecha o esa calle que se ve allá abajo. Cenamos en esa ciudad y después de cenar, bajamos al piso de abajo del bus y dormimos en los camarotes-colmena, que son más bien nichos durmientes. Mientras dormimos, viajamos de una ciudad a otra y así todo el rato.
En París me fijé en ella por primera vez. Mientras cenábamos en un infecto restaurante de ambiente pretendidamente Apache (yo de pequeño pensaba que los españoles éramos más listos, sólo porque los extranjeros parecían caer fascinados por los bandoleros), ella se lamentaba de no tener tiempo en este viaje de visitar el Louvre, porque a ella le gusta mucho el arte, y yo pensé “qué típico”, pero me quedé embobado mirándola, porque su sonrisa era descongelante y al rato me fijé en cómo sus pechos llenaban la camisa discreta pero carnalmente. No se vestía para resaltarlos, mas bien al contrario, pero en fin, puede que no fuera una mujer demasiado original, pero hay que ver lo buena que estaba.
En el viaje hacia Amsterdam me di cuenta de que no hacía más que buscarla con la mirada y ella llenó mis pensamientos en mi ritual masturbatorio de antes de dormir y en el de después de desayunar, también. La visita de Amsterdam fue igual de frustrante que la de París, pero yo no me di cuenta porque no miraba por la ventana, sino que miraba, todo el rato a sus ojos y, a veces, a sus pechos y antes de cenar, lo juro, algo me obligó a ir al baño a pensar un poco más en ella. Mientras tocaba la zambomba (esto, lo juro, no estoy seguro de si es gracioso u ordinario… a mí me parece gracioso) su imagen de sonrisa llena y pechos sonrientes, o al revés, me inspiraba… dejémoslo ahí, me inspiraba profundamente. En la cena holandesa, gané dos o tres puestos hacia ella, pero no estaba aún en situación de que ella me viera así que sólo la hablé en mi imaginación mientras pensaba en ella antes de dormir.
Durante las jornadas siguientes pensé muchísimo en ella, tanto que tuve una especie de reacción en el pellejo ese, el prepux, y se me inflamó un poco, todo rojo y tal, y me picaba, pero el picor se me aliviaba si me la meneaba, así que entre las ganas que tenía de pensar en ella y lo agradable que era que dejara de picarme, un círculo vicioso perfecto, casi me mato, literalmente, a pajas.
Moscú es la última noche. Después de cenar en algún sitio tan deprimente como todos los que han jalonado esta gira de los despropósitos, este autobús de lujo (define lujo, como dijo aquél…) nos llevará al aeropuerto para volver a Madrid, así que esta noche tengo que atreverme a hablar con ella. He pensado tanto en ella que me da corte hablarla o algo tan inocente como darle dos besitos, no sea que se me escapen las manos y le toque un pezón.
Nos hemos sentado en una mesa alargada, muy alargada, en la que estamos los 52 viajeros y yo estoy, justo, enfrente de ella. Si estiro mis pies entrarán en contacto con los suyos, siempre que no los meta debajo de su silla, algo muy normal en las mujeres, por otra parte. Estamos hablando (bueno, habla la gente, yo me limito a unos vagos asentimientos y a reírme cuando el clima es propicio) y a veces, ella me mira, como si me conociera. Yo no le quito el ojo de encima. Cuando nuestras miradas coinciden, ella sonríe y yo, si me doy cuenta, también, porque alguien me dijo una vez que cuando me quedo así, mirando embobado a alguien (y ella me emboba, puedes creerlo) mi expresión roza la psicopatía y no es demasiado agradable.
Todos comentan anécdotas de estos días de viaje y yo me exprimo el cerebro buscando algo divertido que contar y lo único que viene a la cabeza es el día que pensando en ella, me imaginé a todos los viajeros desnudos, en un teatro, mirándonos mientras lo hacíamos al estilo perrito, porque era muy gracioso verme a mí follar con un sombrero vaquero y a ella gozar mientras gritaba ¡iiaaaajúuuuuu…! pero afortunadamente, no cuento en voz alta lo que me pasa por la cabeza.
Estamos en los postres, queda poco y, al fin, digo algo en voz alta. Menos mal. Alguien comenta lo raros que nos vamos a sentir, después de 10 días sin separar el culo de la carretera, cuando despegue el avión.
- Mi alma se eleva, solo de pensarlo – dice una
- Creo, que por primera vez, me alegraré de no tener los pies en el suelo – comenta otro
- Yo ya me estoy preparando – dice uno, dando un trago – me emborracharé y esa será la única forma de ser sincero con vosotros… los borrachos siempre dicen la verdad
- Pues, te pongas como te pongas – comenta una chica muy rapidilla ella-, nos pondrás por las nubes, claro…
Y mientras todos ríen ese jocoso chascarrillo, aprovechando el ambiente de francachela y camaradería, yo añado este mar de sabiduría:
- Ya te digo, ¡no te jode…!
Vale, no ha sido un gran discurso, pero vosotros que pensáis, ¿se habrá fijado en mí? ¿le habré caído bien? Como estoy seguro de conquistarla, y como más vale pájaro en mano que ciento volando, con vuestro permiso, os cuento otro día el final del viaje, que me voy a pensar en ella un poquito...
No te tengo, Lorna Cor, pero casi, ¿eh?

15 comentarios:

mahomal dijo...

Yo creo que sí, que has elegido las palabras justas para que se fije en tí. Me ha gustado mucho, por esas palabras y por todas las demás. Supongo que lo de que nos vas a contar el final del viaje otro día no es verdad, pero voto porque lo hagas aunque no lo sometas a votación.
Y esta debe ser la primera vez que soy la primera..¡¡bien!!
Un besazo y una p.d: en el penúltimo de la gran patalla tienes una dedicatoria. Igual la has visto, no sé.

Wolffo dijo...

Jo, contigo da gusto, Mal, en serio, siempre dices algo mejor de lo que uno es capaz de esperar de una persona genial, debe ser por eso que te quiero tanto.

Sabes, tenía mal enlazada la gran pantalla (el enlace era al post de las voces de Mickey) y cada vez que la visitaba me salía el mismo artículo y pensaba que B. era más vaga aún que yo. Ya está subsanado el error. Gracias, un beso gordo.

Kotinussa dijo...

Seguro que Lorna se fijó, incluso antes de esas profundas palabras pronunciadas en la noche moscovita. Pero es que un hacinamiento de esas características (gran idea la del autobús descapotable y con nichos dormitorio) no es el ambiente más propicio para nada.

Lo mejor es aprovechar esa costumbre idiota, cuando todo el mundo intercambia direcciones y correos electrónicos a sabiendas de que nunca vas a tener la intención de ponerte en contacto con nadie. Tiras a la papelera los datos de todo el mundo menos los de Lorna y varios días después, con alguna excusa tan inteligente como esa frase lapidaria con la que intentabas llamar su atención, la llamas: Tengo un guante que alguien se dejó en el autobús. ¿Es tuyo quizás?, ¿Cómo llevas el síndrome postvacacional? (o algo parecido). A lo mejor hay suerte.

Besos.

Anónimo dijo...

Fíjate. Tú hablando de Lorna y vuestro ¿viaje? Y yo sentado a unos 5 metros del mar (por cierto hay una alemana rubialta que está para un disgusto...)

Amigo mío, no lo dudes. Lo de la zambomba tiene gracia y no hay nada malo admirarle las tetas.

Un abrazo desde Málaga.

Wolffo dijo...

Tú lo has dicho, coraçao, "profundas palabras pronunciadas en la noche moscovita", no hay manera mejor de decirlo, Kotts, gracias, siempre.
Me pondré en contacto con el desdichado prota de e3sya historia y le transmitiré tus consejos que me parecen acertados y dignos de aplauso y, por esta vez, solo por esta vez, no me apuntaré el tanto y citaré la fuente. Porque si creyera que son fruto de mis cavilaciones, no seguiría los consejos, ahora, sabiendo que vienen de ti...
¡Un beso y vuelve pronto!

Se te ve sueltecito, Foss, ahí admirando a la teutona y con las rompientes acariciándote el oído... eres un mal bicho, amigo, y lo admito abiertamente: me das envidia. Y no puedo decirlo con palabras más directas.
Pásalo bien, canalla.

Buch dijo...

El post gracioso y rumbero, lo digo bien alto. Pero me da pena que justo al prota le falle la frase, por tan poco. La frase correcta, la llave caliente que hubiera aboerto sus piernas no era: "¡Ya te digo! ¿No te jode?", sino la parecida, pero no igual:
- ¡Ya te digo! ¿No te jodes?
Que tiene ya otra intención.

Kotinussa dijo...

¿Adonde tengo que volver? Porque si es a España, ya estoy en mi casa. Incluso he empezado a escribir posts en El cuaderno sobre el viaje. Es que ya no me echas cuenta para nada, canalla.

Wolffo dijo...

Vaya, eso es lo que yo llamo dar un corte con estilo...

Nada, me la envaino y me callo, que estoy más guapo. ;-(

Wolffo dijo...

Con el corte que me ha dado Kotts (un gran corte, ¿eh? con elegancia y gracejo), se me había olvidado contestarte. Y te contesto que bueno, en realidad, aunque agradezco la sugerencia, chico, ni de coña, ¿sabes como digo? Vamos, que ni de coña, por decirlo en palabras sencillas y llanas.
Un besín, eso sí.

Malditobuch dijo...

La canción me ha gustado muchísimo, pero llevo tanto tiempo seguido, eh ¿Como decirlo? Haciéndote la pelota "Eres guay" y todo eso"... pero me ha gustado más de lo que parece por mis palabras.

Eso sí te llamo a que reconsideres la cuestión sobre mi sugerencia o de lo contrario me veré obligado a abrirte aquí un debate de tres pares de cojones. Y sabes uqe no hablo a humo de truchos.

Wolffo dijo...

Oño... ¿ahora puedes oír las canciones? Eso es queljavaloscojones no te machaca en casa, ¿verdad?

Anyway, conocías ya la canción, ¿no?

Buch dijo...

Seguro que la había oido, porque para eso soy superserio, pero no me acordaba.

Wolffo dijo...

Hm...

linmer dijo...

Curiosa idea del autobús, aunque sería mucho mejor que los nichos estuvieran en el piso de arriba, apuntando al cielo, para ver las estrellas. Mucho mejor, a pesar de lo incómodo de dormir de pie.

Gran historia, es curioso lo fácil que se ve desde fuera. Lo pronto que te sale ese "pero acércate antes a ella, idiota" y en cambio cuando es la propia piel la que sufre los embistes... (¿has notado el fino juego de palabras verdad?).

La canción, ya la habíamos comentado, pero es curioso eso que dices sobre la distracción del vídeo. Tienes razón. ¿Será por eso que no fue cierto aquello de "video killed the radio star"?

Y llegamos a los comentarios, donde debo contradecir a Buch, la frase es "Ya te digo. Y tú, ¿no me jodes?" Frase totalmente aceptable en una cena de despedida y considerando que la suavidad del triple destilado moskovita acaricia las libidos femeninas que es un primor.

Abrazos vacacionales.

Wolffo dijo...

No está nada mal la aportación de los nichos-mirador, yo creo que si tienen la inclinación justa y sujetan bien... debe dormirse de luxury.
Sí, es muy fácil instar al prota a que se mueva, coño, pero, ¿no te has encontrado en una situación parecida alguna vez? Lo fácil es ir y decir, pero ni vas mi dices. A mí me pasa todos los días.
¡¡Eso es!! Ahí estaba la trampa de la canción de Buggles, magnífica, por mucho que la oiga.
En cuanto a tu contencioso con Buch... tampoco me convence, aunque tiene más sentido que su propuesta. Eso sí.
Y gracias otra vez. Abrazos.