jueves, mayo 28, 2009

tiembla, arguiñano





Sé que Arguiñano no duerme tranquilo ya. Que en el Bulli están temblando por la inquietud que les produce esta revolucionaria publicación. Que Arzak y Santamaría están pensando en dejarlo, por el shock, y que Obélix prepara un viaje relámpago a Hispania para conocer al genio que ha publicado esta maravilla. Se ha convocado una reunión urgente y extraordinaria del jurado del premio nacional de literatura y de las estrellas de Michelín para valorar la concesión extraordinaria del premio literario máximo, y el tenedor de oro, al autor de esta proeza recetaria y hay discusiones con la comisión de varios premios Nobel (literatura, ciencia, paz) para ver quién es el primero en distinguir al ya de por sí distinguido autor: yo.

Ya está disponible Tiembla, cariño: hoy cocino yo, la obra litero-culinaria o culino-literaria, que marca un hito en la historia de la literatura con sabor casero.

En esta obra magna encontrarás sabrosos relatos y recetas triplemente entretenidas: de leer, de cocinar y de comer, todo en un mismo y delicioso libro, cuidadosamente encuadernado (eso espero, al menos) y primorosamente editado. La chapuza que son la portada y la maquetación corresponden a ese genial artista gráfico que responde al nombre de Wolffo y la expectativa de enriquecimiento súbito, también. Compradlo a lo burro y me haréis rico.


... y ahora, la historia de verdad


Hace 49 meses, más o menos, a la vuelta de un viaje a Asturias de fin de semana, encontré en mi coche una botella, a medias, de Aquarius de naranja que se había dejado mi cuñado; como la vida me ha enseñado a no tirar nada, utilicé esa bebida en una receta que, como tantas otras de mi invención, tuvo un sonoro éxito en mi familia (debo decir que no son demasiado exigentes, eso también es verdad). Como tenía cierta gracia, eso de hacer unas albóndigas con Aquarius, y en ese momento mi viejo blog de ya.com estaba en plena ebullición (actualizaba todos los días y llegó a tener una media de 600 visitas diarias), publiqué mi primer post-receta: las Albóndigas al brand'Aquarius con papas cocifritas, y así, sin yo saberlo, comenzó este libro.

De vez en cuando, publicaba otra receta y, aunque esté mal decirlo, éstas eran muy celebradas. Un día, después de leer una de ellas, Buch, al teléfono, me dijo: ¿y por qué no las reúnes y haces un libro? Y dejó ahí la idea, y seguimos hablando de otras cosas (Buch es de esas personas que necesita hablar de ello para quedarse tranquilo; entiéndaseme, no es que me parezca mal hablar con él si lo necesita, pero tampoco soy su terapeuta...). A pesar de venir de su parte, he de decir que me pareció una excelente idea. Y la llevé a cabo. Reuní mis recetas, las releí y reescribí, para adaptarlas al formato libro, algo más constreñido y serio que el bizarresco formato bloguero, y me dispuse a ver qué hacía con ello.

Muchos de vosotros sabéis que mi profesión es la de creativo publicitario. Bien, me puse a ello. Ideé un e-mailing promocional acerca de un libro que iba a revolucionar no sólo el mundo editorial, sino el de la cocina y el de las costumbres de las mesas españolas. La propuesta de la campaña era tan exagerada (tan overpromise, en argot), que sólo un necio podía tomársela en serio. Pero en su misma locura estaba su atractivo. En una campaña de mailing tradicional, una respuesta del 5/8% puede considerarse todo un éxito. Bien, esta campaña mía tuvo una respuesta de cerca del 50%. Es decir casi la mitad de las editoriales a las que había mandado el e-mail promocional de Tiembla... respondieron de alguna manera. Bien es verdad que de esa mitad, aproximadamente la mitad (algo más, en realidad) respondieron con cartas-tipo formales del tipo "mándenos el original impreso (no aceptamos obras por e-mail) a la atención de nuestro departamento editorial y ya le diremos algo". Pero podría establecer en un 20% las cartas con respuestas esperanzadoras (aunque algunas fueran negativas). Es decir, eran gente a las que había conseguido interesar de algún modo y, aunque fuera para decir, por ejemplo, que el libro estaba fuera totalmente de su estrategia editorial, pero me contestaban de forma personal y, casi siempre, cariñosa. Como soy un vago terrible, no mandé ningún original impreso. A todas aquellas que me decían que les mandara el original impreso, sencillamente, las ignoré y limité mi envío a aquéllas que aceptaban la versión electrónica (en pdf, vamos) de Tiembla...

La respuesta fue, para cualquiera que conozca el mundo editorial, asombrosa: en la primera semana, dos editoriales me daban la bienvenida a su catálogo (enviándome a los pocos días un contrato para firmarlo) y otras dos me proponían algunos posibles cambios para aceptar los manuscritos.

La rapidez de la respuesta y lo abrumador de las mismas (casi se peleaban por Tiembla...) me hizo adoptar una postura de alerta (que a la postre fue mi gran error) y repensar mi estrategia con el libro. Mi proceso mental, más o menos, fue: si ha provocado, sin padrinos, sin enchufes, sin promociones, una respuesta tan positiva, es que puedo editarlo como dios manda. Contrataré un experto para que me ayude a editarlo bien. Busqué en internet direcciones de agentes literarios y les mandé un email graciosillo contándoles lo que me había pasado, exagerando como yo sé hacerlo: en la historia que les contaba, los editores me acosaban a la puerta de mi casa, blandiendo contratos amenazadoramente, y se peleaban con violencia por conseguir mi manuscrito. El resultado fue que tres agencias de representación literaria me escribieron pidiéndome el manuscrito para valorar la posibilidad de llevarlo y venderlo a una editorial. Aquí, lo admito, me dejé llevar por la vanidad. Al día siguiente de recibir el manuscrito, una agente literaria especialmente convincente me llamó por teléfono y me tuvo una hora y media al teléfono halagando la gracia que tenía el libro, el ingenio que desprendía y toso eso. Puede que vosotros seáis impermeables al elogio, pero yo no. Soy sensible al halago y más si quien te lo dedica es una prometedora voz femenina. Quedé con ella y firmé el contrato que me puso delante (no era leonino ni nada de eso, era un buen contrato de colaboración) y por el que me comprometía a darle a ella poderes para, en exclusiva, menear el original por las editoriales hasta que me lo vendiera bien.

Hicimos juntos un concienzudo trabajo de revisión, corrección y reescritura de la obra y en esta segunda escritura recibí la ayuda de una persona clave. La gran Tautina, de quien he escrito muchas veces en esta bitácora, que leyó con minucioso amor cada una de las recetas y me aconsejó con sabiduría y cariño de forma admirable. Tiene, inevitablemente, algo de ella este libro, también. Gracias, Tautina.

Todo iba genial. Yo estaba emocionado. Iban a publicarme un libro. Mi primer libro.

Un año después, no estaba nada emocionado: estaba completamente desilusionado. Seguía en el mismo sitio y mi agente parecía totalmente desmoralizada con el libro, a tal punto que me llamó y me dijo que quedáramos para rescindir nuestro contrato: que ella no era capaz de vender mi libro de recetas, que no era su campo. Personalmente me caía bien mi agente, pero no podía por menos que lamentar su falta de suerte para colocar mi libro, tanto como mi lamentable estupidez: en un año había pasado de tener 2 ofertas firmes de publicación (y otras dos más que probables) a no tener nada más que una oceánica decepción. Además, y aunque nuestro presidente lo negaba terca y mentirosamente, la crisis era una cosa ya patente en todos sitios menos en su cabeza, y en las editoriales en las que, hacía un año me hacían reverencias, no querían saber nada de mí ni de mi librito. De hecho, ninguna de las personas que me ofrecieron publicar en sus empresas estaban ya trabajando allí.

Una por una fueron declinando el honor de publicar la maravilla que hoy os anuncio (es una pequeña maravilla, creedme) y me sumieron en una pequeña depresión literaria de la que hoy, todavía, trato de salir, cabeceando como puedo.

A través de una amiga bloguera, Teresa, la de la ventana, que había editado su magnífico libro de relatos Lazos allí, supe de bubok.com, y empecé a darle vueltas a la posibilidad de autoeditar el libro. Quién sabe...

Ahora, hace un par de semanas, volvió a llamarme mi agente y me dijo que siempre le había quedado clavado, como una espinita, el hecho de no haber vendido mi libro, y que creía que había una posibilidad en una editorial que había mostrado cierto interés por el libro. Mientras se decide si eso cristaliza o no, existe la posibilidad de hacerse con una copia de esta edición (autoedición) que, quién sabe, a lo mejor un día tiene valor y todo.

Bueno, ahí está. Si queréis, poder haceros con un ejemplar de Tiembla... por el abusivo precio de 14.99 pavos o, por un céntimo más, podéis bajarlo a vuestro disco duro en su versión electrónica.


Buen provecho.

lunes, mayo 25, 2009

ahora

Fotografía de xiscrom

Siendo como soy, un simple mortal, y tú, diosa mía, una musa, me pregunto: ¿sabes algo de mí? No digo que si sabes la fecha de mi cumple (no vale mirar la agenda del móvil) o si crees que sabes cuál es mi canción favorita (eso no lo acertabas ni de coña, pero bueno), digo que si sabes algo de mí.
Me gustaría saber si crees que ahora no te llamo ni te ofrezco mi ayuda, es porque estoy enfadado (lo estoy), o si piensas que mientras lo hacía buscaba algo más allá del placer de sentirme útil (lo buscaba), o si, definitivamente, porque ya no soy tan solícito contigo me has apuntado en tu agenda de perfectamente prescindibles. Esto último no tiene nada que ver con si sabes algo de mí, es curiosidad mía: ¿lo has hecho?
Ahora que tú ya no me necesitas para nada, que pareces florecer bajo el sol que no me calienta a mí y que cada vez que te veo me confundes más, ahora que me enervas y me excitas en la misma medida…
Ahora que tu sonrisa es otra vez deslumbrante y que tus pechos intimidan y proveen promesas aterradoras, como granadas de mano desfloradas, ahora que ya nadie nos mira y que podrías sentarte a mi lado y dejar que te acariciara a escondidas…
Ahora que ni tú ni yo vamos a olvidar, ahora que los amantes, ardientes, bailan desnudos al calor de la hoguera de nuestra historia de amor, como silenciosos fuegos fatuos, ahora que no vas a decirles lo mal que les sienta el desnudo…
Ahora que no me tienes dentro de ti, porque no quieres, ahora que sueñas con tenerme, porque no sabes lo que quieres, ahora que no quieres verme amando ni amarme, ni verte amada por mi amante corazón de amapola…
Ahora que no sé de qué chistes te ríes, que no sé a quién amas, que no sé siquiera si me lees, y si me lees, quizá crees que no te escribo pues no escribo ya tu nombre musical y alrevesero…
Ahora que sé que eres puro fuego porque un día me quemé los dedos en el centro de tu hoguera mientras tú arqueabas la espalda; ahora que sabes que basta tu mano en mi gatillo para que el volcán vuelva a entrar en erupción; ahora que, en realidad, todo eso parece sepultado bajo el manto del olvido de la vergüenza…
Ahora, mi dulce tesoro, te pregunto, con el corazón sangrante en mis manos, mirándote fijamente a los ojos…
- Eso son mis tetas.
- No me distraigas con bagatelas, ahora, digo: ¿vendrás a ver a Los Ciclones?

Ven a ver a Los Ciclones (en vivo)


domingo, mayo 17, 2009

buch, el quinto ciclón


y como algunas cosas, sencillamente, han de ser así, así son. Estaba escrito hasta en las paredes del metro que Buch y yo terminaríamos tocando juntos un día, y ese día ya está está aquí. Después de un montón de aventuras musicales en compañía, al fin, parece que cuaja una con un enorme recorrido por delante.
Buch se une a Los Ciclones como teclista. Y con esta incorporación, Los Ciclones damos un pasito más hacia ese lugar que queremos alcanzar, que no es otro que dar buenos conciertos con nuestra música, sonando como nadie (en todos los sentidos que puedas encontrarle a la frase) y siendo fieles a la música que nos gusta: el buen rock and roll.

Estamos preparando ya los bolos de verano, de los que os mantendré puntualmente informados. Así que si queréis ver cómo se defiende Buch tras las teclas, y además a sistir a un buen concierto de rock, aquí os dejamos las fechas que tenemos ya cerradas de momento.

Como se aprecia en la imagen, Buch no me quiere ajuntar,
y quiere irse con su nuevo amiguito, eMail, porque toca muy bien la guitarra...

Estamos negociando nuevos conciertos, pero no queremos tocar demasiado, tampoco, aún, pero si hay nuevos conciertos, serán publicados aquí, para que podáis ir a disfrutar de un par de horas de buena música.
Conciertos de LOS CICLONES

Viernes, 29 de mayo de 2009, a medianoche:
BAR PLAZA MAYOR

c/Cristo, 30. Villanueva de la Cañada. Madrid. Media etiqueta. Ánimo rockero. Mujeres con escote.

Sábado, 27 de junio de 2009, a las 22/23:00h.:
LA ÓPERA FLOTANTE

c/Eugenio Salazar, 32. Madrid.
Media etiqueta. Ánimo consumista (cobramos por copa/refresco que pidáis). Mujeres dispuestas a todo.



Sábado, 8 de agosto de 2009, a las 22:30 aprox.:
LOS HINOJOSOS
Cuartel viejo de la Guardia Civil. Ropa casual, fiesta campera. Nos dejamos invitar a cena y sexo.

Sábado, 5 de sept. de 2009, a las 22:30 aprox.: LOS HINOJOSOS
Cuartel viejo de la Guardia Civil. Ropa casual, fiesta Rural.
Las mujeres, pueden venir desnudas o, en su caso, desnudarse allí mismo
.

Bueno, que iremos añadiendo festorros según nuestro equipo de asesores financieros (unos fieras negociando) vaya cerrando contratos millonarios con ayuntamientos y empresarios.
Seguro que os podéis acercar a alguno y si estáis en otra ciudad, animad a los empresarios locales a contratar buena música, caramba.

viernes, mayo 15, 2009

naturaleza salvaje

Agua, de Jarabe de Palo



No soy un entusiasta de Jarabe de Palo, pero esta canción me parece maravillosa y su cumbre artística. Siempre me parece que Pau Donés (creo que se llama así el pollo) es un tío que debió nacer cansao. Y su agotamiento crónico y enfermizo me fastidia; porque sus canciones no están mal, pero tienen esa cosa de que está cansado y se me corta el rollo. Pero esta canción.... esta canción me aprece una de las cumbres del pop español de los últimos años. Ea, ahí queda.

Si miras debajo, justo debajo de la aleta de tu naricita, donde la piel se oscurece un poco y forma esa ligerísima mancha que recuerda a un corazón destrozado de un balazo, verás el sitio donde me apetece besarte.
Quisiera saber, y es mera curiosidad, si podrías aguantar así, tal y como estás ahora, con los labios apenas entreabiertos, inmóvil y pujante, y no devolverme el beso si es que, finalmente acerco mis labios a los tuyos y beso ese corazón roto que disimulas con el maquillaje de tu risa.
Hoy te has pintado sutilmente, maldita diosa, no ríes, pero no paras de sonreír y cada vez que te miro te digo, con mi cerebro, pero sin verbalizar, para ver si nuestras mentes conectan en algún nivel extrasensorial, que te quites las gafas de sol (cuyo estilo en general deberías replantearte, lo digo sin maldad y marginalmente) y me dejes ver cómo miras, aunque no sea yo el objeto escrutado, pero adoro verte mirar, además de adorar lo del corazón que te decía antes. Es decir, mis afectos no son clavos, y uno no saca a otro, ni se excluyen ni nada. Adoro –de ti- varias cosas a la vez, es lo que quiero decir
Será la comunicación extrasensorial o será que el sol ha bajado ya (va a ser esto, fijo), pero al fin te has quitado las gafas de sol, y tus ojos, curiosos, aliviados, felices como un perrillo al que sueltas, al fin, para que corretee libre y sin correa, van y ven de aquí para allá, y mierda, no me miran más que de soslayo. Así que no me miras, pero me queda el consuelo de ver lo que tú miras e imaginar lo que sienten tus ojos y tu corazón -en cuanto a mí- helado.
¡Qué placer tan grande es mirarte aunque no me correspondas! Miro el vaivén alado de tus ojos y oigo tu voz aunque, lo siento, no te estoy escuchando, pero tu tono arenoso me acaricia los oídos mientras sigo mirando lo que tú miras y, siguiendo a tus ojos traviesos, caramba, he ido a caer en el abismo que mirabas tú hace un segundo. No me extraña que la gente se quede helada al verlo. Es maravilloso.
Y es que la naturaleza es asombrosa. Hacen falta muchos años, muchos accidentes, mucho viento y mucho agua y el suceder del frío y el calor, para esculpir semejante acantilado, me temo, y el vértigo que me producen sus formas rotundas, me atrae sin ambages hacia sus vértices puntiagudos. Imagino el agua correr entre las dos montañas, el discurrir erosionador de la respiración del planeta. Recreo el sol de mediodía y el frío del invierno sucediéndose y dando forma a ese paisaje arrebatador que me quita la respiración.
Me has pillado, porque me has dicho algo con final en tono interrogado, y no sé qué coño he de contestar, no porque sea tonto, sino porque, distraído de mirar ese milagro de la naturaleza al que me llevaron tus ojos, no te he hecho ningún caso. Y sé que a las mujeres no os gusta que no os hagamos caso. Así que ladeo la cabeza como un perrito simpático y trato de prestarte atención porque creo que vas a perdonarme y a repetirme la pregunta.
Te echas hacia delante, me miras fijo (¡al fin!) y con tu pupila clavada en mi pupila escrutadora, me dices:
- Digo que cuándo vas a dejar de mirarme las tetas.

martes, mayo 12, 2009

respirarte


El hombre que se fuma las canciones no tiene nada de qué hablar. Sus pulmones se han declarado en huelga permanente y, cansado de buscar una cara que no ponga un mohín de disgusto cuando le exhala el humo de una poesía, se va, se va antes de que salga el sol. En tu barrio no me quieren, me voy al tuyo, traigo mis terribles cuentos para ti. ¿Os acordáis de esa? Déjame algo. Pues ahora soy yo el que te ruega, de rodillas, que me dejes algo. Algo más del centenar de canciones que ya nos ha dado, porque soy avaricioso y lo quiero todo de ti. El torrente poderoso al que solo se asustaba encontrar los relojes en la oscuridad, se nos va justo el mismo día que Rajoy, Zapatero y esos aguerridos opinadores de la nada, nos aburren con otra muestra de vulgaridad galopante. Después de una vida persiguiendo sombras, Antonio, no te imaginas cuán grande es la sombra a la que quedamos condenados un montón de músicos malos, pero de corazón, que viéndote, escuchándote, pensábamos que bastaba con la sensibilidad y el talento para llegar. Yo ya sé que nos quedan tus canciones y que, gracias a ellas, vivirás en la memoria colectiva y bla, bla... pero no son más que palabras facilonas y putas, ya sin sentido ni sentimiento, y la triste verdad es que no existe consuelo para tu muerte, no para mí, Antonio Vega, porque ya nunca más podré respirarte. Descansa ya, Antonio Vega, porque tú te lo has ganado, sí, pero nosotros lo hemos perdido.
Y este día, que lo sepas, y ya para siempre, es una puta mierda de día.

Actualización:
Muchas peroratas con Antonio Vega...
Algunas versiones... algunas mejores que otras.



Otro video con esta misma canción, pero cantando con Susana, y precedido por un happening audiovisual en homenaje por el 80 cumpleaños de su padre:




Y uno de los Ciclones. El video está editado por Wilco, el batería, y el sonido es espantoso, pero la canción es eterna, claro.




Por último, un día, uno de una radio, tuvo la humorada de hacerme una entrevista, y quiso que le cantara cosas por teléfono. Canté un par de temas míos y, a la hora de elegir uno para tocar por ahí, elegí otro de Antonio Vega:



Y hoy, en los informativos de la sexta:



Eternamente, Antonio Vega.

domingo, mayo 10, 2009

me mata la curiosidad

Metadona, de Los Pistones

Todavía hoy, cuando oigo un tema de los Pistones, me parece que al final voy a oir suspirar a Juan de Pablos, diciendo ¡Ay, Los Pistones...! y contando algo del grupo más popero y más maldito de aquellos años en su inolvidable y eterno Flor de Pasión. A Juan de Pablos le encantaba esta banda (o eso me parecía a mí) y solo por eso, me caía bien a mí Juan de Pablos. Ricardo Chirinos, RiChi, es un ejemplo de esos de malditismo no buscado. Sus melodías, tan poperas, dulces, sencillas y pegadizas, su voz tan frágil, los arreglos de esa banda tan rara (el teclista, Fran, o algo así, eterno aspirante a sex symbol, y Ambite, el bajista, sus patillas y su Harley, imagen icónica de la movida y la forma en que el propio Richi tocaba la guitarra) hacían que canciones tan demoledoras como Te brillan los ojos, Que el sol te dé, o la explícita (en el título) Metadona - que hoy versioneo, yo, con dos cojones- parecieran alegres e intrascendentes cancioncillas pop, libres de la carga de profundidad que las había inspirado. Como pasaba, salvando las distancias, con el Help! de John Lennon. Incluso, al oírles, cuesta creer que sacaran su nombre de sus dos ídolos del momento : Los Sex Pistols y los Ramones. Los primeros discos de los Pistones fueron dos maxi-singles geniales que traían canciones maravillosas (Las siete menos cuarto, Te brillan los ojos, La cazadora, Metadona) muy mal producidas, grabadas sin un duro y sin que ninguna reflejara el enorme potencial -de calidad y comercial- que tenía la banda. Luego grabaron ese primer LP, Persecución, que es, para mí, el mejor disco de pop-rock de la década. En este disco había un montón de maravillosas canciones : Persecución, Galaxia, Mientes, Fórmula, El último soldado, Flores condenadas y Lo que quieras oír (estas dos últimas ya las he estropeado yo), además de una segunda versión, fabulosa, de este Metadona, que traigo hoy aquí. El disco estaba lleno de canciones bestiales, y fueron a sacar un single con la peor de todas, la aburridísima y pelmaza El Pistolero (que tenía un video vergonzoso). Lo de después... bueno, para mí terminaron con este disco. A ver si os gusta. Y si podéis, comprad o piratead el disco, que, quitando El Pistolero, es cojonudo.



Nadie sabe lo que pasó.
Por más vueltas que le dé, por muchas movidas que os cuente, Wolffo está por June. Es claro. Tan claro como que el Rock-Ola juega a ser el Marquee, pero ni de coña.
El día que conocí a June -¡mierda, si fue Wolffs quien me la presentó!- fue, justo el día que acababan de dejarlo. Fue una tarde de domingo de esas raras, de actuación de grupo malillo en el RockOla y luego discoteca. Tocaban Los Santos, de Bilbao, que acababan de presentar su single "Tú no sabes lo que quieres" y bueno, sabíamos que iba a ir poca gente, así que quedamos allí. Me llamó wolffo:
- Hola, tú; que voy a ir con mis coleguis al rockola, si quieres, te vienes, y nos tomamos unas cerves, y te cuento lo de los Pistones.
Habían tocado el viernes y yo me lo había perdido: no tenía pelas. Me dijo Wolffo que me lo dejaba él, que ya se lo devolvería, pero todavía le debía la entrada de los Milkshakes y la de los Church (dos conciertos cojonudos, en el RockOla, claro, si no vamos a otro sitio), mil pelas en total, y no quería deberle mi paga entera cuando cobrara a fin de mes. Los domingos, sin embargo, en Rock Ola te cobraban 3 libras por entrar con derecho a una copa, y te veías un concierto de un grupo malillo.
Bueno, ese domingo, estaba yo esperando a Wolffo en la puerta de Rock Ola y le vi aparecer a lo lejos; no sé si estaba pedo ya, pero venía haciendo el gamba por la calle y todos sus amiguitos haciéndole la ola y riéndole las gracias. Joder, los amigos de Wolffo: son de puta madre, pero se pasan con Wolffo: le idolatran, y tampoco es pa eso.
Venían los de siempre, Lapoli, su hermana Lula, Yermus, Charlie, Wolffs y una tía buena que se rompía. Me la presentó Wolffo
- Esta es June, la célebre June Skao, la chica del año - ella sonrió y casi me da un ataque, no era la chica del año, era lo más guapo que había visto yo en mi vida -. Y este, June - dijo Wolffo, pasándome un brazo alrededor del cuello, como si fuéramos super amigos- es Chautón, un tío cojonudo, en serio.
Yo sabía que Wolffo llevaba un mes, más o menos saliendo con June, y me habían dicho que estaba buena, pero no estaba preparado para esto. Era una mujer increíble.
- Hola, Chautón – me dijo, mientras nos dábamos los dos besitos de rigor; sólo con esas dos palabras me pareció una tía simpatiquísima - ¡qué ganas tenía de conocerte! Wolffo me ha hablado mucho de ti…
Lo típico. Yo balbuceé unas palabras inconexas, mezcladas con risillas condescendientes (¿y por qué condescendían?) que eran la señal clásica de que yo había perdido los papeles y que la tía que me estaban presentando me hacía babear. Nos metimos todos dentro, y al decir todos, quiero decir todos: Los Santos no tenían gran poder de convocatoria y nuestro grupo era el único grupo de gente que se había acercado a ver el concierto de ese domingo. Pobrecitos. Los Santos, digo.
El Rock Ola tenía delante del escenario, que no se elevaba ni medio metro del suelo, la pista de baile, más o menos circular. Como ese día sólo estábamos nosotros, cogimos sillas y las plantamos frente al escenario y allí, a dos metros nos sentamos, como si fuésemos el jurado de un concurso de la tele. Wolffo, que estaba como eufórico, histérico, casi, se ofreció a ir a por bebidas y yo le acompañé.
- Joder, Wolffo, ¡menuda tía, tu chica! – le dije en cuanto llegamos a la barra -. Es guapísima y simpatiquísima… te felicito
- Lo hemos dejado hoy
- ¿Cómo…?
- Que lo hemos dejado hoy. Ya no es mi chica, que le den por culo, campo libre.
- Pero tío…
- Que ya no estamos juntos, tío, ya no. Así que si te gusta, a por ella. Folla genial.
Reconozco que entonces Wolffo me pareció un semidios: parecía que era él que había dejado y el tío aparentaba que no le afectaba en absoluto y estaba algo así como entero y como que no le importaba nada.
Durante el concierto, que fue malísimo, Wolffo estuvo genial: cuando Los Santos cantaron Tú no sabes lo que quieres, se levantó y bailó él sólo el tema. Todavía no se me quita de encima la extraña sensación que sentí ese día (quizá mi única experiencia gay) de apetecerme abrazarle al verle tan alocado, bailando, empapado en sudor, en su camiseta con los labios de Mick Jagger y todo el mundo mirándole bailar asombrados. Hasta el grupo que tocaba que, al acabar la canción, le aplaudieron a él.
Luego supe que toda aquella locura no era locura guay. Era locura de amor. Trataba de ocultarnos a todos cómo se encontraba realmente. June le había dejado, y le había roto, literalmente, el corazón. No era de extrañar, en serio: June era la mujer más apabullante que había conocido nunca.
Ese día, por mucho que Wolffo que me diera paso franco, yo no me atreví a decirle nada, pero empecé a plantear mi estrategia de acoso y derribo porque June, apenas de verla, me había atrapado a mí también.
Durante semanas, mientras todo mi esfuerzo era por acercarme a June y llamar su atención, vi cómo Wolffo se venía abajo, encerrándose en sí mismo y languideciendo como un pez fuera del agua. Su humor se hizo oscuro y se portaba fatal con todo el mundo, especialmente con las chicas, a las que despreciaba de una manera horrible. Sus canciones se hicieron siniestras y dejó de simular que June le había destrozado el alma unos días después de que yo le contara que había empezado a salir con June.
- ¿Y por qué va a importarme, tío…? ¿Estoy saliendo yo con ella? ¿Estás saliendo tú conmigo? - me dijo un día, con ese tono que usaba para despreciarte, pero lo cierto es que le importó, vaya que si le importó. Aún hoy sé que no me lo ha perdonado.
Un día me llamó. Estaba saliendo con una tía y me propuso que nos viéramos el viernes en el RockOla, en plan parejitas, que tocaban los Elegantes. El plan era super petardo: incluía que nos tomáramos una pizza en Dama, un italiano sencillo y genial que había al lado del Rock Ola, en la calle Cartagena, muy cerca de Padre Xifré. Cuando llegué con June, Wolffo y Lorna (que así se llamaba su chica) estaban sentados esperándonos. Las risas de Lorna se oían desde la puerta. Wolffo estaba en vena, de un humor genial y pronto, mis risas y las de June se unieron a las de Lorna, llenando el local de buen humor.
En la mesa de al lado estaba David Summers, cantante de Hombres G, astro emergente entonces, pero aún no super estrella, y menos famoso esos días que su padre, cenando solo, una especie de ensalada que comía con las manos, dando un espectáculo repulsivo que pudimos soportar gracias a las chanzas de Wolffo a su costa.
Después del concierto, que estuvo genial, nos quedamos allí a tomar una copa y Wolffo siguió encantándonos con sus cosas. Contaba anécdotas geniales y nos tuvo a todos atontados escuchándole durante horas. Acabamos protagonizando una escena surrealista, pero genial: hablando en mitad de la noche, alrededor de unas litronas, sentados en la mesa de un merendero de la Casa de Campo. Teníamos la guardia baja y, en un momento dado, se dirigió a June y le dijo, señalándome, pero sin mirarme:
- ¿Te folla mejor que yo?
Nos quedamos helados. De repente, todo lo bueno se convirtió en amenazador. Fui a intervenir, pero me cortó en seco.
- ¿Qué vas a decir, Chautón, que ya te la chupado de esa manera..? - de hecho, y muy a mi pesar, June y yo aún no habíamos tenido sexo, pero eso no incumbía a Wolffo, desde luego - Es genial, ¿verdad?
Fui a contestarle en plan caballero ofendido, pero nos quedamos todos de piedra cuando sacó una pistola –su padre era militar, seguro que era la suya- y siguió hablando en tono amistoso, pero ahora todo parecía aterrador.
- Sí, Lorna, hija, June la chupa como nadie... – hablaba mientras blandía el arma y nos mantenía a todos calladitos-, tendrías que decirle que te enseñe.
Quise contestarle, pero os juro que no me salían las palabras.
- Te va a enseñar a hora, de hecho – dijo, mientras se ponía en pie, se colocaba detrás de mí y me ponía la pistola en la sien – Levántate, Chautón, y no te muevas… no os mováis ninguna, tampoco, o le pego un tiro a este hijoputa.
Me hizo levantarme y obligó a Lorna y a June a arrodillarse ante mí “para que Lorna no perdiera detalle”. Obligó a Lorna a abrirme la bragueta y a sacarme la polla.
Nadie sabe lo que pasó. Y yo, menos que nadie.
El hecho es que el sonido de un disparo no se parece en nada a lo que suena en la tele. Es una especie de chasquido que no da miedo ni nada. Pero sus consecuencias, eso es otra cosa. Al parecer, algo o alguien asustó a Wolffo, tropezó y se le disparó el arma. La bala entró (como la bola de McEnroe) y se alojó en un lugar único en mi cerebro, donde dicen los doctores que, cada día, me mata un poco más. Un milímetro más allá, más acá o más acullá y hubiera muerto en ese instante, pero la casualidad actuó a mi favor en esa baza y mi vida sigue, día a día, pintando rayitas en la pared, como un preso cualquiera. La bala me sacó de ese sitio y me confinó a esta silla de ruedas y a no poder emitir sonido alguno, exceptuando las ventosidades, a las que me he ido aficionando. Esa bala sigue alojada en mi cerebro y me da derecho a considerarme un bala perdida y a lamentar, ya que el resultado ha sido este, que Wolffo no consiguiera que June enseñara a Lorna a hacer eso que, por lo visto, le salía tan bien. Al menos ese día hubiera terminado con una alegría.
La bala no, mierda, lo que me está matando es la curiosidad.
¿Realmente era tan buena chupándola?

martes, mayo 05, 2009

La guapas deberían triunfar




Leo, con verdadero deleite, y desde hace años, a Tautina, en sus sucesivas bitácoras, en las cartas que he tenido el placer y el privilegio de intercambiar con ella, en sus periódicas publicaciones en revistas literarias, en relatos y poemas que no se cansan de ganar premios... a todo el que se me pone a tiro le digo (y sé que esto le parece a Tautina una exageración desmedida, y valga la reduplicación) que Tautina es la mejor escritora en español de nuestros días.
Lo creo sinceramente. Su prosa es vigorosa, poética e intachable. Si escribe para emocionar, te rompe el corazón y los esquemas; si erótica, y lees sus párrafos tórridos en voz alta, se corre rápidamente la voz de que no hay escritora más excitante en el mundo; si dramática, es demoledora. Y siempre, latente o patente, un finísimo sentido del humor dota a sus líneas de la maestría que te hace alejar el libro, el papel, el monitor de tus ojos y volver a leer con incredulidad: ¿es posible que sea tan bueno?
Lo es. Tautina es la más grande.
Hace unos días, ocultándose (seguramente para no apabullar) bajo el seudónimo de Julia R. Robles ha publicado Las guapas deberían morir, su primer libro de relatos. Normalmente, cuando un colega recibe la buena noticia de la publicación, de mí obtiene desdén y carretadas de envidia insana. En este caso, no. Tal vez por conocer personalmente a la autora, por saber de sus relatos desde hace tiempo, por haber compartido con ella algunas experiencias literarias amargas y otras dulces, la noticia de que "Las guapas..." se publicaba me llenó de alegría. Se publica tanta mediocridad que ver publicada esta pequeña (por breve) obra maestra es una noticia absolutamente esperanzadora.
Ya he leído, por supuesto, y releído mil veces, cada uno de los relatos que componen esta maravilla impresa, y recomiendo esta joya a todo el mundo sin ningún tipo de peros. Leer cada uno de los relatos es puro gozo, y releerlos luego, mentalmente, cuando, inquietos, acuden sin avisar a tu cabeza, es un placer reservado a los privilegiados de este mundo.
Conozco bien a Tautina y espero, y deseo de todo corazón, que "Las guapas..." sean sólo el principio de la deslumbrante carrera que una escritora de su talla, una mujer de su valía, merece.
Las guapas deberían morir, de Julia R. Robles, editado por Tres Fronteras Ediciones. No dejéis de leerlo.

actualización: acerca de la distribución
Me escribe amablemente José Antonio Bascuñana, de Tres Fronteras Ediciones, para decirme algo que es evidente y que debería haber dicho yo desde el principio si es que yo fuera una persona con dos dedos de frente. La forma más fácil de conseguir el libro (fuera de la Comunidad de Murcia) es acudir a tu librero habitual y darle los datos normales (título, autor, editorial, ISBN para los más puntillosos, todos esos datos en el mini site del Las guapas...) y éste lo pide y en pocos días lo tendrás. En fin, eso.