viernes, marzo 13, 2009

revuelto peligroso

No es extraño que tú estés loca por mí



Buch sabía, de sobra, que yo estaba loco por June, así que no hizo falta que le insistiera mucho para que fuéramos a la feria. Como todos los años, habían puesto el circo y las atracciones, y los puestos de churros y de porquerías, en el descampado de Plaza de Castilla, justo enfrente del depósito del Canal de Isabel II. Entonces no existía la Avenida de Asturias, ni las torres inclinadas, ni nada… La Plaza de Castilla era el límite del nuevo Madrid y servía de vértice para los que vivíamos alrededor; desde los más afortunados y pudientes poseedores de casas grandes en la avenida del Generalísimo (ahora Castellana), hasta los sorprendidos y mucho más humildes habitantes de la Ventilla, un pueblecito de esos que se ven absorbidos por el crecimiento periférico de la ciudad. Aún cuando yo era pequeño, al lado de casa, en lo que debió ser la antigua carretera, había un cartel de salida de carretera que señalaba a La Ventilla.
Nosotros estábamos en medio. Los de Agustín de Foxá sufríamos del desdén pijo de los unos y la envidia macarra de los otros. Pero, la verdad, a esa edad, nos daba todo igual, mientras pudiéramos pasar la tarde en la calle, tirando piedras, jugando al fútbol y persiguiendo chicas. Yo perseguía a June.
Sabía que a June y sus amigas, Darling-T y Dizzy-B, les iba el rollo de la feria. Eran felices dejándose perseguir por los macarritas de La Ventilla y viendo cómo no nos atrevíamos a hacerles frente en los coches de choque. Pero es que los quinquis, de toda la vida, han sido mucho más hábiles que las personas normales al volante de esos cacharros infernales que son los coches de choque. Creo que es algo de los genes, que les hace ser más impávidos ante el peligro y manejar con más soltura cosas como los tacos de billar o los mangos del futbolín. Bueno, eso, les hacía mucha gracia subirse a esos engendros y ver cómo los ventillanos nos apartaban de ellas y nos achantaban. Claro que nos achantaban, pero porque, otra característica de los tipos estos, es que van en manadas numerosas y cuando uno tiene un problema, o algo, se multiplican.
Bueno, ahí nos tienes a mí y a Buch, a las cuatro y media de la tarde, paseando por la feria, entre atracciones, con un sol importante, y los garbanzos aún revoloteando en nuestras tripas (Buch había comido en mi casa) y ambos buscando a June y sus amigas. Era mejor encontrarlas pronto, porque los quinquis vendrían pronto y entonces era mejor retirarse o prepararse para pelear y Buch y yo, aunque arrojados y supervalientes, preferíamos evitar el conflicto; con aquellos ventillanos, además, no era posible el debate de ideas. Cuando le rebatías a uno un argumento con un florilegio verbal, a los que Buch y yo éramos muy aficionados, te devolvía la estocada argumental con una limpia patada en los huevos, por ejemplo.
Al fin, después de muchas vueltas, vimos a June junto al puesto de los churros. Hacia allá fuimos y vimos que las chicas debatían en una esquina del quiosco, en la típica actitud de discutir si se tomaban unos churros o lo gastaban todo (y todo, entonces, era siempre poco dinero) y tomamos los mandos de la situación: las invitamos. Elegimos, además, el manjar más repugnante que venden en esos sitios: una especie de porra bañada en chocolate y rellena de una crema pastelera (y eso que a Buch no le gusta nada la crema pastelera, pero como era un buen amigo –antes lo era, en serio- transigió). El asunto es bastante asqueroso: una especie de falo africano no circuncidado, sobredimensionado, grasiento a más no poder y de sospechosísima salubridad.
A June le gustaba mucho una atracción llamada “El barco pirata”, que no sé porqué se llamaba así. Es decir, barco sí, pero no sé porqué pirata. ¿Tal vez porque sus dueños y explotadores no cumplían sus deberes con la hacienda pública? Ahí dejo esa teoría. El caso es que a June le gustaba. Preguntadle a ella porqué le gustaba esa atracción tan sosa. A mí me gustaba ella y, por ella, subimos. Subimos, además, y nos pusimos en el único sitio tolerable para chicos valerosos como nosotros: la última fila (ver figura 1), la que, por mor de la arquitectura del barco, más se movía. Eran bancos de tres plazas y un pasillo central. Yo ocupaba la esquina del barco, en la última fila, y a mi lado, June. En el banco de delante se situaban Darling-T, justo delante de mí, Buch, delante de June y al otro lado de mi amigo, junto al pasillo, Dizzy-B
Nos dispusimos a pasarlo en grande, y yo al lado de June, esperando poder meterle un poquito de mano en el fragor de la batalla. Buch, que estaba estratégicamente situado entre Darling-T y Dizzy-B, estoy seguro de que, de no mediar los trágicos hechos que me dispongo a contar, habría triunfado, fijo. Ahí donde véis a Buch, con su cachaza, de joven era lo que las niñas definían como “muy mono”. Antes de que empezara la cosa a menearse, mi estómago envió un par de mensajes de alarma, pero yo atribuí los avisos a la cercanía de June, que solía ponerme muy nervioso.
Pronto, en cuanto empezó el meneo del barco, me di cuenta de que había sido un error comerme el falo de chocolate; y comerme el de Buch, otro error. Al parecer, en mi organismo, habían entrado en contacto ambos falos con los garbanzos y la naranja que los precedieron en mi ingesta y el cóctel amenazaba tormenta.
El barco empezó a moverse en serio y la gente levantaba los brazos, como se aprecia en la fig 1 (abrid la foto en otra ventana y se verá más grande y hermosa y podréis apreciar, ya de paso, mi habilidad para el dibujo y para reflejar con dos trazos, las expresiones de la gente) pero yo me sentía morir. Notaba que los falos habían hecho reacción en mi estómago y que su reacción era ¡salgamos de aquí! Yo no sabía qué hacer, y cuando llegó un momento en que no puede aguantar más, sencillamente, dejé que las cosas sucedieran. Al llegar al punto más bajo del balanceo (observad la figura 2) se desató la tempestad.
Poté.
El revoltijo de falo de chocolate y crema, naranja valenciana y garbanzos castellanos, convertido en una argamasa calentita y recién preparada, se me desbordó por ambos lados de la boca, porque la ley de la gravedad es inexorable. Yo estaba boca arriba y la vomitona salía como un géiser de mi boca sorprendida y caía sobre mí de nuevo de una forma repulsiva, y salpicó a June, claro, que gritaba asqueada y me golpeaba el hombro con violencia.
- ¡Guarroooo, guarrooooooo…! - me decía, pero sus palabras, como sus golpes, no me afectaban en absoluto, bastante tenía yo ya.
Y los hechos continuaron.
El barco siguió su balanceo y el siguiente acceso de vómito, la siguiente y brutal erupción tuvo lugar en una posición opuesta a la de la primera pota. Os propongo un ejercicio. Imaginad, observando con detenimiento, la figura 3, los estragos que causaron las siguientes vomitonas mientras estaba boca abajo.

Delante de mí, debajo de mí en esa posición, unas cuantas filas de alegres adolescentes levantaban los brazos despreocupados pasándoselo en grande. La primera en reaccionar fue la compañera de asiento de Buch, Darling-T, que sintió la vomitona en su nuca en seguida. Se volvió y en su cara había asco, sí, pero también odio. Mucho odio. Y, sucesivamente, y por riguroso orden descendente, las juveniles y desavisadas nucas que estaban delante de mí fueron recibiendo su ración de vómito recién hecho. Todos reaccionaban igual: se llevaban la mano al cogote, se apartaban (con lo que dejaban el paso libre para el siguiente cogote) para mirar de dónde coño salía tanta mierda y me maldecían. Yo me quería morir, porque no dejaba de vomitar. Hora a mí mismo, hora a los demás, mi joven cuerpo alojaba un veneno mortal del que iba deshaciéndose en algaradas cada vez más violentas.
Los gritos del personal, crecientes e indignados, alertaron al indiano que manejaba la maquinaria. Éste tardó un rato en reaccionar, porque no estaba preparado para este tipo de incidencia. Aparentemente todo funcionaba bien, pero ¿qué era esa extraña sustancia beige, parecida a una diarrea de bebé, que salpicaba los cielos y pringaba a los tripulantes de su barco pirata?
Detuvo el invento poco antes de que yo falleciera, porque ya había vomitado hasta los calostros y lo siguiente era echar el bazo. Vi de reojo a June que iba a compadecerme (eso lo hacen genial las niñas, cuando uno de hace daño, si tiene la suerte de una niña le mime, es lo máximo), pero se detuvo al ver a su amiga, Darling-T echa una piltrafilla y llena del todo de vómito, que me gritaba una y otra vez que qué coño estaba haciendo. Más, muchos más de los tripulantes ocasionales del barco se volvieron y avanzaron hasta mi asiento, con intención de machacarme, pero dos cosas me salvaron. Una, el penoso aspecto que debía presentar. Y otra, el gran Buch, que alejó a los más belicosos con audacia y astucia infinitas. Nunca me ha contado qué es lo que les dijo para salvar mi pellejo, pero… algún día puede que me lo cuente.
En la megafonía de la feria empezó a sonar una canción de Burning, y mientras Toño cantaba, como el chulo que era, “no es extraño que tú estés loca por mí”, miré a June y ella, que es un ángel, antes de marcharse, me sonrió.

26 comentarios:

Anónimo dijo...

AAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHHHHH! (placer)
Bueno, aparte de lo que me pone que la primera palabra del post sea mi nombre de pila bautismal, debo decirte que recuerdo perfectamente aquella historia, y antes de empezar a darme pisto como coprotagonista, quiero reconocerte aquí y ahora que el dibujo del barco pirata responde trazo por trazo a la realidad, o lo que es más, pensándolo bien, creo que es mejor que la realidad. ¿Lo de atrás es el monumento ese a Calvo Sotelo? Si. ¿Verdad? No hace falta que contestes, es inconfundible. Si hasta le has puesto las humedades al hormigón.

¡Como me acuerdo de aquella pota por el aire, con sus trozos y todo (Que no masticabas nada, resalao), y sobre todo recuerdo el ataque de pánico colectivo, el tumulto, y con qué prodigiosa frialdad y profesionalidad, tu continuabas potando, mientras había quien anacrónicamente quería llamar a la “Casa de Socorro”, igual que muchos siguen llamando “Casa de Fieras” al Hospital.

Comer en tu casa, si, igual no sabes una cosa, recuerdo la disposición de muy pocas casas en las que he estado (De las que no he estado no recuerdo ni una). La tuya la recuerod perfectamente, a pesar de que el salón tenía una complicación porque era como no sé bi-auxiliar, que tenía entrada y salida y como varios ambientes, y, para cualquiera era un lío, menos para mí, claro. Pero fíjate que recuerdo garbanzos y que tu padre tenía fuerte presencia en los cocidos con el “pilot” ¿La pilota? No sé, algo que estaba bueno…ay que me voy de tema…
A lo que vamos. ¡¡Menudo disgusto se llevó June!! Por lo menos de primeras. Luego, es cierto hasta cierto punto que te sonrió (¿O fue que escupió?) y fíjate, estaba encantadora, a pesar de todo, con sus solapas lanzando reflejos irisados por el brillo de aquellos garbanzos a medio digerir.

¡¡Coño, me he reído y ablandado a partes iguales!! Deberíamos estudiar volver a ser amigos. No digo con compromiso sentimental…pero volver al barco pirata de vez en cuando…

Abrazos y besos.

Anónimo dijo...

Me he reído tanto leyendo la historia que me ha dado un golpe de tos (recuerda que estoy con bronquitis). Vamos, que casi me ahogo.

Porque yo también recuerdo esa atracción de feria, aunque tuve la suerte de que nadie me vomitara encima. Principalmente porque nunca iba a la feria a la hora en la que la gente estaba haciendo la digestión, sino a media tarde. Y también porque en Cádiz no vendían ningún dulce que hiciera esa tremenda reacción con los garbanzos y lo demás. En el mejor de los casos, puestos de turrón y de coco. El coco estaba cortado en tiras, y con una pinta de seco que echaba para atrás. El señor del puesto los regaba de vez en cuando con un cacillo de agua para que presentaran un aspecto más lozano. Pero todo era inútil, porque además el turrón tenía una pinta horrible, medio derretido, así que nunca se me ocurrió comprar nada de comer en una feria.

Y sí, aquí en Cádiz también se llamaba El Barco Pirata.

Besos, entre toses, estornudos y demás. De forma que si no quieres sufrir algo tan desagradable como pasaron tus compañeros de viaje en el barco pirata, aléjate un poco de la pantalla.

ana dijo...

Me he reido mucho leyendo esta historia, la verdad.
Nosotros a la feria ibamos de noche, y a mi lo que me ponía eran las berenjenas de almagro, y por lo menos una caía, aunque a mis amigos les daba asco porque no sé quién les había dicho que el vendedor se meaba en las tinajas. Yo no se si se meaba o no, pero el caso es que como las berenjenas en feria no hay nada. Con el punto a mi favor de que nunca las he vomitado. Aunque nunca se sabe...
Por si acaso se me olvida, recuerdame que no monte nunca contigo en el barco pirata, seguro que me contagiarías.
Un beso.
Pdta: bonitos dibujos y preciosa canción. Burning me encanta y eso me recuerda que me pregunte qué hace una chica como yo en un sitio como este. Aunque la verdad, la respuesta ya la se.

Anónimo dijo...

no, no es nada extraño

Wolffo dijo...

Empieza por ti, es verdad, pero es que no podía contar esta historia sin tu presencia. Y lo del final, es verdad, no sé cómo te las apañaste para que no me mataran, yo no recuerdo nada más que una enorme sensación de alivio y luego un terrible malestar.
Mi casa era de esas en las que el saón y el comedor era para la gente de fuera, no para nosotros. Y nos apiñábamos en un cuarto de estar que era lugar de paso, con la tele puesta en un lado, de cualquier forma, arriba, en todo lo alto y todo caótico y raro. Y sí, mi padre hacía pilota para el cocido, una especie de rollo de carne pìcada enorme que luego cortaba y distribuía en gruesos y deliciosos filetes. Yo he intentado hacerla, pero no me sale ni de coña tan bien. Se llevó consigo un buen número de secretos de cocina, mi padre.
Bueno, txabalotte, que si quieres, yo te ajunto otra vez.

Kotts, ¿no había puesto de fritangas en las ferias gaditanas? Fritangas guarrillas, digo, no vale el pescaíto. El típico quiosco lleno de aceite y salmonelosis a partes iguales... En realidad, no recuerdo encontrarme mal antes de subir, pero el desencadenante no fueron los falos chocolateados y rellenos de crema, sino el zozobrar enérgico del barco. En fin, eso, que hace muchos años y no parece otro tiempo, ¿verdad? parece otro planeta.

Me alegra que te haya hecho reír, ana, de verdad. Las berenjenas y, en general las "variantes", toma nombre antiguo, ¿eh?, a mí no me hacían gracia. Y no ya por que el vendedor se meara emn la tinaja (jajajajaajjajajaaaa, eso sí que era típico, los mitos sobre esas cosas... ahora les llaman leyendas urbanas, pero es lo mismo). Yo es que soy de estómago delicado, no para la comida sino para el meneo, en general. Y puedes estar tranquyila, ana, nunca subiremos juntos al barco pirata. Porque tú te cuidarías de subir a mi lado, y porque yo me he abstenido desde entonces a subir a esos sitios de meneo.
Gracias por fijarte (como Buch) en los dibujos. El dibujo es una disciplina tradicionalmente hostil conmigo, pero con tesón, perseverancia y bastante morro, la he doblegado. En cuanto a la canción, mola, ¿eh? aunque, tal vez esté un poco sobreactuado en el papel de macarrilla, pero los solos de guitarra, aunque esté mal que yo lo diga, me han quedao niquelaos. Es, muchos besos y dime, ¿por qué no iba una chica como tú, a frecuentar un sitio como este?

hnh, mala persona... así que no es extraño, ¿eh...? Te voy a dar...

Anónimo dijo...

Wolffo, mi madre siempre recuerda que su abuela hacía la "pelota catalana" para el cocido, y se lamenta muchísimo de que no quede nadie en la familia que sepa la receta. Si alguna vez la consigues, por favor, pásamela.

Anónimo dijo...

Me morí Wolfff!!!! Jajajaj , Buenísma la historia , yo también me he subido a ese barco pirata y varias veces !!! Que buenas epocas las de los parques de diversiones. Es que te escribo rapido porque tengo que salir, pero no doy mas de reirme !!! Buenísimo... y como la canción terminé loca por esta perorata, los detalles de los dibujos y también loca por ca canción... Buenísmo, realmente buenísimo..

Y como el comienzo es con Buch... ahí en el fondo.. fondo... no te parece que Buchito sea un intelectual ?? Pensalo antes de responderme :)

Un beso enorme y ya salgo rápido... :). Muy buena manera de comenzar el finde :)

Anónimo dijo...

Este post es magnífico, sin más. Nos trae un Wolffo más humano.

Si yo supiera escribir, diría algo así como que "acerca el mito al hombre y nos descubre que también el guitar hero de Valdemorillo tiene un pasado".

Y no queda aquí, no. También nos trae un Buch sorprendente, capaz de jugarse la vida (o la tuya tal vez, ya que no sabes lo que pudo argumentar a aquel personal del barco) para salvarte de la masa indignada.

Tremendo, digo.

Yo, si se trata de ser sinceros, soy un gran potador de atracciones. Bueno, tendría que decir, sería un gran potador de atracciones si no estuviera seguro de que puedo morir si subo a un invento del demonio de esos.

La última vez que lo hice andaba el año 1990 ó 91. Y dejé el parque de atracciones de Madrid para ser declarado zona catastrófica. Pero nada comparable a lo tuyo, qué va, sin daños colaterales.

Eres GRANDE amigo. Un abrazo.

Me lo voy a volver a leer hombre, que me ha gustado.

Wolffo dijo...

Anda, Kotts, ¡qué curioso! Pues yo no la tengo, pero es muy posible que mi hermana la conserve. Le preguntaré y te la hago llegar. UN beso.

Hey, Pamperilla, no te esperabas encontrar a los dos más sexys de la blogosfera juntos en esta historia, ¿verdad? Pues sí, así es... Buch fue un héroe y el saber que quizá alguna mujer le dedicaría ojitos tiernos, es lo que me ha hecho callar durante tanto tiempo. Este tiempo ha permitido a Buch desacreditarse por sí solo, con su indomable zoquetería, y ahora sé que puedo hablar de él en términos justos, reales, sin miedo a que me levante un ligue. GRacias por ser tan cariñosa, Pamperilla y que disfrutes un buen finde.

Sí, es algo, así, Foss, "vomito, luego existo, soy de carne y hueso". Es cierto, tengo un pasado, nublado, y muy relacionado con otro amigo tuyo, Buch, cuyo pasado, a su vez, no fue nublado, sino tormentoso. A ver si cuenta cómo coño se deshizo de esa turba... En fin, ¿verdad que esas atracciones son un poco absurdas? Si no quieren que vomitemos, ¿por qué se mueven así? Alguien debería diseñar esas atracciones como los cochecitos esos de a duro (ahora, me imagino, de 1€) que había antes a la tienda de los super y las tiendas. Suena una musiquita agradable y se mueve tranquilamente y tú miras y te dejas ver al volante de un bicho mecánico, ¿qué hay de malo en eso? ¿Y de los caballitos tradicionales? Con su musiquita, su coche de bomberos, su moto de policía... aquello tenía sentido, pero ¿barco pirata? ¡amos anda...!
Un abrazo grande, macho.

Fray dijo...

Te hago saber querido hermano lobo, que los habitantes de La Ventilla son Ventilleros y no Ventillanos. Y las bandas de macarras eran de 'El Chorrillo'.
Tus narraciones autobiográficas rozan lo sublime, pues ademas de hacernos pasar un buen rato con su lectura tiene el poder de la evocación de relatos similares en nuestras vidas, que no podemos transcribir al no tener tu capacidad para contarlas.
Las atracciones de feria eran un auténtico horror para mí dado que sufría de un vértigo descomunal, aunque a mí lo que me provocaba unas nauseas y mareos salvajes eran las que tenían movimientos laterales.
Las porras bañadas en chocolate y rellenas de crema deberían estar clasificadas como 'armas de destrucción masiva'.
Un Abrazo.

SAL dijo...

Ves como eres genial al tiempo que adorable?, eres único relatando estas aventuras... me das siete u ocho vueltas en el barco pirata, o vikingo, un beso enorme y gracias por el post.
Sal

Andaya dijo...

Wolffito, llevo un mes intentando añadirte al facebook y ni modo. Así que directamente te hago señales de humo.

Anónimo dijo...

Eres como un renacentista, le das a todas las artes... Geniales los dibujos, genial la versión y genial el texto (aunque reconozco que me ha dado muuuucho asco. Soy así, asquerosita)
Un besazo

Anónimo dijo...

Me he reído mucho imaginando esa lluvia sagrada.

¿Suenas a un volumen más bajo o me lo parece? En cualquier caso gran versión. Por cierto, el otro día si que se escuchaba tu batería, aunque fuera muy de fondo.

Es cierto que me di un paseo largo el otro día, últimamente no tengo demasiado tiempo y se me habían acumulado unos cuantos posts, pero no es nada que tengas que agradecer. Es enriquecedor asomarse por aquÍ para ver que has decidido contarnos.

Un abrazo ;)

Wolffo dijo...

Dios, qué metedura de pata, Fray, ¿eres ventillero? (gracias, por la puntualización, eso lo primero) De los de entonces, digo, no de los de ahora... bueno, mi visión está trufada, como imaginarás, de la vieja rivalidad. Yo soy hijo de marino y tanto yo como Buch, como Fants, como Michel, que de vez en cuando aparece por aquí, vivíamos en los bloques de casas de la marina que daban, por un lado, a Agustín de Foxá, y por el otro, a La Castellana. No me puedo creer que tú fueras de allí... porque con tu edad que, supongo, es parecida a la mía (cosecha del '64) igual me atemorizaste en alguna ocasión, porque una cosa reconozco: en los enfrentamientos, casi siempre, salíamos perdiendo. en cualquier caso, mi visión de los ventilleros es sesgada, claro... De hecho, yo llevaba a arreglar la bici allí, iba al mercado de allí muchas veces y, sobre todo, iba a la bodega, con la garrafa de vino de 5 litros a reponer el rojo cáliz para mi padre. Lo que más me gustaba de esa bodega era el mecanismo para limpiar las garrafas. Una especie de grifo sobre la superficie de la barra, donde se apoyaba la boca de la garrafa y, con agua a presión, se limpiaba la garrafa. Había otra tienda a la que iba normalmente, pero ahora no lo recuerdo. Mi memoria es débil. Yo, enrealidad, no soy muy amigo de las atracciones de ningún tipo, no me atraen nada, en realidad. Y los que dices de las porras, debería elevarse a categoría de ley. Muchas gracias por tus palabras, Fray, y disculpa si mi torpeza, o mi forma un poco alegre y superficial de denominar algunas cosas te ha molestado, te lo digo de corazón. Un abrazo.

Vaya, Sal, muchas gracias, mi preciosa y salada amiga. Dime, ¿Tú eras de coches de choque, o de barco pirata? o de noria, contemplando el horizonte y deseando que te toque quedarte arriba esperando mucho rato, mientras el torpe adolescente que te había invitado las pasaba canutas para pedirte salir... Gracias a ti, por supuesto por leerlo tan cariñosamente y por decir cosas bonitas. Un beso dulce, Sal.

Andie, querida, es que he quitado mi cuenta de facebook: no me gustó aquello nada de nada, así que out, borrado, fuera, never, never... Un beso gordo, nena.

Es cierto, Mahomal, eso es lo que soy yo, un humanista, completo y copmprometido con las ciencias humanas y las artes del saber. Mi discreción natural, y mis nulas ganas de apabullar al personal hacía que aún no me hubiera a nimado a mostrar al mundo mi inagotable talento ilustrativo, así que haces bien en señalarlo tú. ¿Asco, dices? la verdad es que es bastante repulsivo el conjunto, así que te comprendo perfectamente.
Gracias, guapa, y el besazo es para ti.

Gracias, Linmerick, gracias y me alegra haberte hecho reír. El volumen no es especialmente bajo, creo, aunque, a lo mejor lo he grabado un poco más bajito que de costumbre, no lo sé. Esta canción es de la que para mí, fue la época dorada de Burning, de su gran disco, antes eran, para mí, demasiado de barrio y luego, demasiado pelmas. En cuanto a si tengo que agradecerte o no... no lo sé, lin, no sé si "tengo" que hacerlo, pero me gusta hacerlo. Y más si me dices, encima, que tienes poco tiempo. Cada vez que veo que alguien se para por aquí (y la única forma que tengo de verlo son los comentarios) yo doy gracias al cielo de que lo que he escrito lo lea alguien. Y si ese alguien se da un paseo como el que tú te diste ayer (un genuino wolffatracón), pues imagínate si lo agradezco, Gracias de corazón. Un abrazo fuerte, amigo.

Fray dijo...

No hermano no soy ventillero de antiguo, soy ventillero consorte pues lo es mi 'santa' (y toda su familia), por lo que no creo que te atemorizase nunca (de hecho no creo haber atemorizado a nadie en mi vida). Lo que es posible es que en alguna ocasión te cruzaras con ella y quedara prendada de tu apostura juvenil. En ningun momento tus palabras me han molestado, pero lo de ventillano crujía un poco.
Me olvide comentar tus dibujos ¿donde coño ve Buch el monumento a Calvo Sotelo? Por cierto tuve un compañero en Teleco que vivía en esas casas de marina pero no consigue acordarme de su nombre (maldito alzheimer).
Un Abrazo
P.A. Muy bien lo de los sudokus aunque son jodidamente dificiles.

Anónimo dijo...

Buenas noches !! Wolffis... es verdad eso de que se han unido :). Continúa con esas historias que me resultó genial... Recién acabo de llegar de viaje, y ha sido un finde buenísimo. Luego de mi asado campestre, decidimos con amigos de la infancia ir a hacer caída libre!! Al estar estar en la avioneta, me acordé de vos, de tu historia y de mi asado. Por suerte no pasó a mayores, finalmente luego de estar literalmente "abrochada " al instructor , con mi respiración entrecortada de la emoción, recibí la señal dando instrucción al salto. No te puedo explicar lo que fue eso, no hay palabras , mas sumado es que es la primera vez desde arriba el campo de mi abuelo.. no tenía idea de las dimensiones de todo... Qué diminutos que somos Wolffis !!! Bueno, es que llegué toda emocionada con el día de hoy... Voy a tratar de descansar que ya aquí nos volvieron a cambiar el horario.

Te mando un beso enorme amigo!

Wolffo dijo...

Entendido, Fray, sí seguramente ocurrió eso, pero no solo eso: yo también volví la cabeza al cruzarme con semejante guayabo, pero al ver su mirada limpia y verdadera pensé: no es justo, seguro que en el futuro conoce a alguien mucho mejor que y ella, al ver los faldones colgantes de mi camisa, pensó, mejor espero a ver si conozco a alguien que además de buen mozo, sea buen tipo de verdad. En tonces llegaste tú y sucedió todo lo demás. No me hago responsable de las apreciaciones de Buch, Fray, yo también me lo he preguntado, pero como su comentario era de tan buen rollito, lo pasé por alto. porque cualquier observador medianamente capacitado, se daría cuenta de que es una vista "desde" el monumento a Calvo Sotelo y lo que se ve, entonces, es la zona donde la Ventilla se acerca a Bravo Murillo... este Buch... si te acuerdas del nombre, por dios, dilo, que varios vecinos de esas casas nos damos cita aquí y alguno seguro que lo conoce.
He puesto el sudoku para ver si atraigo más a menudo a cierta mujer de labios sensuales y cálida piel, aficionada a este pasatiempo, y una vez aquí, ¡zas!, la hago mía. Yo no he hecho un sudoku en mi vida. Como el esquiar, es algo que dejo para otras personas. Un abrazo, hermano, y otro a tu mujer, y no te pongas celoso, porque, aunque tú te le llevaste... ¡yo la vi primero! :-)

Coño, Pampix, eso debe ser genial... no me refiero a lo de tirarse por el aire, que también, sino a eso de ser instructor y abrocharse a ti... caramba, menudo curro tienen algunos. Y además, tienes tierras... ¡Estás empezando a parecerme cada día más interesante, Pamperilla! Me alegra que tu finde fuera tan pleno. Un beso enorme y caray, las ganas que tengo de visitarte...

Anónimo dijo...

Fray,; Wolffo, sois mas cabrones...es verdad que luego si te fijas bien del monumento a CS ni rastro. Pronto contaré como me deshice de las masas enfurecidas.

Anónimo dijo...

Será por las infinitas claves compartidas o será por un inconfeso placer con la nostalgia, pero las historias que más me gustan son las que cuentas del pasado. Como casi todos, yo también monté en el Barco Pirata, y también lo odiaba y me producía aquella horrible sensación de mareo, que no obstante relaciono con bocatas de calamares más que con falos de chocolate. No sé, el olor a fritanga era desagradable y omnipresente y la feria supercutre, la verdad. Pero bueno, supongo que había que ir cuando montaban aquel tinglado, igual que cuando montaban el Circo Price todos los años.

Dadas las fuentes del Fray, está claro que el gentilicio correcto para el barrio del otro lado de La Castellana, debe ser «ventilleros», pero lo cierto es que al menos nosotros, toda la vida nos referimos a ellos como «los ventillanos». Y sí, eran los depositarios de nuestro «miedo» a que nos atracasen por la calle, y adentrarse en la Ventilla tenía un no sé qué de estar metiéndote en un territorio sin ley o algo así, en el que cualquier cosa podía pasar. Como si estuviésemos cruzando el Bronx, por lo menos. Yo a lo que iba era a una tienda-taller de bicicletas (la misma que mencionas, imagino) que se llamaba «Macario». Por supuesto, nunca me atracaron, ni peligró mi vida ni nada, pero en nuestra imaginación de críos, caminar por esas calles era lo más arriesgado y valiente que podías hacer.

La Ventilla era como un pueblo dentro de Madrid. Luego les tiraron las casas (parte) y les realojaron en unos prefabricados horrendos. De esto hace mucho, y ese barrio puede verse en «Carne Trémula», la peli de Almodóvar (peli, por cierto, que aunque me gusta Almodóvar, me pareció bastante floja). Luego ya vino La Avenida de Asturias y lo demás, y todo desapareció. La Ventilla perdió el aire canalla, aunque también Nueva York (ya que lo he comparado antes con el Bronx), donde el Bowery se convierte en zona pija, la calle 42 en paseo de turistas felices, y como sigan así, la ciudad en Disneylandia. Pero ese es otro asunto.

Tu versión de Burning no la he podido escuchar ahora por problemas varios con Internet en casa, que no cuento aquí para no aburrir. No obstante, ya la colgaste anteriormente (supongo que se trata de la misma versión). También hablamos aquí de Burning en otra ocasión, así que ya tampoco me repetiré sobre ellos. De acuerdo contigo, en que al principio los Burning eran «muy de Barrio» (La Elipa, para más señas), aunque supongo que esa era su gracia. Esta canción que cantas es de su tercer disco (Bulevar). No tengo yo muy claro si lo definiría como su «época dorada», porque aunque es un buen disco también es cierto que fue un poco coqueteo con la corriente imperante entonces (que era la después llamada movida, el disco es de 1980), que se salía un poco de su órbita. De las muchas veces que les vi tocar, recuerdo una en RockOla, y recuerdo que me pareció que no pegaban nada en ese escenario (que por otra parte yo frecuentaba tanto para ver a otros grupos). Uno o dos discos después yo les perdí la pista bastante. Luego Toño y Risi se murieron, y a los Burning les salieron muchos «fans de toda la vida», que no sé yo dónde estaban antes

Bueno, cuántas nostalgias y tiempos pasados alrededor de este post y todo por un mísero barco pirata y una pota, ¿eh? Volviendo al presente, el viernes como te dije fui al Auditorio. El concierto muy bien, mis niños los únicos de todo el Auditorio (¿nadie se preocupa de educar la música a sus hijos o todos están tan maleducados que son incapaces de comportarse?), y el barítono impresionante. Por cierto, y al hilo de Carmina Burana, ¿conoces la versión que hizo Ray Manzarek de la obra? Yo me la rescaté de la memoria la semana anterior y vaya, mucha filigrana al órgano marca de la casa. En fin: Oh fortuna, velut luna.

Anónimo dijo...

Coñes, no había escuchado la canción.

Tío, suena como a directo de los 80 y mooooola. Me encanta cómo suena esa guitarra ...................

Como dice el bueno de Fant, no es la primera vez que hablamos aquí de los Burning. No me acuerdo si te lo conté, pero fue mi primer concierto.

Tocaron en el Palacio de los Deportes (el que se quemó) Burning, Topo y Sleepy LaBeef. ¿Qué pintaba este último aquí? Pues ni idea.

Yo era de barrio en aquella época y en Moratalaz, a falta de grupo_famoso_local, éramos de Burning de toda la vida. Y te hablo de 1979 ó 1980...

Pero vamos, que se me va la pelota a otro lado, gran versión.

Y ahora, me aprieto el refajo y elegantemente me retiro a mis aposentos. Abrazos dejo, oiga.

Fray dijo...

Tras extrujar mis neuronas creo recordar algunos datos de mi ex-compi:
1 Hijo de marino (obvio)
2 Ex alumno del CHA (casi obvio)
3 Cosecha del 60 (como yo)
4 Aficionado a los acuarios
5 Matriculado en teleco los cursos 77-78 y 78-79 (con nulo éxito)
6 operado de la columna en el 78, que le obligo a llevar un espectacular corsé de plastico unos meses
7 Vivia en el portal mas cercano a Plaza de Castilla
8 Apellido Herranz o Hernanz
9 Quizas se llamase Gonzalo
10 Poco amigo de las aulas

Ale a ver si lo localizais.

Anónimo dijo...

Pues ni idea, Fray ¿El portal más cercano a Plaza Castilla pero, el que daba a Castellana o el de A de F?

Hola compañeros. Yo creo que les llamabamos más veces "quinquis" o "quinquies", en ese plural estrambótico, que "ventillanos" Y recuerdo que incluso alguna vez jugamos con ellos un sábado en los jesuitas ¿Recordáis? Increible momento que en viril lucha por un balón descubrí que el lateral derecho era laterala derecha, ya que ese pecho contra el que forcejeaba tenía unos bultos más que sospechosos. Y ya el partido fue otro. Tras el cuchicheo porteril correspondiente, todo nuestro equipo, afortunadamente por turnos, decidio entrar por ese lado del campo, buscando como locos el contacto. Incluso Nano, que era el portero, pidió su momento jugador para lanzarse a dicho lance. Maravilloso partido, el cual ganamos, por supuesto, como siempre.

Y estos ventillanos (me sigue gustando más, lo siento) algún que otro susto sí que nos dieron. Recuerdo Wolffo ir con tu padre cual patrulleros en vuestro coche por aquel barrio a recuperar un ¿reloj? que le habían arrancado a ¿Mariano?, y recuperarlo, que fue lo más curioso.

Ajustadísimo esa situación intermedia nuestra, ni pijos ni macarras, en el medio, que verdad más verdadera.

Bueno amigos, a ver cuando echamos unas pataditas al balón o unas patatitas con cervezas, siendo más realistas. Pero ajuntémonos un día de nuevo y compartamos el bocata.

Wolffo dijo...

Ya estás tardando, Buch, maldito vago, ya estás tardando...

Ya, Fants, imagino que los recuerdos, algunos recuerdos, funcionan como resortes, ¿no? Y al leer, al evocar, algunos de ellos, se disparan sólos y nos dejan esa sensación que dicen que deja el disparar un arma de fuego. ¿Tú has disparado alguna vez? Yo no, pero creo que no tengo ganas, podría gustarme. Es como manejar una motosierra: en seguida te entran ganas de destruir...
Yo no era de mucho comer en las ferias, en realidad, y nunca me he atrevido con un churro de esos que describo, porque el olorcillo, tienes razón, era tan desagradable, que desanimaba incluso a un tragaldabas como yo, que me como hasta las piedras.
Es verdad lo del miedo a la Ventilla. Era una especie de lugar mítico y tenebroso y al escribir en el taller pensaba en ti, aunque no lo creas. Aparte de llevar las bicis al mismo taller, como me imagino, haría todo el barrio, mi recuerdo de ese taller es más de ti contando una anécdota y diciendo exactamente: "Iba yo por la calle, bici en mano..." éramos más o menos pequeños y a mí me llamó la atención esa forma de expresarse: "bici en mano". De hecho, no recuerdo el objeto de la anécdota que contabas, sino el hecho de que usaras esa expresión, y bueno, que la anécdota era humorística, porque todos, hasta tú, al contarla, reíamos con tu relato. Fíjate.
Yo sí, fui atracado unas cuantas veces, como comenta Michel, ahora cuento, cuando le conteste, un poco más abajo.
La Ventilla era un pueblo dentro de Madrid. Mi recuerdo del cartel de carretera en plena Castellana no es inventado. Existía un desvío, a la altura de Carmen Sánchez Carrascosa (la calle del judío, el estanco, el garaje, la ferretería, la huevería y el banco Guipuzcoano) y además, bastaba con darse un paseo por allí para verlo. Era una especie de viaje a otro lugar y otro tiempo, sin moverse de Madrid.
La versión de Burning es, efecto, un remix. He remezclado la versión antigua, dando un poco más de finura al asunto. Y lamento no poder decir que conozco la versión de... en fin, mis conocimientos de Carmina Burana son escasos... la primera cantata, o cancioncilla, o poema... que comienzas a entonar al final de tu comentario y poco más. Vita detestabilis!, soy un incultus-inculti y un auténtico latinus macarrae, como se puede apreciar, con la música que no sea del rocanrol para acá... eso sí, haces muy bien llevando a los niños, la próxima vez, hombre, enróllate, y llévame a mí.

Foss, hombre, qué hermoso detalle el tuyo... A mí me gustaba Sleepey LaBeef, hombre, un rockero de peso, sí señor. eMail, el guitarra de Los Ciclones (muy pronto, noticias sobre próximos conciertos y gira veraniega) cuando le confesaba una noche, tras más cervezas de las debidas, que me deprimía mi gordura, me puso al viejo Sleepy como ejemplo de puro rocanrol. Y eso, lo creas o no, me animó.
Yo nunca fui muy de Burning, aunque me gusta el disco en el que estaba esta canción. Para mí tenía un par de grandes momentos, y el resto era soportable. Sus discos anteriores, Madrid y el fin de la década, creo, me parecen demasiado cutres, sobre todo el primero, pero me gustaba de ellos cómo tocaba la guitarra Risi, el que "ya puede sonreír, porque él mató el silencio en las calles de Madrid", y el hecho de que tocara con una Gibson Les Paul negra como la que quiero comprarme si finalmente salimos de minigira pueblerina este verano. Los que no tocan Fender tienen ganada mi simpatía sólo por ese hecho.

Fray, me ha dado un nosequé cuando he leído el apellido. Déjame que lo consulte con mi hermano mayor, a ver si él se acuerda, y te digo algo. De todas formas, me extraña no recordar el detalle del corsé. Dame un tiempecico, a ver si te lo localizo.

Yo creo, Michel, que hablamos "del 102", que luego, al cambiar a Castellana, no sé qué número era. El que estaba al lado del sotanillo parroquial.
Quinquíes, es verdad, macho, ese era el nombre con el que llamábamos a un equipo cuyos miembros, algunos de ellos, al menos, eran de allí. Jugamos algún partido más, creo, y en mi memoria, el partido del medio volante que era media volanta, lo acabamos perdiendo por nuestra salidez. Aunque luego, volvimos a retarles y meterles unas buenas palizas.
Lo de mi padre sí que fue fuerte... buf, lo había borrado de mi memoria, fíjate. Fue a mí a quien atracaron. Venía con alguien de la lechería nueva comiendo pipas, y unos cabrones ennavajados nos pusieron contra un coche y uno de ellos, el muy capullo, con una navaja en el cuello (en el mío, claro, en el suyo no me habría asustado) me quitó el reloj. Mi padre, que debía hacer tenido un mal día en el curro, me dijo, ¡ya está bien!, me cogió del cuello, me tiró dentro del coche y nos fuimos en plan patrulla por el Bronx. Cuando vi a aquellos capullos, bajamos del coche, y caminamos un rato tras ellos. Estábamos casi en la Castellana de nuevo, cuando les dije, ¡eh, vosotros! se volvieron y fueron a salir corriendo, porque mi padre debía de tener una cara de cabreo superior, pero, para mi asombro, y el de todo el mundo que había allí (era un viernes por la tarde, creo, y la calle estaba normal, con gente) mi padre levantó el brazo derecho, con la pistola en la mano, sin apuntar, sólo enseñándola, durante un segundo y luego la guardó en la cintura. Fue un momento de esos extraños. El tipo que media hora atrás, con sus amigos, me había aterrorizado, cayó de rodillas y no se atrevió ni a levantar las manos, paralizado por el terror, y tres o cuatro de sus amigos, también.
Se pusieron los cuatro contra la pared, todo muy peliculero, y les cacheé, bueno sólo al primero, al que me robó el reloj. Le quité la navaja y mi reloj, que lo llevaba puesto. Mientras le cacheaba, el tío, supernervioso, no hacía más que pedir perdón en voz baja y decir que no sabía nada. Creo que tomó a mi padre por poli, o algo así. O por mafioso.
Recuperé el reloj, sí, pero... dios, qué poco me gustó aquel día.
No lo recordaba, ¡qué flash!
Uf, sí, deberíamos vernos ya. Hagámoslo.

Anónimo dijo...

Exacto así fue y yo fui testigo de excepción. No lo quise relatar porque sabía que tú pondrías los detalles precisos.

Es posible que lo perdiéramos pero no estoy seguro ¿No fue ese el que Nano se fue al bar a comprarse un donut en pleno partido? (Detalle importante ya que era el portero) Yo diría que aquél de la venganza goleadora fue el de los "Gabinos", insigne actor pero pésimo futbolista. Es lo bueno de los recuerdos, que entre unos y otros vamos rellenando el vacio.

Wolffo dijo...

Definitivamente, Michel, tienes razón. Se me habían cruzado los datos: los Gabinos fueron los de la revancha mortal. En aquel partido primero, íbamos tan sobraos (6-0 al descanso) que Nano, el portero, se fue a tomar un donut y un colacao a la cafetería. Por alguna razón estúpida en el segundo tiempo nos remontaron. Y luego, en la revancha, creo que les ganamos 9-0 o 9-1 ya sin perder la concentración. Y de los quinquíes recuerdo que en uno de los partidos volvimos juntos con unos cuantos de ellos y descubrimos que no eran traficantes ni nada de eso, que eran tan perfectamente normales como nosotros salvo, claro, que no atesoraban ni nuestra calidad, ni la velocidad, ni la fuerza y el empuje de los nuestros de medio campo para arriba. Èramos un equipazo.