martes, enero 13, 2009

Don Diego de O’, el príncipe que no quiso reinar...

Con cariño, para mi sobrino Diego, de su tío Jorge, el que no sabe tratar a los niños.

De don Diego de O’, sabemos que vivía en el faro de Alejandría, a donde llegó, por encargo del faraón Ptolomeo II, para custodiar la gran hoguera del faro, que servía, como todo el mundo sabe (no lo pongo por pedantería, sino para demostrarle a mi profesora de historia, doña Nieves, que fue injusta suspendiéndome hace 30 años) para orientar a los navegantes desavisados sobre la situación de la ciudad que, al estar ubicada en orografía plana, carecía de referencias visualmente memorables desde el mar. En este caso, la referencia era la isla de Pharos, donde estaba ubicada la célebre torre que, más adelante, daría el nombre de faro a las instalaciones de este tipo. Don Diego era conocido en todo el mundo por su arrojo extremo, sus asombrosas condiciones atléticas, la nobleza de su carácter quebradizo y su hombría de bien. El Faro de Alejandría, hasta entonces, sufría de constantes sabotajes por parte de nadie sabía muy bien quién, pero que había un grande interés en inutilizarlo es un dato que nadie osaría discutir a los principales perjudicados, los comerciantes Alejandrinos, que son unos comerciantes de catorce sílabas, pero como divididos en dos hemistiquios.
Don Diego empezaba su jornada cuando los demás solíamos terminar la nuestra. Reunía, clasificaba y colocaba los mejores maderos para lograr una hoguera lo suficientemente viva y grande como para que los espejos de la cúpula pudieran reflejar su fulgor hasta más allá de donde uno cree que el ojo humano puede ver. Luego, durante toda la noche, se encargaba de mantener viva la llama, avivando el fuego y ahuyentando a los posibles saboteadores; aunque, a decir verdad, esta fue una tarea más propia de las primeras semanas que estuvo al cuidado de la torre. Más adelante, cuando se corrió la voz entre los malhechores y los piratas de la época, de quién era el nuevo Guardián de la torre de Pharos, los escarceos maliciosos fueron cesando poco a poco pues, espada en mano y honor en juego, nadie superaba a Don Diego ni en valor, ni en astucia, ni en habilidad, ni en fuerza.
Don Diego poseía otras facultades desconocidas por casi todo el mundo: era un músico talentudo y anárquico, pero sumamente convincente en sus apasionadas interpretaciones y, además, poseía la habilidad para imaginar, dibujar, y luego moldear, criaturas fantásticas, engendradas en sus noches de sueños o de pesadillas, que de todo había en sus duermevelas. Esta habilidad, en realidad, no era del todo desconocida. Es sólo que la gente, simplificaba (porque cuando la gente no entiende, simplifica lo que sus mentes primitivas y limitadas no pueden descifrar) y decía: crea monstruitos, ¿y qué? ¿Para qué sirve eso? Pero lo cierto es que era capaz de crear los hijos más negros del horror y los seres más luminosos, abogados de causas perdidas y defensores de princesas, y nadie sabía, excepto la bella Ralip Zemmog, reina de Fat Hill, la dueña de sus sueños, qué es lo que realmente bullía en la cabeza atolondrada y dispersa del caballero don Diego. Don Diego bebía los vientos por la reina Ralip, quien había acogido a don Diego bajo el cálido manto de amor de su protección cuando éste era apenas un recién nacido y nadie, salvo ella, supo ver el gran hombre en que se convertiría ese bebé mal nutrido de mirada miedosa. El tiempo, claro, le dio la razón. Si bien era evidente que don Diego no sería nunca rey de su pequeño reino, carecía –legítimamente- de la ambición necesaria, estaba llamado, sin embargo, a más altos destinos. Y eso es lo que ni siquiera la reina Ralip podía imaginar desde lo alto de su castillo, en lo más alto del reino de Fat Hill: que sería desde el otro extremo de su amado mar Mediterráneo desde donde su hijo, el gran Diego de O, salvaría al mundo.
La amenaza, la desgracia, más bien, surgió de las mismas entrañas del Mediterráneo. Una criatura imposible, dotada de dos cerebros (uno malvado y el otro, peor), cuatro pies motrices y otros cuatro directrices (los ocho apoyatrices, eso sí), tres brazos armados y dos brazos largos de la ley del mal. Este ser inimaginable, llamado ElMalote Jeans empezó sus correrías en Tunicia y desde allí con sus dos cerebros y todo lo demás, empezó a extender su imperio del mal, la devastación y la siembra de ignorancia miedosa por todo el Mediterráneo, sin que ejército alguno fuera capaz de hacer frente a ElMalote Jeans. No había en el mundo ejército capaz de frenar a ElMalote.
Sometidas Argelia y Marruecos, las penísnsulas ibérica e itálica, las islas Baleares, Córcega y Cerdeña y Sicilia, ElMalote Jeans se preparó para dominar el Mediterráneo Oriental y, sucesivamente, fueron cayendo uno tras otro todos cuantos se enfrentaron a él. Su incursión por el Adriático aumentó su leyenda de monstruo implacable e infalible y aterrorizó a las gentes de ese lugar a quienes, por otra parte, no hace falta demasiado para asustarles. Si se asustaban hasta de Butragueño… Pero el caso es que con cada nueva conquista, aumentaba la leyenda de ElMalote Jeans y, gracias a ello, cada vez le costaba menos someter países y todo eso: estaban cagados antes de que apareciera con sus temibles cuatro pies directrices, que le permitían aparcar en menos espacio del que necesita, por ejemplo, un Opel Corsa, con lo cual, al no perder tiempo buscando aparcamiento, era llegar e invadir, sin más preámbulos.
Cayeron, pues, las repúblicas Balcálnicas con toda esa gente que no sé qué tienen pero que juegan bastante bien al fútbol y al baloncesto (aunque son marrulleros, me cago en diez) y que aprenden en seguida a hablar español, Libia, Grecia y sus islas, Turquía y sus apasionados pichabravas, Chipre, Siria, Líbano, Israel y… Alejandría, con don Diego de O’ al frente, resistió.
¿Y cómo? En primer lugar, claro, incumpliendo, a sabiendas, su labor como farero. Si no le daba a ElMalote referencias de dónde se hallaba Alejandría, difícilmente podría invadir la ciudad porque Don Diego era sabio y, previsoramente, estudió cuál era el punto débil de ElMalote Jeans. Leyó atentamente las crónicas de las batallas (más bien del paseo militar que se había dado por el Mediterráneo) del monstruo anyes de sacar sus conclusiones. Tenía mogollón de extras, era full equip, vale, pero nadie había hablado de faros halógenos o de xenón, o de antinieblas delanteros. Tampoco se hacía mención de sus hábitos alimenticios, pero Don Diego asumió que, al ser una criatura marina, su intestino delgado no estaba preparado para un según qué cosas y le preparó unas cuantas sorpresas. De modo que, a partir de estos dos puntos débiles, Don Diego preparó su estrategia.
Se puso manos a la obra en cuanto hubo trazado un plan; así, tranquilo, se sentó al piano del faro e improvisó una alegre canción motivadora (lo que más adelante, en conmeración a los hechos se conocería como Sinfonía del Mar Libre), que tuvo el poder de convocar, mágicamente, a los atunes del mar en edad de pasar a la vida en lata y celebró -él al piano, los atunes a lo suyo- una conferencia con ellos. Nadie sabe cómo consiguió convencerles, pero les persuadió de que, ya que tenían que dejarse pescar por las procesadoras de pescado en conserva, caducaran en vida (y no hay nada más indigesto que el atún caducado) y se pusieran a tiro de ElMalote Jeans quien, necio y voraz, los devoró sin siquiera pensarlo. Y ese fue su error: los atunes, autocaducados aposta, fueron directos al intestino delgado de ElMalote Jeans y le machacaron la digestión como si fueran ostras en mal estado.
Un monstruo con el intestino delgado dañado es un monstruo que no piensa con claridad, y si, además, no tiene un buen sistema de faros, está perdido si enfrente tiene a Don Diego manejando a una criatura imaginada, diseñada y construida por él mismo. Don Diego se subió a la cabina de su criatura, llamada BuenaGente, y el combate fue desigual: la pericia de Don Diego y los extras de BuenaGente no tuvieron rival en ElMalote Jeans, que fue vencido sin ver, literalmente, por su falta de faros buenos, y su pesadísima digestión de atunes caducados, de dónde le llovían los guantazos.
La noticia de la victoria corrió como una conexión vía satélite por todo el Mediterráneo. Al fin y al cabo, ElMalote no tenía ejército, pero contaba con dos cosas poderosísimas a su favor: la ignorancia y el miedo. Ellos, y no ELMalote, fueron los que sometieron a los simples.
Por todo el Mediterráneo se sucedieron los vivas, y los hurras y las fiestas y circuló la especie de que Don Diego era el más grande de todos los humanos y… bueno, la gente, que siempre pierde la medida de las cosas.
En Fat Hill, la reina Ralip se mantuvo, una vez más, en su sitio. Mirando al cielo, supo que allá lejos, en el otro extremo de su mar querido, pero en el mismo centro de su corazón de madre, su hijo, que no era el más grande de los humanos, pero sí el que más la amaba a ella, había hecho lo que tenía que hacer. Nada más y nada menos. Pero no pudo evitar, a pesar de su majestuosa dignidad, que una lágrima de orgullo de madre se deslizara mejilla abajo hasta la comisura de sus labios. Eso sí, no era salada, como suelen ser las lágrimas. Era una lágrima de amor. Una lágrima extraordinariamente dulce, que le decía que ya no tendría que sujetar, nunca más, sus sentimientos.
Una lágrima de amor por Diego de O’, el príncipe que no quiso reinar, porque tenía que salvar al mundo.


Sujetando nada


No sé cuál es, pero por alguna razón (divina), el video de esta canción es el más visto de los míos. Viene a cuento, de rebote, no por don Diego, sino por la reina Ralip, la mujer que me inspiró esta canción y a la que quiero mucho más de lo que merece, pues mi amor es caro y ella, a pesar de ser buena persona, no lo es tanto como para quererla así, como yo la quiero. Si la quiero así es porque yo soy buenísimo y es a mí a quien habría que querer de forma desmedida. La canción está dedicada, en general, a las mujeres que llevan, con ayuda o sin ella, el peso de sus hijos y su hogar, con las que me siento, por razones obvias, solidario y no de boquilla. Estoy sólidamente unido a ellas en ese sentimiento.
Musicalmente, la canción es alegre, optimista, marchosilla, guitarrera (muy guitarrera, en el solo, está mal que yo lo diga, pero me salgo) y molona. Y es todo cuanto debo decir sobre este enojoso asunto. si no la conocías, esta es una buena ocasión para adorarla y pensar (y decirlo en voz alta) que soy un genio, que hace un tiempecito (desde navidades) que nadie me lo dice. Dicho queda.

14 comentarios:

Anónimo dijo...

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Con respecto a los mitos de Hollywood tengo muchísimo que decir. Pero primero quisiera ahondar en el interesante concepto que destila tu brillante post (Aunque me gusta más el siguiente, que es una historia entretenidísima de aventuras) acerca de lo que suelen decepcionar las leyendas cuando se conocen de cerca. Posiblemente sea un problema de expectativas. De hecho, una compañera mía, me invitó a su boda, y se pasó los días anteriores advirtiéndonos de que su marido era más feo que picio. Tomábamos una cerveza, y nos advertía.

- Cuando le conozcáis ya veréis que feo que es el cabrón.

Tomábamos un vermú rojo con hielo y rodaja de naranja y nos volvía a advertir. Tomábamos un vinito tinto, y nos advertía. Incluso a veces no tomábamos nada y nos volvía a advertir.
Pues bien, ¿Qué dirás que pasó? Pues que cuando llegó el desfile nupcial a todos nos pareció…hasta guapo. Incluso pensábamos:
- ¡Qué hijaputa la tía, decir que este chaval es feo!

Y, bueno eso hizo que se torciera la relación, y nunca más volvimos a ser amigos ni nada.

Y, para terminar, a la Garbo yo no le veo nada, solo antigua. Como a todas esas en blanco negro. Sin embargo si hablamos de la Mansfield…

Comentario al presente post:
AH, chico, qué gozada encontrar una auténtica historia de aventuras. Qué trepidescencia.(Es inventada, si) Como van cayendo uno tras otro países “como los marrulleros bálticos”, aunque creo que más marrulleros son los balcánicos, en realidad. Ahora que lo pienso, si estamos hablando del mediterráneo, ¿NO te referirías a los balcánicos?. Lo dejo ahí como apunte. Pero no quiero quedarme en la anécdota, sino comentarte que me ha entretenido mogollón la historia, y, que seguramente los símbolos familiares (Y eso que no los pillo) aun el aportan un extra de sabor y textura. Y esta toda escrita con mucho nivel, que no es fácil que lo fácil es hacer un primer párrafo impoluto y luego ir engorrinándolo todo en aras de un argumento convincente. Pero en este caso consigues las dos cosas.

Y la caligrafía, extraordinaria.

¿Cuál merecía más la pena, la Nieves o la Mara?

Anónimo dijo...

He intentado como 6 veces leerlo y siempre llega o llama o las dos cosas alguien.

Así que te dejo un "eres un genio" que hace mucho que nadie te lo dice y luego vuelvo.

Wolffo dijo...

¡Mierda, mierda, mierda, mierda, mierda...! claro que sí, cojones, eras las balcánicas... debería ser un poco más serio en el proceso de documentación... debería hacer proceso de documentación. Uno escribe de memoria y... ¿sabes? puede que Nieves Manzano (que tenía un polvazo, Mara me caía bien, pero creo que es de esdas que si te acuestas con ella, te das golpes con los huesos y te duele cuando empujas, con perdón) fuera injusta suspendiéndome, pero, por lo aquí visto, Rafael Reigosa también fue injusto aprobándome en geografía, aunque cuando yo era pequeño las repúblicas bálticas no se estudiaban porque eran parte del monstruo soviético.
En cuanto al anterior, Greta Garbo es preciosa y, te pongas lo simpático y lo campechano que te pongas, el blanco y negro no tiene nada que ver.
Lo que más ilu me hace es la referencia a la buena letra: un ejecutivo de cuentas con el trabajé durante un tiempo, siempre hacía el mismo chiste para presentarme: "es Jorge el redactor, escribe muy bien. De hecho, es el redactor de la agencia porque nadie tiene tan buena letra". La primera vez me hizo gracia y pensé: vaya, este ejecuta tiene cerebro; a la décima, le asesiné a sangre fría. Trepidescencia me gusta muchísimo, que lo sepas, aunque yo hubiera escrito "Trepidiscencia".

Foss, tranki, tron, que es de los largos y exige sus buenos 20 minutos... lo que sí podías hacer es darle, inopinadamente al play al reproductor de abajo, a ver si llega el video a las 2,000 reproducciones, que me hace ilusión, hombre. Aunque sea quitándole el volumen y sin verlo.

Abrazos.

Wolffo dijo...

Fe de correcciones
Sé que hay gente que lle con atención los comentarios y sé, incluso que hay quien lee los comentarios y si éstos le parecen bien, lee la entrada, así que hago la fe de erratas corregidas en este lugar, reservado para comentarios, donde hay más posibilidades de que sea leído.
En un imperdonable error achacable sólo a mi falta de culturilla general, había confundido las repúblicas Bálticas con las Balcánicas. De ese error no me di cuenta hasta que Buch, de manera elegante (cosa sorprendente en alguien ton tan mala baba como él) me lo hizo saber.
Bueno, subsanado queda.
Gracias (pedazo de cabrón) Buch.

dockof dijo...

Bálticos/Balcánicos, el malo malísimo, el bueno de western crepuscular, historias mitológicas ... y hasta una reina Pilar: wow!!, en estos tiempos que corren se sigue agradeciendo tu imaginación desbordante y tu música amiga.
Gracias, Big Wolff ;-))).

Wolffo dijo...

Doc!!!!
¡qué alegría verte, amigo! Hace poco hablaba de ti con mi chica, por cuenta del iPod aquél. Resulta que en aquel entonces no fui capaz de cargar y ver los videos en él como dios manda y lo di por imposible. Hace poco dije, coño, no puede ser tan difícil, no seas vago... y ¡ahora no paro porque se ven de lujo!
Bueno, que me acuerdo de ti todos los días, amigo, y que me alegra verte de vez en vez. Un abrazo enorme y a ver si inauguras de una vez esas sonrisas en el Sunset, que ya tengo ganas de volver a leerte.
Gracias, me has dado un alegrón.

Anónimo dijo...

De nada, macho. Ahí sigo, buscando incongruencias en tus posts.

Wolffo dijo...

je... en los belenes. Se me ha representado, macho.

Anónimo dijo...

Estoy con Buch en lo majo que te ha quedado el efecto "mira qué fino empiezo y con la cantidad de datos que te abrumo" y su derivación hacia el embrollo más absoluto (dicho desde la más profunda admiración, maestro) con sus intestinos y todo.

Hombre, podría haber dicho que te ha quedado "delicioso" pero sería una mariconada.

Por otro lado ese despliegue inicial de Ptolomeo, isla de Pharos y demás, seguro que no te sirvió para aprobar hace N años pero hace de tí un valor seguro en una partida de trivial. Sobre todo porque las preguntas (creo que son las marrones) de historia son las que más tocan las pelotas y te dejan en peor lugar cuando las fallas (en mi caso casi siempre).

Por cierto, Fat Hill existe. Mira, mira:

http://fathill.com

Un abrazo muchacho.

Wolffo dijo...

jajajjajajaja, yo siempre pierdo en el trivial, y en el sigstar y en todos los juegos del mundo. I'm a loser. Claro que existe Cerro Gordo, pero yo hablaba del Cerro Gordo de Granada, tocando ya con Málaga, sobre la playa de la Herradura. De todos modos, me hace mucha gracia que compruebes los nombres. Está bien que alguien se documente, aunque es trabajo que debería hacer el autor antes de cagarla: así no me pasarían esas cosas como las de Bálticas/Balcánicas.
Lo de los intestinos y lo del punto flaco es un chiste privado con mi sobrino, espero que un día, cuando sea mayor, lo lea y se ría recordándolo, porque es una genialidad (suya, claro, no mía).
Gracias por el comentario tan cariñoso. Un abrazo, Foss.

Anónimo dijo...

Hace un par de semanas me acerqué con Diana para ver cómo estaba el asunto de sacar entradas para la exposición esta de «La Guerra de las Galaxias» que hay en la Plaza de Castilla, con la idea de llevar a los niños. Como había un mogollón importante, yo me quedé en el coche en segunda fila y ella se bajó a ver. Al poco rato vuelve y se planta junto a mi ventanilla con cara de circunstancias:
—¿Qué? Hay una cola horrible, ¿no? —digo al verla.
—Bueno, sí, pero es que hay un señor que tiene un gato.
—¿Y? —le pregunto extrañado.
—Pues que dice que me lo regala —me aclara casi excusándose.
Yo me quedo un poco sorprendido, porque así, de primeras, no veo muy claro lo de recoger gatos de desconocidos por la calle. Entonces ella se hace a un lado y un señor con pinta anodina, poco pelo y un anorak azul, da un paso al frente:
—Hola. Soy el del gato.
—Ah, pues muy bien. Buenos días —le devuelvo el saludo.
—Mire, mire... —me dice casi metiéndome por la ventanilla una especie de bolsa de deportes de la que emerge la cabeza de un gato— ¿A que es bonito?
—Pues sí... es muy bonito, pero...
Sin dejarme más tiempo para reaccionar, Diana me interrumpe y pasa a contarme que el señor se lo ha encontrado hace un par de días y que tiene toda la pinta de ser de raza —de los Bosques Noruegos—, y que además es buenísimo.
El señor del gato asiente con sonrisa de teleñeco y sigue mostrándome la cabeza del gato que sale de la bolsa. El gato, la verdad, es muy bonito, de pelo largo y muy parecido a Warhol (nuestro anterior gato). Aun así, es ya un gato adulto, no el típico gatito pequeño que es como la gente suele regalar a los gatos (bueno, y a los perros e incluso a los niños). Yo sigo con cara de medio mosqueo.
—Lo he llevado al veterinario —continua aclarándome el donante de gatos— y me ha dicho que está sano, que tendrá como un año, que es macho, que está sin castrar. Y desde luego tiene toda la pinta de haberse escapado de una casa, porque está acostumbrado a las personas y es muy cariñoso. Mire, mire como ronronea.
El gato, en efecto, ronronea.
—Bueno, no sé —digo entre la espada y la pared.
—Entonces... ¿Nos lo quedamos? —pregunta Diana esperanzada.
—Es que yo ya tengo otro gato y se ha pasado bufándole los dos días que lo he tenido en casa —añade el señor del gato para meterme más presión—. Además, ahora me voy de viaje y no me lo puedo llevar.
La verdad es que el gato me gusta, el señor tiene cara de buena persona, y sé que a Diana le haría muchísima ilusión y a los niños también. Vamos, que no sé que hago pensándomelo porque no tengo demasiadas opciones.
—Vale, venga, nos lo llevamos —claudico.
El señor sonríe. Diana sonríe. Yo también sonrío, aunque todavía un poco escamado. Y el gato, con su bolsa de deportes y todo, cambia de manos.
Y así, el día que me había cogido de puente para asuntos varios navideños y tomar el aperitivo tranquilamente, se transformó en visita al veterinario y adquisición de accesorios para gato.
El gato está sano, es realmente bonito, y además es un santo. Ahora vive con nosotros, se llama Truman, y a mí, en el fondo, me gusta que haya llegado del modo en el que lo ha hecho.

Nota: No sé si lo comenté aquí, pero Warhol se murió cuando volvimos de vacaciones este verano. Tenía 10 años, pero según un análisis que dio tiempo a hacerle, el veterinario creyó que debió ser por un parásito. También me dijo que podía dejarla en la clínica y un servicio se encargaba de llevársela e incinerarla, pero preferí coger un pico y una pala y cavarle una tumba al pie de una encina.

Otra nota: Ya sé que esto no tiene que ver nada con tus dos últimos posts, pero como te habías puesto tan personal con tus kilos y con las aventuras de tu sobrino y tu cuñada en Cerro Gordo, pues me ha dado por contar algo personal a mí también. Bueno, ya sabes. Pero la historia está bien y es imaginativa, ¿eh?, y el dibujo del faro parece en efecto ser el de Alejandría (para que luego digan que no te documentas).

Wolffo dijo...

Vaya, Fants, colega, siento lo de Warhol, en serio, hay que ver la cara de bobo que se le queda a uno cuando se nos va un amiguito de estos. Yo no soy muy de gatos, la verdad, pero supongo que es una manía mía. Pero estos animales llegan a meterse de verdad en la vida de uno y vaya si se siente cuando nos dejan. Un abrazo y un brindis por Warhol. Y otro por Truman, claro.
Ya nos contarás.
Lo raro es que te llame la atención el tono "personal" de este o el anterior post. Son siempre así. Todos son personales y todos son íntimos. Y todos son, creo, también tan irreales como Wolffo. Tú, que conoces a Wolffo y que conociste al otro, sabes que hay tanto de verdad como de mentira. Y que la verdad tiene su cachito de mentira, y que la mentira, para funcionar, ha de tener su buena parte de verdad. En fin, desbarro, y eso no está bien.
Abrazos fuertes y buen finde, amigo mío.

Anónimo dijo...

Esta fue la primera canción tuya que escuché, cuando llegue a tu blog por un comentario en el blog de Wen. Me gusta ahora como me gustó entonces, y se puede decir que es la causa de que yo me haya hecho de este vecindario.

En cuanto a la historia, me da un poco de pena de los atunes autocaducados, aunque fuera por una buena causa. Hazle llegar tu histora a la ministra de Defensa, a ver si es posible que los condecore a título póstumo, por haberse sacrificado por salvar a la humanidad. Si no, siempre los podemos nominar para el premio Nobel de la Paz o para el Príncipe de Asturias de la Concordia. Ambos se los han dado a personajes impresentables, así que no veo por qué no se los puede llevar un atún.

Besossssssssssss.

Wolffo dijo...

Bien!
ya echaba de menos que alguien dijese algo cariñoso de mi querida "sujetando nada" que no me negarás, Kotts querida, que como título es bueno, eh?
Esta canción la colgó Wen en su blog y Andaya en su foro (benditas sean ambas) y esas cosas me hacen mucha, pero que muchísima ilusión. Que tú te acuerdes de ella, también me ilusiona y me ilusionaría que llegara a las 2.000 reproducciones, porque es toda una cifra para un videoclip de alguien completamente desconocido en el que no hay ni sexo, ni chistes, ni cosas de mal gusto o frikadas. Esta canción, Kotts, es hija de la inspiración, como casi todas, y le tengo un especial cariño por el optimismo que destila y porque con ella me pasan cosas como las que he contado o que, nada menos, sirviera para que, atraída por el sonido, te acercaras a mi casa. Sólo por eso ha valido la pena. Perdona el rollo, pero ha sido un desahogo.
Los atunes, como los grandes héroes, nos dan pena, pero nos ensanchan el alma porque con su sacrificio nos hacen entender que hay algo más grande que uno mismo por lo que vale la pena luchar. Eso incluye a los humanos, salvo a ti y a mí, claro, puesto que no hay nada más grande que nosotros, o si lo hay yo no lo he conocido. Pero, siendo los atunes lo que son, apoyo tu moción con reservas. No me gustaría que distinguieran a estos héroes escamados con la misma moneda que al tontopollas de Al Gore, lo entiendes, verdad?
Un beso y mil gracias, preciosa.