lunes, enero 19, 2009

Bendita rutina

Condenados (y+)




Condenados es una canción de esas de las que me siento especialmente orgulloso. Puede gustarte o no, lo que sea, pero es pura inspiración. Es un regalo de June y Lorna: ellas, sin saberlo, me la regalaron entera, benditas sean. Escrita del tirón, a la primera, se desgrana sola y se escucha solita, también. Está acompañada de otras canciones, todas de 2008 que me resultan muy gratificantes cuando las oigo todas juntas. A ver si a ti te pasa lo mismo. Puedes bajarla (s) aquí: Wolffo - Condenados.


Respiró, libre de todo y de todos, cuando el eco del amanecer vocinglero y bienhumorado de sus hijos se hubo extinguido por su marcha en la ruta escolar al colegio y su marido, al fin, hubo marchado a trabajar después de tres meses de tenerle en casa todo el día por una inoportuna baja laboral.
Reflexionó sobre este particular unos instantes antes de centrarse en su nueva rutina. “Oxímoron”, se dijo, sonriendo y frotándose la nariz con el índice, luego dio un saltito, y levantó el índice en un ritual que recordaba al de Vickie el Vikingo cuando tenía una idea. Desde pequeña le gustaban estos juegos del lenguaje y el oxímoron (dulce derrota, silencio atronador) era una de sus paradojas predilectas.
Después del larguísimo verano, tres meses completos y dos de ellos de 31 días, ojo, con su rutina saltando por los aires por las vacaciones escolares de los niños, cuando creía que el mes de octubre traería consigo la vuelta a sus adoradas costumbres solitarias, un accidente idiota de su marido (el muy cretino casi se corta un pie con una motosierra tratando de cortar una inocente rama de encina que podría haber cortado con las tijeras del pescado) le recluyó tres meses en casa… ¡y con la pata en alto!, con lo cual, claro, necesitaba atención constante para cualquier cosa.
June, lo digo por si alguien no lo sabe, trabaja en casa y, además, trabaja en casa. Quiero decir que es ama de casa y, además, es diseñadora gráfica freelance, así que el tener a su marido con la pata en alto en casa todo el día, trastocaba toda su organización. Ahora, además, es enfermera a tiempo completo, noches incluidas, y psicóloga y entretenedora y camarera de las numerosas visitas que recibe su marido, además de taxista de las muchas de ellas que vienen acompañadas y, a instancias de su marido (“no te preocupes, que luego June te acerca, no te importa, ¿verdad, cariño…?) se quedan cuando quien las trajo se marcha.
June está cansada y siente que su casa está patas arriba; que tiene desatendidos a sus clientes y que éstos van a darle un toque de un momento a dos; tampoco dedica el tiempo ni la atención necesaria a sus hijos ni se siente especialmente orgullosa de cómo atiende a su marido que, al fin y al cabo, está malherido e impedido; además, ha oído que algunas visitas murmuran a su marido la mala cara que tiene y que a ver si “por las noches se pone las pilas”. Sólo le falta ser esclava sexual para cerrar el círculo de la demencia.
Tres meses así, machacan a cualquiera; aunque bien es cierto que su marido ha ido ganando autonomía semana a semana, y al final, más que una carga, era una ayuda, o al revés, ella le ayudaba a él en las tareas de casa. Pero ya sabéis. El solo hecho de que esté allí, pasando el aspirador mientras ella maqueta un catálogo, altera su modus laborandi, si puede decirse así. Ella necesita la soledad, el silencio de su casa, su simple compañía, para seguir adelante.
Y hoy, al fin, después de besar a sus hijos y darles su barrita de cereales para el recreo, después de besar a su marido y darle su mochilita con su almuerzo (un sándwich recién preparado con amor y con carne asada, tomate, queso Gouda, pepinillos, mostaza dijonaisse y salsa Pickles, un Tupper con caldo casero de gallina y un termo con café) ha cerrado la puerta de casa y ha dicho: ¡por fin!
June se ha puesto un café en su taza-bañera, luego otro en una taza de desayuno normal (una con un sky-line de Nueva York que aún tiene las torres gemelas), ha puesto ambas tazas en una pequeña bandeja, con una pajita y un par de madalenas, y ha bajado a la planta baja de la casa (una casa antigua comprada hacía 10 años a un precio increíblemente bajo), se ha sentado delante de su Mac y ha leído y contestado el correo (sólo mensajes intrascendentes), ha subido una entradita a su blog de cocina con la receta (si puede llamarse así) del sándwich que acaba de preparar -y fotografiar- para su marido y ha abierto el iTunes en reproducción aleatoria para que le acompañe durante el resto de la mañana.
Mientras suena Pagas caro mi humor, de Nacha Pop, hace girar el sillón de director donde trabaja y se queda, de espaldas al monitor del Mac, y delante de la librería que ocupa la mitad de la pared. Se acerca a ella, selecciona un libro (el Arias Paz de mecánica de automóviles, edición de 1964, casi un incunable) y lo medio saca de su sitio, pero al sacarlo, un ruido mecánico, como de pestillo suena. June se echa un paso hacia atrás, y sin coger el libro y sin meterlo de nuevo en su sitio, empuja la librería por uno de sus extremos y ésta gira, como en las películas antiguas, dando paso a una estancia secreta. June entra con la bandeja con los cafés y las magdalenas y saluda con alegría.
- ¡Hola, cariño, te traigo el desayuno!
La cámara acompaña a June mientras ésta entra en un auténtico zulo. Mide unos cuatro metros cuadrados, es rectangular, carece de ventanas, sólo tiene un pequeño respiradero. Las paredes son de piedra y, por todo mobiliario, la estancia tiene un camastro con las sábanas revueltas, una caja de madera que hace las veces de mesa de noche, con una jarra de agua y un vaso, metálicos ambos; bajo el colchón hay un orinal y en el techo, una bombilla de bajo consumo de 15W. Vemos un primer plano de June que, sonriente, ofrece la bandeja de desayuno a alguien.
- Al fin solas; ya nos han dejado solas. Ahora podemos desayunar y comer juntas sin que nadie nos moleste.
- No sabes cómo lo celebro…
La cámara busca a la persona que ha hablado y que, sorpresa, ocupaba el camastro que antes habíamos visto sin advertir que había alguien durmiendo en él. Se incorpora parcialmente y, a duras penas, se sienta en la cama y baja los pies al suelo. Es una mujer, despeinada, con mal aspecto, que está atada de pies y manos con grilletes de gruesa piel y cadenas ancladas a la pared. Éstas tienen la longitud suficiente como para permitirle moverse, pero sin alejarse en absoluto de la cama.
- Desde luego, Lorna, no hay quien te entienda – dice June, enfadada-, siempre pareces tener una razón para estar de mal humor.
- Es verdad, June –responde Lorna-, perdona, la verdad es que tienes razón: no hay quien me entienda.

16 comentarios:

Anónimo dijo...

Bueno, en primer lugar la canción, que me gusta mucho. No me he fijado mucho en la letra, lo reconozco (en una segunda pasada lo haré), pero me ha gustado el sonido de la guitarra y tu voz, que me ha sonado un poquito distinta hoy. No digo que suenes diferente, a lo mejor soy yo la que he escuchado diferente, porque me ha cogido en un momento de buen humor en un día en que todo me sale bien.

En cuanto a la historia, creo saber perfectamente en qué te has inspirado, así que te felicito por la tranqulidad recobrada, por la soledad necesaria recobrada (sobre todo cuando uno sabe que esa soledad termina a una hora concreta y no es para siempre).

Besos y disfruta de esa soledad. Pero no dejes que la pécora de June martirice a la pobre Lorna, hombre.

Besossssssssss.

Anónimo dijo...

¡Qué bueno!

Y aún diría más, buenísimo.

Empiezo cogiendo una manía al marido de la pobre June de no te menees pensando que "vaya pedazo de cabrón".

Luego, digo. Bueno, no es tan malo, solo está perjudicado pero el hombre ayuda en lo que puede.

Sigo con admiración cómo puede la buena de June preparar con ese lujo de detalles algo tan aparentemente simple como un sándwich. (A pesar de lo poco que soporto los caldos en general, caseros o industriales).

Luego, me dejo deleitar por la combinación de los Nacha y esa joya de la mecánica que es el Arias Paz.

Y al final, siembras mi cabeza de dudas. No tengo muy claro si odiar a June por ser una sádica compulsiva (eximida sin duda por el fino detalle de las magdalenas) o declararme oficialmente excitado por el derroche imaginativo de escenas tórrido-lesbicas que no logro apartar de mi mente en ese cuarto escondido.

Me despeino ante vd, maestro.

Wolffo dijo...

Gracias, Kotts, por lo de la canción. ¿Te suena distinta mi voz? te advierto que la grabación es de octubre, pero si es distinta a mejor, viva la distinción. Me alegra que todo te salga bien hoy y que, en cierto modo, la canción contribuya.
Por lo que a la historia, las cosas no son tan sencillas, pero tienes bastante razón. Todo el mundo necesita ese espacio, ¿no? Y June y Lorna, ¿qué decir de ellas? solo te diría una cosa, con la mano en el corazón: ¡quién las pillara...!

jajjajaa, Foss, ese "me despeino" es brillante y halagador. Lo que no me parece es que no seas amigo de los caldos: ¿y el del cocido? caray, yo no podría vivir sin ellos. En mi casa siempre humea un caldo, siempre, desde octubre a mayo, siempre hay caldo dispuesto para hacer sopas, para guisar o para tomar así, con su chorrito de jerez y tal.
Nacha Pop, ¡qué grandes, eh? escuchados ahora, son aún mejores que entonces, que ya me parecían lo más de lo más. Y el Arias Paz, colega, lo pillas todo, qué bueno.
El caso es que yo no sé muy bién cuál es el propósito de June al raptar a Lorna. No sé si la ama de manera enfermiza o la odia, ya lo iremos viendo, pero como dicen en las novelas malas "los acontecimientos se precipitan" con este giro inesperado de estas dos grandes heroínas.
¿Qué les espera? ¿Qué nos espera? Créeme, amigo, cuando te digo que ni yo mismo lo sé.
Un abrazo fuerte y muchas gracias, compañero.

Anónimo dijo...

caray jorge!! quien te pillara a tí.

Wolffo dijo...

Lorna... me pregunto si el cautiverio al que te tiene sometida June es tan laxo que te permite una conexión a internet. Y, si es así, en realidad, va a resultar que no estás secuestrada... lo que te pasa es que te va la marcha, ¿eh? Y ojo, no sea yo quien te pille a ti.

Anónimo dijo...

Pues con los caldos y las sopas me pasa como a Mafalda, no los soporto. Con la excepción, eso sí, del cocido y de la sopa de cebolla.

Me debato además entre la responsabilidad paterna de "toma sopa que es muy sano" y la irresponsabilidad propia de "cómo se puede tomar eso...". En fin.

Anónimo dijo...

Yo apoyo tu decisión de hacerle un hueco al misterio, porque eso es lo en realidad es este post; Un relato de misterio. Por supuesto, por supuesto, el amigo Wolffo ( Es decir, tú) describe minuciosamente la atmósfera en cada instante, pero a pesar de lo bello ¿Qué importancia tiene todo frente a ese sublime final con Lorna y June al alimón, una víctima y la otra verdugo?

Hoy no me he dado cuenta, y me acaban de infomrar de que uno de mis calcetines luce un atroz tomate.

Qué desastre.

Anónimo dijo...

Buch: Veo tu tomate y lo cambio por la terrible certeza de:

Uno azul y otro negro. Porca miseria.

Wolffo dijo...

Hi, boys, por aquí, dando polculo y tal. La sopa, querido Foss, no es sólo sana: es deliciosa si sabes hacerla con los ingredientes necesarios, y sustanciosa y... en fin, soy el rey de sopas, qué te voy a contar.

En cuanto a los calcetines y tú, Buch, reconocerás que tu relación con ellos ha sido, de siempre, tormentosa. No me extraña, en absoluto, esa rebelión en forma de vacío, de agujero negro, de no ser. Lo de Foss es más comprensible. Mi récord fue un zapato negro y uno burdeos

Bueno, ea, estoy flojucho.

Anónimo dijo...

Si me quedo con lo literal, me gusta la idea de Lorna encadenada en la cámara secreta tras la estantería (a la que se accede moviendo un libro, muy en plan Bond de los antiguos). Y ya fantaseando, incluso con lo literal, me quedo también con la relación lésbica y un poco sado-maso que apunta Foss y que desde luego sugiere el relato.

Látigos, grilletes, bellas mujeres encadenadas, estrictas gobernantas, cuero negro, tacones de aguja, y tórridas escenas de lujuria entre Lorna y June, esas dos heroínas inmortales... Bueno, ya sé que tú no has dicho tanto, pero reconoce que lo has puesto a huevo. Aunque ahora podrás contarnos que la tiene encerrada porque padece una enfermedad terrible, o que lo que hacen en el zulo es punto de cruz. En fin, tú dirás, que para eso es tu historia, pero aquí nos tienes a todos en ascuas.

Por otra parte, y yendo a la metáfora que cuentas —esta vez más obvia—, también es una bonita historia. Le pongo sin embargo un pero al título que le has dado: «Bendita rutina». Y es que podrás tener y recuperar muchas rutinas, no te digo lo contrario, pero de ahí a meter tu relación con Lorna en el saco de las rutinas... ¡Eso sí que no!

Lorna y tú —y lo que hacéis juntos- no es cualquier cosa ni se hace de cualquier manera, hombre.

Quizá sea manía de traductor, o de médico —harto ya de leer acerca de tantas «pruebas de rutina» y «exploraciones de rutina»—, o simplemente de maniático que es uno con las palabras. Qué se le va a hacer. Y en fin, que entre los múltiples atentados a nuestra lengua, nos han colado hace ya tiempo el anglicismo de emplear la palabra «rutina» para referirse a algo que se hace de modo habitual.

Hacer algo por rutina es hacerlo de manera un tanto descuidada y sin pensarlo mucho; como con desgana y no poniendo demasiado empeño. Sin embargo, en inglés, la palabra «routine» significa realizar un procedimiento habitual que se lleva a cabo del mismo modo. Para esto, en castellano tenemos las palabras «habitual, ordinario, cotidiano...», y más sinónimos que se te puedan ocurrir.

Así que si vas al médico y te dice que te va a hacer una exploración «de rutina», no te fíes demasiado. Y si el comandante del vuelo hace una revisión «rutinaria» de los instrumentos antes de despegar... ¡échate a temblar!

Todo esto, como verás, en realidad te lo digo para piropearte. Y la canción está francamente bien, arrancada —o regalada como dices tú— de Lorna y June. Parece que lo pasan bien en la mazmorra del Dr. No.

Wolffo dijo...

Sí, el recurso del libro-cerradura es de los primeros 60, verdad? Si eres generoso, de aquellos Bond, pero valdría también decir del Superagente 86.
El destino de Lorna y June está en el aire, y estoy a punto de hacer como en las series de TV, abrir una encuesta, a ver qué es lo que piensa la gente que debería ocurrir y si no lo hago, créeme, es porque sería la encuesta menos contestada de la historia. Si con suerte recibo 5 sugerencias, me daría con un canto en los dientes. cosa que no me apetece 8digo lo de darme con un canto en los dientes: suena desagradable).
No creo, por el puro placer de discutir, advierto, de que haya trazas de anglicismo en el sentido de la palabra rutina en el título. Una rutina es algo que se repite de una manera poco meditada y sencillamente porque siempre se ha hecho así, me parece a mí. Es decir, no de forma descuidada, sino no meditada. Si te hago caso, no podría haber titulado tan lacónicamente. "Bendita vida cotidina" o "benditos hechos ordinarios o habituales" no son sinónimos, ni de coña, para rutina. No son sinónimos, sino palabras que explican el significado de rutina. Lo que me parece que sí podría tener influencia anglófila es el significado "procedimiento" para rutina.
En fin, Fants, ya veremos si las rutinas de Lorna y June pueden clasificarse de disciplina inglesa, o de prácticas griegas... ¡el público tiene la palabra!

Anónimo dijo...

JUNE HA VUELTO!! Y me ha hecho volver también a mí, no sé si del susto o de la alegría: lo dejaremos en de la impresión.

Me alegro mucho de que hayais recuperado la rutina y hayas podido volver a trabajar y trabajar en casa tan tranquilito.
Y me alegro de que esté aquí June, de que la hayas arrejuntao con Lorna y de la tensión y emoción que has creado. Y de que escribas tan bien,ya puestos a alegrarme.

La canción Concenados es mi preferida de la cosecha del 2008, y me resuena un montón, dios sabrá por qué.
Pues aquí estoy otra vez: no he dejado de estar, pero vuelvo a hablar. Y todo por June...

Un besazo, maestro

Anónimo dijo...

concenados?? Me habrá traicionado el inconsciente? Y con qué propósito?

Wolffo dijo...

¡MAHOMAL HA VUELTO!
June está o, de alguna manera, me imagino que siempre estará en mis peroratas, en mis pensamientos, en mis pesadillas... así que no es de extrañar que reaparezca de vez en cuando. Lo que no sé es cómo se ha ocurrido la cosa de hacerla volver junto a Lorna y mezclarlas en una misma habitación: a ver qué pasa.
En fin, Con cenados sería, sin duda, un mejor título, y daría pie a un follow up después de la noche de amor que podría ser Con desayunados; quién sabe, Mal, me lo pensaré. Gracias por decir esas cosas, sabes que soy especialmente sensible a la poco numerosa, pero selecta audiencia que me regala con su atención y me dice cosas de la música. En fin, como eres tú, te digo que mires en mi MySpace, que hay una cancioncita nueva, ni de lejos tan bonita como Condenados, pero sí más marchosilla y bueno, no está mal, pero puedes oírla en primicia y me dices qué te parece, si te parece, y si te parece algo, claro. Bueno, Mal, que muchos besos, mi queridísima amiga.

Anónimo dijo...

Si que es bonita!!! De momento pasa a ser mi preferida del 2009. Me gusta desde la primerísima nota, me gusta que empiece sin instrumento y me gusta ya hasta el final. Esto es una buena crítica musical y no lo que se lee por ahí.
¿y por qué la has colgado en tuespeis en vez de aquí? ¿Y desde cuándo tienes espeis? ¿qué te aporta?
Ya me contarás. Muchos besos para tí también, pero diferentes de los tuyos.

Wolffo dijo...

Ay, mi niña... es verdad, eso sí que es una buena crítica. No puedo imaginarme nada mejor.
La razón de que esté en el space es que nadie la ve allí, pero ye, si suena la flauta, pues eso, al que tenga la curiosidad de pasearse por allí, se le premia con semejante genialidad.
En realidad, no me aporta nada lo del space, y solo me deja poner 6 canciones, con lo que me hace elegir constantemente y eso me provoca ardor de estómago. ¡No puedo decir a cuál de mis hijos quiero más...!
Gracias, Mal, y besos más diferentes.