martes, diciembre 02, 2008

Balada de Lorna Cor y el rockero fantasioso

Mucha gente desconoce el romance que, a la sombra de otros acontecimientos de mayor relumbre histórico, mantuvo la simpar Lorna Cor con un rockero fantasioso llamado Dan D., y ello a pesar de la relevancia que esta relación tuvo, a la postre, para el mundo del arte… y el mundo en general. Para celebrar que, por fin, me he desvinculado de esa empresa de estafadores llamada ya.com, comparto con el mundo en general la peripecia de estos dos mitos vivientes: Lorna Cor y Dan D.

A rock’n’roll fantasy



Esta maravilla absolutamente única de los Kinks siempre me fascinó. Fascina la melodía y el crescendo musicoambiental de toda la pieza. Fascina la letra y el sonido de la voz de Ray Davies, el gran Raymond Douglas Davies, y fascina el conjunto de la canción, su idea misma. No sé cómo no es uno de esos clásicos que todo el mundo escucha, porque se trata de una canción de una enorme dimensión. La he grabado con dos cojones, porque carezco de orquesta y de grandeza (ambas cosas, aparentemente indispensables para versionear este tema), pero he aquí mi huevo. Así es mi versión. Y he aquí lo que espero de vosotros con ella: si no la conocíais, espero que os guste, y si la conocías, que me perdonéis el atrevimiento. ¡Muerte a ya.com!


Después de los conciertos, a Dan le gustaba tomarse una copa antes de ponerse a recoger. Si el concierto había ido bien, le gustaba observar a las chicas evolucionar hacia donde estaban los músicos y adivinar sus intenciones. Y a los chicos que habían llevado al concierto a esas chicas tratando de minimizar los daños.
Dan nunca llevaba a chicas a los conciertos a los que él asistía como público. Era como decir, bueno, yo estoy aquí, y soy tan tonto que me voy contigo para ver cómo sueñas en acostarte con el cantante de esos tipos que tocan ahí arriba; si tienes suerte, te meto un calentador en la cama y os atenúo las luces para que folléis a gusto mientras yo me doy de cabezazos en la pared. No, Dan no era de esos. Era de los que separaba mujeres y rock.
Dan conoció, no obstante, a Lorna Cor en un concierto de Los Ciclones. No fueron juntos, claro, pero se conocieron allí. Dan no era fan de Los Ciclones (era un tipo con cierto gusto), pero era su clavijas particular. Le daban 30 machacantes y montaba y desmontaba el equipo cuando estos aprendices de rockeros tenían un concierto en algún bareto. A Dan le gustaba ser clavijas. Tenía habilidad para extender cables de una forma eficaz y segura, le gustaba todo aquello del sonido y preparaba altavoces, amplis, micros, pedales y mesas de una manera asombrosamente limpia y sencilla. Luego se metía entre el público y juzgaba con aire crítico el sonido por si podía hacer algo por mejorarlo.
Un día, en uno de esos conciertos, cuando estaba entre el público, sujetando su PepsiMax en la mano derecha, su codo entró en contacto, suave, pero inequívoco, con la textura firme y suave, cálida y generosa de un pecho femenino. El caso es que, aunque su primer impulso fue retirar el codo, el movimiento de la chica, que bailaba lánguidamente, separaba y unía, inocente y alternativamente, codo y teta. No era sospechosa su actitud, simplemente, tenía una copa en la mano y era ella (intentaba justificarse Dan) quien, con su bailoteo, hacía entrar en contacto su codo con aquella maravillosa porción de Lorna. Porque era Lorna, claro, aunque Dan no podía saberlo. Dan forzó un poco más cosa y empezó a darle a su codo, al ritmo de la música, para tener una coartada, un leve, pero sensual movimiento circular. La imaginación de Dan era portentosa, y era de esas personas dadas a fantasear, que acaban convenciéndose de su fantasía con naturalidad sincera. Su fantasía, lo que se imaginó en ese momento, fue que el pezón de Lorna Cor se alegraba del bailoteo, se asomaba, a ver qué pasaba. Y el imaginarlo le bastó a Dan para darse un cuarto de vuelta y mirar y perderse en ese océano verde que son los ojos de Lorna, aunque en ese momento, estaban fijos (e inexplicablemente fascinados) en Wolffo, ese gordo que canta (berrea) en los Ciclones. Dan estuvo mirándola durante un rato largo, hasta que ella decidió que ya estaba bien y que podía mirarle a él a su vez. Y bueno, puede parecer cursi, pero ambos quedaron atrapados en ese mismo momento.
Lorna no se dio por vencida tan pronto (Dan se enamoró desde que la vio), pero sus ganas de que Dan estuviera en contacto con él eran tan grandes que, después de ocupar todas las posiciones posibles (delante y detrás, a un lado y al otro) y tocarse ambos, disimuladamente, todo lo que pudieron, Lorna se las apañó para dar esquinazo a sus acompañantes esa noche (dos compañeros de la universidad, profesores de álgebra y literatura, tan buenas personas como aburridos) y acercarse a la barra, sabiendo que Dan la seguiría.
Allí hablaron y decidieron que su relación no se basaría en eso: meterse mano a escondidas delante de la jeta de otras personas, aunque mientras lo decían con absoluta seriedad, se frotaban como gatos en celo y se estudiaban bajo la ropa. De hecho, su relación era profunda y verdadera, pero siempre jugaron a eso. Siempre. A ambos, aunque no lo verbalizaran, les volvía locos ese juego de excitarse sexualmente, mediante el tacto, aun cuando, aparentemente, no estuvieran juntos. No eran esas clásicas parejas besuconas y pelmazas que exhiben su lujuria y su dulzonería intragable delante de los demás, no. Ellos la escondían a los demás, pero se demostraban su deseo (el uno al otro) en cuanto tenían oportunidad. Era como si se avisaran mutuamente de lo mucho que se deseaban y de lo que les esperaba en cuanto la gente desapareciera.
Supo Lorna que Dan era un músico frustrado. Era músico, de eso no cabía duda, pero si lo más cerca que estaba del estrellato rockero era hacer de clavijas para un grupo tan de tercera fila como Los Ciclones, que cobraban 500 pavos por concierto, a veces, Dan era un muerto de hambre. Y él, Dan, lo sabía… y no lo sabía. Aunque era consciente de su paupérrimo bagaje, no dejaba de tomarse en serio a sí mismo y a su música.
Lorna, delicada, sensible y grandiosa, gustaba de acercarse a Dan cuando éste cogía la guitarra y mirarle con sus ojos-mar y escucharle con oídos enamorados y preguntarle:
- ¿Es para mí… tocas para mí?
- Y… ¿para quién, si no, voy a tocar?
Y Dan la miraba y deseaban sus manos soltar la guitarra y aprehenderla a ella, pero aguantaba, porque sabía lo que ella diría a continuación y Dan adoraba escuchar eso:
- Tócame Dan… tócame
Y él ya no podía resistirse y la tocaba. Y ella a él. Dan recuerda la primera vez que la mano de Lorna entró en contacto directo con su pene. Llevaban un rato tocándose y acariciándose… y cuando Lorna dirigió su mano artista debajo del pantalón de Dan… estuvo a punto de correrse, así, sin más, sólo de sentir aquella mano en su ardiente cachito. Lorna ponía a Dan en el disparadero.
A veces quedaban con otras personas y si estaban en el cine, era fácil, pero seguían tocándose en restaurantes, museos, exposiciones, transporte público… eso sí, siempre de forma secreta y nunca nadie les vio hacerlo. A Dan le gustaba que Lorna supiese qué le esperaba cuando llegara a casa.
Otro aspecto de su relación era lo mucho que les gustaba discutir. Se picaban y se retaban continuamente, a solas o delante de otras personas. Eran muy distintos y a ambos les gustaba enervar al otro. A veces parecían realmente enfadados, pero sus discusiones acababan en la cama, casi siempre.
Lo que más le gustaba a Lorna de Dan era lo dulce que era después del amor. En el sexo eran terriblemente sensuales ambos, muy ardientes y divertidos; era frecuente verles estallar de risa en pleno combate sexual, pero una vez satisfechos ambos, Dan se olvidaba de su cinismo, de su vena crítica y humorística, y descansaba sus sentidos en la piel de Lorna y dormía abrazándola de forma posesiva. También, a veces, reían desnudos hasta el amanecer y el sexo les servía solo para descansar el abdomen de tanta risa. En esos casos el sexo era dulce. La vida junto a Lorna, pensaba Dan, era maravillosa. Todo lo que un hombre es capaz de soñar.
- ¡Dan…!
Alguien le tocó en el hombro y despertó de su ensueño. Despegó el codo del pecho de Lorna y todo volvió a su sitio. Él, a recoger cables. Lorna, a los brazos de Wolffo. Y sus fantasías, eso, al mundo de lo inconsciente.
Dan recoge los cables mientras sigue imaginando, soñando su fantasía de rock and roll y Lorna Cor, soñando con ese mundo tan cercano y tan lejano, maldiciendo todo lo que no puede tener y esperando que ella, al menos ella, le oiga cantar en sus sueños y le parezca bien lo que oye.
Porque Dan canta para el mundo, sí, pero casi siempre canta para Lorna. Y Dan lo sabe, que el mundo no le escucha, pero espera que Lorna tenga oídos para él.
Cómo me gustas, Lorna Cor...

Ahí se ve la letra. Y casi se me ve a mí... ¿me se siente?

15 comentarios:

Anónimo dijo...

pues yo no sé si la lorna esa (que me cae bien eh?) escuchará a Dan, pero yo te escucho a tí y me mola.

Anónimo dijo...

No conocía la canción. Me gusta. Ya sabes que en este tipo de música no distingo "c" de "b", así que no puedo decir más que me gusta o no me gusta, sin dar docta opinión alguna de por qué, o de lo que está mejor o peor. Y además en el vídeo este no hay papada.

Envidio a Lorna Cor. Envidia buena ¿eh? Capaz de tener a Wolffo, a Dan y a cuántos sabe quiénes más pendientes de ella. Yo, en otra vida, quiero ser Lorna Cor.

Besos auténticos, no como los que Dan soñaba.

Wolffo dijo...

Mitami,
a Dan creo que no le escucha ni él mismo... se limita a imaginarlo y ya está. A mí me molas tú, sábelo. UN beso.

Hey, Kotts, la canción es buenísima, sobre todo en su versión original, la de los Kinks. Búscala, porque te gustará. El video lo subí porque ayer por la tarde no funcionaba divshare, así que cogí mi cámara de afotos me la puse delante y le di al play a la canción y ¡zas! de una toma. Así trabajamos los genios. Plano secuencia y punto pelota.
Lorna tiene a Wolffo, pero no a Dan; Dan lo imagina, pero no se come un saci, el pobre.
En fin, nena, besos a ti, pero no deseches los que Dan soñaba: por lo que yo sé, eran sublimes.

Anónimo dijo...

You've touched my heart with this theme my friend.

¿No te viste siempre identificado con el chico que vivía en el bloque de Ray y que "vivía" para el Rock?

Mi madre seguro que llegó a pensar que me quedaba tarado con esos discos que escuchaba a todas horas y mi hermano odiaba mi costumbre de tener la radio puesta hasta las tantas...

Tu versión:
- Redonda, de verdad.
Tu imagen:
- ¿Has adelgazado?. Mola la sensación de "soy el Wolffo de los tiempos pasados" que trasmite la imagen. Me recuerda a esos vídeos que ponen en las películas futuristas cuando encuentran una nave perdida en Ganímedes y ha dejado una grabación el capitán.

Y, por cierto, magnífico el homenaje póstumo a Ya.com.

Un abrazo.

Anónimo dijo...

Y yo me pregunto ¿no te matan los celos al saber que la mano experta de Lorna, cuando juega con tu tupida cabellera, ha estado toqueteando voluptuosamente (y con lujuria creeme) el pene de Dan?

Me lo pregunto, me lo pregunto.

Wolffo dijo...

Caray, Foss, es como si hablaras de mí... de hecho, yo creía que Ray vivía en mi bloque y era a mí a quien cantaba, todo el día soñando que era una estrella del rock y sin parar de poner discos... y con Dominó, Disco Grande, Flor de Pasión, El diario pop y Tris, tras tres hasta las tantas en la radio.
No, no he adelgazado, sigo obeso, pero así no se nota tanto, ¿verdad?
Está bien traído lo de Gamínedes... jajajaja, es verdad, tío, tiene esa pinta.
Cómo mola que tuviéramos el mismo rollito con la canción, colega.
Un abrazo gigante, amigo mío.

Wolffo dijo...

En realidad, Lorna jamás ha tocado a Dan. Eso es lo que él sueña. Pero a mí me la sudan los sueños de Dan. Allá el con sus sueños y acá yo, con mi Lorna.

Anónimo dijo...

Estoy a favor de todo el post, lo reconozco, y también de su espíritu cuco y travieso. Eso que vaya por delante. Pero lo que no nos merecemos tus lectores es que nos pongas la palabra "textura", que es odiosa. Puede ser un poco como hizo INduráin, cuando perdió la crono de PLá de Beret, para demostrar que era humano. De acuerdo. Pero no nos gusta. Y te digo que una teta en sí no es erótica, sólo lo son en pares. Un par de tetas. ¿Me entiendes? En eso son como los huevos fritos.

¡Coño que buen comentario!

¿No? Tiene de todo.

Anónimo dijo...

pues estaba yo leyendo los comentarios, como molan los comentarios....
y leo aqui, -Haga su comentario.
y debajo, -te toca.

me toca, me toca, me toca.

jobar quien me toca?

que me toque ya, que ya comenté.

Wolffo dijo...

Buch, hombre, no lo jodas... casi toda una temporada de comentarios buenos, con una media cojonuda, y vas y lo jodes con esta birria de comentario que no va a ningún sitio. No tienes remedio. ¿Qué le pasa a la textura? ¿Y esa ordinariez de las cosas "a pares"? ¿Quién es usted, caballerete, para arrogarse la representación de los lectores de esta humilde página? Mira, voy a dejar de leerte... deberías hacer como quadi que acabo de conocerla pero a mí, ¿ves? me cae bien, no como tú, que a veces me dan ganas de ahogarte...Anda, tira...

Quadi, para ser tocada, o tocado, que no sé bien, hay que ponerse a tiro primero. A mí no me importa tocar, si ello no supone un compromiso demasiado severo. O sea, que no pienses que es amor ni nada, al menos por el momento, porque sería simplemente eso, toqueteo. ¿Te hace? Y si prefieres otro toqueteo, pues dilo en voz alta y que el aludido/a se manifieste en un sentido o en otro. He dicho.

Anónimo dijo...

Sí. Lo sé. Soy un desagradecido. Un fantasma borde y esquivo que ni se ha tomado la molestia de agradecerte tu dedicatoria (aunque compartida) en el post anterior. Claro, que tengo algunas excusas. Y en cualquier caso, los fantasmas, ya sabes, llevamos siglos apareciendo y desapareciendo sin más.

La realidad, sin embargo, suele ser bastante más prosaica, y siempre aparece algún listillo dispuesto a dar explicaciones «científicas» a nuestro comportamiento espectral. A saber: que yo también he tenido problemas con Internet. No con ya.com, es cierto, sino con Tele2, cuando en un alarde de «voy a hacer que mi castillo sea wifi y molar más que nadie en la convención de exiliados de Transexual, Transilvania», desconecté en casa mi viejo “modem” y traté de instalar un “router”. El resultado fue que ni una cosa ni otra, tuve que pedir un “router” nuevo, luego me faltaban unos “drivers”… En fin, típico rollo «Pesadilla en Elm Street», pero con la tecnología. Delirio total.

¿Sabías que los delirios de los esquizofrénicos (y chiflados en general) van cambiando según las culturas? Antiguamente tenían que ver con demonios y asuntos religiosos, más tarde con extraterrestres, y luego con la tecnología y máquinas que nos observan constantemente. Ahora que lo escribo, me doy cuenta de que debo andar algo esquizoide, porque yo lo de que nos observan constantemente, ya me lo creo. En cualquier caso, esto no viene a cuento y no ha sido más que una (típica, me temo) digresión. Vuelvo a lo que nos ocupaba.

Aunque en casa no tenía ADSL, leí tu post en la consulta, pero allí no podía escuchar la canción, así que no quería decirte nada sin hacerlo… Bueno, pues ya está todo solucionado desde hace unos días (que estuve muy atareado con unas traducciones), y por fin puedo ponerme a responderte:

Hacía siiiiiglos que no escuchaba esa canción de Gilbert O´Sullivan, creo que desde antes incluso que él mismo la compusiera. Antes, incluso, que compusieran nada ni Gilbert ni Sullivan (y eso ya es mucho tiempo). Y también recordaba aquella otra canción del tal Gilbert, “What’s in a kiss”, de la que creo que Buch comentó que era bastante blandita. Y se quedó corto. Mucho. A lo que voy, es a que tu versión del “Alone again” me ha parecido genial, y te diré que mejor que la de Gilberto. Con una voz más rasposa y menos ñoñería. Estupenda, de verdad.

Y enlazando con el presente post (aquí al autor no le pongo ningún pero, porque Ray Davies —Raymond Douglas, como bien apuntas— es inmortal y fin de cuentas colega eterno), me sumo al muy bien traído comentario de Foss con lo del “look” grabación del antiguo capitán de la nave—aquí no queda nadie vivo—y nos vamos a cagar. Tiene también un cierto aire “Poltergeist” (al fondo parece chisporrotear también una pantalla en blanco), aunque tu aparición en primer plano yo la definiría como de «Fantasma Catódico». Pero mola, ¿eh?

Y entre tanta aparición y desaparición, visiones fantasmagóricas y seres inmortales… ¿lograremos materializarnos en algún tiempo y lugar común de la galaxia, de la mano, quizá, del Fantasma de las Navidades Pasadas?

Anónimo dijo...

jajaja, mitami y quadi somos la misma, es que se me antoja ponerme el nombre que me da de verificación de palabra, me parece gracioso.

entonces si me acerco me tocas? la guitarra...?

ahora me ha salido aglossit, que nombres mas chulos.

Wolffo dijo...

No, Fants, no eres un desagradecido, hombre, sino un hombre de bien acosado por la impericia del sistema tecnológico actual. Debería estar prohibido a según qué personas (físicas o jurídicas) ofrecer determinados servicios para los que, a todas luces, ni están capacitados ni lo estarás, dada su estulticia, en toda su vida. Mi travesía en el desierto se debió a un tenaz y entusiasta ofrecimiento de un comercial de ya.com que me insistía en que podía aumentar la velocidad de mi conexión de 1 a 3 megas. Esto fue el 23 de octubre... y hasta hace un par de días, ya me has visto. En fin.
A mí no me disgusta GO'S, pero prefiero sus primeros tiempos, What's in a Kiss, teniendo una melodía bonita es demasiado rosa, para mí. Sin en cambio (¡qué bonito, "sin en cambio") Alone again me parece una obra cumbre, una maravillosa canción de principio a fin, y por eso me reconforta más aún que te guste mi modo de hacerla. Te lo agradezco, hermano. Esta canción también le pega a Tex, ¿que no?
Es verdad, insisto en la gracia que tiene eso del aquí no queda nadie vivo—y nos vamos a cagar porque no pretendía hacerlo, pero tiene mogollón de gracia. Sí señor, fantasma catódico. Mejor eso que obeso rockero, de aquí a Lima.
Yo digo que sí, que quiero hacerlo, pero, aunque suene asquerosamente vulgar, estoy sin un minuto libre, pero hago propósito de enmienda y trato de encontrar el hueco que se adapte al tuyo. ¿Te gusta el cocido? El madrileño, digo, interpretado por una granaína. Hablamos.

aglossit, carigno, si te me acercas, ten cuidado, porque te puedo tocar todo lo que me quede a mano. No te digo más...

Anónimo dijo...

Te has adelgazado bastante, ¿verdad?

Tengo cosas mejores que decir, pero creía que esa te haría más ilusión ;)

La canción está muy bien, me gusta, pero a la que realmente le das el toque mágico es a la otra que has seleccionado, Hymn to her.

Las fantasías siempre son más dañinas que los sueños, porque mientras las tienes, te pierdes ese pedazo de vida que realmente sí estaba a tu alcance. Y un tocamiento es un tocamiento, ya sabes que por eso se inventaron los interruptores, para poder apagar la luz.

Un abrazo amigo

Wolffo dijo...

Pues no, no he adelgazado ni medio gramo: es todo cuestión de tiro de cámara y luz. Y Hymn to her es fabulosa, además de una de las prefes de nuestra común ( y ahora ausente) amiga Morgana. Levantemos por ella nuestras copas.

Vale, sí, tiene su cosa dañina lo de soñar, tiene su aquel, pero también tiene su éste, su envés positivo. Lo malo, lo imposible, es encontrar el equilibrio.

Otro abrazo.