viernes, diciembre 28, 2007

no quiero perderte

You're gonna lose that girl

Help! es un grandísimo disco y una película, seamos claros, prescindible, aunque muy divertida, si te gustan los Beatles. Está lleno de maravillosas canciones, de las cuales, hoy traigo esta pieza excelsa de pop que se llama Vas a perder a esa chica. Los Beatles tenían esa cosa de buenos colegas que no tiene ningún otro grupo. Te avisan si ven que la cosa no va del todo bien. En plan, tío, o espabilas o ese tesoro de piernas vertiginosas y pechos infantiles se te pira. Siempre me fascinó de esta canción ese juego de preguntas y respuestas; John canta y George y Paul le lanzan las respuestas al texto y en el puente, hala, los tres a cantar a voces. Una canción que es una auténtica gozada para cantar.
Yo me lo he pasado pirata grabándola y le he añadido un poco de picante en las guitarras (por primera vez en decenios, no hay guitarra acústica) y he puesto alguna vocecilla extra y he alterado un poco el fraseo en algunos versos, para adaptarlo a mi estilo vacilón. El bajo, aunque no se distingue, pues es una versión un tanto grunge, es muy walking bass, lleno de notas de transición y de relleno. Y de la batería, Vanitas, ¡qué quieres que te diga...!

Es una canción molona y alegre qcon la que me gustaría desearle un año nuevo venturoso y vacilón a todo quisque, pero especialmente a los que vengan y escuchen este temazo. ¡A bailar se ha dicho!

Aquí la puedes bajar, si te mola:



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Listening to: Fastball - I Get High
via FoxyTunes

No quiero ni pensarlo, Aivlis Zaguf, reina de las morerías orientales, diosa de mis sueños, no quiero ni pensar que vaya a perderte de nuevo.

Vale, de acuerdo, nunca te he abierto la puerta de tu lado cuando vamos a subirnos al coche, pero es que tampoco creo que sea tan importante eso de abrirle la puerta a la mujer, ¿no? ¿Es que no sabes abrirla tú? Me parece que no es tan difícil, bonita, y no creo que nunca te haya hecho un pegatino. ¿Qué no sabes lo que es un pegatino? Sí, Aivlis, es como lo que hacíamos los de la pandilla con las señoras de mi barrio que nos caían mal: poníamos mocos ocultos en la manija de su lado en el coche. Yo, sencillamente, no te abro, porque no quiero que creas que para mí eres la típica tía inútil que lo único que le importa de los coches es que sean rojos; no, yo sé que tú sabes perfectamente muchas cosas de los coches, entre otras, cómo se abre la puerta.

Te quejas de que entro en los sitios antes que tú, sin sujetarte la puerta, pero es por protegerte, encanto, no quiero que haya malas personas, o seres desagradables que te pillen desprevenida. Así si hay un ataque, por ejemplo, de un experto en artes marciales, o de un enfurecido mapache, yo repeleré la agresión. Porque yo soy cinturón negro trigésimo dam de cárate (¿dices que con “k”, se escribe con k, seguro...?) y soy experto en lucha cuerpo a cuerpo con criaturas salvajes del mundo desconocido, cosa que tú... en fin, no hay más que ver la torpe figura que compones en la carrera desaforada o en el lanzamiento de palitos a tu perro Lucas. Un perro, déjame decirte, bastante afeminado, por cierto. Y no tengo nada de canhomofóbico, es solo que es un perro bastante gatita, por decirlo de otra manera.

Otra cosa que no acaba de convencerte es el que nunca me ponga del lado del tráfico cuando paseamos, o que no te coja las bolsas cuando vuelves de la compra en el súper de El Corte Inglés. Deja que te diga, aun marginalmente, que no es el mejor sitio, El Corte Inglés, para comprar las habichuelas, darling, sería más sensato cualquier otra franquicia, una decisión mucho más racional. Piensa en Lidl, Dia, Maxcoop (mejor y más cerca), o al menos, valóralo... Pero no es eso de lo que estábamos hablando, ¿verdad? Es de que no te ayude con las bolsas. No es falta de caballerosidad, claro, mujer, yo soy un caballero, pero me gusta ver cómo balanceas tu cabecita y cómo tu cuerpo tiende a la estabilidad precaria. Es bonito verte intentando mantener a duras penas la verticalidad. Es cuando abocas a una persona a una situación límite cuando saltan a la vista sus mejores –y peores- cualidades.

Y es así, viéndote al borde de la pérdida de la compra, con las hojas verdes y poco atractivas del puerro basculando, con la piña tropical amenazando con vencer el plástico verdiblanco de las bolsas, con los botellines de cocacola-zero (traición intolerable a mi espíritu pepsi-maxero) tintineando en una bolsa extremadamente tensa, con las asas de las bolsas clavándose hasta casi atravesar la epidermis de tus dedos-magia, es así, digo, cuando mi amor por ti se multiplica exponencialmente, siendo el resultado mucho más apreciable, seguramente, que si me limitara a ayudarte en tu penoso paseíllo.

Te disgusta de mí que no quiera bailar contigo esa horrible canción se Sabina, la de “quién-meha-roba-doel-mesdea-bril”, pero es que nadie debería bailar jamás esa canción (ni esa ni ninguna de ese farsante oportunista), porque si así lo hiciéramos, mi querida mariposa fugaz, tus deliciosas y suaves axilas, pasarían a ser sobacos, tus pies blancos y besuqueables, los que yo adoro acunar en mi regazo, se tornarían en pinreles con olor a queso rancio (a cualquier clase de queso, en realidad); tu dulce rostro in6teligente y urbano enmarcado en tu melena rubia, sería de pronto tu jeta gafotas, y ya no haríamos el amor, sino que follaríamos aunque, bueno, esto último no me importa demasiado, podríamos hablarlo, si quieres. Pero tu aliento cálido y seductor sería, de repente, ¿no crees que el rape tenía demasiado ajo?. No, amor mío, lo siento, pero no bailaremos a Sabina porque no quiero que desaparezcas, desplomándote, del pedestal que he construido para ti. Te quiero diosa del sexo, no guarrilla facilona.

Tampoco te mola que mi postura vital, política, si quieres, sea tan poco progresista y tan poco de hoy día. Soy un irritante criticón que no está en contra del cambio climático (por cierto, cariño, eso de estar contra el cambio climático ¿cómo se hace? Y sobre todo, ¿sirve de algo estar en contra? ¿Hay alguien a favor?), que no odia a los americanos, que no se divierte bebiendo, que detesta los restaurantes donde en vez de servir, emplatan, (no me hagas ir a otro, por favor), te molesta que me caigan bien los polis y los picoletos y los soldados, y que me caigan mal los que hacen monólogos, los periodistas deportivos y los conductores de autobús de líneas interurbanas.

Te ríes de mí por mi impericia con las tecnologías, las nuevas y las viejas, y el hecho de que no sepa chatear con el móvil (de verdad, ¿es necesario?) te saca de tus casillas. Tampoco soportas que no quiera visitar los “myspace”, o los links de YouTube o de felicitaciones virtuales que me mandas, pero es que soy terriblemente perezoso con eso del correo electrónico. A mí lo que me gusta del e-mail es que llega rapidísimo, pero odio que me incluyas en tus listas de distribución y que no me escribas a mí y sólo a mí, porque yo te escribo a ti y solo a ti.

No te gusta el tacto de mi ropa. Tú tienes ropa buena y la mía es de Carrefour y del mercadillo. Todo lo que supera los 10€ me parece caro. Los últimos 3 vaqueros que he comprado me han cosatado 7 pavos y compré 4 camisas por 18€. Una de rayitas, otra lisa y dos de cuadros. 4 boxer (2 blancos y dos negros) de esos pegaos, monísimos, por 8 machacantes. Tendrías que ver cómo se marcan mis nalgas decididas en semejantes calzoncillos cuasi-intravenosos y cómo emergen mis muslos, peludos, fuertes y firmes, de los agujeros para las piernas. No te gusta cómo me visto, y yo lo intento, pero lo siento, no consigo que me importe una mierda la ropa que llevo. Me basta con que no se me vean las pelotas y los lamparones se disimulen bien. Y eso no te gusta.

Nunca llevo colonia. Jamás. Y no me gusta que te pongas demasiada. Ni siquiera el desodorante que uso, o el jabón con el que me ducho, están perfumados. No me gusta oler a cosas, me gusta oler a mí. Y me gusta que tú huelas a ti, a mujer, no a colonia, de verdad. Tu aliento, tu sexo y tu risa son el aroma más delicado del mundo. Y son tuyos.

Lo que no entiendo es que, disguntándote tantas cosas de mí como te disgustan, mi querida Aivlis, me pregunto cómo es que aún tienes ganas de que nos conozcamos.

Y lo haremos. Un día de estos, cojo el AVE y planto allí. Por éstas. ¡Muacks!




¡ ¡ f e l i z 2 0 0 8 ! !

jueves, diciembre 13, 2007

cuento (y esencia filosófica) de la navidad

ACTUALIZACIÓN DE LA

ACTUALIZACIÓN IMPRESCINDIBLE E INSOSPECHADA

Me manda mi querido compañero Jorge, de Directo a Casa, el complemento visual que le faltaba a este post para que podamos considerarlo un post verdaderamente navideño y propio de estas fechas tan cálidas:
una bonita y emotiva imagen del portal de Belén
enjoy it!


Pensaba que esto era gracioso y todo eso, pero ya he visto que, como decía el Fosfous, es de esos correos que vuelan como la pólvora, así que dejo la actualización reducida a su mínima expresión. Porque aunque circule por todas partes, no deja de tener su gracia, hombre...

Happy Xmas (war is over)



El divino John escribió esta canción de Navidad y debió quedarse muy a gusto. Porque es una preciosa canción, sencilla, armoniosa y entrañable, que habla de las cosas que hablan las canciones de Navidad. Habrá a quien sorprenda oírme cantar algunos de estos versos (war is over if you want it y cosas así), pero yo me hice pacifista con John Lennon. Luego, al crecer, me he dado cuenta de que el mundo entero, salvo algunos mendrugos (Stalin, Hitler, Franco, Castro, Sadam) es pacifista y que ser pacifista es una seña de identidad tan meliflua como ser humano. Y nadie presume de humano, ¿no? Pues eso. Hecha esta aclaración, vamos con la canción. Mi primer impulso fue reunir a los niños de la familia y hacer que cantaran conmigo el estribillo, o sin mí, pero luego pensé que eso me iba a llevar demasiado tiempo y estaba impaciente por colgar esta canción y dejar caer en el olvido el post anterior, porque la navidad es tiempo de paz. Y de terminar las guerras. Las mundiales y las particulares. Es de eso el espíritu de este post. En fin: guitarra acústica, mi vieja Epiphone, que sigue sonando a gloria, y tres guitarras eléctricas. Una arpegiando y ritmeando y otras dos, a voces, distorsionadas y haciendo de cuarteto de cuerda. EL bajo, limpio y sólido, y la batería, como siempre, mi talón de Aquiles, esperando a tener una tarde libre para que el_Vania me explique cómo coño hacer que la cosa suene bien. Las voces son muchas, dobladas y redobladas, sobre todo en la parte que tenían que haber cantado los niños. Sabreís cuál es en seguida, porque me oiréis desgañitándome y forzando la garganta más de lo aconsejable. Pero ahí están esas tres notas mortales un mi, un re y un do altos (en guitarra trastes 12, 10 y 8 de la prima, tiene huevos, eh?), dados con más o menos gracia, pero conseguidos. Eso no lo hace todo el mundo, de verdad. Bueno, la versión no es demasiado buena, pero me sirve para felicitaros, porque es lo mejor que puedo hacer por vosotros: cantar y callarme de una santa vez. Espero que os guste.

El que quiera unir esta canción a su CD de villancicos para estas fiestas, puede bajarla aquí:

Wolffo – Happy Xmas (War is over)

And so this is Xmas, (así que esto es la Navidad)
and what have you done (y bien ¿qué has hecho tú?)
Another year over (otro año que termina)
and a new one just begun. (y uno nuevo que empieza)
And so this is Xmas (así que ya es Navidad)
I hope you have fun
(ojalá lo paséis bien)
The near and the dear one
(los que estáis cerca y a los que quiero)
The old and the young (los viejos y los niños)

A very Merry Xmas ((Que tengáis una dichosa Navidad)
And a happy New Year
(y un feliz año nuevo)
Let's hope it's a good one
(esperemos que sea un gran año)
Without any fear
(sin nada que temer)

And so this is Xmas (así que ya es Navidad)
for weak and for strong (para los débiles y para los fuertes)
For rich and the poor ones,
(para los ricos y los pobres)
the world is so wrong (el mundo está tan equivocado...)
An so happy happy Xmas
(De modo que, Feliz Navidad)
for black and for white, (a negros y blancos)
For yellow and red ones,
(a rojos y amarillos)
let's stop all the fight (detengamos todas las luchas)

A very Merry Xmas…

War is over, (La guerra ha terminado)
if you want it (si así lo quieres)
War is over now
(la guerra ya ha terminado)

La verdad es que este año, no sé muy bien porqué, no me apecía nada que llegasen las navidades. Quizá por cómo ha estado mi corazoncito todo este año, lleno de vaivenes y dimes y diretes... Tal vez porque las navidades me han supuesto una carga de trabajo extra o por lo que fuera, da igual. El caso es que no me apetecían. Según se acercan, no obstante, empieza a cubrirme un manto acogedor y cálido que yo relaciono con la Navidad y se me empieza a quitar la tontería de encima.

La Navidad tiene, a mi juicio, bastantes cosas incómodas; no me gustan las bombillas que llenan las ciudades y pueblos, Papá Noel me da arcadas, Madrid se pone imposible a todas horas, los anuncios navideños (de los que asumo mi couta parte de responsabilidad) me estomagan y los villancicos de pandereta (que no las canciones de navidad) me atacan al hígado. Además, tengo un montón de recuerdos penosos asociados a las navidades. Pero, con mucho, lo que llevo peor de las navidades son los antinavideños. En esto me pasa como con los toros; no me gustan, y me da mucha pena de los toritos, pero joder, no aguanto a un antitaurino, en serio.

Estoy harto de esa gente que sale en la tele, o se acoda en la barra del bar y empieza a decir que si es una fiesta del consumo, que si la jerarquía del Vaticano, que si las multinacionales o que si sus cojones en vinagre. Pero ellos son los primeros que, como auténticos imbéciles, el día 31 se lanzan a la calle con el admirable propósito de cogerse una merluza del quince y divertirse por decreto ley, bailando con un gorrito ridículo una cosa de esas que se baila haciendo lo del trenecito. ¿Conga... eso es una conga? Venga pues conga.

Esto de la conga me lleva a que sólo es admisible la conga si la persona que te precede tiene un buen trasero y se le puede arrimar la cebolleta o palpar en caso de que no tengas cebolleta. Aunque bien mirado es más cebolleta lo vuestro que lo nuestro, que se parece más a lo que viene siendo el nabo. Solo si existe esa posibilidad, la del magro o arrime, puede una persona decente justificar su participación en una manifestación de tan lamentable mal gusto. Una vez, en una fiesta de fin de año, yo participé en una, pero es que estaba Ana Diosdado en el último lugar de la fila, con su culo llamándome a voces y yo, fíjate, hablaba con su marido, Carlos Larrañaga, en ese momento; me contaba el pollo lo divertido que es hablar de curas delante de un cura sin saber que estás hablando con un cura (cosa que, apunto marginalmente, de divertido no tiene nada) y cuando vi las amplias caderas de su mujer, Ana, bambolearse al ritmo de la Conga de Jalisco, le dije al tipo:

- Colega, en serio –mentí- es interesantísimo lo que cuentas, y me encantará que me hagas un resumen y me lo mandes por e-mail a esta dirección wollfo, arroba, estoesfalsopuntocom y ya te contesto y te hago un análisis morfológico y semántico si quieres, pero deja que le voy a tocar el culo a tu señora

Si he de decir la verdad, a partir de e-mail ya no me oía, por eso fui tan chulito y gracioso... Me puse tras el rotundo trasero de Ana Diosdado y coloqué mis manos como las colocaría cualquier buen magreador: una en cada moflete. Ella se volvió y me abofeteó sin ceremonias.

- Disculpa - me dijo -, pero me he dejado las ceremonias en casa.

Yo acepté sus disculpas, que eran preciosas, de acero con incrustaciones de lapislázuli y afronté la conversación sin ambages (y no, lo siento, pero no voy a decir porqué en ese momento no quise meter a mis ambages en la conversación).

- Ana Diosdado – le dije – sé que no os gusta hablar de proyectos mientras no estén bien atados, lo que equivale a decir que todavía no tenéis agarrado al productor por los huevos para que os pague, pero como yo soy así de cachondo, ¿en qué proyecto estás trabajando ahora?

Ella levantó su mirada despistada y, bien porque el hombre que vio entonces (frente despejada, peinado de fibra de carbono, mirada noble, mentón decidido y corbata de Hermés) le pareció sumamente atractivo, o bien porque yo no le gusté nada, se fue sin contestar y yo, solo otra vez, me di a la bebida.

Me di a la bebida como antes me había dado a Ana Diosdado. Con fruición, imaginación y cabezonería. Me di a la bebida y me di un trompazo con la barra del bar cuando me falló la mano que sujetaba mi cabezón dormido que, oh, sorpresa, despertó con el impacto.

Fui a levantarme, pero algo falló en todo aquello. Una descoordinación fatal, una especie de colapso (qué palabra tan bella: colapso...) en mi sistema motriz (bastante buena, también, la expresión sistema motriz, ¿eh?), derramó (caramba...) mi borracha osamenta (estoy inspirado, ¿eh?) por el suelo del local. Repito la frase sin incisos, para que podáis apreciarla en toda su belleza: una descoordinación fatal, una especie de colapso en mi sistema motriz, derramó mi borracha osamenta por el suelo del local (vaya, dicho todo seguido, no suena tan bien como a cachitos). Es como si mi cabeza hubiera despertado, pero el resto de mí seguía sumido en un alcohólico letargo y no respondía a los impulsos nerviosos de mi cerebro. Me he documentado y he visto que eso se llama Síndrome de Fault-Sogull[1].

Desde el suelo miré a mi alrededor. Mis piernas no respondían, pero mi estómago empezó a mandar señales de alarma. Antes de que mi Fault-Sogull me permitiera reaccionar, empecé a vomitar de manera generosa y ya no recuerdo más.

Desperté en un taxi, aparcado junto a una especie de vertedero que, mira tú por dónde, era un vertedero de la mejor especie. Los rayos del sol entraban, perezosos, por la luna trasera. En el asiento trasero se encuentra uno bastante bien, si uno es hábil buscándose. Pero no es mi caso, queridos. Yo me encuentro muy mal, me duele la cabeza, la boca me sabe a pies y me duelen todas las articulaciones. Todas. Hasta la de la picha.

- En la picha no hay articulaciones - me dice la taxista - y menos en la tuya, que la he estudiado bien.

Un momento. Esa voz bien modulada. Ese tono seguro y pícaro. Esa inteligencia y cultura denotantes... Tiene que ser Ana Diosdado, conozco demasiado bien su voz. Pero la taxista se da la vuelta y no es Ana Diosdado, sino María Teresa Fernández de la Vega, que me mira picarona ente los reposacabezas de los asientos delanteros.

¿Veis? A eso me refería. La Navidad es madre de escenas terroríficas (borracheras monumentales que no tienen nada de agradables, polvos involuntarios con gente repulsiva, peleas estúpidas, accidentes de tráfico) pero sé que, cada año, y este año, a estas alturas de post, ya empiezan a apetecerme, me apetece levantar la copa por vosotros y desearos, con una enorme sonrisa, una muy feliz Navidad.

Que las disfrutéis a vuestro rollo y, como soy un maldito egoísta, a ver si alguno de vosotros se acuerda de mí cuando suenen las campanadas. Sería un detallazo, en serio.

¡Feliz Navidad!



[1] Fault-Sogull, por cierto, no era un científico, sino una especie de mecenas que quería que le pusieran su nombre a una estrella o algo así, pero el equipo de astrónomos que contrató, eran en realidad, astrólogos. Es el peligro de tener dinero y no haber leído un libro en tu vida: te la dan con queso. El día que, harto de soltar pasta y no obtener resultados fue al laboratorio a ver cómo trabajaban los supuestos científicos, los encontró beodos perdidos. Intentaron escapar, pero, como a mí en la historia que hoy refiero, sus cuerpos no respondían a sus impulsos cerebrales. Fault-Sogull asesinó a los cinco supuestos científicos en el laboratorio, en una orgía de sangre y crueldad que aún recuerda el departamento de policía de San Francisco. De ahí viene el nombre al síndrome. Un poco de culturilla de crucigrama no viene mal, hombre...



lunes, diciembre 10, 2007

Julia (vuelve a tocarme, por favor)



Half of what I say is meaningless
But I say it just to reach you,
Julia

La mitad de todo cuanto digo carece de sentido, pero, ¿lo entiendes?, lo digo sólo para llegar hasta ti. Si te siento alrededor, mi amor soñado, solo quisiera coger una guitarra y cantarte y conseguir que, por un minuto, sólo un maldito minuto, olvidaras toda la mierda que flota en el espacio que respiro y volvieras a escucharme y a mirarme como entonces. Como cuando era para ti un diosecillo menor, un hombre admirable, el sujeto de tu amor. Y tal vez, de ese modo, reúnas las ganas de escucharme, acaso por última vez, y me dejes contarte qué es lo que sucedió. Porqué murió todo.

Julia, Julia, oceanchild, calls me
So I sing a song of love, Julia
Julia, seashell eyes, windy smile, calls me
So I sing a song of love, Julia

Mi amor, mi niña… ¡nena! ¿eres tú quien me llama? Acerco, pues, mis pies a tu orilla, nena mar, y pasearte y rodearte y temerte y admirarte, será todo uno; susurrarte palabras inciertas, frases certeras, hacerle una segunda voz al rumor del oleaje que son tus idas y venidas y entonar junto a ti la canción eterna del abandono cruel, será el consuelo que el tiempo me brinde; y sentir una vez más sobre mi espalda la mirada de caracola de tus ojos semicerrados, será mi señal, como cuando ladeas la cabeza y tu pelo travieso y tu sonrisa brisera y refrescante me dice que este – y no otro- es el momento de hacerte el amor. De notar que te corres al sentirme, feliz y aventurero, indagando en tus adentros y me sorprendes con una avalancha de ganas de mí. Por eso te canto esta canción de amor.

Her hair of floating sky is shimmering, glimmering,
In the sun

Julia, Julia, morning moon, touch me
So I sing a song of love, Julia

He visto tu pelo, cielo ingrávido, flotar sobre la almohada; lo he sentido tenuemente brillar sobre mi pecho y he aspirado el olor del principio de todos los tiempos entre sus rayos inmensos y amarillos. La mañana en que desperté a tu lado, mujer de espalda despejada, de vientre de arena, de voz sureña y cadenciosa, la mañana en la que la luna no quería esconderse, y se lamentaba de no poder brillar eternamente, esa mañana juré a todos los astros del cielo infinito, que así como ellos eran de inalcanzables para mí, sería tu amor de inagotable para mi corazón-basurero. Porque guarda lo que tú ya no quieres, lo que tú has tirado al pozo del olvido, para recrearme siempre, para ser dichoso, acaso un segundo, al recordar que lloraste desnuda en mis brazos desnudos. Por eso te canto canciones de amor, claro.

When I cannot sing my heart
I can only speak my mind, Julia
Julia, sleeping sand, silent cloud, touch me
So I sing a song of love, Julia

Hum hum hum...calls me
So I sing a song of love for Julia, Julia...
Cuando no pueda hablar con el corazón, y solo pueda decir lo que pienso, será entonces cuando todo haya terminado. No eres mi fantasía, arenal durmiente, no. Eres la experiencia más real de mi alma disparatada. Aun cuando callas, aun cuando otorga tu ausencia sentencias terribles para mi garganta herida, aun siendo la nube silente que, enfadada, todo lo nubla... eres la nube que da sentido al cielo, y hace que el despertar del sol o su ocaso sean un espectáculo digno de verse. El contrapunto a la limpieza mentirosa del cielo que tanto nos hace cantar.

Tócame, por favor, tócame.

Que tus manos vuelvan a medirme y a respirar por no ser pequeño ahí debajo. Que tu pelo vuelva a recorrerme de arriba abajo y que la cara interna de tus muslos recuerde cómo me abrazaba y me acariciaba y me apretaba y me quitaba la vida; que tus pechos, alegres y verbeneros, vuelvan a querer introducirse entre mis labios voraces y agradecidos por el festín carnal y divino; que tus nalgas suaves, blancas y cálidas vuelvan a fortarse con mis caderas pidiéndome acción. Tócame una vez más, por favor. Por eso, amor mío, solo por eso, te canto esta canción de amor.

(La canción es de John Lennon, y fue grabada en el Album Blanco de los Beatles. La canto solo con guitarra acústica y voz... y todo lo que llevo dentro)

Me recuerda Fray Barriga que no he puesto el enlace para bajar el trema. Pues eso, que puedes bajarla aquí: