martes, julio 24, 2007

Nada



Si fuera un relato, diría que para componerlo, para escribirlo, sencillamente, abrí el grifo y dejé que saliera. Porque ese ha sido el proceso. Cogí la guitarra el sábado pasado y, de una sentada, fluyó la canción, entera, del boli al sobre donde escribí la letra. Estaba excitadísimo, pues según la escribía, intuía el arreglo que iba a ponerle a la canción. Se iba construyendo en mi cabeza el principio sin ruido, sólo bajo y percusión, con un poco de eco en la voz; el ritmo sincopado de guitarra distorsionada que iba a meter, para darle empaque al tema; y el festival de coros, de armonías vocales crecientes, para darle un poquito de, si se me permite, grandeza, al final de la canción.
Me gusta mucho el arreglo, aunque, como siempre, no consigo un sonido que me deje feliz. He dejado las respiraciones sin limpiar porque me parece que le iban muy bien al espíritu de la canción. Bueno, a ver qué te parece, porque a mí, esta vez, y sin que sirva de precedente, me parece soberbia.

Bájatela aquí:

Wolffo - Nada

Nada

Hace días que no hablamos, no sé nada de ti,
hace días que no escribo y tú no sabes de mí.
Hace tiempo que me escuchas en la cinta sin fin
que es la sombra de mi alma y que leen otros mil.
Y no sé nada, yo no sé nada de ti
no tengo nada, nada que hacer por aquí
Yo no soy nada, no soy nada para ti
y no sé nada, nada de ti ni de mí

Hace tiempo los reveses
se me hicieron canción
más que días, ya son meses
sin entrar en razón
Yo quiero que te intereses
por cuanto hago yo
y solo consigo, a veces,
un poco de atención
Y estoy cansado, cansado de soñar
un sueño osado, sin nada que enseñar.
Ven a mi lado, que quiero hacerte volar
aquí a mi lado y el mundo puede estallar

Detrás de la conciencia,
está oculta la habitación
donde mora la paciencia
dime, ¿quién la inundó?

Ya desbordan los embalses
y anegadas de amor,
las tierras por las que pases
las he regado yo
Ya no hay diques, ya no hay fases,
soy acaparador
de tus dichos y tus frases,
soy el que te da voz
Y ya no hay nada, nada que hacer por aquí
Si no sé nada de ti, yo no sé nada de ti
Yo no soy nada, yo no soy nada sin ti
Y no sé nada, nada de ti ni de mí

Detrás de la esperanza,
hay un sueño de amor
Se inclina la balanza
Y el fiel me mata de dolor

Y hoy el sol está escondido,
no te puedo abrazar
Todo parece perdido
sin poder penetrar
tu cabeza y tus sentidos,
en tu forma de hablar
soy un elefante herido
que no sabe luchar
Y yo soy nada, yo no soy nada sin ti
No soy nada, no soy nada para ti
Yo no sé nada, yo no sé nada de ti

No sé nada, nada de ti ni de mí

domingo, julio 22, 2007

Descansanding, que es gerundio

Voy a tomarme un descansillo. Estoy más pendiente de la música que de las letras y la verdad es que no me apetece nada escribir, así que voy a dejar a mis peroratas descansar.
Y de paso, descansáis vosotros de mí.
No es una despedida, creo, solo un descansillo.

Hala, hasta más ver.

martes, julio 17, 2007

Platos mentirosos, el intestino delgado, palomas que explotan y una canción (entre otras).

Lejos


Estando lejos de casa, pero como en casa, bien es verdad, vino a visitarme una musa elegantemente ataviada con un arpegio acústico y un vigoroso estribillo musical, pero no melódico. Dejéla pasar y cuando estaba desprevenida, ¡zas!, le solté un guitarrazo en mitad de la cocorota. Muchas veces me siento así: extraño. Lejos de todo y de todos. Aunque estés aquí al lado, aquí dentro, te noto lejos. No por ti, no creas, soy yo el que no acabo de aterrizar del todo en la tierra. Y además, creo, cuando consiga posar mis pies en la tierra, ya sé que voy a irme lejos. No sé estarme quieto.
Me gusta mucho el arpegio de guitarra acústica, los fraseos raros del bajo, y la melodía. Y me gusta mucho, la estructura de la letra. Lejos, dejos, espejos...
Esta es otra canción que, si en lugar de currarla yo solo, la curramos una banda entera, con cuatro o cinco músicos pensando, quedaría de puta madre.
Como estaba lejos de casa cuando la compuse y no tenía nada mejor a mano con lo que grabar la canción, la grabé con la cámara de fotos, para no olvidarla. Porque a veces me pasa eso: olvido las canciones si no las grabo. Como esta me gustaba, no quería olvidarla y la grabé en video. Eso os da la oportunidad de ver que sigo gordo como un hipopótamo y de ver cómo suena una canción recién compuesta, auntes de meterle instrumentos y todo eso. Unplugged total. A ver si os gusta.





Ya he vuelto. He estado allí, vale, pero ya estoy aquí.

En donde explotan las palomas. Es curioso que no hubiera oído esta singular forma de celebrar las fiestas. Deben ser una especie de sustituto cutre de los fuegos artificales. Por lo visto el tema va así: pillas una paloma, le metes un petardo por el culo y la sueltas; luego, con un detonador a distancia, cuando sobrevuela la plaza del pueblo, le das al play y la paloma estalla y todo se llena de gotitas de sangre, cachitos eviscerados y plumas. Es muy espectacular. Algo así debieron interpretar los gemelos, Daniel y Jaime, de quienes os hablé hace tiempo, cuando mirando los fuegos artificales alguien dijo “es por la fiesta de la Paloma”. En sus cabezas rubias y peculiares los fuegos artificiales de la fiesta de la Paloma se convirtieron en “palomas que explotan”.

Olga (sí, es la chica que sigue al sol) a veces tiene ciertos problemas para terminarse la comida del plato. Pero no tiene problemas para que su antena cace al vuelo cualquier cosa que suceda en un radio de 100 metros a su alrededor. Lo caza y lo usa. EL primer día, alguien dijo de la vajilla con la que comíamos, que “los platos engañan” en referencia a que se había servido más de lo que parecía. Olga estaba a lo suyo, pero al día siguiente, cuando los macarrones amenazaban con eternizarse delante de su cabecita prodigiosa, y cuando los mayores, que somos unos pesados, la instábamos a que comiese de una vez dijo indignada: ¡Es que me ha engañado el plato!, e intentó hacernos creer que ya se lo había comido todo, pero el plato la engañaba con más y más macarrones. Platos que engañan, otra de las frases recurrentes del verano.

Diego dice cosas peculiares. Muy adultas para su cabeza de 9 años. Por ejemplo, que no puede decirse que sepa mucho de nubes ya que “no sabe cuál es su punto débil”. En realidad, ¿alguien lo sabe? Diego (escribí algo sobre él hace meses, era uno de los hermosos chicos) dice, también, que no tiene intestino delgado. ¿Por qué? No lo sé, pero se ha pasado estos quince días aludiendo al intestino delgado, que es algo que vale, yo sí sé que lo tengo, pero jamás me había detenido a pensar en él. Me inquietan esas cosas. Como el bazo. No sé, es algo en lo que nadie debería pensar. Y menos un encantador niño de 9 años.

Estoy cogiendo el ritmillo. Pero pronto os enseñaré una cosa que hice con estos cuatro extraordinarios niños este verano. Es buenísimo.

Y bueno, me encanta estar de nuevo aquí.