domingo, julio 30, 2006

Pizpireta, dices que no, pero tus ojos me dicen que quieres comerte mi salchicha; es lo que tienen los ojos mentirosos (otro filtro de amor wolfillo)

(pongo la canción primero porque es de los eagles, larga y bonita, y es perfecta para acompañar la lectura de este nutritivo artículo)

Lyin’ eyes


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Esta canción me recuerda irremediablemente, a mi ex-compañero de fatigas, Sergio Castejón. La cantaba como nadie. No solíamos hacerla en directo porque es tranquilona y dura más de seis minutos. Pero a ambos nos gustaba muchísimo el tema. Cuando la tocas, es una auténtica gozada. Es de esas canciones que disfrutas tocando la guitarra rítmica, haciendo sonar la púa blanda, cantándola, con la guitarra solista, con los coros, tocando el bajo... Yo la conocía, pero hasta que Sergo me dijo vamos a tocarla, no se me había ocurrido que puediera ser una canción tan buena. Es de Eagles, claro, y es una delicia de principio a fin. Esta no se baila, sólo se escucha y se disfruta. Y es tan buena, que ni siquiera yo soy capaz de estropearla. A Sergio, de parte del Ciclón de Valdemorillo.

Por razones editoriales, he retirado esta receta de mi weblog. Pronto, eso sí, podrás leerla en un soporte más cómodo.
Gracias.

domingo, julio 23, 2006

Una púa en el bolsillo

Llevo siempre una púa en el bolsillo, por si una día, al doblar una esquina y asomar el güito en bar cualquiera, me encuentro a Paul McCartney y me invita a tocar con él.
Sofío Singracia era un hombre desgastado. Tal vez por su falta de gracia, acaso por su melonez mental, estaba solo y pasaba los días jugando a los bolos en el ordenador sin que nadie advirtiera lo bien que se le daba. Sólo su ordenador le animaba, cuando batía su récord, y esa era la muestra de cariño más cálida que había recibido en los últimos diez años.

Sofío echaba parte de la culpa de su soledad y su desgracia a sus padres: ¿por qué le llamaron así? El que su padre se llamara Magdaleno y su madre Gervasia no les disculpaba: antes al contrario, si ellos llevaban su nombre como una rémora. ¿por qué le hacían cargar a él con semejante peso? ¿es que no habían tenido suficiente con lo suyo?

De pequeño ya era un tipo singular y nadie supo ver al genio que bullía en el interior de Sofío, sino que le tacharon de rarito desde el primer momento. Bueno, lo de que era un genio es una licencia, porque yo también pienso que no era más que rarito. Sólo él pensaba en sí mismo en términos elogiosos, esa es la verdad. A no ser que alguno de los presentes piense que comerse las pelotillas interdigitales de los pies, contar las nubes, adjudicarle cara a los coches o guardar los peos en una bolsa de agua caliente, es genial.

En efecto, en vez de comerse los mocos, hacía pelotillas con la mugre de entre los dedos de los pinrelillos y las engullía como si fuesen caviar: lenta y ceremoniosamente, apurando y deleitándose con todos los matices de su agrio sabor. Decía que si un día no tenía nada que comer, si se acababa la comida por una guerra o un desastre natural, siempre podría contar con sus albondiguillas. Porque para producirlas, bastaba con no ducharse.

Tenía un cuaderno negro en cuya portada había escrito, con un pincel y témpera blanca, NUBES, donde llevaba una contabilidad estricta de todas las nubes que había visto a lo largo de su vida. Algunas de ellas tenían nombre y él aseguraba que venían a verle todos los años y que él las reconocía. Decía que si un día la gota fría llegaba a su pueblo, y reconocía a la nube que iba a descargar, podría convencerla para que no se cebara en su casa, que desviara un poco la trayectoria de la tragedia.

No le gustaba la cara de bobo, un poco asombrado, que tenía el Escarabajo (el viejo, no esa cosa de colorines que se llama New Beetle), ni la cara de tranqui de casi todos los Mercedes, le gustaba, a cambio, el aspecto tiburonesco del majestuoso Citröen, la seriedad del 124, la simpatía del Simca 1.000 y los huevazos que parecía tener el Dodge Dart.”Conociendo el carácter de los coches” decía, “sabes cómo les gusta atropellarte”.

En cuanto a almacenar los peos en la bolsa de agua caliente, lo hacía, y así lo confesó a un piriodista un día que estaba borracho, por hacerse el original.

- Ahá – dijo el piridosita con tonillo acusador – veo que pertenece usted a esa clase de individuos que tienen a gala parecer originales…

- Desde luego, tribulete, pero convendrá conmigo a que es preferible a tener a gala parecer vulgar

Creció Sofío sin grandes sobresaltos (no pasó hambrunas, ni sufrió diluvios, ni fue atropellado ni… bueno lo de los peos no cuenta) y se convirtió en un hombre tan memo como hacía suponer su mema biografía. La falta de noticias devastadoras en su adolescencia fijó en su carácter la imbecilidad, pues la semilla de la idiotez de sus manías germinó desastrosamente en su cerebro, siendo regada por la ingente estupidez ambiental y como un roble, fuerte, indestructible, creció en todo su ser la ineptitud más asombrosa que quepa imaginar.

Había dejado de dejar de ducharse para producir albondiguillas interdedo, ni guardaba sus peos, es verdad, y ya no contaba las nubes que era, tal vez, su manía más poética y perdonable; pero, a cambio, seguía poniendo cara a los coches y atribuyéndoles carácter y sumó nuevas manías a su desastrosa lista. Llevaba un condón en la cartera por si se encontraba a Leticia Sabater; una moneda de cien por si en el Carrefour había un carrito de los antiguos; llevaba una pastilla de arsénico recubierta de jamón york por si le atacaba un perro inglés y el pasaporte en regla por si era abducido por extraterrestres.

El mundo en general se reía del pobre Sofío, y le llamaban de los programas de televisión esos que se nutren de gente imbécil para reírse de ellos ante las cámaras y Sofío iba y empezó a hacerse famoso porque decía que él podía provocar la lluvia.

- ¿Y eso…. cómo es posible?

- ¿Has oído la canción Plis, plis mi, de los bitels, piriodista de mierda? Dice, en su verso más logrado: No quiero parecer una plañidera, pero, ya sabes, siempre llueve en mi corazón; pues eso me pasa a mí. La lluvia está de mi lado, maldita presentadora

- Ya… lluvia en su corazón… ¿y eso cómo lo ha conseguido?

- De pequeño contaba las nubes; lo tengo todo apuntado en un cuaderno que se llama NUBES, para que lo sepas. Las conozco muy bien. Algunas de ellas me tomaron cariño, y las puedo llamar cuando quiera y hacer que llueva… lo que pasa es que no quiero hacerlo para que tú me creas, desastrosa presentadora.

Y así acababan sus comparecencias televisivas. Se enfadaba mucho y, como dicen los programadores y los espectadores de realities, daba mucho juego. Sus cabreos eran muy televisivos.

Pero no todo fue malo, en el asunto de salir por la tele. Aparte de que se llevó unos duritos cada vez que salía en la tele, un día un honesto hortelano de Murcia vio verdad en sus ojos. Hizo el petate, pilló el tren y se presentó en Madrid y encontró a Sofío.

- ¿De verdad te llamas Sofío? Suena bien, si lo piensas…

Bueno, habló con él y le dijo que él le creía, que si podía llevar un par de las nubes más lloronas a su huerta y que, una vez cada dos días le echaran unas gotitas. Y sucedió que Sofío accedió y el honesto agricultor obtuvo su agua y fue su cosecha memorable.
Se corrió la voz (y dicen los que lo oyeron que jamás asistieron a un orgasmo similar) y pronto a Sofío todo el mundo le llamaba para que llevase su clima lloroso con él. Sofío se hizo inmensamente rico y hoy nadie se ríe de él.

Bueno, yo sigo riéndome de él pero es que yo tengo una razón para ello, y no es crueldad, qué va… es que yo siempre llevo una púa en el bolsillo, por si una día, al doblar una esquina y asomar el güito en bar cualquiera, me encuentro a Paul McCartney y me invita a tocar con él...

Weather with you

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Este es un tema de esos que da miedo grabar; porque lo he oído mil veces, sí, pero no lo conozco como los de los Beatles o Creedence, que sé de memoria cuando entra el bajo, la batería o las voces. Este temazo de Crowded House no lo he escuchado nunca con intención de tocarlo hasta antes de ayer. He decidido no tocar la guitarra eléctrica, porque me gustaban más los matices de la acústica grabada al aire, sin enchufar. Lo malo es que este tema requiere producción: un ingeniero que sepa darle su matiz a cada pista y eso se me escapa. Quiero dedicar esta canción a mi querido cuñado Quique, que me regaló un disco de Crowded House casi sin cnocerme, que me ha arreglado más de dos (y de tres) veces el ordenador y que, como dice la canción, allí donde vaya, le acompaña el clima. En su caso, el buen tiempo, pues es de esas personas capaces de hacerte sonreír siempre, y reír abiertamente a poco que se lo proponga. Va por ti, Quique.

martes, julio 18, 2006

Sueños cumplidos (en cierto modo)

Dr. Mel Ash Uddah
Soy el Dr. Mel Ash Uddah, un psiquiatra al que todo le da
un poco lo mismo. Pero quiero presentarles a una familia incómoda,
antipática y desagradable, por una razón: cuando me relataron su
espeluznante historia, todo cambió en mi vida. Para no revelar su identidad,
llamaremos a cada personaje por su apellido, omitiendo su nombre de pila,
sobre todo porque me encanta el apellido de la señora.


Sinsinati:
Me llamo Sinsinati, soy mujer, enamorada de mi familia y amiga de mis
amigas; mi gente dice que soy antipática, pero no es así, lo que pasa es
que casi todo el mundo es subnormal

López:
Yo soy López, funcionario de Correos, pero no pego ni sello,
jajajajajaaa (es un chiste, para romper un poco el hielo y eso);
yo soy un hombre decidido, con mucha personalidad, calvo y
mi mujer dice que siempre la dejo en ridículo, pero es que ella
no entiende mi umor (ya sé que es con hache, pero es otro
chiste, porque tengo bastante gracia escribiendo también, jaja)

López Sinsinati:
Yo soy hijo de esos dos mongoloides que acaban de hablar
y sí: estoy traumatizado, pero, ¿no lo estarían ustedes con
dos sujetos así como donantes de ADN?

Dr. Mel Ash Uddah
Bien ya les conocen; ahora lean el increíble relato
de lo que sucedió una noche de septiembre de 1993.
Como dice Ararat, inquietante…

Historia de López
y de Sinsinati

Sinsinati:
Habíamos cenado puré de zanahoria con taquitos de choped y
pan rallao; fue una cena bastante penosa, con el memo de
mi marido haciendo chistes insufribles y la seta de mi hijo
rascándose la entrepierna y oliendo a sobaquina. Vimos “Que vivan
los novios” y Mayra estaba simpatiquísima.

Historia de
López Sinsinati

López Sinsinati:
Fue un día más: de nuevo doloroso, de nuevo una tortura,
cenar con mis padres, que no hay quien los soporte.
Mi madre no sabe cocinar y hace versiones cutres de los
platos que ve por ahí. Esa noche hizo una versión
especialmente angustiosa de la crema de calabaza roja con
picatostes y tacos de jamón del Gran Wolffo, un cocinero
que te cagas. Mi padre, que se sentía en vena, hizo una
demostración pavorosa de lo cruel que puede ser la vida,
enlazando un chiste penoso tras otro que tenían como
blanco las gracietas de Mayra Gómez Kemp en un programa
intolerable de TV que mi madre se empeña en ver
todos los jueves.

López:
Ah… recuerdo aquel día, sí… Mi mujer hizo una cena no del
todo repulsiva, una especie de gazpacho con mortadela,
y yo, que vi que mi hijo estaba un poco depre, conseguí
animarle con un par de chistes bien colocaos sobre la
presentadora de un programa divertidísimo de la tele que
creo que le gusta bastante a mi hijo, porque, seamos sinceros:
Mayra, que es como una princesa, para un joven como
él debe tener un revolcón…


López Sinsinati:
Cuando no soporté más, me fui al sobre, pero es que la noche
lo tenía todo para deprimir hasta el mismo Torrebruno: la cena
de mi madre, los chistes de mi padre y Mayra… Además, estaba
leyendo un libro simpatiquísimo, así que lo mejor era olvidarse
de mi infame familia y meterme en el sobre con mi novela.

Sinsinati:
¿Se fue a la cama sin probar el postre, verdad…?

López:
Sí, se fue a la cama. Creo que se sentía mal por algo.
Un problema de chicas o algo, jajaja…

Sinsinati::
Perdona querido, pero eso que has dicho no tiene gracia,
¿por qué te ríes…?

López:
¿no la tiene…? Qué raro…

López Sinsinati:
Iba conduciendo mi motocicleta por los acantilados
de Meh Ammeh, en la frontera entre Escocia y Angola,
buscando el Lugar Elegido; en el asiento de atrás
llevaba a Linda Evangelista que se pegaba a mi espalda
de mala manera, y sus manos, temerosa por lo
escarpado del terreno, no encontraron lugar más firme
al que agarrarse que la poderosa vara carnosa que
crece entre mis piernas, como si fuera un joystick.
Así, agarrada a dos manos, se sentía menos turbada que
yo, que me sentía más. Un poco más (turbado,
quiero decir)

López::
Nosotros nos íbamos también a la cama. Sé, por experiencia, que
cuando me pongo gracioso, mi mujer se pone tierna, y como
esa noche estaba sembrado, sabía que habría fiesta.

Sinsinati:
El asno que tengo por marido se cree un tipo ingenioso. Y la
única manera de que se calle es llevarlo a la cama, donde no es
tan torpe como cabría esperar. Así que me insinué nos fuimos
a la cama. Somos un poco ruidosos, pero nuestro hijo, desde
pequeñito, duerme como un tronco y nunca se despierta.

López Sinsinati:
Linda empezó a ponerse cariñosa. Gemía y gemía
en mi oreja, así que me bajé de la moto. Ella hizo
lo mismo y se acercó al borde de un acantilado
especialmente escarpado

López:
Lo reconozco: para funcionar en la cama no necesito
medicamentos, pero sí lo que podríamos llamar mi viagra
personal
: un disco en directo de Nino Bravo.
Cuando todo el público empieza a corear “América”,
es una especie de apoteosis amatoria.

Sinsinati:
¡Uff… sí, el disco de Nino Bravo…!
¿Se podría decir que es una perversión?

López Sinsinati:
Cuando me acerqué al borde, donde estaba Linda, ésta
había desaparecido. En su lugar, al pie del acantilado,
había una multitud congregada en barcazas que encendía
los mecheros y gritaba ¡América, América…!
En seguida
comprendí lo que toda esa gente quería. Lo haría por ellos.
Lo haría por mí: lo haría.

Sinsinati:
Siempre he sabido que mi familia era una especie de aborto
sobrevenido y multiplicado, inexplicablemente vivo dado su
nulo rendimiento cerebral, pero jamás pensé que un hijo mío
haría semejante memez…

López:
Le vi allí, de pie, y supe que lo haría, porque justo entonces,
Nino cantaba “como un inmenso jardín, eso es América…”
Y supe que él lo regaría

López Sinsinati:
De pie, alumbrado sólo por la luna y los resplandores
pálidos de los mecheros de la audiencia, refrescado
por la brisa (a favor), mi alma me dijo lo que debía
hacer: debes mear sobre los rostros sonrientes de
la multitud. Y lo hice, ¿qué iba a hacer si no?

MI chorro salió limpio y dorado sobre el público
asistente y allá abajo todos celebraron el regalo
dorado de los cielos con bailes animosos, lo cual no
era lo más aconsejable, y muchos de ellos cayeron al
agua y fueron devorados por atunes y merluzas salvajes
que, como todo el mundo sabe, nadan por allí.

López::
Nos méo, sí, en la cama. El muy hijoputa…

Sinsinati:
Nos hizo pis encima. Y no creas que se despertó con
nuestros gritos, se dio la vuelta y le largó. Se metó en la
cama y siguió durmiendo.

López Sinsinati:
Vi el dolor de esos cuerpos insatisfechos y agredidos
por merluzas asesinas… sólo puede marcharme. Los
cretinos de mis padres me cuentan una historia estúpida
de sonambulismo… no les crean. Son así de memos, los
pobres y, ya saben… nunca escucharon a los Kinks.

Por eso, quiero que todo el mundo los escuche hoy. A ver qué pasa.

........
Sleepwalker


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Ladys and gentlemen, here they are... The Kinks!
Al fin me atrevo con una de estos enormes desconocidos. The Kinks son para mí, dejando aparte a los Beatles, que están aparte, el mejor grupo de la historia. El genio de Ray Davies es tan grande que mis palabras no bastan para glosarlo. Esta canción, puro rock años 70, daba título al que para mí fue su mejor disco de la década, donde compartía sitio con otras joyas como Life on the road y Juke Box Music. La canción tiene de todo: intro de batería (disculpad la chapuza que he puesto), riffs de guitarra irresistibles, solos rockeros, melodías vibrantes, una parada de esas que te dejan sin respiración, subidas, cambios, un par de párrafos que no se cantan, sino que se dicen, y para rematarlo todo, un final apoteósico. Si medio te gusta, busca el original que es una auténtica maravilla y añádelo a tu musicoteca. Y luego, poco a poco, ve descubriendo a estos grandes, grandísimos, de la música popular inglesa del siglo XX.
Por alguna razón, esta canción me recuerda, siempre, a Willie Aguirre, que amaba (e imagino que seguirá amando) a los Kinks tanto como menda, así que esta burda interpretación está dedicada a este viejo amigo de todo corazón. Willie, allí donde oigas esto, acompáñalo de una cerveza y acuérdate de aquéllos, nuestros días. Va por ti.

jueves, julio 13, 2006

Aquellos días, estos lodos.

Si tienes edad suficiente, seguro que recuerdas la tarde en que asesinaron a Miguel Ángel Blanco. Yo no la olvidaré jamás. Jamás.

Tres días atrás, habían secuestrado a este, para mí, absolutamente desconocido concejal del PP en el ayuntamiento de Ermua. Seguramente, aparte de sus familiares, su círculo de amigos y profesional, poca gente sabía de este muchacho de mirada triste y corazón valiente. De una cosa podemos estar seguros: era un hombre con coraje. En esos años, ser del PP, concejal y vivir en el País Vasco sin esconderse, ya es una tarjeta de presentación que abruma.

Viví el secuestro de Miguel Ángel Blanco como otras acciones de ETA: con rabia, asco e impotencia. Pero también con lejanía. Lo normal. Esta vez, había algo diferente, no obstante. ETA había puesto fecha a la muerte del joven concejal si no se cumplían una serie de condiciones imposibles. El gobierno, con toda España detrás, se negó a ceder al chantaje. Ahora, nueve años después, seguramente, asomará el güito alguien que opine que se podía haber cedido si así se salvava una vida. “Ninguna idea es tan importante como la vida” es el tipo de simpleza, de mamarrachada, que se escucha en casos como este.

Recuerdo que aquel día comí temprano. Poco, lo que en mí es extrañísimo, y me senté frente al televisor. No sé si todas, supongo que no, pero había varias cadenas con programas especiales. No soy capaz de jurarlo, pero no recuerdo que pensara en el morbo en ningún momento. Una especie de ola, de tsunami de incredulidad barría España entera: no puede ser posible. La sospecha terrible se extendía, un terremoto de conciencias con su epicentro en la Plaza del Ayuntamiento de Ermua, sacudía España entera, mucho más unida entonces, por este suceso trágico, que nunca. Parece mentira.

Mi retina mantiene aún la impresión de encuadres de esa plaza, llena de gente buena, sencilla, que buenamente, sencillamente, miraba al cielo con expresión a mitad de camino entre la esperanza y la desesperación. Recuerdo que mi hija me preguntó que qué me pasaba. Incrédulo, miraba el televisor, lloraba en silencio y abrazaba a mi niñita de 7 años que no entendía porqué miraba tan triste ese programa tan raro de la tele.

No pueden matarle. No, no es posible que le maten.

Manifestaciones espontáneas empezaron a surgir en toda España.

No es posible.

Y se acercaba la hora, y se traspasó, incluso, la hora en que vencía el ultimatum.

No pueden haberle matado.

Pero lo hicieron.

Los muy canallas, lo hicieron.

Me recuerdo llorando como un colegial mientras miraba en la tele llorar a toda España. Le habían matado. Finalmente, le asesinaron.

Todos recordamos la ola de solidaridad, pena, rabia y dignidad que sacudió España entera.

Pero España es un país de memoria televisiva: frágil y sólo existe si alguien la patrocina. Por eso hoy la mayoría actúa como si hubiese olvidado, superado esa indignación.

Cuentan que la rata que descerrajó dos tiros en la cabeza inocente e incrédula de Miguel Ángel Blanco, vomitó después. Lástima que no vomitara, también, el corazón, y así nos habríamos ahorrado todo el asco, la rabia, la indignación que hemos vivido en estos días con motivo del juicio que acaba de celebrarse, que les ha condenado a pudrirse en la cárcel.

Ayer volví a ver a ese despreciable despojo humano en la tele. Acompañado de una rata igual de repulsiva: su compañera de armas. La perversión del lenguaje lleva a decir a los periodistas que estos dos sujetos son “compañeros sentimentales”, un eufemismo exagerado, en mi opinión, para dos asesinos incapaces de albergar sentimientos.

El tema es que ese par de repulsivas heces son etarras. Y ahí les tienes, gallitos, envalentonados, creyéndose el centro del universo. Dos excrecencias humanas que no respetan nada; que sólo merecen pudrirse aislados en la cárcel.

Esos dos asesinos son compañeros de otra rata hoy muy valorada: Otegi. Este cretinoide integral, este despreciable sujeto que, entre otras cosas es un secuestrador y colaborador en otros asesinatos, y que está al lado de los asesinos, entre otros, de Miguel Ángel Blanco, va a sentarse a negociar con nuestro gobierno.

Porque al frente de nuestro gobierno hay un cobarde integral, un egocéntrico incurable, un megalómano espasmódico, que quiere pasar a la historia como el pacificador y no es más que un muñeco de los etarras. Un pim-pam-pum capaz de vender a sus hijas (no lo hará, sencillamente, porque nadie las quiere comprar) por una bonita foto en la portada de El País.

El espíritu de Ermua, llamaron a esa ola de “ya está bien” que barrió España. Visto con perspectiva, qué ilusos éramos, ¿verdad? Me recuerda lo ilusos que fueron otros antes, nuestros hermanos mayores, nuestros padres, cuando creían que vivir de otra manera era posible.

Aquellos maravillosos años. Aquellos maravillosos e inútiles sentimientos.


California dreamin'

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Ya sabéis que me fascinan los juegos de voces. Y desde pequeñito, he sentido auténtica devoción por las canciones en las que uno canta y los coros le lanzan respuestas al texto, o lo repiten. Dos ejemplos de este tipo de canción son: You're going to lose that girl (yes, yes, you're going to lose that girl...) de Lo Bitle y esta maravilla, bella e ingenua, de Mamas & the Papas que no he podido resistirme a grabar. Nunca he conseguido que en los grupillos en los que he estado se tocara esta canción, siempre me encontraba la misma respuesta: esta canción sólo quedaría bien si tuviésemos tías que cantaran bien. Puede ser cierto, pero siempre me pareció una excusa idiota. Es cierto que los juegos de voces con tesituras femeninas poderosas son inigualables, pero si las mujeres no quieren cantar conmigo... tendré que cantarle yo solo a las mujeres, esa es mi opinión. Musicalmente, esta vez he prescindido de la guitarra acústica y he grabado 3 eléctricas; dos haciendo de rítmica y una distorsionada para el solo que, en el original, era de flauta. Queda bien un pelín más guitarrera.Bueno, esta canción es la pera, ¿eh? Cántala conmigo, no seas...

martes, julio 11, 2006

Propugnándome como nuevo Seleccionador Nacional de Fútbol

I don't want to Spoil the party

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Esta canción, que es una de mis preferidas de todo el mundo mundial, se debe a otro momento de inspiración de John Lennon que los Beatles grabaron en el magnífico Beatles for sale. Es muy de Lennon eso de "no quiero estropear la fiesta, así que me piro". Esta vez la he grabado, esperando que sirva de precedente, sin nada de máquina. Guitarras electrica y acústica, bajo, pandereta y teclitas que casi no se oyen y es mejor así, os lo juro. La canción tiene una armonía vocal sencillamente maravillosa a la que yo, lo siento, añado una tercera voz en la última estrofa. Bueno, a mover el trasero, que la canción lo pide y yo, ya sabes, no querría estropearte la fiesta.


Cojamos el toro por los cuernos. Hablemos claro de una vez. Un país con la historia de España no puede seguir ni un minuto más con un personaje como Luis Aragonés al frente de la única institución nacional que puede llamarse así sin que los pelmas de siempre protesten. La Selección Nacional Española de Fútbol necesita un seleccionador con elegancia natural, gracejo verbal, movimientos suaves y delicados, fotogenia indiscutida, inteligencia probada y pies bien cincelados, y no a un simio malencarado como el actual entrenador.

Mi candidatura es la de un hombre limpio (de ducha diaria, oiga, y en verano, a veces, dos), de mirada cristalina y aventajada, un hombre con nuevas ideas en preparación física y táctica. Un hombre con visión de lo que debe ser un entrenador, un hombre que no se explota los granitos de los brazos mientras habla con la prensa, un tipo que no agacha la cabeza en el banquillo para rascarse la testuz como un chimpancé, sino que se sienta, orgulloso y elegante y bebe del botijo, haciendo patria hasta en el gesto más nimio.

Decidle a Aragonés que se vaya al guano y abridme a mí los brazos, oh queridos culoplanos de la Federación, y nuevos aires aventarán las infectas habitaciones federativas, haciendo que circule el aire.

En pocas palabras, este es mi proyecto:

- Seleccionaré a los futbolistas en función de su instrucción y su rapidez mental, evitando a los mongoles que normalmente nos aburren en los telediarios. Para venir a mi selección habrá que saber juntar tres palabras y elaborar frases combinando con soltura sujeto, verbo y predicado.

- En cuanto a la imagen, Cañizares queda prohibido, así como los peinados intolerables de Puyol y Míchel Salgado, y en general, se impedirá a el acceso a la selección a todo aquel jugador que dedique más tiempo a su peinado que a entrenar (Fernando Torres o Albelda).

- España jugará un fútbol elegante y cortés, siguiendo la escuela de Zidane: movimientos elegantes mientras la cosa vaya bien y cabezazos en el pecho cuando se ponga pelma el contrario.

- Recuperaré a Raúl para el fútbol, potenciando su lado femenino, (momento que recoge la fotografía) y le haré comprender los beneficios de no parecer un idiota antipático a todas horas.

- Entrenaremos con gimnasia sueca, la de toda la vida, la que me enseñaron en el cole, diez ejercicios básicos y ya está.

- El puesto de portero que, como todo el mundo sabe, es aburridísimo, será rotatorio y a un gol, siempre sin dejarse, que eso está muy feo.

- En los entrenamientos, dado que mi sueldo será tan escandalosamente alto, que no habrá presupuesto para recogepelotas, se aplicará la Ley de la Botella[1], sin posibilidad de aplicar la Ley del Vaso[2].

- Para tirar los penalties, no habrá nadie designado de antemano, y lo hará el que primero diga “mano, penalty, pido”.

- También se pedirá la Federación que modernice algunas normas obsoletas, para acercar el fútbol a lo que es la calle. Que sea abolido el fuera de juego y que se apliquen, a cambio, normas tan razonables como la de de “penalty de gol, es gol”, y “de portería a portería, guarrería”.

- Cada jugador se llevará su camiseta a casa y vendrá al día siguiente lavado y planchado, que el sudor de uno, para uno es tolerable, pero para los demás es asqueroso. Mi sueldo, os recuerdo, impedirá que siga funcionando el servicio de lavandería.

- En cuanto al rancho, se volverá a los buenos tiempos: donde estemos así comeremos, nada de dietista ni mariconaditas de esas: en Valencia, Paella; en Pamplona, chorizo, y en Málaga, Virgen. En ese plan.

Imaginadme, en fin, bello y solvente, con un silbato de color carmín atado a un cordel azul, con chándal de los buenos, desplazándome longitudinalmente por la banda con movimientos suaves y precisos, sonriendo a los niños de la grada, facilitando mi teléfono a las damas y dando una imagen elegante y sobria al mundo entero.

Pero mi proyecto no está, ni mucho menos, cerrado. Se admiten propuestas de todo tipo. Es más, no sólo se admiten, sino que las suplico. Lo que sí os aseguro es que soy un tipo de palabra. Si yo digo que si no cumplo, dimito, dimito. ¿Y por qué habéis de creerme? Por que eso que os cuento que ocurrirá, es exactamente lo que pasó dentro de cuatro años: se celebraba que España, bajo mi dirección sabia, había ganado incontestablemente el mundial de fútbol. En la fiesta posterior en la embajada, se me acercó Santiago Cañizares, con un vestido rosa monísimo, que había asistido al mundial no como futbolista, sino como enviada especial de la Revista de Ana Rosa, y me dijo que me deseaba en ese preciso instante. Que si no la hacía mía en ese momento, se pondría a llorar.

No pude evitar una arcada al imaginarme a Cañizares, con ese vestido rosa, llorando a moco tendido. Como no quería estropear la fiesta, me acerqué a la gramola (1 euro, 1 canción), seleccioné esta bonita canción, me largué de aquel sitio, que apestaba a piriodista deportivo, y dimití, o dimituve. Lo flipas, ¿a que sí?


[1] La Ley de la Botella: el que la tira, va a por ella.

[2] La Ley del Vaso: el que la tira, no hace caso.

viernes, julio 07, 2006

Cómetela morcillona, que te va a gustar.

Por razones editoriales, he retirado esta receta de mi weblog. Pronto,
eso sí, podrás leerla en un soporte más cómodo para ti (y más lucrativo para mí).Gracias.

Mr. Tambourine man


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Esta maravilla de canción no es sólo de Bob Dylan: la versión de los Byrds es lo que debe ser una versión. Coges una canción, la interpretas con tu estilo y pasa a ser tuya, al menos en una parte. Para mí, Mr. Tambourine man es un ejemplo de canción que no está completa hasta que no encuentra su sonido. Dylan la escribe, la interpreta y la graba. Los Byrds la ponen en su sitio, le encuentran el sonido, la gracia y, de alguna manera,
la completan. Como nadie me ha enseñado a estarme quietecito, yo le añado unas cuantas voces más y un poco más de metraje, si se me permite la expresión. Además, me animo a tocar el bajo. El resultado, ya lo ves: suena más natural, pero la calidad de sonido es inferior, sencillamente porque yo no soy una máquina. pero prefiero cometer mis errores a sonreír por lo bien que funciona la maquinita. Bueno, ¿te gusta?