Dr. Mel Ash Uddah
Soy el Dr. Mel Ash Uddah, un psiquiatra al que todo le da
un poco lo mismo. Pero quiero presentarles a una familia incómoda,
antipática y desagradable, por una razón: cuando me relataron su
espeluznante historia, todo cambió en mi vida. Para no revelar su identidad,
llamaremos a cada personaje por su apellido, omitiendo su nombre de pila,
sobre todo porque me encanta el apellido de la señora.
Sinsinati:
Me llamo Sinsinati, soy mujer, enamorada de mi familia y amiga de mis
amigas; mi gente dice que soy antipática, pero no es así, lo que pasa es
que casi todo el mundo es subnormal
López:
Yo soy López, funcionario de Correos, pero no pego ni sello,
jajajajajaaa (es un chiste, para romper un poco el hielo y eso);
yo soy un hombre decidido, con mucha personalidad, calvo y
mi mujer dice que siempre la dejo en ridículo, pero es que ella
no entiende mi umor (ya sé que es con hache, pero es otro
chiste, porque tengo bastante gracia escribiendo también, jaja)
López Sinsinati:
Yo soy hijo de esos dos mongoloides que acaban de hablar
y sí: estoy traumatizado, pero, ¿no lo estarían ustedes con
dos sujetos así como donantes de ADN?
Dr. Mel Ash Uddah
Bien ya les conocen; ahora lean el increíble relato
de lo que sucedió una noche de septiembre de 1993.
Como dice Ararat, inquietante…
Historia de López
y de Sinsinati
Sinsinati:
Habíamos cenado puré de zanahoria con taquitos de choped y
pan rallao; fue una cena bastante penosa, con el memo de
mi marido haciendo chistes insufribles y la seta de mi hijo
rascándose la entrepierna y oliendo a sobaquina. Vimos “Que vivan
los novios” y Mayra estaba simpatiquísima.
Historia de
López Sinsinati
López Sinsinati:
Fue un día más: de nuevo doloroso, de nuevo una tortura,
cenar con mis padres, que no hay quien los soporte.
Mi madre no sabe cocinar y hace versiones cutres de los
platos que ve por ahí. Esa noche hizo una versión
especialmente angustiosa de la crema de calabaza roja con
picatostes y tacos de jamón del Gran Wolffo, un cocinero
que te cagas. Mi padre, que se sentía en vena, hizo una
demostración pavorosa de lo cruel que puede ser la vida,
enlazando un chiste penoso tras otro que tenían como
blanco las gracietas de Mayra Gómez Kemp en un programa
intolerable de TV que mi madre se empeña en ver
todos los jueves.
López:
Ah… recuerdo aquel día, sí… Mi mujer hizo una cena no del
todo repulsiva, una especie de gazpacho con mortadela,
y yo, que vi que mi hijo estaba un poco depre, conseguí
animarle con un par de chistes bien colocaos sobre la
presentadora de un programa divertidísimo de la tele que
creo que le gusta bastante a mi hijo, porque, seamos sinceros:
Mayra, que es como una princesa, para un joven como
él debe tener un revolcón…
López Sinsinati:
Cuando no soporté más, me fui al sobre, pero es que la noche
lo tenía todo para deprimir hasta el mismo Torrebruno: la cena
de mi madre, los chistes de mi padre y Mayra… Además, estaba
leyendo un libro simpatiquísimo, así que lo mejor era olvidarse
de mi infame familia y meterme en el sobre con mi novela.
Sinsinati:
¿Se fue a la cama sin probar el postre, verdad…?
López:
Sí, se fue a la cama. Creo que se sentía mal por algo.
Un problema de chicas o algo, jajaja…
Sinsinati::
Perdona querido, pero eso que has dicho no tiene gracia,
¿por qué te ríes…?
López:
¿no la tiene…? Qué raro…
López Sinsinati:
Iba conduciendo mi motocicleta por los acantilados
de Meh Ammeh, en la frontera entre Escocia y Angola,
buscando el Lugar Elegido; en el asiento de atrás
llevaba a Linda Evangelista que se pegaba a mi espalda
de mala manera, y sus manos, temerosa por lo
escarpado del terreno, no encontraron lugar más firme
al que agarrarse que la poderosa vara carnosa que
crece entre mis piernas, como si fuera un joystick.
Así, agarrada a dos manos, se sentía menos turbada que
yo, que me sentía más. Un poco más (turbado,
quiero decir)
López::
Nosotros nos íbamos también a la cama. Sé, por experiencia, que
cuando me pongo gracioso, mi mujer se pone tierna, y como
esa noche estaba sembrado, sabía que habría fiesta.
Sinsinati:
El asno que tengo por marido se cree un tipo ingenioso. Y la
única manera de que se calle es llevarlo a la cama, donde no es
tan torpe como cabría esperar. Así que me insinué nos fuimos
a la cama. Somos un poco ruidosos, pero nuestro hijo, desde
pequeñito, duerme como un tronco y nunca se despierta.
López Sinsinati:
Linda empezó a ponerse cariñosa. Gemía y gemía
en mi oreja, así que me bajé de la moto. Ella hizo
lo mismo y se acercó al borde de un acantilado
especialmente escarpado
López:
Lo reconozco: para funcionar en la cama no necesito
medicamentos, pero sí lo que podríamos llamar mi viagra
personal: un disco en directo de Nino Bravo.
Cuando todo el público empieza a corear “América”,
es una especie de apoteosis amatoria.
Sinsinati:
¡Uff… sí, el disco de Nino Bravo…!
¿Se podría decir que es una perversión?
López Sinsinati:
Cuando me acerqué al borde, donde estaba Linda, ésta
había desaparecido. En su lugar, al pie del acantilado,
había una multitud congregada en barcazas que encendía
los mecheros y gritaba ¡América, América…! En seguida
comprendí lo que toda esa gente quería. Lo haría por ellos.
Lo haría por mí: lo haría.
Sinsinati:
Siempre he sabido que mi familia era una especie de aborto
sobrevenido y multiplicado, inexplicablemente vivo dado su
nulo rendimiento cerebral, pero jamás pensé que un hijo mío
haría semejante memez…
López:
Le vi allí, de pie, y supe que lo haría, porque justo entonces,
Nino cantaba “como un inmenso jardín, eso es América…”
Y supe que él lo regaría
López Sinsinati:
De pie, alumbrado sólo por la luna y los resplandores
pálidos de los mecheros de la audiencia, refrescado
por la brisa (a favor), mi alma me dijo lo que debía
hacer: debes mear sobre los rostros sonrientes de
la multitud. Y lo hice, ¿qué iba a hacer si no?
MI chorro salió limpio y dorado sobre el público
asistente y allá abajo todos celebraron el regalo
dorado de los cielos con bailes animosos, lo cual no
era lo más aconsejable, y muchos de ellos cayeron al
agua y fueron devorados por atunes y merluzas salvajes
que, como todo el mundo sabe, nadan por allí.
López::
Nos méo, sí, en la cama. El muy hijoputa…
Sinsinati:
Nos hizo pis encima. Y no creas que se despertó con
nuestros gritos, se dio la vuelta y le largó. Se metó en la
cama y siguió durmiendo.
López Sinsinati:
Vi el dolor de esos cuerpos insatisfechos y agredidos
por merluzas asesinas… sólo puede marcharme. Los
cretinos de mis padres me cuentan una historia estúpida
de sonambulismo… no les crean. Son así de memos, los
pobres y, ya saben… nunca escucharon a los Kinks.
Por eso, quiero que todo el mundo los escuche hoy. A ver qué pasa.
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Sleepwalker
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CastpostLadys and gentlemen, here they are... The Kinks!
Al fin me atrevo con una de estos enormes desconocidos. The Kinks son para mí, dejando aparte a los Beatles, que están aparte, el mejor grupo de la historia. El genio de Ray Davies es tan grande que mis palabras no bastan para glosarlo. Esta canción, puro rock años 70, daba título al que para mí fue su mejor disco de la década, donde compartía sitio con otras joyas como Life on the road y Juke Box Music. La canción tiene de todo: intro de batería (disculpad la chapuza que he puesto), riffs de guitarra irresistibles, solos rockeros, melodías vibrantes, una parada de esas que te dejan sin respiración, subidas, cambios, un par de párrafos que no se cantan, sino que se dicen, y para rematarlo todo, un final apoteósico. Si medio te gusta, busca el original que es una auténtica maravilla y añádelo a tu musicoteca. Y luego, poco a poco, ve descubriendo a estos grandes, grandísimos, de la música popular inglesa del siglo XX.
Por alguna razón, esta canción me recuerda, siempre, a Willie Aguirre, que amaba (e imagino que seguirá amando) a los Kinks tanto como menda, así que esta burda interpretación está dedicada a este viejo amigo de todo corazón. Willie, allí donde oigas esto, acompáñalo de una cerveza y acuérdate de aquéllos, nuestros días. Va por ti.