martes, febrero 21, 2006

Quedan de mí estos despojos.


Fui un ángel. Fui el gran hombre que pensabas que llegaría a ser, pero nadie se dio por enterado. Me elevé, muchas veces, por encima del nivel que le está permitido a la humanidad elevarse y, al elevarme, rocé a los seres divinos con las yemas de los dedos, con la punta de mi lengua, casi los envuelvo con el manto de mi alma. Los seres divinos, que lo sepas, son vulgares e idiotas en realidad. Prefiero a la gente. Prefiéreme tú a mí.

Me concentré. Encontré mi sitio. Y me dispuse a pelear. Empecé la pelea con un puñado de palabras bien escogidas, un par de poses estudiadas y una certera intuición para tocar la tecla más adecuada a cada momento. Hice llorar, reír, cantar. Supe dejar el final de cada frase lo suficientemente alto como para ganarme unos puntos suspensivos magníficos, que hoy atesoro como un trofeo. Pero sólo quería llamar tu atención.

Llegué a ese momento sublime en que un hombre se pone frente al espejo y se encuentra mirando a un tipo familiar, aunque no del todo conocido, al que sería capaz de admirar. Soy un buen hombre, un buen esposo, un buen padre y hago bien un trabajo por el que deberían pagarme un buen dinero.

Me gusta escribir y cantar. Me gusta besar los labios de nicotina y miel de mi chica. Me gusta estar viendo la tele y sentir como mis hijos se dejan caer poco a poco, disimulando, como un peso muerto y celestial, encima de mí. Pirateo en el eMule Doctor en Alaska, Twin Peaks, The Beatles Anthologhy, Retorno a Brideshead, Treintaytantos y cientos de pelis musicales (al que no la haya visto, le recomiendo muy vivamente Stop Making Sense de Talking Heads, la cima de las películas-concierto, una obra maestra de Jonathan Demme). En fin, que mola.

Pero, y esto es lo gracioso, me he pegado un hostión tremendo en esta vida. Parece ser que el obstáculo que supone mi edad (41 años) y mi especialización (yo sé escribir), es insalvable. Nadie quiere un tipo de 41 años que sepa escribir. Si supiese hacer otra cosa… pero escribir, ¡a quién se le ocurre!

Tengo orejas. Y ojos. Oigo lo que se dice en la tele. Lo que se dice en la radio. Leo lo que se escribe. Y no soy capaz de entender porqué sobro. No es que yo vaya a arreglar el mundo ni que sea infalible, pero podría hacer que todo eso (la tele, la radio, los periódicos) sonasen mejor, tuviesen mejor pinta. Eso lo sé. Nadie tiene que decírmelo.

Podría escribir diálogos mejores para muchas series de televisión. Redactaría las noticias de la radio sin tanto lugar común mal utilizado. Escribiría artículos mucho más divertidos, aunque fuera sobre OPAS. Pero parece que esas cosas no le interesan a nadie. Es una putada. Lo que yo sé hacer no le importa un bledo a nadie. Casi no me importa ni a mí…

Bueno, escribir este blog ha sido divertido, de verdad, pero me parece que el giro que va a dar mi vida no me va a permitir continuar con él. Tampoco me apetece mucho, esa es la verdad. Y eso se nota. Según he ido desenganchándome de esto (un proceso lento, pero suavemente seguro), según descendía mi entusiasmo, he visto que descendían los lectores y me imagino que así debe ser. Tampoco tengo grandes cosas que decir, ni creo que a vosotros os importen demasiado. Dejaré esto abierto, porque es una forma de que, de vez en cuando, me lleguen noticias vuestras, en forma de comentario que llega a mi e-mail. A algunos de vosotros, muy pocos, si he de ser sincero, os seguiré leyendo, y si veo que mi nuevo trabajo alimenta mi vena creativa, igual os encontráis con una segunda etapa de Peroratas de Wolffo, pero no temáis, es sólo una amenaza en el aire, disparos de fogueo, probablemente.

Quedan de mí estos despojos que me atraen tiernamente. Cosas que he escrito yo, porque yo he querido. Y que han existido nadie sabe porqué. Pero ahí quedan. Espero que no empiecen a oler demasiado pronto. Me gustaría escribir algo bonito para despedirme. Algo que hiciera que tú, que me lees pero nunca te dejas ver, me dejaras un testimonio de tus lecturas. Pero nada se me ocurre. Y además, no sé si esto es una despedida, u otra espantá de palo.

Os recuerdo. Acordaos, de vez en cuando, de mí.

Ha sido un placer.

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Un poco de estadística:

He colgado 53 articulos, desde el día que empecé en blogger, el 13 de septiembre de 2005.

53 artículos en 160 días, una media de un artículo cada 3 días, no está mal.

He recibido, en esta bitácora, 2590 comentarios, de 165 comentariastas distintos hasta ayer. Eso significa una media de 48 comentarios por artículo. De esos casi 2600 comentarios, 469 son míos, lo que supone que soy menos vago de lo que pensaba, porque, por término medio, además de currarme el artículo, me comento casi 9 veces por post. Cada 5 o 6 ccomentarios, respondo, más o menos.

Que yo sepa, han pasado por aquí, dejando constancia:

(nº comentarios) nick

90, LunaNegra

62, Princesa del Guisante,

60, Buch

58, Ararat

55, La Divina Gilda,

53, white

48, Wendeling

47, Cris

45, Fray Barriga

42, UnFósforo

39, Binche y Lostie,

38, sabelilla,

37, Jorge y Niniadulze,

33, Trini

31, jartos y Wolfósfora

30, Malamala

29, Aviador Vividor,

28, Azzura

27, Alfredito y Grial

26, Mons

25, toshiro

23, Andrea y GATOPARDO

22, Manuela en la Trastienda,

21, Dockoff y scape95

20, Tris

19, MaRioSe

18, lola

17, Koalilla,

15, Big y Blenfes

13, Mich

12, ladesordeanada y Yambra

11, Alex, Andaya, Diablilla, Exagerada, inma, javierdebe, Lechuga Carnívora, Reina de las Nieves y Tautina

10, Tronco

9, jopageri, mot, valentina y ZainMaría

8, Pickles y Perlanegra

7, C@rpe Diem, Elvira, Felipe, la bruji, reina y Saä Viccenzo

6, oscura

5, Calamity, mOe,), pijomad y sigrid

4, Brisa, hacernohaciendo, Lara, Rana, synnove y T.

3, Azul, Eragile, Eve, jio, Marmota, solojose, Susy y tenblog

2, Chasky, Dama, el_hombre_que, Gallipato, GUSSANITA, Mardolo, Marea Blanca, MDM, melytta, mirrous, paloma, Sharu, Sol y Wendyqueridaluzdemivida

1, Aldiuca, Alfaro, amanda_amante_amada, Amaranta, angeladini, belver, cabaret, Capitán Cerumen, Capitán Mierda, celia, clo, Choi, christian, D. Itaca, descalzaxlaplaya, Dinobat, Dugongo, Ellylon, erix70, gusgo, ju, la soñóloga perdía, lavecinita, LeeLee, LoMasLejosATuLado, lucelle, mnkantavivir, mónica, muralla, Nepión, PABLO A, pauli, punkseratu, rubbens, ruidoDEtacones, Uada, Ultrasónica, Yak Custó, Zuriñe Vázquez y un montón de anónimos.

A todos, y a los que leyeron sin dejarse ver, claro, gracias.


lunes, febrero 20, 2006

Cantando a Juan, cantando las 80

Debido a problemas técnicos, la semana pasada no pude subir nuevos temas al Castpost, por eso el post de Juan no tenía canción y el de mi concierto de este sábado tenía una canción antigua. Bueno, ahí van las dos canciones que quise haber colgado. Sé que esta -la musical- es la parte que menos interesa de este blog, pero para mí es sencillamente imprescindible.


El abuelo

Esta canción le va como anillo al dedo al padre de mi chica. Cuenta las cuitas de un abuelo rockero que, literalmente, no puede resistir la música de Bach. No es el caso de Juan, que no es rockero, lo suyo son los pasodobles, pero el espíritu es lo que cuenta. No se resigna a desengancharse de la vida. Quiere estar, quiere seguir viviendo. Va por ti, Juan.


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Si ya acotamos aún más el terreno, y de lo que hablamos no es sólo de los 80, sino de la movida mal llamada madrileña, entonces la canción que me viene a la fresa es esta. Ejemplo de aquello que pasaba entonces, cierta movidilla en la calle, en ciertas emisoras de la FM -eso sí- madrileña, que luego amplificó Radio 3, y nula repercusión en los medios, vamos en TVE y los 40 impresentables. A ver si alguien recuerda, o es capaz de investigar, quién interpretaba esta maravillosa canción. Era un grupo de una ciudad del Mediterráneo que no es Barcelona, y que pasaron con más pena que gloria por la música, en lo que a reconocimiento se refiere. Adoro este tipo de canciones: melodías pop poderosas, marchuqui guitarrero y voces, voces, voces. Venga, venga: ¿Quién cantaba esto?

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One day

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Cuando pienso en los años ochenta, me viene, casi siempre, esta canción a la cabeza. Sin ser un seguidor del grupo, sentía mucha simpatía por The Church, y esta canción me explotó en la cabeza el primer día que la escuché. Los 80 tenían esa vena siniestra que ahora muy poca gente recuerda, pero que estaba ahí, sin duda. Digamos que es el verdadero significado del término "romántico": barroco, siniestro, soñador, cruelmente realista. No sé porqué, se ha acabado imponiendo en España la tontería de que romántico es sinónimo de galante o sentimentaloide, o cursi. Es como si nos quedásemos sólo con algunas rimas de Bécquer e ignorásemos, por ejemplo, las leyendas. Una frase del estribillo de la canción describe el espíritu romántico a la perfección: "Algún día nos sacudiremos las sombras de la noche eterna". De esta canción adoro el riff de guitarra que subraya todo el tema, una deliciosa variación del acorde de Re, que se repite desde el principio al final de la canción. La canción, en su versión original, apenas tiene voces, pero el beach boy que late en mí me ha hecho grabar, en algún momento, 6 voces al unísono. El solo de guitarra es bestial, y la canción, a pesar de ese manto siniestro que la envuelve, es una auténtica gozada para tocar en grupo.

miércoles, febrero 15, 2006

Sábado

Un sábado.

El sábado viene, aparece glorioso y es un día de sonrisas y dichos: Sábado, sabadolvo, camisa nueva y un Volvo. Un buen Volvo, digo, en el túnel de lavado de la gasolinera. Hay que ver la de gente que lava el volvo los sábados. Un montón de gente en la calle y lo que más llama la atención es la cantidad de hombres con baguettes y periódicos bajo el brazo que pasean por la calle.

Más de cien sábados los que he dedicado a planchar la montaña de ropa que me hacía sombra en el ventanal de la cocina; más de doscientos los que me he hecho un brioso carreflús, o un princa o un alcampus y he vuelto a casa cargado de víveres y de memeces perfectamente inútiles: mira qué rallador de apios, alucina con este bonito cortapizzas circular, esta lámpara con radio incorporada es divina… Muchos sábados, simplemente, limpieza general. O comida en casa de Fulanito o Menganito. O, rara vez, en la de Zutanito. El sábado es día de siesta, de peli de antena 3 basada en hechos reales que uno no se cree ni de coña, no porque no pasen las cosas terribles, sino porque la vida no puede ser tan cursi. Cuando era joven, muy joven, los sábados eran mañanas de partido de fútbol, y las tardes de esos sábados, llenas de patéticos intentos de ligar.

Muchos sábados, también, viene gente a casa y esos son los más agotadores: ni siesta ni gaitas. Son divertidos, eso sí, pero no son tan relajados como los gloriosos sábados de ráscate el ombligo y patatas en el sofá.

Ay, sábado lento, con toda su tarde por delante sin nada que hacer, sin que aún se vislumbre el lunes en el horizonte, sin planes a la vista… Uno los disfruta hasta que, a las 8, empiezas a ponerte nervioso. ¿Era hoy? ¿Era hoy?

Y bajas corriendo al ordenador. Abres el iméil y buscas un mensaje del gran Wolffo. Ahí está. Era hoy… hacia las 11:30 o 12 de la noche. Miras el reloj: me da tiempo, me da tiempo, pero, por favor, no aparezcas con chándal. Un poquito de liturgia rocanrol, por favor.

El sábado 25, de nuevo, al filo de la media noche, como aquel peripatético Carrascal, Wolffo , el Ciclón de Valdemorillo vuelve a soplar en el bar Plaza Mayor (c/Cristo, 30, Villanueva de la Cañada), y allí os espero a todos los que queráis acercaros a pasar un buen rato con buena música. El Plaza Mayor es un sitio genuino, donde podéis cenar antes del rocanrol y podéis tomaros una copa o diez durante y después del singular acontecimiento.

Si quieres, escucha esto otra vez:

El ritmo del sol


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Bueno, a ver si soy capaz de explicarlo. Es una maqueta casera de un tema mío, no le busques más explicación. Es así de malo. Se trata de una dosis de rhythm and blues en estado puro que explica muchas de las cosas que sentí cuando decidí dejar Madrid y venirme a vivir al campo. Si la volviera a grabar hoy, seguramente le añadiría una armónica y le pediría a mi maestro Arturo que tocase como sólo el sabe la slide guitar. La grabación, por cierto es infame, pero es todo lo que fui capaz de hacer en casa con el ordenador y mis limitaciones como instrumentista. A ver si os gusta.

lunes, febrero 13, 2006

Hablando de la vida, hablando de Juan.

No soy de los que echa la culpa a la sociedad de nada: creo que todos, o mejor que todos, cada uno, individualmente, somos responsables en la parte que nos toca de cómo están las cosas. Cada vez que oigo lloriquear a alguien maldiciendo y echándole la culpa de todo a esta sociedad, los gobiernos, los políticos, el capitalismo o las multinacionales, pienso: otro vago, otro quejica profesional, otro que se esconde, otro que ladra, otro, en definitiva, con el que no podemos contar.

Mucha palabra y poca acción. A parte de otras cosas, yo creo que la crisis más grande a la que se enfrenta occidente, su propio modo de vida, tiene su raíz en los niveles y núcleos más elementales de la sociedad. Hemos abrazado la modernidad en aviones supersónicos y la velocidad ha sustituido al tiempo y es la nueva religión. Velocidad para desplazarse, velocidad de conexión, velocidad para cocinar, para comer, para amar, para vivir. Y las cosas, claro, necesitan su tiempo.

La expresión más cruel de estos tiempos es, a mi entender, el trato que se le da a los mayores. Cuando llamar viejo a alguien es un insulto, es que hemos perdido la cabeza. Haciendo valer lo que he escrito en el primer párrafo, hace años que me he puesto en acción, iniciando pequeñas revoluciones personales, sin soltar monsergas a nadie, pero actuando de un modo consecuente con lo que predico. Así, los que me conozcan, saben que odio la expresión es muy joven por dentro,o me siento aún joven, tratando de decir de alguien, que aunque ya es viejo o mayor, conserva la cabeza en su sitio, la curiosidad y las ganas de hacer cosas. Creo que la juventud, lejos de ser un tesoro es un estado de idiocia que se cura con el tiempo, y el gran objetivo de mi vida es llegar a ser un viejo, un gran viejo, un abuelo cebolleta, orgulloso de serlo. El verdadero tesoro de una sociedad sana son sus viejos, sabios y ancianos maestros, los que atesoran los mayores conocimientos.

Y todo este rollo viene a cuento de que quería hablaros de Juan, una persona de la que dirían en un telediario, haciéndose los ingeniosos: “un joven de 78 años que bla, bla, bla…”. Juan, a sus 78 años, está mucho más cerca de ser un gran viejo que un ridículo jovencito. Juan dice de él mismo que es un viejo, y a mí me aplaude el alma cada vez que so lo oigo decir. Porque nunca lo dice en tono lastimero o para concitar el amor o la atención de sus hijos, sino que lo dice con orgullo. Sabe mucho más de la vida que cualquiera de nosotros por la sencilla razón de que lleva mucho más en esto que nosotros.

Juan está libre de artificio. Sigue sosteniendo con orgullo que él es perito, no ingeniero técnico, y no hay nada que le haga más feliz que ver cómo un nieto de andares aún torpes es capaz de dar peligrosos pasitos para correr a abrazarle gritando: ¡Güelooo…!

De Juan puedes decir muchas cosas, excepto que está jubilado: su taller, su jardín, sus chapucillas, su ordenador, le mantienen ocupado unas 35 o 36 horas al día. Y eso sin contar a su prole, que le dibuja una sonrisa bonachona cada vez que se reúne en torno a él.

Juan es de esas personas que sabe arreglar una tele. A mí me asombra, os lo juro, sabe abrirla, mira y dice, ahí, y señala algo que tú ves tan perfectamente bien como el resto, pero él sabe que es eso lo que está estropeado. No he visto persona que sepa tanto de electricidad, de verdad. Juan entiende todos los aparatos de la casa.

Tendrías que verle trabajar la madera: realiza verdaderas esculturas o trabajos de precisión (tengo que pedirle un tablero de baloncesto para Borja, a ver si me acuerdo) y es un auténtico artista de la reproducción. No hay forma que se le resista y trabaja la madera con una precisión y una elegancia asombrosas. Entre otras cosas, claro está, porque lleva mucho tiempo haciéndolo. Es la ventaja de ser viejo.

Juan se ha metido en esto de internet hace poco, sin complejos, y sé que a veces me lee y me escucha, y hay veces, cuando me pongo excesivamente carnal, que le gustaría darme un pescozón, pero calla con discreción, igual que todo el mundo. La gran sabiduría de Juan está en su curiosidad: no le dio ninguna pereza comprar un ordenador y pedirle a sus hijos, los magníficos Quique y Richard, que le enseñaran a moverse con el teclado y el ratón. Sencillamente, vio que todos hablábamos mucho de internet, que bajábamos películas y canciones, que encontrábamos de todo y dijo ¿por qué yo no? Y ahí le tenéis, tecleando, buscando información y bajando pasodobles a toda pastilla.

Juan (y Celia, que eso es obra de los dos) tiene el jardín más bonito de la sierra de Madrid, lleno de plantas y de fuentes de inspiración alhambresca. El jardín de mis suegros es uno de los sitios más genuinamente alegres que he visto en mi vida.

Pero lo que más agradezco yo a Juan (y, por extensión, a toda la familia de mi mujer) es el modo en que nos acogieron a mí y a mis hijos cuando irrumpimos en sus vidas. Un día llegó Susana y dijo: a partir de ahora soy yo y estos tres, y desde el primer día, desde el primer minuto, nos quitaron el frío y la incomodidad que suele presidir estas situaciones, con un manto cálido de amor incondicional. Sin preguntas. Si tú eres el hombre al que quiere a mi hija, parece decirme, a veces, no hay ni un pero que yo te vaya a poner.

Y es que hay una cosa de la que puedes estar seguro, Juan. Nadie, ni en este mundo ni en ningún otro, puede querer a tu hija Susana como la quiero yo. Gracias, a ti y a Celia, por traerla y por cuidarla hasta hacérmela llegar.

Imposible pensar en un regalo más generoso.

jueves, febrero 09, 2006

Pareja de doses

Soy el hombre que anhelas,
sin duda, sin duda, sin ninguna duda,
piernas resistentes, mente ágil,
ojos claros y cansados
y de voz sexualmente, subrepticiamente arenosa
.

Así te hablé el día que nos conocimos y tú, cretina indomable, naturalmente, huiste. No quisite desnudarte y que así, desnudos los dos, jugáramos al monopoly, linda idiota, porque decías que el monopoly era unjuego capitalista. ¿Y qué más da el monopoly? ¿Crees que a mí me importaba el monopoly? Yo quería, lo admito, verte el ombligo. Porque de una mujer, a mí lo que de verdad me gusta es la piel que rodea el ombligo (para ser más exactos, desde las cejas hasta los tobillos, lo que es el arededor del ombligo, vamos)

¿Qué raro, verdad? Tú habías triunfado, eras una estrella del cine, había millones de personas que te idolatraban y yo, el botones del hotel de Valladolid en el que te alojabas cuando aquel festival de cine, no significaba nada para ti.

Te ponían una alfombra roja, te miraban cientos de objetivos, te iluminaban los focos y los flashes, y yo, sexualmente, subrepticiamente, me metía en tu habitación y revolvía tu ropa interior y te dejé mis calcetines entre las sábanas para que durmieras con aroma a mí, no sé si te diste cuenta (no trabajo en el turno de noche), pero me da igual, diva imbécil, porque no supiste ver amor en mis avances, sólo viste amenazada tu torre de marfil.

Me escondí desnudo en la ducha de tu suite, usé tu epileidi para depilarme el cuerpo entero (qué dolor, madre mía, ¿de verdad lo usas en las ingles?) me tapé la cara con tus bragas negras y pinté mi descomunal miembro con tu pintalabios rojo putón, como metáfora de nuestro amor sexualmente, subrepticiamente, puro. Tú no supiste ver amor. Sólo viste sexo. Entiendo que ante la visión de un físico como el mío, envidiado, deseado, sólo pensaras en el sexo, pero mi mensaje no era sexual, sino límbico. Te estaba ofreciendo un limbo, aborto de artista, un purgatorio de los sentidos un afueraparte de todo, y tú te centraste en el grosor mi lanza carnosa, sólo viste una taladradora y empezaste a gritar.

Jamás me habían dado semejante colección de hostias. Un catálogo de puñetazos, patadas, insultos burdos (guarro, hijosputa, perbertido –lo decían con be, te lo puedo jurar)… Guiñapo es la palabra adecuada para definir mi estado.

Pasé un par de días en el calabozo y un juez al que le caías especialmente mal me soltó sin demasiados aspavientos. Por ti, mujer fatal, perdí mi trabajo, arruiné mi carrera como botones (en cinco años podía haber sido jefe de planta) y puse rumbo a Hollywood.

Te busqué por esa ciudad de autopistas, me hice negro y pandillero, porque los hispanos estaban todo el día escuchando reggaeton, y me resultaba más fácil el contoneo chuloputas y el hablar gesticulando con el pulgar, el índice y el corazón propios des hip-hop quie escuchábamos los negros, y mis conmilitones estaban tan colgados, que no llegaron a darse cuenta de que, lo que en realidad me gusta, es la música de los beatles. Fui negro por ti, es lo que qería decir, pero me ha salido un párrafo en vez de una frase.

Me hice guionista de pelis de negros, pero me echaron; mi agente me dijo: búscate un nicho, y yo le dije, no jodas, prefiero donar mi cuerpo a la ciencia, y me dijo, no, gilipollas, un nicho de mercado, una especialidá, algo más concreto que pelis de negros, así que me hice guionista de pelis de políticos italoamericanos bienintencionados que se ven desbordados por la maldá del sistema y se corrompen, pero ese nicho resulta que se pasó de moda justo una semana después de que yo entrara, así que cogí los 35 guiones que había escrito en esos tres meses, y se los metí por el… bueno, por ahí a mi agente. Me hice entonces hombre corriente, con la esperanza de encontrarte en la cola del banco o algo así, pero fue inútil, un vendedor de perritos calientes me dijo que tu banco era un banco onláin, así que no te encontraría en la cola de ibercaja.

-.-

Hoy, trabajo en la churrería y vivo en Valdemorillo, y hace un mes que te encontré despachando pescao en el súper. Estabas gorda, pelín grasienta y simpatiquísima con las señoras del pueblo, y un poco menos con las de las urbanizaciones. Esperé a que salieras. Me viste, pero vestido, no te acordabas de mí.

Hoy, hueles a trainera de arenques; tu pelo es un desastre, eres el antídoto contra la lujuria andante. Pero eres puro amor… Y hoy quieres tener una historia conmigo, porque no sabes que ya tenemos una desastrosa historia en común.

Y yo no sé si decirte que ya fuimos, para que se te quiten las ganas de que volvamos a ser. Porque parece ilusionarte que te espere a la puerta del súper con un cucurucho de patatas recién fritas en la churrería.

Yo huelo a fritanga, tú a pez.

Grasienta y apestosa pareja.

Pero pareja, al fin.

She is love

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Me gustan mucho Oasis. Y pienses lo que pienses de su cantante, te caiga lo gordo que te caiga, es de esas personas que sabe hacer música. No es que tenga una gran voz, pero tiene un swing especial para cantar. Y cuando se ha soltado a componer, no lo hace nada mal. Esta canción, que es una auténtica belleza, es prueba de ello. De esta canción me gusta que no tenga ni batería ni bajo, la parte rítmica se resuelve con dedos chasqueantes, pandereta, plamas y una guitarra acústica tocada con la muñeca bien sueltecita. Añades un organito redondo y un poco de guitarra distorsionada, una, dos y tres voces y ya lo tienes. Una preciosa y alegre canción que es una celebración del amor. Ella es amor, ¿no es fantástico?

lunes, febrero 06, 2006

La Garganta de Isadora. Una historia que pasó dentro de 10 años.

Datos pa situarse, pacerse una idea
Cerca de Los Molinos, en la sierra de Madrid, hay algunos lugares peculiares que nadie conoce. Bueno, casi nadie, porque yo sí. Y mis amigos, claro. En los años 80 hubo cierta tensión en los pueblos de la zona, se abrió un agrio debate de profundidad, sobre si debía explotarse turísticamente semejante joya (con el éxito garantizado), o que permaneciera tan oculta que ni siquiera hablen de ella en los libros de texto, ni venga señalada en cartografía alguna. En efecto, ningún mapa habla de ella, y sólo está señalizada en el mapa sentimental del alma serrana (en cursi, esto es dificilísimo de superar, ¿o no?)

Es la Garganta de Isadora. Un lugar mágico. Creado, al cincuenta por ciento, por la acción incansable y cíclica de la famosa Falla de Whittman (falla que va de Reus a Murcia pero que, inexplicablemente, pasa por Madrid), que no se cansa de empujar la tierra, y por la erosión de los Rápidos de Bananarama, que son una especie de castor típica de la sierra madrileña, como con cresta y con dientes subyacentes que usan para morder super rápido y de forma muy musical. Por el fondo de la Garganta de Isadora transcurre, brioso y pendenciero, el Río Lefa, blancuzco, de aluvión y espesas y espumosas aguas; es el río más caudaloso de Europa pero nadie lo sabe, porque se trata de un río tímido y muy celoso de su privacidad. La Garganta tiene mucha fauna autóctona y endémica, sin dejar por ello de ser de excéntrica y terriblemente ósea. Además de los Rápidos de Bananaramna están los Pus-Slurpers, unos simpáticos osos obesos que se vuelven locos cuando ven un grano de pus, también conocidos como espinilla de cabezal basculante. Así que si no eres un imberbe adolescente con granos purulentos, no tienes nada que temer.

Antecedentes históricos, como si dijéramos
Mich, Bonus, Buch y Wolffo son el cuarteto de jovenzuelos que va a adentrarse en la Garganta en la primavera del año 81, en busca de emociones fuertes.

Van bien pertrechados para una excursión de tres días de duración, con dos noches de saludable vivac y muchas historias que contar.

Una vez en el pueblo, se dan un garbeíllo para pasear el palmito y medio ligan con un par de bellezas locales, a las que invitan con gracia y cortesía madrileñas a unas mirindas. No dura mucho el tema, porque aparecen unos fornidos muchachos del pueblo, llamados genéricamente, Los Bernárdez, por ser éste un apellido local de rancio abolengo, que amenazan a nuestros héroes con freirlos a hostias; amanaza que éstos se toman en serio y dejan en el acto de cortejar a Celeste y Maria José, que así se llaman. Bonus, que es de natural conciliador, les dice a los Bernárdez que se pidan algo (craso error) y estos rudos muchachos se sientan con nuestros amigos y les explican, después de acabar con los botellines del bar y con gran parte del presupuesto de los pequeños burgueses madrileños, cuál es la mejor forma de abordar la peliaguda excursión. Mich y Buch sospechan que las indicaciones son falsas y malintencionadas. Bonus se niega a pensar de sí mismo que le han engañado, y Wolffo no piensa nada, porque olvidó cerrar el bote de leche condensada que se echó al bolsillo y tiene la mano y el bolsillo de su abrigo nuevo pringados de melaza. Deciden, no obstante, tener otra reunión en la cantina de la estación y preguntar allí a algún lugareño con cara de buena persona. Ven varios lugareños, pero casi todos son hoscos y buenas personas, lo que se dice buenas personas, no parece haber en ese pueblo. Se piden un vino del lugar. Se han pasado días y días de rebuscados preparativos, ambiciosos planes, suculentos menús y todo eso, pero a la hora de partir, de iniciar la excursión, han pillado tal merluza de vino que se quedan dormidos en los bancos del andén 1, arrullados por el ir y venir ocasional de los trenes. Cuando levantan, despertados por el furioso sol de la sierra, que es un sol con muy mala leche, tienen tal resaca que sólo tienen fuerzas para inventar una excursión medio verosímil que contar a sus respectivos padres.

38 años después
Mira cómo viene ese gracioso grupo: cuatro cincuentones vestidos en la planta de tiempo libre de El Corte Inglés, verde caza, pololos, sombrerito y todo, avanzan alegremente por el andén 1 de la Estación de Los Molinos. Son las 7 de la mañana y se disponen a cazar (sólo disparan fotos, pero una buena foto, en la sociedad de 2016, es mejor que una cabeza sobre la chimenea) un pus-slurper. Mich sigue siendo alto y bien parecido, pero parecen pesarle un tanto los hombros, lo que torna sus andares un tanto deshilachados. Buch ha ganado mucho en respetabilidad, y continúa teniendo una mata de pelo negro que es la envidia de todos, pero su caminar se ha hecho un poco demasiado zambo y eso le da un gracioso aspecto bamboleante al andar. Bonus sigue frecuentando el gimnasio y sigue siendo el tipo más difícil de tumbar que hay sobre la tierra. Sus andares son del tipo muelle en los talones, como los de un negro de Harlem. Por último, Wolffo ha adquirido, ya sin ambages, la tipología de un botijo, y al verle caminar todos tienen la sensación de que sería mejor, y menos penoso, que se dejase ir rodando.

Esta vez no hay alcohol. No hay intento de confraternización con las mozas del pueblo. Hay una terca determinación en la fila india que han compuesto, siguiendo el camino del sol naciente. Esta vez no hay bromas. No hay concurso de eructos. Hay camino por delante y una idea fija en los rostros nobles y bellos, que miran de frente al sol, de los cuatro excursionistas: ¿qué cojones hacemos aquí?

En efecto, a la media hora de caminata (la teoría dice que deben caminar unas diez horas) están hasta los mismos cojoncillos, por decir algo culto. Al llegar a un claro que ni a propósito para una paradinha, Buch abre el fuego.

- Tengo unas cervezas…- todos le miran con cara extraña: la cerveza no formaba parte del plan. Iban a ser buenos - Cuando dije que iba a mear –explica Buch- bueno, pillé un par de litronas, bueno, digamos que seis, vamos si no os parece mal…

A nadie le parece mal. A Wolffo le duelen los pies, a Bonus, la cabeza, Mich encuentra que andar es aburridísimo y Buch pasa de dar excusas. Wolffo saca un par de porrillos de marihuana que le ha preparado su sobrina, Bonus saca una especie de pastillas vigorizantes y Mich dos botellas de jerez y el alegre grupo se cepilla todo el conjunto en una mañana tan etílica como soleada.

Se pasan el día contando batallitas, recordando los tiempos en que eran fabulosos y pillándose la misma merluza de 38 años atrás. Se quedan dormidos, absolutamente borrachos en mitad del campo, y son despertados por los gritos de alarma de Buch, quien ha sido despertado por un lametón en los morros propinado por una bonita vaca parda y blanca con cencerro oxidado. El día siguiente es dramático. El cebollón no se cura con tanta facilidad en sus cuerpos ajados y… (la historia se repite)

Esto sucederá dentro de 10 años. Luego no me vengáis con que si no lo avisé.

Esta es la verdad.

La verdad

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Una versión de un tema en español, hombre. Este es de La Frontera y es la típica canción que me encanta. Pop poderoso, con una batería bien sincopada (aunque el redoble del principio me ha salido como el culo) un bajo marcapasos, y dos guitarras dando color al asunto, a las que sesuma una tercera, ruidosa, para el solo. Es una gozada para tocarlo y aquí lo dejo para que me lapides por atreverme.

domingo, febrero 05, 2006

Juguete roto

Estuvo 4 años soñando con él. Era el juguete que más quería. A él le daba igual todo lo demás. Sólo pensaba en tenerlo. Todos los demás iban y venían felices con sus juguetes, pero Hispanicus Inpieces sólo pensaba en su muñeco. Un muñeco lindo y precioso, un héroe perfecto para el siglo XXI.

Hispanicus In'pieces era uno de los mayores zoquetes que hayan existido, aunque quizás no fuera culpa exclusivamente de él. Seguramente no. Hispanicus era un hijo de la LOGSE. Perfectamente ignorante y perfectamente feliz. Vivía idiotizado por los titulares, los resúmenes de prensa y era de esas personas que creía tener una opinión personal sobre las cosas en general.

Sé lo que estás pensando: Hispanicus parece bastante mayor para esperar un juguete, para obsesionarse con él. Y tienes razón. Hispanicus parece mayor, pero es una ilusión óptica. Un ejemplo: mira a Ana Obregón. ¿Dirías que se comporta como una mujer que ronda la cincuentena? Pues Hispanicus igual.

Él pensaba sólo en su muñeco. Otros juguetes hacían cosas terribles, pero este… era un juguete perfecto, porque valía lo mismo para niños y niñas, para mayores y pequeños; defendía a algunos débiles, o al menos eso decía en el prospecto, luchaba por la paz infinita, era un feminista radical… o sea, completamente distinto a, por ejemplo, el Capitán América.

Al fin llegó el día. Después de cuatro años, cuatro largos años, duros años, pidiendo su muñequito, un día, de repente, aparece su muñeco sonriente, alto, con cara de bobo, no sabe qué hacer con las manos, todo eso es verdad, pero… ahí lo tenéis. Es un súper muñeco.

Hispanicus es feliz. Tiene a su muñeco y, si puede jugar a todo lo que las instrucciones del muñeco, se lo va a pasar de cine. Hispanicus se pone a jugar en seguida.

El primer juego es el de la paz infinita y universal. Hispanicus juega a la paz y, bueno, no está muy seguro, pero él diría que han ganado. Han dejado un campo de batalla, sólo uno, en los otros siguen, pero bueno… La paz no es infinita, ni mucho menos universal, pero bueno, algo de paz es mejor que nada, ¿no? Es mejor, ¿no? ¿No…?

El segundo juego es el de la buena educación. Según pone en las instrucciones, se trata de que hay unos malos que han hecho la LOCE (Ley Orgánica de Calidad en la Enseñanza) y eso no está bien. Parece ser que se pretende que los chicos estudien y hagan cosas como memorizar, y esforzarse, en vez de jugar, cantar y debatir. Así que juega y es facilísimo ganar. Se trata de quitarle la “C” ala LOCE. Y lo hace. Total, ¿a quién le importa la calidad en la educación? Lo que importa es que para aprender, uno se divierta, ¿no? ¿No…?

Luego viene el juego del agua. Este juego es guay, porque es muy fácil. En las instrucciones dice: cierra el grifo y verás cómo un tercio del tablero se queda sin agua. Luego les dices que sí, que les vas a hacer desaladoras. Y te descojonas. Porque lo que hay que hacer es ecologistas y dejar que el agua del río llegue toda hasta el mar. Si alguien la necesita, que la pille del mar y le quite la sal, ¿no? ¿No…?

Hispanicus se da cuenta de que hay una parte del tablero que sonríe abiertamente y que el resto empieza a mirar a esa parte con desconfianza, pero eso no parece importar demasiado, y sigue jugando. Hay juegos fantásticos, así que, ¿qué mas da que el tablero parezca romperse?

Uno de los mejores juegos es Si te apuntan con una pistola, bájate los pantalones. Este juego va mucho con el muñeco, porque no habría nada tan horrendo como plantarle cara a los malos. En este tablero nuevo sólo se persigue a los fumadores, los gordos y los fachas. Con los malos se negocia, si es que la gente es boba. Para que no haya malos, no se trata de perseguirlos, porque entonces vendrán otros malos. Lo que hay que hacer es ser listos: decir que lo que hacen los malos no son cosas malas. Y ya está. Si los malos tiran pedos, decimos que tirar pedos no es delito. Si no hay delito, no hay delincuente, ¿no? ¿No…?

Hay otros juegos que sirven para que todo el mundo en el tablero esté orgulloso de ser tan moderno.

Uno de los más celebrados el de la Violencia de género idiota. Los chicos no pueden pegar a las chicas. Eso está bien. Las chicas sí pueden pegar a las chicas. Y a los chicos. Pero bueno, eso ocurre mucho menos que lo otro, así que no importa, ¿no? ¿No…?

Está el de Matrimonios Gays. Mola. No importa que se queden fuera de la ley las parejas de homosexuales y heterosexuales que no quieran casarse, y que se dé más derechos a los que se casan que a los que optan, libremente, por no hacerlo. ¿Que hubiera sido más justa una ley de uniones de hecho, sin especificaciones de tendencia sexual? Por supuesto, pero ¿qué más da que una ley sea justa o no? Porque lo que hay que hacer es casarse, te guste o no, porque es lo que quiere hacer un amigo gay del muñeco. Y eso es lo moderno, ¿no? ¿No…?

Pero el mejor es Derrotemos a Franco. Es muy divertido, se trata de ganar la guerra civil española. ¿Pero no acabó en 1939? Bueno sí, pero eso son tecnicismos, ¿vamos a privarnos de un poco de diversión por un tecnicismo? En este juego se juega contra estatuas, papeles, se mete el dedo en la herida y se hurga… Hispanicus se da cuenta de que empieza a no hacerle gracia el jueguecito. No es nada emocionante, además.

Luego está el juego de Vendamos un poco de humo. Este le molesta un poco a Hispanicus, porque el tío resulta que fuma. Y además su padre tiene que hacer una obra en su bar porque mide 110 m2 Bueno, esto de que le toquen los nardos con lo del fumeque y la cartera, empieza a jorobar a Hispanicus.

Esto es una mierda. El muñeco se ha roto y ya no es nada divertido. Menuda caca los juguetes de hoy, no duran ni dos años. El tablero está también a punto de romperse. Mira que lo compraste con toda ilusión del mundo, Hispanicus, y ahora…

Te lo he dicho mil veces. No te fíes de los anuncios, te lo dice un creativo. Y lo malo es que los juguetes de hoy ya no se arreglan. Hay que comprar otro. Y eso es chungo. ¿Qué comprar? Porque lo que Hispanicus no va a hecer, ni de coña, es cambiar de marca. Sólo faltaría. Él sólo compra juguetes de esa marca. A él lo que le gusta es el logo del puño y la rosa.

Y a mí, en otro tiempo, también.

Sexy Sadie

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No sé ni cómo me atrevo a versionear esta maravilla. Vamos, ni siquiera es una versión. Es una reproducción del original. Qué decir de la persona más cercana a un dios que conozco: John Lennon. En esta canción, al parecer, dedicada al Maharishi, desenmascara el chiringuito de los gurús, y despierta de la ensoñación espiritualoide en que habían caido muchos músicos en la segunda mitad de los 60, acusando al Maharishi de
dilapidar un precioso capital: la confianza de sus acólitos. Sólo el rockero que escribió "Revolution" desenmascarando a otra pandilla de pelmazos, podía escribir algo tan asombrosamente bueno. Sencillamente, amo esta canción, y le va como anillo al dedo a este post que, me temo, va a reducir mi número de lectores habituales. En fin, de vez en cuando hay que quitarse la careta, ¿no?

¿No...?




viernes, febrero 03, 2006

Big Brother

Que venga Big y me corrija. Si no, dejadme exponer una teoría.

Me fastidia que una cosa mal hecha haga fortuna y se admita como buena; a veces, no obstante, un error hace fortuna porque es mucho más rico que lo literal.

Un ejemplo es “Gran Hermano”. Para mí, es una mala traducción de “Hermano Mayor” pero, sin duda, es más bonito. Pero piénsalo: el hermano mayor es el que te vigila, el que te cuida, y la novela de Orwell hace referencia a eso. Gran hermano es una traducción paleta de big brother, pero ha hecho fortuna. Y después, encima, el programita.

Mi post de hoy no tiene nada que ver con los realities, ni con la tele basura ni nada.

Tiene que ver con mi big brother de verdad, es un pequeño homenaje a mi hermano mayor: Jose.

Lo correcto es José, con acento en la e, pero siempre ha sido Jose, sin tilde en la e, porque acentuamos, prosódicamente, la o. El resto del mundo le conoce como Federico, su segundo nombre, y algunos muy, muy íntimos, como Josefede, pero eso es marginal.

George Harrison contaba una vez, a los cincuenta años, que conoció a Paul McCartney teniendo él 14 años y Paul 16. George decía que entonces Paul se portaba con él como un chico que tiene dos años más, pero que lo malo era que a los 50, Paul seguía teniendo dos años más que él. Mi hermano Jose siempre ha sido mi hermano mayor. Y ahora, cuando los dos somos mayores, él sigue siendo mi hermano mayor, y me sigue protegiendo. Cuando lo he pasado mal, en épocas muy chungas para mí, siempre ha estado ahí. Ya sé que es mi hermano, pero… bueno, eso que es mi hermano. Y me ha demostrado siempre, con hechos, que lo va a seguir siendo.

Es viernes y no quiero extenderme demasiado. Sólo quiero escribir aquí que mi hermano es una persona de esas a las que admiro rendidamente, por su sentido del humor, por su brillantez deslumbrante, por su capacidad de pelea y por su curiosidad inagotable. Aún hoy, en la raya de los 50, sigue al loro de lo último en música, en literatura, en cine… es un auténtico crack.

Jose ha pasado por una de las experiencias más devastadoras que puede pasar una familia y ha salido no airoso, sino reforzado de la experiencia. Ha sacado adelante a Laura, Quico y Fátima con una valentía y un coraje asombrosos. Y teníais que verlos ahora (bueno, a Quico, los lectores más veteranos de esta bitácora ya le han escuchado).

Yo le quiero de mala manera, en toda la extensión de esta desafortunada expresión: le quiero de una forma descontrolada, no limitable, y no le demuestro lo que le quiero tantas veces como debería.

He grabado esta canción pensando en él; es la primera canción que me enseñó a tocar con la guitarra y siempre le gustó. Tiene unas cuantas versiones de ella. Hoy le regalo esta mía, y espero que le guste. Tanto como, creo recordar, que le gustaba a Maribel. Y como espero que le guste a Carmen.

The last thing on my mind


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Esta absoluta maravilla que han grabado desde punkosos rabiosos hasta los excelentísimos Peter, Paul and Mary, es la primera canción que me enseñó mi hermano Jose a tocar con la guitarra. Lleva 32 años rondándome la cabeza y hoy, por fin, la he grabado. Si te gusta cantar, hay pocas canciones como esta. La he grabado con 4 voces, pero caben, al menos, otras cuatro. Me lo he pasado como un enano, cogiendo este clásico del country y llevándolo a mi terreno. a ver qué te parece.

miércoles, febrero 01, 2006

A propósito de Ramonete

(Ojalá fuera una isla.)

Un sábado cualquiera de 1980. A eso de las 12 de la mañana. Campo de fútbol del colegio de los Jesuitas. Madrid.

Estaba solo y en posición legal. Levanté los brazos, para que me viera Buch, que conducía el balón en la banda derecha; no quería gritar, pues era la primera vez que había despistado a mi marcador en todo el partido.
Buch levantó la cabeza. Me vio. Buch y yo somos amigos, y eso se nota en el campo de juego. Golpeó el balón con su pierna derecha, con efecto, elevado. ¡Qué gran pase! El balón venía trazando una curva preciosa, uniendo movimientos de rotación y traslación, brillando al sol de mediodía, tentándome para empalmarlo sin dejarlo caer, sin pararlo.
Yo lo sentí.
Sabía que ese iba a ser el gran remate, la gran volea de mi vida, y con la pierna izquierda, además.
En mi cabeza, mientras corría mirando el balón, empecé a acomodar el cuerpo para impactar bien el balón, que seguía su majestuoso vuelo hacia mi posición.
Iba a marcar. Estaba seguro. Iba a ser un golazo.
Oí un silbidito estúpido. Fiu… fiu, fiu… durante una fracción de segundo quise ignorarlo: el balón, ese instante, me pertenecían.
Era un escena perfecta.
Pero irrumpió el hacedor del estúpido silbido, Ramonete, en escena, mirando al cielo con cara de tonto, con su redondeado aspecto, con su intolerable actitud en la cancha (no se puede jugar al fútbol silbando, por favor) con su despiste existencial, con su inagotable inoportunidad…
El que iba a ser el remate, el gol de mi vida, se convirtió en un desgraciado esguince, pues Ramonete, que corría mirando al cielo, me cayó sobre la pierna derecha, que era la de apoyo, y me dejó tres meses en el dique seco.

Os presento a Ramonete.

Otro sábado, un año después. A eso de las 8 de la tarde. En casa de alguna conocida de una prima de una amiga nuestra, que da una fiesta aprovechando que sus padres están de viaje.
Se llama Rosa. No es una belleza de caerse de espaldas, pero es muy guapa, parece divertida y, mientras bailábamos una lenta, me ha clavado los pezoncillos en las costillas; bueno, eso es lo que a mí me ha parecido. Se ríe de una forma maravillosa, echando hacia atrás la cabeza, y yo aprovecho sus explosiones de risa, que son como subir de golpe una persiana en un día de sol, para sujetar bien sus caderas y que no se separen de las mías que, lo reconozco, avanzan. Miro a Mich, que lo está pasando en grande, hablando Gabriela, que le mira como si fuera un príncipe. Mich me guiña un ojo. Somos amigos, y nos entendemos con sólo mirarnos. Estamos en la cima del mundo: tenemos 17 años, es sábado y a las chicas les gusta estar con nosotros. Rosa apoya su cabeza en mi pecho y el aroma de su pelo, negro, rizado, me enloquece. Estrecho mi abrazo y ella, clava ligeramente lasuñas en mi espalda. Le hago un gesto y salimos a la terraza, enlazados por la cintura, buscando un poco de intimidad. Está atardeciendo y la casa es un quinto piso y orientada a poniente. La puesta de sol es demencialmente hermosa. Hablamos rozándose nuestras naricitas. Sintiendo el aliento del otro. Me tocan en el hombro. Me doy la vuelta.
Ramonete.
Viene comiendo pipas (¡comiendo pipas…!) por lo que su rostro grasiento está, además, lleno de babas, igual que sus dedos. Nadie come pipas como Ramonete. Algo tienen las pipas que activan su salivación. El resultado es desagradabilísimo. Le mojan todo el contorno de su desagradable boca
- ¿Qué hashes?
Cuando come pipas (una hora de cada dos) la salivación excesiva le hace pronunciar mal casi todo.
- Nada, he salido aquí… - le digo, intentando que capte el mensaje- ... ahí dentro hay demasiado follón…
- Es verdazz, hay mucha marlla (marcha en ramonetil),
Rezo para que se largue, que me deje en paz. He ligado, cosa que no es tan frecuente como nos gusta recordar a los 17 años, y no quiero que Ramonete lo joda todo.
- Qué… ¿te vienes? Podemos bailar como si tocáramos la guitarra como el de eisidisi, ¿vale?
Es superior a él. No se da cuenta de que sobra él, sobran sus comentarios y sobran sus pipas. Todo es inadecuado en Ramonete.
- Es que estoy con Rosa… estamos aquí muy a gusto.
Pero el tío no pilla una.
- ¿Te llamas Rosha? Yo soy Ramón – dice y adelanta su mano para dársela (no se atreve a dar besos). Su mano está pringosa de babas y grasa de pipas y Rosa no se da cuenta hasta que la estrecha y una mueca de asco acude a su carita de ángel – encantado de conoceite, Rosha. ¿Quieres bailar?
Ramonete sobrevivió a ese día porque Rosa le dijo que ni de coña. Pero entonces él, se acodó a nuestro lado en la terraza.
- Me quedo aquí, con voshotrios.
Y mi idilio con Rosa, que pudo haber sido, se acabó diez minutos después.

Un viernes cualquiera, hacia las 7 de la tarde.
Mich, Buch, Bonus y yo estamos sentados en el pollete de la relojería. Todos tenemos una colección de agravios ramonetiles. Estamos hasta la coronilla de él. Y, sencillamente, no le aguantamos más. Viene hacia nosotros, con sus pipas y sus ensoñaciones (cuando va solo por la calle, tiene una riquísima vida interior, y mueve la cabeza y los labios de una forma graciosísima) habituales y nos ve. Se detiene. Sonríe. Nosotros nos miramos y, como un solo hombre, salimos corriendo. Huyendo de él.
Al principio, él lo interpreta como un juego, como una de esas bromas que él nunca entiende, pero que las sigue, por no quedarse al margen. Nos persigue. Pero nosotros no bromeamos. La terca determinación que nos posee nos hace correr hasta que se cansa.
Cada vez que le vemos por la calle, él inicia un acercamiento, pero nosotros, sencillamente, huimos.

No sé qué pasó después. De segundas, he sabido que Ramonete lo pasó muy mal durante mucho tiempo. Fue una putada, de verdad, darle la espalda, en bloque, a un amigo, de acuerdo. Pero él nunca fue un vedadero amigo. Ninguno de nosotros le habíamos elegido. No se portaba bien. Era egoísta, interesado y gilipollas, además.

A pesar de todo, nunca me he quitado de encima una cierta mala conciencia.

Me voy, que al fondo, flotando a la deriva, veo venir a Ramonete.

A Ramonete no le gustaba el agua. Si fuera una isla, nunca hubiera venido a mí.
Si fuera una isla, claro.

Living on an island by Wolffo, El Ciclón de Valdemorillo

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Me gustan los Status Quo de tachún-tachún, no creas, y jamás he asistido a un concierto con más volumen que uno de estos melenudos que dieron en Macumba (tres días con la cabeza tachun-tachuneando) hace más años de los que quiero recordar, pero este tema me parece un logro. Se quejan de la vida de la estrella, siempre brillante y siempre sola, y eso me hace gracia: pobres niños ricos... En fin, la canción es extraordinaria, tiene un crescendo maravilloso, una melodía de primera y si te gusta la música, te lo pasas bomba grabándola tú solito: haciendo la batería, tocando el xilófono, el bajo, las tres guitarras y las mil y una voces (siete he metido al final). Si Buch quiere, la tocaremos juntos. ¿Le gustaban Status Quo a Ramonete?