Es sencillamente así.
Te amo con los cinco sentidos.
Te miro y se me derrite el alma. El gris escondido de tu cabello es el color más vivaz que mi imaginación puede evocar. El brillo de tu piel, el contorno de tu cuerpo fatigado por las noches, el perfil a contraluz de tus caderas, son los horizontes que yo anhelo contemplar.
Te oigo y se me disparan las sonrisas, enloquecidas, dichosas de poder enfocarte. Tu respiración por las noches, la forma que tienes de llamarme cuando quieres ayuda, tu saludo cuando me llamas por teléfono. Ese ruido que haces al gemir cuando, además de tu alma, me abres otras puertas y yo, que no soy un supermán, me vacío dentro.
Ese aroma dulzón y adulto de tu respiración cuando duermes, el que desprende tu piel cuando estás agotada, el de la puerta de la que antes hablábamos, el perfume de tus labios cuando besas, descuidada, y cuando te dejas besar. Acerco mi nariz a ti y hueles a mujer enamorada: todo huele a ti.
Y, si estás dormida, tu espalda desnuda es como un helado de cholocate y te pruebo de arriba abajo, y te saboreo tan dentro, que creo que mi lengua ya no puede probar nada más; y hoy sabes distinto de cómo sabías ayer; y mañana no sé a qué sabrás, tu sabrás, o quizá no: a lo mejor esas cosas sólo las percibo yo. Pero te como hambriento, te beso hambriento y toda tú alimentas mi espíritu, sacias mis ganas de amor, eres un pantagruélico festín de sentimientos enloquecidos. Siempre te quiero comer.
Y si te toco, ¡ay, niña si te toco…! Ay de mí si estando a menos de un metro no te puedo tocar. Necesito tu contacto, a todas horas, en cualquier circunstancia; ¡ay, de mí si no te puedo rozar! Tu piel es mi alimento, tus pies, mi sutento; tus hombros, son mi almohada, tus piernas, mi edredón; tu cintura es destino y tus caderas, mi horizonte; amo las palmas de tus manos traviesas y el tacto cálido de tu cuello. Beso tu vientre de arena y acaricio el fin perfecto y redondo de tu espalda. Tocarte es genial.
Pero eso es lo que eres, y yo te amo, más que por lo que eres, por lo que eres capaz de querer. Puedes querer mucho más que cualquiera que yo haya conocido, y esa es, tal vez, si tuviera que elegir una, la razón que explica este amor que te tengo. Un amor que parece ser inagotable, creciente y exponencial. Un amor sin límite que no puedo explicarme sin ti.
Gracias por hacer que pueda amarte así.
PaisajesLa primera canción que le escribí a mi chica. Glosando la que era, entonces, su forzosa ausencia. Es una pieza que define muy bien mi forma de hacer música. Melodías pop, muchas guitarras y un evidente toque country. Me gustan mucho la letra, la línea de bajo y el solo de guitarra. Le falta, también, la armónica y le sobra sentimiento desesperado. A ver qué os parece. La cuelgo en honor de mi chica, Susana, que cumple años hoy. Te quiero, bitxarraka.
Castpost
Si no la oyes bien, bájatela desde aquí